El 25 de agosto no es para la
República Popular Democrática de Corea un día ordinario. El mismo día del año
1960 Kim Jong Il (1942-2011), Presidente del Comité de Defensa Nacional de la
RPD de Corea, realizó la visita de orientación a la División Guardia de Tanques
105 “Seúl” Ryu Kyong Su del Ejército Popular de Corea, iniciando su dirección
sobre la revolución mediante el Songun (priorización de los asuntos militares).
Desde entonces, durante más de
medio siglo bajo su dirección Corea, en su interminable enfrentamiento con
Estados Unidos autocalificado “superpotencia”, siempre defendió con éxito su
soberanía y dignidad.
En enero de 1968 el “Pueblo”,
barco espía armado estadounidense, invadió en las aguas jurisdiccionales de
Corea, y fue capturado por la Armada del EPC.
Entonces el imperio,
pretextándolo, concentró gran cantidad de fuerzas armadas en la Península
Coreana y cacareó el desquite. El mundo se preocupó por la posible guerra nueva
en Corea. La URSS le suplicó al gobierno coreano que devolviera el barco.
Kim Jong Il expresó que hasta que
Estados Unidos presentara acta de capitulación, no pondría en libertad jamás a
los tripulantes del “Pueblo” y que aunque Norteamérica lo hiciera, nunca
devolvería la embarcación porque era trofeo. Corea declaró que respondería “a
la ‘represalia’ con la represalia y a la guerra total con la guerra total”.
Rendido ante la resuelta reacción
de Corea, Estados Unidos firmó en diciembre del mismo año la carta de excusa en
la que reconoció sus hostilidades y garantizó que dispondría que ningún barco
se infiltrara en las aguas territoriales de Corea. Refiriéndose a la carta, el
presidente norteamericano Johnson dijo que era “la carta de excusa
históricamente primera de Estados Unidos”.
También en los tiempos posteriores,
por ejemplo en abril de 1969 cuando el “EC-121”, avión espía estadounidense de
gran envergadura infiltrado en el espacio aéreo jurisdiccional de Corea, fue
derribado y en agosto de 1976 cuando los guerreros norteamericanos, en
Panmunjom en la Línea de Demarcación Militar que divide a Corea en el Norte y
el Sur, atentaron contra los guardias del EPC, terminándose por ser duramente
castigados, el imperio armó alboroto como si pronto desatara una guerra, pero
atemorizado ante la dura reacción de Corea y su poderosa potencial militar, no
pudo menos de renunciar a su intención.
Durante la “primera crisis
nuclear de la Península Coreana” de 1993-1994, Estados Unidos, poniendo en tela
de juicio el infundado “problema nuclear” de Corea, instigó la Agencia Internacional
de la Energía Atómica a imponerle al país asiático la “inspección especial”
sobre sus importantes objetos militares y a la par de esto, inició en Sudcorea
simulacros de guerra de gran envergadura.
Entonces Kim Jong Il, en calidad
del Comandante Supremo, hizo proclamar en todo el país el estado de preguerra.
De seguida, en Corea se publicó la declaración del Gobierno de que para
preservar el interés supremo del país se retiraría del Tratado de No
Proliferación Nuclear.
Las sucesivas y rotundas reacciones
de Corea obligaron a Estados Unidos a que asistiera a las negociaciones y
pusiera firma en el Acuerdo Básico RPDC-EE.UU. para resolver de manera pacífica
el problema nuclear de la Península Coreana. Incluso Clinton, el entonces
presidente estadounidense, envió a Kim Jong Il el mensaje de garantía en el que
prometió cumplir honestamente con el deber de su parte.
En el año de 1998, Estados Unidos
otra vez puso en tela de juicio las instalaciones nucleares con fines pacíficos
de Corea, de un lado y del otro, publicó ante el interior y el exterior del
país el “plan de las operaciones-5027”, plan del ataque preventivo con armas
nucleares, intensificando la presión sobre el país asiático, y Corea declaró
con solemnidad que no podía menos de preparar la capacidad de disuasión
nuclear. Ante la dureza de Corea con la que resistía a la cada vez más intensa
presión e intimidación, la administración Clinton no tuvo otra alternativa que
reconocer su derrota.
En la nueva centuria la nueva
administración estadounidense calificó a Corea como “eje del mal”, la publicó
como objeto del ataque anticipado con armas nucleares y perpetró locuras de
provocación de la insensata guerra nuclear. Frente a esto, Corea se retiró
oficialmente del Tratado de No Proliferación Nuclear y declaró la tenencia de
armas nucleares. Ejecutó el lanzamiento de los misiles y la prueba nuclear
subterránea, propinando golpes decisivos a la coacción de Estados Unidos y su
intimidación con armas nucleares.
La administración Bush proclamó
oficialmente que excluía a Corea de la lista de los países patrocinadores del
terrorismo. En eso, News Week,
revista estadounidense, en un artículo titulado “Revocación de la definición de
los países patrocinadores del terrorismo, símbolo de la rendición de Estados
Unidos”, comentó: “Bush avisó al congreso que excluía a Norcorea de la
definición como país patrocinador del terrorismo y esto deviene un suceso que
simboliza que Bush se rindió ante el país asiático.”
Esto no es todo.
En abril de 2009 Corea promulgó
que lanzaría el “Kwangmyongsong-2”, segundo satélite artificial de la Tierra y
sus hostiles, Estados Unidos y otros armaron alboroto como si hubiera ocurrido
algo desgraciado. Japón incluso definió la “interceptación” como la política
estatal y emplazó los buques de guerra, tratando de frenar a todo trance el
lanzamiento del satélite por parte de Corea.
Con todo el mandatario coreano
dispuso lanzar el satélite según el plan, dispuso que si las fuerzas contrarias
intentaran la interceptación, golpearan implacablemente no solo el centro de la
interceptación sino también la sede de los provocadores.
Kim Jong Il es, de veras,
Comandante sin par que en el duelo con los sucesivos presidentes
estadounidenses y comandantes generales del ejército norteamericano de la segunda
mitad del siglo XX y el comienzo de la nueva centuria como Johnson, Nixon,
Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinto, Bush hijo y Obama, valiéndose de la
potencial del Songun, siempre salió victorioso.
Kim Jong Il expresó que su coraje
y osadía con los que se había enfrentado a Estados Unidos autocalificado como
la “única superpotencia” del mundo, estaban sustentados en la poderosa fuerza
militar. Por tener fuerte ejército y potente industria militar, nos sentimos
seguros y alardeamos de nuestra invencibilidad, continuó, y esto también hoy
produce gran secuela en la sociedad internacional.