miércoles, 18 de mayo de 2011

Musica: Solo de Violin

Niños Pioneros

LA LINEA REVOLUCIONARIA DE SONGUN ES UNA GRAN LINEA DE NUESTRA EPOCA Y BANDERA SIEMPRE VICTORIOSA DE NUESTRA REVOLUCION



Continuando en esta labor de difusión de las obras de los tres grandes héroes del monte Pektu, hacemos llegar este importantísimo trabajo sobre la política de priorización militar, conocido como la política del SONGUN, esta política representa la importantísima decisión del pueblo coreano y su dirigencia sobre la defensa de su integridad territorial que ha demostrado su valía, en momentos donde observamos los abusos cometidos por los auto proclamados SHERIF´S del mundo  y en nombre de su llamada búsqueda de la “libertad” de algunos pueblos, asesinan, vejan y destruyen poblaciones enteras, la historia ha demostrado que el Gran Líder Presidente Kim Il Sung  no se equivocó al proyectar esta política que ha mantenido a raya a los imperialistas en sus deseos de apoderarse de la península coreana.
Los invito a leer este importantísimo trabajo y los otros que también tenemos publicados.
Atte.

Yuri Castro Romero
Sec. Gral. Comité Continental Americano por el Centenario del Presidente Kim Il Sung

Sec. Gral. Instituto Cultural y de Amistad Peruano Coreano



¡TRABAJADORES DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!


KIM JONG IL


LA LINEA REVOLUCIONARIA DE
SONGUN ES UNA GRAN LINEA DE
NUESTRA EPOCA Y BANDERA
SIEMPRE VICTORIOSA DE
NUESTRA REVOLUCION

Charla con funcionarios responsables del Comité
Central del Partido del Trabajo de Corea
29 de enero de 2003

Hoy día nuestra revolución avanza triunfalmente con la bandera de Songun (prioridad del asunto militar-N. del Tr.) en alto, bajo la dirección del Partido.
Gracias a la política de Songun de nuestra organización las fuerzas armadas revolucionarias se han fortalecido extraordinariamente, la línea defensiva del país ha ganado en firmeza y se han registrado grandes cambios en la revolución y construcción.
Por sus potencialidades esta política nos ha permitido defender la Patria y la revolución, frustrando a cada paso las maquinaciones de los imperialistas contra nuestra República y el socialismo, así como manifestar ante todo el mundo la dignidad y el prestigio de la Corea socialista.
Se trata de una política victoriosa ya probada por la historia, preñada de severas dificultades y un sable todopoderoso para la victoria en la revolución. Defender, llevar adelante y culminar por la fuerza de las armas la sagrada causa revolucionaria iniciada y laureada de victorias por el mismo medio representa la invariable convicción y voluntad de nuestro Partido, que junto con todo el Ejército y el pueblo, debe librar una tenaz lucha con la bandera de Songun en alto, para convertir el país en una gran potencia socialista próspera, alcanzar la reunificación de la Patria y llevar a la cima la causa revolucionaria del Juche.
La dirección de nuestro Partido sobre la revolución mediante el Songun y su política sustentada en este mismo constituyen el modo de dirigir la revolución, modo de la política socialista, que presenta en el primer plano el aspecto militar entre todos los asuntos del país y, sobre la base de la aptitud revolucionaria y la capacidad combativa del Ejército Popular, salvaguarda la Patria, la revolución y el socialismo y acelera con pujanza el conjunto de las labores de la construcción socialista. Para esta política el tema militar tiene suma importancia. El Ejército es el destacamento medular y el grueso de la revolución y su fortalecimiento es la tarea principal. La característica esencial de ella reside en defender la seguridad de la Patria y las conquistas de la revolución, mediante la potenciación del Ejército Popular como invencibles fuerzas armadas revolucionarias, constituir sólidamente el sujeto de la revolución, tomando el Ejército como su centro, como su fuerza principal, y realizar todas las labores de la construcción socialista con ímpetu revolucionario y combativo.
La idea y la línea de exaltar la importancia del arma y de los asuntos militares que había concebido y mantenido invariablemente el gran Líder, camarada Kim Il Sung, constituyen la base y el punto de partida de la política de Songun de nuestro Partido.
Dado que la lucha por realizar la causa de la independencia de las masas populares, causa del socialismo, viene acompañada del enfrentamiento contra toda clase de fuerzas contrarrevolucionarias, incluido el imperialismo, el asunto militar se presenta como un problema vital, que decide la victoria o la derrota en la revolución, el progreso o la ruina del país, la nación.
Solo contando con las propias y poderosas fuerzas armadas revolucionarias, es posible salir victorioso en la revolución, defender la revolución triunfante y forjar de modo independiente el destino del país, la nación. Sobre el arma de la revolución descansan la victoria de la causa revolucionaria, la soberanía, la independencia y la prosperidad del país, la nación.
Este es el principio de la revolución del Juche y una de sus leyes, enunciados por el gran Líder. Su veracidad ha sido comprobada por la historia.
En los albores de sus actividades revolucionarias el gran Líder organizó primero destacamentos armados y por la fuerza de las armas consiguió la histórica causa de la liberación de la
Patria, y luego fundó el Partido y el Estado. Posteriormente, en cada época y etapa de la revolución siempre prestó atención primordial a los asuntos militares y reforzó constantemente las fuerzas armadas revolucionarias, asegurando militarmente el victorioso avance de la revolución y la construcción.
La política de Songun del Partido es un poderoso modo de la política de nuestra época, heredera de las ideas y línea del gran Líder de dar importancia al arma y a los asuntos militares, y su profundización y desarrollo de acuerdo con los requerimientos de la situación cambiada. Con ella defendemos hoy el gran pensamiento militar y los méritos inmortales del Líder y los hacemos brillar en un nivel más alto, así como allanamos el camino para el triunfo de la causa del Juche. La época de Songun coincide con la nueva época de la revolución jucheana y representa la nueva etapa más alta del desarrollo de nuestra revolución, que avanza victoriosamente bajo la bandera de Songun.
La línea revolucionaria de Songun y la política del mismo carácter son la línea revolucionaria y el modo de la política científicos que reflejan de la manera más correcta las demandas de la época y la revolución.
Sobre la base del análisis científico de las circunstancias internacionales y la tendencia de la situación en brusco cambio, a que se enfrentaba la revolución, nuestro Partido adoptó la política de Songun.
En la década de los 90 del siglo XX se derrumbó el socialismo en la ex URSS y otros países de Europa oriental y se produjeron enormes cambios en la estructura política mundial y las correlaciones de fuerzas. Los testaferros del imperialismo y los oportunistas vociferaron que “con el fin de la Guerra Fría” llegó el tiempo de distensión y paz, pero mientras el imperialismo esté vivo, con sus garras agresivas, nuestro planeta no puede estar nunca tranquilo. Valiéndose del derrumbe del sistema socialista en el orbe, las fuerzas reaccionarias imperialistas intensificaron la ofensiva contra las fuerzas antimperialistas y de proindependencia. Especialmente, el imperialismo norteamericano, convertido en la única potencia del orbe, ejercía del modo más siniestro la política de agresión y guerra para ver realizada su ambición de dominar el mundo, al tiempo que hacía uso de la coacción y arbitrariedad en la palestra mundial, en flagrante violación de la soberanía de otros países.
Las fuerzas reaccionarias imperialistas concentraron la punta de ataque a nuestra República, que avanzaba invariablemente con la bandera de la independencia y el socialismo en alto. Los yanquis y sus seguidores intensificaron más que nunca las maniobras de agresión militar, para aplastar con fuerza a nuestra República, al mismo tiempo que nos presionaban en todas las esferas de la política, la economía, la ideología, la cultura y la diplomacia, así como se nos abalanzaron por los cuatro costados para estrangularnos. Por ello nuestra revolución se vio expuesta a severas pruebas y dificultades nunca vistas en la historia y nosotros, enfrentados directamente con el imperialismo norteamericano, debíamos resistir las maniobras intensivas de esas fuerzas agresoras.
La confrontación entre nosotros y los imperialistas es un duelo de fuerzas y el frente militar antimperialista se ha convertido en el frente principal de nuestra revolución, en su vía respiratoria No.1, que decidirá la existencia del país, la nación y el socialismo. Para salvar el destino del país, la nación, y conducir al triunfo la revolución y la construcción era indispensable reforzar el Ejército Popular mediante la concentración de los esfuerzos en los asuntos militares y apoyarnos en él. Por esta razón afirmamos que el Ejército representa al Partido, al Estado y al pueblo. Si no hubiéramos fortalecido el Ejército, descuidando los asuntos militares, ya hubiéramos arruinado lejos de impulsar la revolución y la construcción.
Nuestra lucha antimperialista y antiyanqui era una batalla más dura para defender la Patria y salvaguardar el socialismo.
Solo el Ejército Popular, destacamento armado revolucionario, podía desempeñar la misión y papel como abanderado en la ejecución de la política de Songun. Esta tiene encarnado en sí el implacable temple del Ejército Popular de combatir al enemigo aun cuando caiga mil veces, así como la inconmovible voluntad y convicción de lograr la victoria. En virtud de la heroica lucha que todo el Ejército y el pueblo, unidos monolíticamente con el primero como centro, sostuvieron bajo la dirección del Partido, hemos podido lograr una gran victoria, tras superar las dificultades que le salían al paso a la revolución.
Las experiencias prácticas de nuestra revolución demuestran que la política de Songun, que prioriza los asuntos militares y tiene su sostén en las fuerzas armadas revolucionarias, es el modo más poderoso de la política de nuestra época y de nuestra revolución, capaz de garantizar con toda seguridad el victorioso avance de la causa revolucionaria quitándose de en medio cualquier enemigo fuerte, dificultades y pruebas. La línea revolucionaria y la política de Songun son la línea y modo de la política de signo estratégico y revolucionario que han de ser mantenidas a toda hora mientras exista el imperialismo en nuestro planeta con sus maquinaciones de agresión.
La política de Songun del Partido es un original modo de la política socialista que ha dado solución científica y brillante al problema del grueso de la revolución.
Sobre la base de un profundo análisis del proceso de desarrollo de la época y el cambio de las relaciones socio-clasistas, nuestro Partido dilucidó por primera vez en la historia del movimiento revolucionario la idea de considerar primero el Ejército y luego los obreros y exaltó al Ejército Popular como un destacamento medular, como grueso de la revolución. Justamente de ahí han emanado la originalidad y la invencibilidad de la referida política.
La precedente teoría revolucionaria del marxismo definió la clase obrera como grueso de la revolución. A mediados del siglo XIX, el análisis de las relaciones socio-clasistas de los países capitalistas occidentales llevó a Karlos Marx a dilucidar que la clase obrera es la clase más progresista y revolucionaria, que asume la misión de acabar con el dominio del capital y todo tipo de regímenes explotadores y establecer el socialismo y el comunismo, y la definió como la clase rectora y grueso de la revolución. Esta teoría reflejaba la realidad de aquella sociedad capitalista. Posteriormente, en varios países tuvo lugar la revolución socialista con la clase obrera como fuerza principal y se dio inicio a la construcción del socialismo. Como resultado, en el proceso de cumplimiento de la causa socialista esta teoría fue considerada una fórmula inviolable de la revolución.
Pero, la teoría o la fórmula expuesta por Marx hace un siglo y medio no puede adaptarse a la realidad de hoy. Avanzó mucho el tiempo y se produjeron enormes cambios tanto en las circunstancias sociales y las relaciones de clases, como en la situación de la clase obrera. A medida que progresaba el capitalismo y, especialmente, a medida que se desarrollaban rápidamente la ciencia y la técnica y se acogía la época de la informática, la clase obrera experimentó un cambio en la base de su vida y su trabajo fue convirtiéndose cada vez más técnico e intelectual. Los integrantes de la clase obrera van transformándose poco a poco en intelectuales y crece con más rapidez el número de trabajadores que sirven al trabajo técnico, intelectual y espiritual, que el de los obreros que sirven al trabajo físico. Por otra parte, al compás del desarrollo del capitalismo, la dominación del capital monopolista cobra mayor fortaleza y se desbordan en gran medida las ideas y culturas burguesas reaccionarias, lo cual ejerce fuertes influencias negativas sobre la toma de conciencia clasista y revolucionaria de los obreros y sobre su concientización. Tanto en vista de las circunstancias de la época como de la realidad del trabajo de los obreros, su situación social y su movimiento, no se puede considerar que la clase obrera de hoy es igual a la clase obrera de la época del capitalismo industrial o de la época de la revolución proletaria.
Las cambiadas circunstancias de la época y las condiciones actuales requieren nuevas ideas, teorías, estrategias y tácticas, para concientizar y organizar a las amplias masas que se oponen al dominio del capital monopolista y a la política de agresión y de guerra del imperialismo, formar filas medulares entre ellas y fortalecer las fuerzas revolucionarias.
Las limitaciones de la teoría revolucionaria del marxismo se han puesto de manifiesto también en la sociedad socialista, donde las dueñas del Estado y la sociedad son la clase obrera y demás masas trabajadoras populares. La anterior teoría, fundamentada en la concepción materialista de la historia, consideró que la revolución termina cuando la clase obrera toma el Poder y establece las relaciones de producción socialistas. Por eso no pudo aclarar correctamente el proceso legítimo de la construcción socialista después de triunfar la revolución, ni presentar la idea sobre la transformación del hombre y la revolución ideológica en la sociedad socialista. El gran Líder, camarada Kim Il Sung, presentó por primera vez en la historia la original idea de que desde el punto de vista de las relaciones de clases el proceso de construcción del socialismo y el comunismo es el proceso de dotar a toda la sociedad con la conciencia de la clase obrera y dilucidó científicamente el papel de esta en la sociedad socialista, el cambio y desarrollo de las relaciones de clases y la legítima transformación del hombre en la misma.
Gracias a la original teoría del gran Líder sobre la construcción socialista y su sabia dirección, en nuestro país todos los trabajadores, incluida la clase obrera, se han convertido en trabajadores socialistas y todos trabajan y viven sobre la base del principio colectivista, bajo el régimen socialista. En el proceso del cumplimiento de la causa socialista, nuestro Partido, concediendo segura prioridad a la transformación del hombre y la labor ideológica, armó con firmeza a las masas populares con la idea Juche e impulsó con energía la labor de dotación de toda la sociedad con la conciencia revolucionaria y de clase obrera. Como resultado, se produjeron cambios radicales en la vida socio-económica de nuestro pueblo y sus rasgos políticoespirituales.
Nuestro pueblo es un pueblo revolucionario educado, formado y forjado en el regazo de la Patria socialista, bajo la dirección del Partido y el Líder, un excelente pueblo, infinitamente fiel al Partido y la revolución. Hoy en nuestra sociedad las masas populares, unidas con una sola idea y voluntad en torno al Partido y el Líder, constituyen poderosas fuerzas impulsoras de la construcción socialista.
Huelga decir que en nuestro país existe todavía la diferencia entre la clase obrera y el campesinado cooperativizado, y no se puede considerar que ha sido cumplida totalmente la dotación de los intelectuales con la conciencia revolucionaria y de clase obrera. La clase obrera sigue siendo el destacamento avanzado en nuestra sociedad y posee una más elevada conciencia clasista, espíritu colectivista y disposición revolucionaria que otros trabajadores. Más aún, está al cargo de la industria, rama principal de la economía nacional. Especialmente los obreros de la industria básica y de guerra desempeñan un papel muy importante en la revolución y construcción. Por esta razón nuestro Partido aprecia a la clase obrera y siempre presta profunda atención a elevar su conciencia revolucionaria e incrementar su papel.
Al aplicar la política de Songun, nuestro Partido definió como fuerza principal de la revolución, no la clase obrera, sino al Ejército Popular, partiendo de un nuevo criterio y un nuevo concepto sobre la materia y sobre el papel que cumple el ejército revolucionario en el proceso revolucionario y constructivo.
La cuestión del grueso de la revolución constituye uno de los problemas fundamentales que se presentan en el desarrollo del movimiento revolucionario mediante el fortalecimiento de su sujeto y el aumento de la importancia del papel que este desempeña. Qué clase, capa o colectivo de la sociedad puede ser la fuerza principal de la revolución, depende de la posición y papel que desempeñan en el proceso revolucionario y constructivo, así como de su espíritu revolucionario, organizativo y su capacidad combativa. Eso no es invariable en cualquier tiempo, sociedad o revolución ni se resuelve únicamente sobre la base de las relaciones de clases. Por tanto, considerar la clase obrera como la fuerza principal de la revolución en cualquier tiempo y lugar, es una expresión de un criterio dogmático sobre la teoría antecedente y resulta erróneo desde el punto de vista del principio.
Nuestro Partido, sin restringirse por ninguna teoría y fórmula existentes y oponiéndose resueltamente a toda clase de actitud dogmática y tergiversación revisionista de la teoría anterior, fortaleció el Ejército y elevó su papel, conforme al cambio de la situación y la demanda de desarrollo de la revolución y condujo así la revolución y construcción por el camino de la victoria.
El que nuestro Partido presentara al Ejército Popular como la fuerza principal de la revolución es un requerimiento insoslayable del cumplimiento de la causa revolucionaria del Juche, tanto desde el punto de vista de la posición y papel que desempeña el Ejército Popular en la revolución, como desde el de su temple revolucionario y capacidad combativa.
En la actualidad el destacamento revolucionario que defiende la vía respiratoria No.1 de nuestra revolución es el Ejército Popular. Este está defendiendo con el arma y con la vida el
Partido y la revolución, la Patria y el pueblo, enfrentándose directamente al poderoso enemigo imperialista. Sobre la bayoneta del Ejército Popular descansan la paz y el socialismo lo mismo que la dichosa vida de altos valores de nuestro pueblo.
Esta es la sublime misión del Ejército Popular, su pesado pero glorioso deber revolucionario, que ni la clase obrera ni otro colectivo social puede cumplir en sustitución suya.
El Ejército Popular es el colectivo más revolucionario, más combativo y más poderoso en nuestra sociedad. No hay grupo más poderoso que él en el espíritu revolucionario y organizativo y la capacidad combativa.
Además, es el más fuerte en cuanto a la idea y convicción y es infinitamente fiel al Partido y la revolución. Son filas combativas bien organizadas. Defiende a ultranza el Partido y el
Líder, ejecuta de la misma manera la política del Partido y está dispuesto a sacrificar su vida sin vacilación por cumplir la causa de esta organización política, la causa del socialismo. Sus oficiales y soldados, en calidad de combatientes de avanzada que defienden con el arma la Patria y la revolución, aman más fervorosamente que nadie a su país, tienen el firme espíritu de defender el socialismo, guardan un odio implacable hacia los imperialistas y otros enemigos de clase y luchan intransigentemente contra ellos. Forman un destacamento revolucionario lleno de firme convicción revolucionaria, indoblegable voluntad e ímpetu combativo. El Ejército Popular posee un espíritu colectivista más elevado que cualquier otro colectivo de la sociedad y su sentido de organización, disciplina y unión es más fuerte. Todo el Ejército está unido como un solo hombre en torno al Comandante Supremo y se mueve al unísono, según sus órdenes y directivas; todos sus servicios y actividades se organizan y efectúan según los requisitos de la disciplina y el reglamento militares. El principio colectivista, el sentido de organización y disciplina constituyen la vida del Ejército Popular y su forma de existencia.
El fuerte espíritu revolucionario y organizativo del Ejército
Popular es un reflejo de su peculiaridad como un destacamento armado y su temple especial como un ejército revolucionario y esto viene a ser la base fundamental del aumento de su combatividad y el fortalecimiento de su poderío ideo-político.
No por participar en la revolución ni por pertenecer a un país socialista un ejército cualquiera puede poseer rasgos y cualidades como fuerzas armadas revolucionarias y convertirse en el grueso de la revolución. Sea la clase obrera o el ejército, debe concientizarse y organizarse bajo la dirección del partido revolucionario, para ser una clase obrera revolucionaria o unas fuerzas armadas revolucionarias y desempeñar un papel importante en la revolución. Al margen de la acertada dirección del partido y el líder, es imposible crear destacamentos medulares de la revolución ni agrupar a amplias masas en un destacamento revolucionario mediante su concientización.
En virtud de la dirección del gran Líder y del gran Partido, nuestro Ejército se ha fortalecido como genuinas fuerzas armadas revolucionarias y como invencibles agrupaciones militares y han llegado a cumplir magníficamente con su gloriosa misión y deber como destacamento medular de la revolución, como su grueso.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, dilucidó originales principios y métodos para la constitución de las fuerzas armadas revolucionarias y los materializó brillantemente, gracias a lo cual el Ejército Popular se ha convertido en modelo de ejército revolucionario y se han preparado las bases duraderas de su constante fortalecimiento y desarrollo. De igual modo hizo de él un ejército del Partido y del Líder, un ejército verdaderamente popular, y lo convirtió en destacamentos armados que poseen la firme idea y convicción, dotados de magníficos rasgos ideo-políticos, dignos del ejército revolucionario. Bajo su sabia dirección se creó y desarrolló una industria de guerra independiente y moderna y se preparó la base material y técnica para modernizar todo el Ejército. Los inmortales méritos que el gran Líder realizó en el proceso de formación de las fuerzas armadas son de los méritos más valiosos realizados por él en la revolución y sirven hoy de sólida base, de inapreciable capital, para nuestros empeños por dar mayor fortaleza al Ejército Popular y aplicar la política de Songun.
Sobre la base de los magníficos méritos del Líder en la construcción de las fuerzas armadas, nuestro Partido exaltó al Ejército como abanderado y grueso de la revolución de Songun y concentró todos los esfuerzos en su fortalecimiento. Visitando ininterrumpidamente a las unidades del Ejército se encontraba siempre entre las masas de militares, los atendió y guió con amor y confianza, e intensificando decisivamente la labor política y partidista en el Ejército lo educó y forjó por vía revolucionaria y le aseguró todo lo que fuera necesario, sin escatimar nada. De acuerdo con las características de la guerra moderna y los requerimientos de la aguda situación, el Partido los armó con nuestra propia y original estrategia y táctica y tomó medidas revolucionarias para fomentar trascendentalmente sus preparativos técnico-militares. Gracias a la enérgica dirección del Partido se registraron grandes cambios en los rasgos ideopolíticos y el estilo de actuar de los militares y la capacidad combativa y el poderío del Ejército adquirieron mayor fortaleza.
Este, siendo, literalmente, ejército del Partido, del Líder y del Comandante Supremo, se ha convertido en fiel agrupación revolucionaria, impregnada del espíritu de defender a vida o muerte la Dirección de la revolución, y toda ella, desde el Comandante
Supremo hasta el último soldado, se ha hecho un sólido cuerpo unido sobre la base de la camaradería revolucionaria.
En su seno se ha establecido firmemente el sistema de dirección partidista e implantado el estilo militar revolucionario y se exhiben altamente los bellos rasgos de unidad entre los superiores y los inferiores, entre los oficiales y soldados, así como los de armonía de los cuadros militares y políticos.
Sus nobles rasgos ideo-políticos, su temple revolucionario y su ánimo combativo se expresan de modo concentrado en el espíritu de militar revolucionario. Este espíritu, que se ha creado y se manifiesta ampliamente en el seno del Ejército Popular bajo la dirección del Partido, representa su propio y noble espíritu revolucionario, cuya médula son el espíritu de defender a vida o muerte al Líder, cumplir a ultranza sus órdenes y el de sacrificio heroico. Es el espíritu de vida o muerte con que los soldados del Ejército luchan con la disposición de consagrar su juventud y vida por el Partido y el Líder, por la Patria y la revolución; es, asimismo, el espíritu revolucionario invencible con que hacen frente y rechazan cualquier enemigo potente y superan toda clase de dificultades y pruebas.
El espíritu revolucionario de los militares del Ejército Popular simboliza y representa la gran época de Songun y sirve de arma ideo-espiritual, revolucionaria y combativa para crear prodigios y realizar proezas en la revolución y construcción. En la época de Songun, también la clase obrera debe ser dotada de este espíritu para cumplir con su deber principal de clase y con su misión, y los demás trabajadores deben asumirlo para mantener y hacer brillar más su honor como dueños del Estado y la sociedad, como trabajadores socialistas. Cuando todo el Ejército y el pueblo, unidos monolíticamente en torno al Partido, vivan y combatan con el espíritu revolucionario y el estilo de actuar de los militares, en este mundo no habrá enemigos que puedan rivalizar con nosotros ni existirán baluartes que no podamos conquistar.
Nuestro Ejército Popular es el creador, el pionero y la encarnación del referido espíritu que representa la época actual, y las filas de combate más poderosas que defienden la primera línea del frente de nuestra revolución, por lo cual es el abanderado de la revolución de Songun, además de ser su destacamento medular y su fuerza principal, y hace gala del honor de serlo.
La política de Songun, que tiene su sostén principal en el Ejército Popular, permite mantener con firmeza el ideal y el principio fundamentales de la revolución y materializarlos de modo más consecuente. El socialismo es el ideal fundamental de nuestra revolución encaminada a realizar completamente la independencia de las masas populares en tanto que la sociedad socialista es la encarnación de las demandas y aspiración de la clase obrera. Al margen de estas demandas connaturales y su principio clasista no se puede realizar la independencia de las masas populares ni llevar a la cima la causa socialista. Nuestra lucha por convertir el país en una gran potencia socialista próspera y lograr la reunificación de la Patria se lleva a cabo en medio de la enconada batalla de clases contra el imperialismo norteamericano y otros enemigos. La complicada y severa situación en que se halla nuestra revolución requiere que en todas las esferas agucemos más aún el filo de la lucha de clases y observemos más estrictamente el principio de la clase obrera, el principio revolucionario. Nuestro Partido ha levantado la bandera de Songun en medio de un agudo enfrentamiento con el imperialismo. Nuestra arma es un arma de clase, de la revolución, y la más poderosa de la lucha de clases contra el imperialismo.
El espíritu de militar revolucionario, espíritu de nuestro Ejército, es la máxima expresión de la conciencia y el espíritu revolucionario de la clase obrera. En la actualidad, frente a las demandas de la época de Songun, nuestro Partido se muestra aún más exigente por mantener estrictamente el principio de clase, principio revolucionario, en todas las esferas de la revolución y construcción, y por intensificar la educación clasista y revolucionaria entre los militares y el pueblo. Se trata de exigencias irrenunciables. Si nuestros militares y la población se dotan sólidamente con la conciencia clasista y el espíritu de militar revolucionario en acato a la dirección del Partido mediante el Songun, la posición clasista del socialismo llegará a adquirir mayor fortaleza y la causa socialista se mantendrá y se coronará con la victoria por muy difícil que sea la situación.
La política de Songun de nuestro Partido es la más poderosa y digna política de independencia que tiene encarnada la idea Juche.
La independencia representa la vida del ser social, de las masas populares y del país, la nación. Y la idea Juche centrada en el ser humano, es la idea de independencia. Todas las luchas revolucionarias se efectúan para alcanzar la independencia. La idea Juche combina correctamente el amor hacia las masas populares con el amor hacia el país, la nación, y la independencia de las primeras con la de los segundos, e indica de modo científico el camino para lograrlo. Una política que defiende y realiza la independencia de las masas populares y del país, la nación, sobre la base del fundamento y el principio de dicha idea, viene a ser la más revolucionaria y científica política, impregnada de amor al país, a la nación y al pueblo.
Nuestra política de Songun basada en las invencibles fuerzas armadas revolucionarias es una política de principios, justa y de índole antimperialista y pro independentista, llamada a garantizar y defender con lealtad las demandas por la independencia de las masas populares y sus intereses, la soberanía y dignidad del país y la nación, de las agresiones de toda clase de reaccionarios imperialistas. Es, asimismo, una sublime política que encarna el amor al país, la nación y el pueblo. Nuestro Ejército Popular, en tanto que fuerzas armadas revolucionarias autodefensivas, está salvaguardando con dignidad y por la fuerza de las armas, el Partido y la revolución, la ideología y el régimen, la Patria y el pueblo, así como defiende la seguridad del país y la paz, frustrando las maniobras de los enemigos para provocar una guerra. En virtud de esta política, incluso en situaciones muy complicadas y críticas como hoy, proseguimos la revolución y construcción a nuestra manera y justamente según nuestra idea y convicción, de acuerdo con la realidad del país y los intereses de la revolución con la bandera de la independencia en alto. Es gracias a nuestra poderosa capacidad militar y nuestra invencible estrategia y tácticas que lo hacemos todo según nuestro propósito y voluntad, sin restringirnos por nada, manteniendo con firmeza la posición independiente en el terreno político y rechazando resueltamente todo tipo de intervenciones y presiones extranjeras. Y gracias a la política de Songun, nuestra independencia se ha hecho inconmovible y nuestra Patria socialista hace gala de su dignidad y honor, su prestigio y poderío como baluarte de la independencia. Se trata de una política para el pueblo por excelencia, que defiende y asegura su derecho a la independencia y sus intereses esenciales, por eso éste la apoya absolutamente y la sostiene con fidelidad.
El estandarte de Songun que enarbola el Partido atiza la conciencia de independencia, autoestima, orgullo y honor nacionales de los coreanos del Norte, el Sur y el extranjero. Es una gran bandera nacional que indica a la nación el camino de la unidad y el florecimiento.
La justeza, las ventajas y la gran vitalidad de la idea y política de Songun de nuestro Partido son probadas por la práctica revolucionaria y se manifiestan cada día más palpables en la realidad.
Sobre todo, en virtud de la dirección del Partido mediante el Songun, la posición militar de nuestra revolución ha adquirido una firmeza de acero.
En la lucha por la independencia y el socialismo contra el imperialismo, el poderío militar viene a ser el factor No.1, que determina la capacidad del país y, si se mantiene a raya al enemigo en el frente militar, es posible salir victorioso en todos otros frentes. El Ejército Popular se ha fortalecido como fuerza armada revolucionaria sin enemigo y la Patria socialista se ha presentado con la frente bien alta en la palestra mundial como una potencia militar. En medio del agudo enfrentamiento político- militar con el imperialismo hemos ganado sucesivas victorias y defendido la Patria, la revolución y el socialismo, haciendo añicos todas las maniobras de agresión de los enemigos.
Los relevantes éxitos y proezas que logramos en la esfera militar se deben a la dirección del Partido mediante el Songun y a su política de la misma índole. Son, asimismo, pruebas fehacientes de su justeza y poderío. El hecho de que con su dirección mediante el Songun nuestro Partido haya fortalecido la posición militar de la revolución, cuya médula es el Ejército
Popular, como un inexpugnable baluarte, deviene garantía fundamental para el cumplimiento de la causa revolucionaria del Juche.
En la época de Songun las filas revolucionarias se estrecharon con mayor solidez y la unidad monolítica de nuestra sociedad adquirió mayor fuerza.
Actualmente nuestros soldados y habitantes van uniéndose sólidamente con verdaderos lazos camaraderiles, que les inducen a compartir la vida y el riesgo de la muerte en el camino de la revolución de Songun, bajo la dirección del Partido, y en toda la sociedad reina el hermoso rasgo de unión entre el Ejército y el pueblo. Los soldados sirven con abnegación para el pueblo y éste ama a aquellos como si fueran sus propios familiares, les ofrece sincero apoyo y de ellos aprende el espíritu de militar revolucionario y el estilo de actuar, como resultado de lo cual el Ejército y el pueblo coinciden en pensar y obrar. En esta época de Songun el Ejército Popular desempeña el papel medular y precursor en todas las esferas de la revolución y construcción. El pueblo lo aprecia como algo muy valioso, exhibiendo el noble estilo de ayudarlo y respaldarlo, debido a lo cual la unidad entre ambos, de signo camaraderil, se ha hecho más estrecha todavía.
Al calor de la política de Songun de nuestro Partido y de su política de amor a los soldados y habitantes, la solidaridad monolítica de nuestra sociedad se ha consolidado y desarrollado a una nueva altura, como unidad de todo el Partido, el Ejército y el pueblo, basada en una única ideología, convicción, obligación moral y amor camaraderil, y el poderío ideo-político de nuestra revolución se ha fortalecido de modo inaudito.
La gran vitalidad de la política de Songun sigue siendo comprobada en la construcción socialista.
Como grueso de la revolución el Ejército Popular está situado al frente de todas las esferas de la construcción socialista, donde crea prodigios laborales y da ejemplos brillantes. Los soldados y oficiales, en acato a la idea y orientación del Partido, han levantado con su heroica lucha numerosas obras monumentales y fábricas modernas. Se han hecho cargo de importantes, pero difíciles ramas de la economía nacional, donde han abierto puntos de ruptura para avanzar. Vencieron múltiples obstáculos y pruebas y produjeron prodigios e innovaciones, con lo cual estimularon y alentaron a los trabajadores de todo el país a crear un auge en la revolución.
Inspirados por el espíritu de militar revolucionario y el estilo de obrar de los soldados, la clase obrera y los demás trabajadores crearon el espíritu de Kanggye, encendieron la antorcha de Ranam y produjeron innovaciones en todos los frentes de la construcción socialista. En virtud de la política de Songun, sustentada principalmente en el Ejército Popular, salimos vencedores en la sumamente dura “Marcha penosa” y Marcha forzada y abrimos el camino de avance a la construcción de una gran potencia socialista próspera, y aun en condiciones difíciles hemos impulsado con audacia e ímpetu el proceso revolucionario y constructivo. Nuestra experiencia demuestra que si todos los funcionarios y trabajadores realizan sus labores al estilo del
Ejército, siguiendo su ejemplo y en fiel acato a la dirección del Partido por el método de Songun, podrán conquistar en un corto espacio de tiempo el baluarte de ciencias y tecnologías de punta, edificar una gran potencia económica, implantar en toda la sociedad el hábito de organizar la vida de manera esmerada y el ambiente de vivir de modo culto y estético, así como asegurar a nuestro pueblo una vida tan dichosa como la de otros.
Gracias a la referida política, se ha creado una coyuntura trascendental para la reunificación de la Patria, se ha reforzado la solidaridad internacional con nuestra revolución y se han ampliado notablemente las relaciones del país con el extranjero.
Merced a la política de Songun, permeada por el principio de independencia nacional y el espíritu de amor a la Patria y la nación, y merced a nuestra política de reunificación de la Patria, basada en ella y los esfuerzos que hicimos por iniciativa, se efectuó el histórico encuentro de los mandatarios del Norte y el
Sur en Pyongyang y se adoptó la Declaración Conjunta del 15 de Junio. Ahora se están profundizando las relaciones de reconciliación y cooperación entre ambas partes en varias esferas.
Hoy en Corea del Sur va llegando al auge, como nunca antes, el clima pro reunificación nacional independiente, contra los norteamericanos y otras fuerzas extranjeras.
Nuestra política de Songun, que se opone a la política de agresión y guerra de los imperialistas y defiende la independencia del país, la nación, produce simpatía en amplios círculos sociales y pueblos progresistas del mundo. En la arena internacional asesta golpes a las fuerzas agresoras imperialistas, alienta a las fuerzas proindependencia contra el imperialismo e impulsa con energía la causa por la independencia en el mundo.
Bajo la dirección del gran Partido, nuestro Ejército y el pueblo, manteniendo en alto la bandera de Songun, expuestos a embravecidas tempestades, han recorrido una gloriosa trayectoria, jalonada de victorias, y han creado prodigios históricos. La línea revolucionaria de Songun de nuestro Partido es una gran línea de nuestra época y bandera siempre victoriosa de nuestra revolución. El camino de la revolución mediante el Songun lleva a la construcción de una gran potencia próspera, la reunificación de la Patria y la culminación de la causa revolucionaria del Juche. Hoy la situación interior y exterior del país es muy compleja y aguda, por eso debemos sostener más alto la bandera de Songun. Todo el Partido, Ejército y pueblo tienen que luchar tesoneramente para alcanzar una nueva y gran victoria en la revolución, bajo la dirección del Partido sobre la revolución mediante el Songun.
Es necesario, ante todo, volcar enormes fuerzas, como lo hacemos ahora, en el fortalecimiento del Ejército Popular. El poderío de la política de Songun es precisamente del Ejército Popular y se manifiesta altamente, junto a su superioridad, cuando este se prepara con firmeza en lo ideológico y político, en lo militar y técnico.
La dirección del Partido constituye la vida del Ejército Popular.
Debemos formar a éste como defensor No.1 del Partido, como filas armadas revolucionarias dispuestas a defender a riesgo de la vida la idea y la dirección del Partido, para que salvaguarde y haga brillar más su gloriosa historia y sus tradiciones de haber hecho gala de su honor como dignos soldados del Partido y del Líder. Cuanto más complicada y tensa se torne la situación, tanto más intensamente debemos realizar la labor ideo-política en el Ejército Popular y el trabajo militar para que todos sus integrantes confíen y sigan solo en y a nuestro
Partido en cualquier situación y circunstancias, agudicen la vigilancia revolucionaria y mantengan la disposición a movilizarse en cualquier momento. Deben estar siempre listos para aniquilar despiadadamente a los agresores imperialistas, no importa por dónde y cuándo nos ataquen.
Es necesario fortalecer aún más la unidad entre el Ejército y el pueblo, para consolidar como un monolito las posiciones ideo-política y militar de nuestra revolución. Cuando luchen unidos, como un solo hombre bajo la dirección del Partido, no tendrán nada que temer ni existirán cosas que no puedan realizar.
El Ejército y el pueblo tendrán que exhibir plenamente en la época de Songun sus nobles rasgos tradicionales de la unidad caracterizada de mutuo aprecio y afecto y de compartimiento de las alegrías y penas, de la vida y el riesgo de la muerte.
En toda la sociedad hay que establecer plenamente el ambiente de dar importancia a los asuntos militares.
La tarea de incrementar la capacidad defensiva del país es tarea de todo el Partido, el Estado y el pueblo. Los funcionarios y trabajadores deben organizar el conjunto de sus labores sobre la base del principio de dar prioridad a los asuntos militares y hacer esfuerzos tesoneros para fortalecer el poderío militar del país. Deben reforzar también las fuerzas armadas civiles y convertir todo el país en un sólido baluarte.
Hay que dar preferencia al desarrollo de la industria de guerra y, simultáneamente, promover la industria nacional en conjunto conforme a los requisitos de la época de Songun, para de esta manera asegurar en lo material y técnico la ejecución de la política de Songun del Partido y elevar trascendentalmente el nivel de vida del pueblo en un corto espacio de tiempo.
Los funcionarios y trabajadores deberán guardar firme convicción en la justeza e irrebatibilidad de la idea y política de Songun de nuestro Partido, trabajar y vivir siempre según sus exigencias y hacer que toda la sociedad desborde de ímpetu revolucionario y ánimo combativo, como el seno del Ejército Popular.
Bajo la dirección del Partido, nuestro Ejército Popular y el pueblo han hecho brillar la nueva época de la revolución del Juche, como una gran época de Songun. Con el estandarte de Songun en alto debemos impulsar la causa revolucionaria del Juche hasta alcanzar la victoria definitiva.
Los funcionarios, militantes y trabajadores deben ser, en su totalidad, fervorosos adeptos a la idea de Songun, resueltos defensores y ejecutores de la política del mismo carácter y seguir con fidelidad la dirección del Partido sobre la revolución mediante el Songun

domingo, 8 de mayo de 2011

LA FILOSOFIA JUCHE ES UNA ORIGINAL FILOSOFIA REVOLUCIONARIA



En el transcurso de esta ardua labor que realiza nuestro Instituto en la difusión de la cultura y filosofía coreana, presentamos este trabajo realizado por el C. KIM JONG IL, sobre algunas cuestiones relacionadas a la mala interpretación de la Idea Juche  a nivel mundial. En ese sentido es un trabajo importantísimo y de lectura obligada para todos aquellos amigos seguidores de la Idea Juche y aquellos que desean conocer algo más sobre esta importante filosofía.
Invitamos a todos ustedes a estar pendientes de las publicaciones de obras de los tres generales del monte Pektú que realizamos constantemente.

Atte.
Yuri Castro Romero
Sec. Gral. del Comité Continental Americano por el Centenario del Presidente KIM IL SUNG
Sec. Gral. del Instituto Cultural y de Amistad Peruano - Coreano




¡OBREROS DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!

KIM JONG IL

LA FILOSOFIA JUCHE ES
UNA ORIGINAL FILOSOFIA
REVOLUCIONARIA

Declaraciones a “Kulloja”, revista teórica del Comité
Central del Partido del Trabajo de Corea
26 de julio de l996



Últimamente entre nuestros sociólogos hay quienes al interpretar la filosofía Juche dan opiniones erróneas, contrarias a la ideología de nuestro Partido y se ha presentado el problema de que tales opiniones también se están difundiendo en el exterior.
En la explicación de los principios fundamentales de la filosofía Juche no se han encaminado a aclarar las leyes propias del movimiento social, sino han tratado de interpretarlos desde el punto de vista de las leyes generales del desarrollo del mundo material. Según estoy informado, los que insisten en esta opinión proceden así para convencer que la filosofía Juche desarrolló también en un nuevo plano la dialéctica materialista marxista. En la tarea de explicar y difundir la filosofía Juche no tenemos necesidad de tratar de convencer que ella elevó a un nuevo plano de desarrollo la dialéctica materialista marxista. Por supuesto, es verdad que en el caso de esta doctrina nuestro Partido no la trató dogmáticamente sino la estudió y analizó desde una posición propia y dio nuevas interpretaciones a una serie de problemas. Pese a esto, el desarrollo impreso en cierta medida al materialismo y la dialéctica no constituye lo principal de la filosofía Juche.
La filosofía Juche es una doctrina original que está desarrollada y sistematizada con sus propios principios. Su mérito histórico en el progreso de las ideas filosóficas no está en haber desarrollado la dialéctica materialista marxista sino en haber definido nuevos principios filosóficos centrados en el hombre.
La filosofía marxista planteó como cuestión fundamental de la filosofía las relaciones entre la materia y la conciencia, el ser y el pensamiento, y sobre la base de demostrar la primacía de la materia y el ser esclareció que el mundo está constituido por materias y que se transforma y evoluciona por su movimiento. La filosofía Juche planteó como nuevo problema fundamental de la filosofía las relaciones entre el mundo y el hombre y la posición y el papel que tiene éste en el mundo, y sobre la base de dilucidar el principio filosófico de que el hombre es dueño de todo y lo decide todo, señala el camino más correcto para forjar su destino. Si la filosofía marxista presentó como una importante tarea filosófica el esclarecimiento de la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento, la filosofía Juche considera como tal tarea la aclaración de las características esenciales del hombre y las leyes propias del movimiento social, movimiento de los seres humanos. Así pues, la filosofía Juche es una filosofía original cuyas tareas y principios difieren de modo radical de los de la filosofía precedente. Por esta razón, no es correcto interpretar que la filosofía Juche desarrolló la dialéctica materialista ni tampoco tratar de demostrar su originalidad y ventaja, refiriendo de tal o cual manera la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento explicadas por la filosofía marxista.
 La filosofía Juche, siendo la doctrina que dilucidó nuevos principios filosóficos, no se puede interpretar en el marco de la antecedente, pues de procederse así no sólo es imposible demostrar su originalidad sino que, al contrario, quedará ambigua y no podrá comprenderse correctamente su esencia.
Al haber aclarado por primera vez en la historia las características esenciales del hombre sobre fundamentos científicos, la filosofía Juche valora al hombre como el ser superior y más poderoso en el mundo y plantea un nuevo criterio sobre el mundo: el mundo es dominado y transformado por el hombre.
El que la filosofía Juche haya planteado una nueva concepción del mundo no significa negar la materialista-dialéctica. La filosofía Juche la tiene como premisa. Su criterio original sobre el mundo consistente en que éste es dominado y transformado por el hombre no puede concebirse al margen de la comprensión materialista-dialéctica sobre la esencia del mundo material objetivo y las leyes generales de su movimiento. Si se considera el mundo como una existencia misteriosa tal como pretende el idealismo, no se puede llegar a la conclusión de que el hombre es capaz de dominarlo, y de verlo como algo invariable tal como lo plantea la metafísica, no es posible llegar a la conclusión de que el hombre puede transformarlo.
El criterio original de que el mundo es dominado y transformado por el hombre puede establecerse sólo bajo la premisa de reconocer la comprensión dialéctico-materialista sobre el mundo según la cual éste está constituido por materia y se transforma y evoluciona de modo ininterrumpido. Aunque la dialéctica materialista marxista tiene una serie de limitaciones e insuficiencias, sus principios fundamentales son ciencia y verdad. Por esta razón, afirmamos que la filosofía Juche toma por su premisa la concepción dialéctico-materialista sobre el mundo.
Esto no significa que la filosofía Juche ha heredado y desarrollado simplemente la dialéctica materialista. Al margen del conocimiento dialéctico-materialista acerca del mundo material objetivo es imposible comprenderlo y transformarlo de modo científico, pero basándose sólo en el principio del materialismo de que el mundo está formado por materia y el de la dialéctica de que el mundo cambia y evoluciona sin cesar, no se llega a la conclusión de que el hombre ocupa la posición de dueño en el mundo y juega el rol determinante en su transformación. Únicamente bajo la condición de aclarar las características esenciales del hombre, que se distingue de modo fundamental de todas las demás materias, pueden dilucidarse justamente la posición y el papel especiales del hombre como dueño y transformador del mundo. Apenas al dilucidarse por la filosofía Juche, sobre fundamentos científicos, las características esenciales del hombre —un ser social con independencia, espíritu creador y conciencia—, pudo definirse el principio fundamental de que él ocupa en el mundo la posición de dueño y desempeña el papel decisivo en su transformación.
Partiendo del principio filosófico humanocéntrico la filosofía Juche estableció la concepción jucheana de la historia social, el punto de vista jucheano de la historia, gracias a lo cual se superó la limitación de la precedente concepción de la historia social y se registró un cambio radical en el criterio y concepción sobre ésta.
Al aplicar a la historia social las leyes generales del desarrollo del mundo material la filosofía marxista estableció la concepción dialécticomaterialista sobre ésta, el punto de vista materialista de la historia. Por supuesto, no negamos el mérito histórico del concepto materialista en cuanto a la historia. El hizo una importante contribución a combatir las reaccionarias concepciones de la historia social carentes de fundamentos científicos que se basaban en el idealismo y la metafísica. Por otra parte, como el hombre vive en el mundo material objetivo y la sociedad está inseparablemente ligada a la naturaleza, es cierto que también en los fenómenos sociales actúan las leyes generales del desarrollo del mundo material. Pero, si las leyes generales del desarrollo del mundo material se aplican tal cual están a los fenómenos sociales, sin ver que en el movimiento social actúan sus propias leyes, la comprensión de la historia social no puede resultar menos que unilateral.
El movimiento social cambia y se desarrolla según sus propias leyes.
Es la acción del hombre quien domina y transforma al mundo. El hombre realiza actividades de transformación de la naturaleza para alcanzar su propósito de dominar y transformar el mundo material objetivo. Con la transformación de la naturaleza crea los bienes materiales y las condiciones para su vida material. Esta actividad está encaminada a satisfacer sus necesidades sociales y puede realizarse sólo mediante la cooperación social. Los hombres ejecutan las actividades de transformación de la sociedad para mejorar y completar sus relaciones de cooperación social. Son ellos quienes transforman tanto la naturaleza como la sociedad. A la vez que despliegan estas actividades no cesan de transformarse y desarrollarse ellos mismos. En resumidas cuentas, la dominación y transformación del mundo por el hombre se realizan por medio de la transformación de la naturaleza, la sociedad y el ser humano, y su sujeto son las masas populares. Estas crean todas las riquezas materiales y culturales de la sociedad y desarrollan las relaciones sociales.
El movimiento social, siendo una actividad que tiene por sujeto a las masas populares, posee sus propias características, diferentes de las de la evolución de la naturaleza. Esta se produce espontáneamente por la interacción de las materias que existen objetivamente, pero el movimiento social surge y avanza por la acción y el papel que ejerce su sujeto con iniciativa. Por eso, si los principios de la dialéctica materialista, que dilucidan las leyes generales del desarrollo del mundo material, se aplican tal como están a la historia social, no se puede esclarecer con acierto la esencia de la sociedad, ni la legitimidad de su movimiento. La principal limitación de la concepción materialista de la historia radica en que no aclaró certeramente las leyes propias del movimiento social sino desarrolló sus principios principalmente según la comunidad de él y la evolución de la naturaleza, que son igualmente materiales.
La concepción materialista marxista de la historia dividió la sociedad en ser social y conciencia social y en sus relaciones concedió significación determinante al ser social, y también en el caso de la estructura de la sociedad, la dividió en fuerzas productivas y relaciones de producción, en la base y la superestructura, y dio importancia decisiva a la producción material y las relaciones económicas. Esto es la aplicación fiel en la historia social del principio de la dialéctica materialista de que el mundo está integrado por materia y se transforma y evoluciona según las leyes generales del movimiento de la materia. El mundo que analizaron los creadores del marxismo al aplicar en la historia social las leyes generales del mundo material fue un mundo unificado, por lo de que no sólo la naturaleza sino también el hombre y la sociedad son materias. De ver al hombre como un componente del mundo unido por la materia, sin ver en él un ser social dotado de independencia, espíritu creador y conciencia, y de aplicar en la historia social, tal cual están, las leyes generales del movimiento del mundo material, no puede menos que considerar el movimiento histórico social como un proceso de la historia de la naturaleza.
Desde luego, también la sociedad cambia y se desarrolla no por el albedrío del hombre sino según determinadas leyes. Sin embargo, la acción de las leyes en la sociedad difiere esencialmente del caso de la naturaleza. En ésta las leyes accionan de modo espontáneo, independientemente de las actividades del hombre, pero en la sociedad accionan por medio de las actividades independientes, creadoras y conscientes del hombre. Entre las leyes sociales hay tanto las generales válidas para todas las sociedades, sin que importen regímenes, como las que ejercen sólo en determinados regímenes sociales. Como todas las leyes sociales accionan por medio de las actividades del hombre, esta acción puede realizarse llanamente, frenarse o restringirse según cómo actúa el hombre.
La afirmación de que las leyes sociales accionan a través de las actividades del hombre no significa que ellas no tienen un carácter objetivo y que en el movimiento social no puede existir espontaneidad. Cuando se crean ciertas condiciones socioeconómicas entran en acción inevitablemente las leyes sociales correspondientes, y, por consiguiente, revisten carácter objetivo al igual que las de la naturaleza. El que en el movimiento social actúe la espontaneidad se relaciona con el hecho de que es relativamente bajo el nivel de desarrollo del espíritu independiente y creador y la conciencia del hombre, y que no está establecido un régimen social en el que se fomenten plenamente estos atributos del hombre. Con el crecimiento del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre y el establecimiento de un sistema social que los ponga en plena acción, la gente actuará ateniéndose más a las exigencias de las leyes objetivas y se reducirá el radio de su espontaneidad. El progreso de la sociedad es precisamente el desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia de las masas populares, y si se elevan estos atributos y se perfecciona el sistema social según sus demandas la sociedad logrará mayor avance por las actividades conscientes y bien intencionadas de las masas populares. Esto significa que se aplican en todos los terrenos las leyes propias del movimiento social que cambia y se desarrolla gracias a las acciones conscientes del sujeto y su papel.
Si bien los creadores del marxismo establecieron la concepción dialéctico-materialista de la historia social aplicando las leyes generales de la evolución del mundo material, tropezaron con muchos problemas que surgían en el movimiento social y a los que no pudieron encontrarles solución sólo con esas leyes. Por eso, con el propósito de evitar la parcialidad de esa concepción presentaron algunas teorías incluyendo la de que la conciencia social reacciona a las condiciones material-económicas aunque surge en su reflejo, y también la política, si bien se determina por la economía, reacciona sobre ella. No obstante, la concepción materialista marxista de la historia es, en todo caso, una concepción de la historia social, que considera como lo principal la comunidad de la evolución natural y el movimiento social, y con esta doctrina no era posible evitar la limitación que obligaba a considerar la evolución de la sociedad como la de la historia natural.
En fin, la diferencia esencial de la filosofía Juche y la precedente parte de la comprensión diferente del hombre.
La filosofía marxista, aunque define la esencia del hombre como la totalidad de las relaciones sociales, no dilucida de manera correcta sus características peculiares como ser social. De ahí que esa doctrina desarrollara los principios del movimiento social adhiriéndose fundamentalmente a las leyes generales de la evolución del mundo material. Las características peculiares del hombre como ente social se han aclarado por primera vez y en forma integral por la filosofía Juche.
Como se refiere en documentos de nuestro Partido, el hombre es el ser social que posee independencia, espíritu creador y conciencia; nadie objeta esto. Sin embargo, algunos sociólogos persisten en su errónea opinión al explicar cómo el hombre se ha convertido en ser social con esos atributos. Ellos interpretan las características esenciales del hombre como una cuestión de su nivel de desarrollo como ser material e insisten en buscar su origen en la heterogeneidad de componentes de la materia y la complejidad de las estructuras. Esta es, de hecho, una opinión que considera las características esenciales del hombre como producto de su atributo natural y biológico, como resultado de su desarrollo y perfeccionamiento. Cuando se habla del hombre como un ser vivo es posible compararlo con otros organismos y analizar los componentes biológicos de su cuerpo y las características de las estructuras. Pero el hombre al que se refiere la filosofía Juche no sólo tiene un organismo altamente desarrollado sino también vive y actúa con espíritu independiente y creador y con conciencia, los cuales no puede poseer ningún otro ser vivo. El punto de partida de estos atributos hay que encontrarlo en la peculiaridad que ningún otro organismo puede poseer, y no en el desarrollo de alguna propiedad común de los seres vivientes.
El hombre tiene espíritu independiente y creador y conciencia por ser un ente social que vive y actúa formando parte del colectivo social y manteniendo relaciones sociales. Son atributos sociales que se forman y desarrollan en el curso de la historia social en que las personas actúan en medio de las relaciones sociales. Por supuesto que no se pueden imaginar separados del organismo humano altamente desarrollado. Por tener tal organismo, puede afirmarse que el hombre es el último producto de la evolución y el ser material más desarrollado. Por más desarrollado que fuera su organismo, el hombre no habría podido convertirse en un ser independiente, creador y consciente si no hubiera vivido y actuado en relaciones sociales formando un colectivo social. Si el hombre no tiene vida física, no puede tener vida socio-política, pero ésta no nace de aquélla. Del mismo modo, al margen del organismo desarrollado del hombre no se pueden imaginar su espíritu independiente y creador y su conciencia, pero sus características biológicas no le crean atributos sociales. Estos se forman y desarrollan en el curso de su nacimiento y desarrollo como ser social, es decir, únicamente en el curso del desarrollo histórico de sus actividades y relaciones sociales. Afirmar que la historia de la evolución de la sociedad es la del desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre, quiere decir que estos son atributos sociales que se forman y desarrollan a lo largo de la historia social. Así pues, al analizar al hombre desde el punto de vista filosófico se debe partir, en todos los casos, de la premisa de que el hombre es un ser social.
No obstante, algunos sociólogos sacan a colación los elementos componentes de la materia y las estructuras, relacionándolos con las características esenciales del hombre y hablan como si ellos constituyeran una parte importante del contenido de la filosofía Juche, lo cual es una expresión de la tendencia a interpretarla ajustándola a la dialéctica materialista marxista, y no pasa de ser un intento de justificar el erróneo método evolucionista de comprender las características esenciales del hombre como el desarrollo y perfeccionamiento de sus atributos biológicos.
En cuanto a las características esenciales del hombre, es importante tener una clara conciencia del ente social. Los creadores del marxismo, aun presentando el asunto de la esencia del hombre en el marco de las relaciones sociales, emplearon el término ente social sólo como un concepto que significa las condiciones materiales de la vida social y las relaciones económicas que existen en forma objetiva y se reflejan en la conciencia social. Por supuesto que del ente social del que hablaron también es integrante el hombre, porque lo consideraron como un factor componente de las fuerzas productivas, como la totalidad de las relaciones sociales. Así y todo, ellos no utilizaron ese término para determinar las características esenciales del hombre.
Al formular la filosofía Juche nosotros lo empleamos en su sentido original de que es determinante de las características esenciales del hombre. Según los principios de esta filosofía, el hombre es el único ente social en el mundo. Pese a ello, algunos sociólogos siguen obstinándose en incluir al ente social las riquezas y las relaciones sociales, diluyendo así la diferencia entre estos factores. Las riquezas y las relaciones sociales se crean y desarrollan por el hombre y, por consiguiente, no pueden incluirse en el concepto que define las características propias del hombre. Desde luego, cuando se habla de la filosofía marxista, es posible usar el término ente social en el sentido que le atribuyeron sus creadores.
Pero, en lo referente a la filosofía Juche, si se interpreta el concepto de ente social en este sentido, resultaría que sea vaga la comprensión sobre las características esenciales del hombre. Como la filosofía Juche es una nueva filosofía con su propio sistema y contenido, no se debe tratar de interpretar sus categorías en el mismo sentido de las convencionales.
Una causa principal de que algunos sociólogos cometieron desviaciones en la explicación y la difusión de la filosofía Juche consiste en que ellos no partieron de la exigencia de la práctica revolucionaria al analizar los problemas filosóficos.
La teoría debe basarse en la práctica y estar a su servicio. La teoría separada de la práctica no puede aclarar la verdad de manera correcta, y no tiene ningún valor.
También en el análisis de los problemas filosóficos, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, siempre partió de la exigencia de la práctica revolucionaria y, en el curso de dar respuestas científicas a los urgentes problemas ideológicos y teóricos que ésta presentaba, concibió la filosofía Juche. Nuestro Partido la sistematizó, profundizó y desarrolló integralmente, generalizando las fecundas y hondas experiencias acumuladas en la práctica revolucionaria.
La práctica revolucionaria es la lucha por la realización de la independencia de las masas populares, y éstas son las encargadas de ella, razón por la cual en la búsqueda filosófica es importante desplegar la teoría reflejando con acierto sus exigencias y aspiraciones y generalizando sus experiencias en la lucha, y convertirla en su patrimonio. En la sociedad explotadora la clase gobernante reaccionaria trata de utilizar la filosofía para defender y justificar su régimen de dominación y de hacer de ésta un objeto monopolizado por los filósofos que representan sus intereses, considerando a las masas populares como seres ignorantes que no tienen nada que ver con la filosofía, ni pueden comprenderla.
Al reflejar las exigencias y las aspiraciones de las masas populares y generalizar sus experiencias de lucha, partiendo del punto de vista y la posición de que ellas son las dueñas de todas las cosas y los entes más inteligentes, nuestro Partido logró formular, profundizar y desarrollar la filosofía Juche y convertirla en su arma para la lucha. He aquí precisamente la razón por la que la filosofía Juche sea verdad absoluta apropiada a las exigencias y aspiraciones de las masas populares en cuanto a la independencia, y sea una filosofía popular que éstas comprenden con facilidad y toman como arma para su lucha.
Sin embargo, ciertos sociólogos discuten cuestiones que no tienen casi ningún sentido práctico para indicar el camino de forjar el destino de las masas populares. El objetivo que perseguimos estudiando la filosofía, consiste, en todos los casos, en esclarecer en qué principios y metodología debemos basarnos para desarrollar la sociedad y forjar el destino de las masas populares. El desarrollo de la sociedad se orienta por la política y la filosofía Juche es, precisamente, aquella que le indica el fundamento de principio de la política que lo guía por el camino más recto. En este sentido, puede afirmarse que la filosofía Juche es la filosofía política.
Algunos sociólogos argumentan que para divulgar la idea Juche a tenor de la peculiaridad de su difusión hacia el exterior explicaron la filosofía Juche como desarrollo de la dialéctica materialista marxista; pero no deben proceder así, sino dar a conocer con claridad que ella es una nueva filosofía revolucionaria. Es un error que so capa de la peculiaridad de la divulgación al exterior la expliquen amoldándola a la filosofía anterior o expliquen como si pertenecieran a la filosofía Juche, asuntos no concordantes con su principio fundamental. Por añadidura, en el plano de la divulgación hacia el exterior no hay por qué sacar a colación esas cuestiones carentes de sentido político y de significación teórica y práctica, pasando por alto la exigencia real de dar claras respuestas, ateniéndose al principio fundamental de la filosofía Juche, a muchos y urgentes problemas teóricos y prácticos que se presentan a escala internacional. En la difusión de la idea Juche hacia el exterior, hay que explicar de manera correcta y haciendo referencia a los problemas reales, el hecho de que la filosofía Juche es totalmente original, nueva y revolucionaria. Hay que procurar que no surjan desviaciones tanto en la divulgación hacia el exterior como en la investigación, el estudio y la enseñanza de la filosofía
Juche.
Esta es la filosofía revolucionaria, filosofía política de nuestro Partido, que aclara el fundamento filosófico de su ideología rectora, la idea Juche, y los principios fundamentales de la revolución. Cómo la traten no es un mero problema relativo a la teoría filosófica, sino un problema vinculado con el criterio y la posición hacia la ideología del Partido. Se procurará que asimilen como verdad absoluta la ideología del Partido, la defiendan con firmeza y la conviertan en convicción revolucionaria para comprender, interpretar y divulgar de manera correcta la filosofía Juche.
Debemos sentir un alto orgullo y dignidad por tener una gran filosofía política como la Juche y, estudiando con profundidad sus principios, aplicarlos al pie de la letra en las actividades prácticas para la revolución y la construcción. Y tenemos que analizar y juzgar todos los fenómenos de la sociedad en estricta adhesión a los principios de la filosofía Juche y aglutinar con firmeza a las masas populares en torno al Partido y elevar el papel del sujeto según las exigencias de ella, impulsando así con fuerza el proceso revolucionario y constructivo.
Aunque sea la filosofía Juche la que nuestros científicos y el resto del pueblo deben estudiar, aprender y seguir, también han de conocer la precedente ideología filosófica del marxismo-leninismo. Sobre todo, los sociólogos tienen que conocerla con claridad. En el estudio de la filosofía anterior es importante evaluar de manera correcta sus aspectos progresistas y positivos y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias. Sólo de conocer con claridad las limitaciones epocales e insuficiencias ideológicas y teóricas de la filosofía anterior, junto con sus méritos, es posible evitar el dogmatismo al tratarla y comprender con profundidad la originalidad y superioridad de la filosofía Juche. Sobre la base del estudio y la asimilación de ésta y a la luz de sus principios, los sociólogos deben prestar profunda atención a conocer claramente los méritos de la filosofía anterior y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias.
Por otra parte, han de guardarse estrictamente de toda clase de tendencias filosóficas extrañas, contrarias a la filosofía Juche, y asegurar de lleno la pureza de ésta. Se trata de la filosofía más ventajosa y vital, que ha reflejado la exigencia de la práctica revolucionaria y cuya verdad y justeza se han comprobado por ésta. Hoy, en el escenario internacional se incrementa más el interés por la filosofía Juche y se amplían las filas de sus adeptos, lo cual es una prueba elocuente de que ella es una filosofía que da las respuestas más correctas a la práctica revolucionaria.
Nuestros sociólogos, firmemente convencidos de la cientificidad, verdad, originalidad y superioridad de la filosofía Juche, y con ésta como guía, deben analizar y juzgar todas las demás teorías filosóficas y así prevenir la infiltración en ella de las más mínimas corrientes filosóficas extrañas.