En junio de
2000 en Pyongyang de la República Popular Democrática de Corea se publicó la
Declaración Conjunta Norte-Sur del 15 de Junio que sería el hito para la
reunificación de Corea.
Transcurrieron
casi 15 años desde aquel tiempo, pero el espíritu fundamental de la
Declaración, el ideal “entre nosotros, los connacionales”, sirve de invariable
bandera de la reintegración de Corea.
El ideal
“entre nosotros, los connacionales” está imbuido plenamente del espíritu de
independencia.
Como es
conocido por todos, la división de Corea es motivada no por algún antagonismo
nacional sino por la imposición de las fuerzas extranjeras.
Estados Unidos
que después de la Segunda Guerra Mundial bajo la máscara del “libertador” había
ocupado el Sur de Corea, intensificó ininterrumpidamente la dominación militar
sobre este con la ambición de tomar la hegemonía del resto de Corea y el
continente asiático. Fingió interesarse en la reunificación de Corea, pero en
realidad no quiso que el Norte y el Sur se reconcilien y unan entre sí e
impidió por todos los medios la reintegración de aquellos, razón por la que la
reunificación de Corea pasa grandes dificultades y la nación coreana está aun
dividida.
La escisión de
la nación coreana de unos 70 años demuestra fehacientemente que esta, a menos
que dé cima a la dominación e intervención de las fuerzas extranjeras, no puede
lograr jamás su progreso independiente y reintegración.
La
reunificación de Corea ha de ser realizada únicamente por su dueño, la nación
coreana misma, y según la voluntad y exigencia de esta. En otra palabra es
problema del derecho a la autodeterminación nacional. No lleva implícita
ninguna razón ni justificación por las que las fuerzas extranjeras metan en
ella. De ahí que reclama “entre nosotros, los connacionales”.
El ideal
“entre nosotros, los connacionales” es el más racional y justo tanto desde el
punto de vista de la actualidad de la Península Coreana separada por las
fuerzas extranjeras como desde el de la esencia de la reintegración coreana
para ligar el cortado linaje sanguíneo de la nación.
El ideal
“entre nosotros, los connacionales” refleja la voluntad de preservar la paz.
Todos los
coreanos esperan con ansia que lo más pronto posible se concluya el agudo
enfrentamiento militar Norte-Sur y abra el camino de la paz y reintegración.
Pero, debido a
la obstinada política de estrangulamiento e intimidación militar contra la RPDC
de Estados Unidos y la activa colaboración con este de la autoridad surcoreana,
en la Península Coreana, lejos de la paz y seguridad, reinan permanente
enfrentamiento militar y tensión. En enero pasado el Comité de Defensa Nacional
de la RPD de Corea publicó una importante propuesta de tomar medidas
sustanciales de cesar totalmente todas las hostilidades militares para
intimidar a la contraparte, pero Estados Unidos y Corea del Sur, a finales de
febrero iniciaron ejercicios militares conjuntos “Key Resolve” y “Foal Eagle”
de gran envergadura, agravando más la tensión en la región, lo cual no hubiese
ocurrido si la autoridad surcoreana no hubiera seguido a las fuerzas
extranjeras que intentaban perjudicar a sus compatriotas sino hubiese negado
los ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos, no dejando su
territorio, espacio aéreo y mar como campo de los simulacros de guerra de las
tropas estadounidenses, es decir, si hubiese respetado el ideal “entre
nosotros, los connacionales”.
La paz y la
seguridad de la Península Coreana no son sino las del mundo. La guerra que
estallará en la Península, será sin duda alguna una guerra termonuclear que la
humanidad no experimentó hasta ahora, que no será limitada solo en su origen
sino propagada por el resto del Noreste de Asia y el Mundo, y le causará
incontables pérdidas y catástrofes a la humanidad. Tampoco Estados Unidos se
quedará a salvo.
Además, el
ideal “entre nosotros, los connacionales” refleja el espíritu de gran unidad
nacional.
El admirable y
conmovedor suceso acaecido en la Península Coreana en el tiempo posterior a la
publicación de la Declaración Conjunta del 15 de Junio corroboró elocuentemente
que la unidad de toda la nación hace plenamente factible que Corea sea
reunificada.
Fueron unidas
las cortadas vías férreas, carreteras y rutas aéreas y marítimas entre el Norte
y el Sur abriendo gran brecha en el muro de la escisión; se efectuaron
negociaciones políticas y militares de alto rango y más de 20 conversaciones
ministeriales entre ambas partes para consultar sobre los problemas de interés
común nacional; se estableció en la ciudad de Kaesong aledaña a la Línea de
Demarcación una zona industrial, símbolo de la cooperación y el intercambio
económicos intercoreanos; se inició el turismo de los surcoreanos por el
Kumgang, famoso monte mundial en la RPD de Corea; se realizaron sucesivamente
encuentros de los familiares separados en el Norte y el Sur, y asistieron
juntos los atletas de ambas partes a los juegos internacionales con la bandera
simbólica de la reunificación enhiesta y los norcoreanos y surcoreanos
conjuntamente hicieron hinchas, lo cual convenció sustancialmente al mundo de
que los norcoreanos y surcoreanos son de la nación con el mismo idioma, la
misma sangre, la misma cultura y que ha de ser reintegrada necesariamente.
El Norte y el
Sur de Corea, que durante más de medio siglo estaban hostilizados y enfrentados
uno con otro, hicieron alarde de su gran unidad nacional, lo cual fue
precisamente el fruto del ideal “entre nosotros, los connacionales” estipulado
en la Declaración Conjunta del 15 de Junio.
La sociedad
internacional desea que las ambas partes de Corea respeten a toda hora el ideal
que es espíritu fundamental de la referida declaración.
Mantener el
ideal “entre nosotros, los connacionales” y verificarlo garantizará la
reunificación y la prosperidad de la nación coreana y la paz y la seguridad de
la región y el resto del mundo.