jueves, 26 de junio de 2014

Las lecciones de la guerra coreana nos enseñan que la fuerza de Estados Unidos no es omnipotente



El 25 de junio de 1950 es la fecha en la que Estados Unidos provocó la guerra coreana (1950-1953). Inspirado en la teoría de la omnipotencia de la fuerzas, Estados Unidos desató la guerra menospreciando a la recién fundada República Popular Democrática de Corea.
A finales de la Segunda Guerra Mundial, el imperio, con el objetivo de afianzar su posición hegemónica en la postguerra y verificar fácilmente su agresiva política exterior, proclamó abiertamente la teoría de la omnipotencia de la fuerza.
¿Qué fue esta?
He aquí el comentario de Muccio, primer embajador estadounidense acreditado en Corea del Sur.
La política es la fuerza. En el enfrentamiento entre las fuerzas no hay necesidad de regir los medios y métodos. La victoria representa el bien y la derrota, el mal.
Esto refleja tal como son la filosofía y el criterio de la guerra de Estados Unidos que adora la fuerza y la considera omnipotente.
De hecho, en vísperas del desencadenamiento de la guerra coreana la RPD de Corea y Estados Unidos no eran compatibles siquiera en el plano técnico militar.
Visto desde el 25 de junio de 1950 Corea llevaba menos de 5 años de liberada y la RPD de Corea, menos de 2 años de fundada. El ejército regular de Corea y su industria de defensa nacional eran demasiado endebles.
Comparativamente con esto, las fuerzas armadas introducidas en el contorno de la Península Coreana por Estados Unidos hasta vísperas de la provocación de la guerra eran verdaderamente estupendas.
Estados Unidos, desde el fin de abril de 1950, pretextando ejercicios conjuntos de las fuerzas terrestre, naval y aérea, reforzó la Séptima Flota incorporando 2 portaaviones, 2 cruceros y 6 destructores e introdujo como suplemento tres regimientos de los bombarderos “B-26” y “B-29”, 6 de los cazas y 2 de los aviones de transporte en Japón. Además, reforzó 4 divisiones adscritas al octavo ejército estadounidense estacionado aquí previéndolas de tanques, cañones, equipos rodantes y otras armas e hizo que se prepararan plenamente para movilizar en cualquier momento en el frente de Corea.
En un libro japonés “Guerra coreana” se lee: “En vísperas del inicio de la guerra la fuerza aérea estadounidense en Japón se dispuso de 375 cazas incluidos aviones a reacción, 40 nocturnos, 80 bombarderos, 50 aviones de transporte y 50 aeronaves de enlace, en total 595.” “MacArthur pensó que si esta fuerza aérea del Extremo Oriente se moviliza, la guerra coreana finalizaría fácilmente.” En una revista estadounidense está escrito lo siguiente: “En nuestra historia no hubo tiempo en que estábamos tan bien preparados como cuando se iniciaba esta guerra”.
Además, Estados Unidos preparó al ejército títere surcoreano como brigada de choque y carne de cañón de su ejército.
En el libro “Guerra coreana vista por un chino” se comenta: “Johnson, jefe de la sucursal en Corea del departamento de cooperación económica de Estados Unidos, dijo el 19 de mayo de 1950 en el comité presupuestario de la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos que ya se han preparado 100 mil efectivos del ejército surcoreano previstos de las armas norteamericanas y entrenados por los asesores militares del imperio, de manera que en cualquier momento entraran en las maniobras”. Roberts, jefe de la delegación de los asesores militares estadounidenses que por aquel tiempo estaba en Corea del Sur, en varias ocasiones expresó que veía que el ejército surcoreano era capaz de vencer a los efectivos de otras fuerzas armadas dos o tres veces más que él y que excepto el ejército norteamericano, era el más magnífico.
Estos hechos se refieren a una parte del aumento de las fuerzas armadas realizado por Estados Unidos para la guerra coreana.
Si se consideran hasta las bombas atómicas de Estados Unidos, la potencial económica de su territorio no damnificada ni en lo mínimo durante la Segunda Guerra Mundial y su posición que ocupa en el mundo capitalista, la fuerza de Estados Unidos era, de veras, demasiado poderosa.
En eso en la Península Coreana explícitamente existía la desigualdad de fuerzas. Enfrentarse a Estados Unidos era difícil de imaginar.
Pero, el imperio que se enorgullecía de su superpotencia, su superioridad técnica militar, no pudo vencer al ejército y el pueblo de Corea conscientes de la justedad de su causa y alzados como un solo hombre.
La pasada guerra coreana fue un suceso histórico que rompió completamente el mito sobre la potencial de Estados Unidos.
El imperio que se jactaba de que no había perdido ni una de las más de 100 guerras, a los tres años de la provocación de la guerra coreana, se vio obligado a firmar el acuerdo de armisticio que era para él acta de capitulación.
Obtuvo este resultado a cambio de la movilización de más de 2 millones de efectivos incluidos un tercio de su fuerza terrestre, un quinto de la aérea, la mayoría de la Flota del Pacífico, las huestes de los 15 países seguidores, Corea del Sur y Japón.
Después del cese al fuego, lejos de sacar lecciones de su derrota, durante varios decenios continuamente pretendió provocar otra guerra. También el año en curso en Sudcorea y sus contornos hace varios ejercicios militares con el importante fin de trasladar las fuerzas armadas estadounidenses estacionadas en el ultramar y del territorio a la Península Coreana y golpear repentinamente a Corea.
Está cautivado aún de la omnipotencia de la fuerza. Considera que valerse de la fuerza le haría posible atropellar e imponer arrodillarse a cualquier país. Pero Corea no es país como Afganistán, Irak y Libia. En la pasada guerra, aun con las armas rudimentarias había derrotado a Estados Unidos y después del cese al fuego, en varios decenios se enfrentó al mismo imperio, fortaleciendo su capacidad autodefensiva en todos sus aspectos. Ante la extremada intimidación con armas nucleares de Estados Unidos tiene preparada también la capacidad de disuasión nuclear para la defensa. La actual Corea es poderoso país que posee cohetes estratégicos y armas nucleares, capaz de castigar despiadadamente al que se atreve a tocarla, no importa dónde se encuentra en el planeta.
Estados Unidos debe tener bien presente esto. Si provoca contra Corea otra guerra, esta devastará como la anterior, no solo a Corea, sino que pondrá en el mar de fuego al territorio estadounidense donde, según se dice, no cayó ni una bomba extranjera.

¡Estados Unidos no es omnipotente jamás!