domingo, 17 de mayo de 2015

“Entre nosotros, los connacionales”



En junio de 2000 en Pyongyang de la República Popular Democrática de Corea se publicó la Declaración Conjunta Norte-Sur del 15 de Junio que sería el hito para la reunificación de Corea.
Transcurrieron casi 15 años desde aquel tiempo, pero el espíritu fundamental de la Declaración, el ideal “entre nosotros, los connacionales”, sirve de invariable bandera de la reintegración de Corea.
El ideal “entre nosotros, los connacionales” está imbuido plenamente del espíritu de independencia.
Como es conocido por todos, la división de Corea es motivada no por algún antagonismo nacional sino por la imposición de las fuerzas extranjeras.
Estados Unidos que después de la Segunda Guerra Mundial bajo la máscara del “libertador” había ocupado el Sur de Corea, intensificó ininterrumpidamente la dominación militar sobre este con la ambición de tomar la hegemonía del resto de Corea y el continente asiático. Fingió interesarse en la reunificación de Corea, pero en realidad no quiso que el Norte y el Sur se reconcilien y unan entre sí e impidió por todos los medios la reintegración de aquellos, razón por la que la reunificación de Corea pasa grandes dificultades y la nación coreana está aun dividida.
La escisión de la nación coreana de unos 70 años demuestra fehacientemente que esta, a menos que dé cima a la dominación e intervención de las fuerzas extranjeras, no puede lograr jamás su progreso independiente y reintegración.
La reunificación de Corea ha de ser realizada únicamente por su dueño, la nación coreana misma, y según la voluntad y exigencia de esta. En otra palabra es problema del derecho a la autodeterminación nacional. No lleva implícita ninguna razón ni justificación por las que las fuerzas extranjeras metan en ella. De ahí que reclama “entre nosotros, los connacionales”.
El ideal “entre nosotros, los connacionales” es el más racional y justo tanto desde el punto de vista de la actualidad de la Península Coreana separada por las fuerzas extranjeras como desde el de la esencia de la reintegración coreana para ligar el cortado linaje sanguíneo de la nación.
El ideal “entre nosotros, los connacionales” refleja la voluntad de preservar la paz.
Todos los coreanos esperan con ansia que lo más pronto posible se concluya el agudo enfrentamiento militar Norte-Sur y abra el camino de la paz y reintegración.
Pero, debido a la obstinada política de estrangulamiento e intimidación militar contra la RPDC de Estados Unidos y la activa colaboración con este de la autoridad surcoreana, en la Península Coreana, lejos de la paz y seguridad, reinan permanente enfrentamiento militar y tensión. En enero pasado el Comité de Defensa Nacional de la RPD de Corea publicó una importante propuesta de tomar medidas sustanciales de cesar totalmente todas las hostilidades militares para intimidar a la contraparte, pero Estados Unidos y Corea del Sur, a finales de febrero iniciaron ejercicios militares conjuntos “Key Resolve” y “Foal Eagle” de gran envergadura, agravando más la tensión en la región, lo cual no hubiese ocurrido si la autoridad surcoreana no hubiera seguido a las fuerzas extranjeras que intentaban perjudicar a sus compatriotas sino hubiese negado los ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos, no dejando su territorio, espacio aéreo y mar como campo de los simulacros de guerra de las tropas estadounidenses, es decir, si hubiese respetado el ideal “entre nosotros, los connacionales”.
La paz y la seguridad de la Península Coreana no son sino las del mundo. La guerra que estallará en la Península, será sin duda alguna una guerra termonuclear que la humanidad no experimentó hasta ahora, que no será limitada solo en su origen sino propagada por el resto del Noreste de Asia y el Mundo, y le causará incontables pérdidas y catástrofes a la humanidad. Tampoco Estados Unidos se quedará a salvo.
Además, el ideal “entre nosotros, los connacionales” refleja el espíritu de gran unidad nacional.
El admirable y conmovedor suceso acaecido en la Península Coreana en el tiempo posterior a la publicación de la Declaración Conjunta del 15 de Junio corroboró elocuentemente que la unidad de toda la nación hace plenamente factible que Corea sea reunificada.
Fueron unidas las cortadas vías férreas, carreteras y rutas aéreas y marítimas entre el Norte y el Sur abriendo gran brecha en el muro de la escisión; se efectuaron negociaciones políticas y militares de alto rango y más de 20 conversaciones ministeriales entre ambas partes para consultar sobre los problemas de interés común nacional; se estableció en la ciudad de Kaesong aledaña a la Línea de Demarcación una zona industrial, símbolo de la cooperación y el intercambio económicos intercoreanos; se inició el turismo de los surcoreanos por el Kumgang, famoso monte mundial en la RPD de Corea; se realizaron sucesivamente encuentros de los familiares separados en el Norte y el Sur, y asistieron juntos los atletas de ambas partes a los juegos internacionales con la bandera simbólica de la reunificación enhiesta y los norcoreanos y surcoreanos conjuntamente hicieron hinchas, lo cual convenció sustancialmente al mundo de que los norcoreanos y surcoreanos son de la nación con el mismo idioma, la misma sangre, la misma cultura y que ha de ser reintegrada necesariamente.
El Norte y el Sur de Corea, que durante más de medio siglo estaban hostilizados y enfrentados uno con otro, hicieron alarde de su gran unidad nacional, lo cual fue precisamente el fruto del ideal “entre nosotros, los connacionales” estipulado en la Declaración Conjunta del 15 de Junio.
La sociedad internacional desea que las ambas partes de Corea respeten a toda hora el ideal que es espíritu fundamental de la referida declaración.

Mantener el ideal “entre nosotros, los connacionales” y verificarlo garantizará la reunificación y la prosperidad de la nación coreana y la paz y la seguridad de la región y el resto del mundo.