domingo, 27 de marzo de 2011

Los belicosos títeres surcoreanos dejarán de navegar contra la corriente y actuarán con prudencia

El comandante del Ejército Popular de Corea en el sector occidental del frente responde a las preguntas de un periodista


La guerra psicológica llevada a cabo contra la RPD de Corea por las pendencieras autoridades militares surcoreanas ha llegado al extremo.

Para los venideros días 25 y 26 prevén introducir en la isla Paekryong a organizaciones conservadoras de peor calaña con la finalidad de hacer volar hacia nuestra región globos aerostáticos transportadores de cientos de miles de octavillas, artefactos de USB con vídeos malintencionados y billetes de a un dólar norteamericano.

A primeros de marzo pasado también habían instigado a unas agrupaciones civiles conservadoras a que esparcieran volantes desde el Pabellón Rimjin, pretensión que se estrelló contra acaloradas protestas de personalidades progresistas surcoreanas y habitantes de la localidad.

Indiferentes a nuestras reiteradas advertencias, siguen en su empeño cambiando incluso el lugar de sus perversas actividades, con lo cual declaran abiertamente que su política de confrontación sigue siendo la misma y que se opondrán a los compatriotas norteños a pesar de los pesares.

En relación con tal desatino, el día 23 el comandante del EPC en el sector occidental del frente dio la siguiente respuesta a la pregunta de la Agencia Telegráfica Central de Corea:

Ya con anterioridad, nuestro ejército patentizó su disposición a disparar sin previo aviso y aniquilar puntos de esparcimiento de volantes y otras bases de la guerra sicológica contra nuestra República, partiendo del generalizado concepto militar de que la guerra sicológica significa de por sí una acción bélica.

Con todo, las belicosas autoridades militares surcoreanas siguen instigando a grupos conservadores a que hagan volar octavillas desde las inmediaciones del frente.

Frente a las frenéticas maniobras sediciosas, nuestro ejército mantiene a toda hora su disposición a disparar y destruir bases de la guerra sicológica no sólo en el sector occidental sino también a lo largo de todo frente, y a pasar a la acción.

Si los maniáticos militares sureños no desean tragarse la amargura semejante a la que les ocasionaron los cañonazos de la isla Yonphyong, tendrán que renunciar a su campaña sicológica, incluido el esparcimiento de octavillas, y proceder con cordura.