KIM JONG IL
MATERIALICEMOS DE MODO CONSECUENTE EL LEGADO
DEL GRAN LIDER, CAMARADA KIM IL SUNG, PARA LA REUNIFICACION DE LA PATRIA
4 de agosto de 1997
Pronto nuestro pueblo acogerá el 52
aniversario de la histórica liberación de la Patria, con la cual el gran Líder,
camarada Kim Il Sung, abrió el camino del resurgimiento nacional.
Con motivo de este día, nuestro pueblo evoca
con emoción los incesantes desvelos y las grandes proezas que el estimado Líder
realizara en aras de la reunificación de la Patria a lo largo de medio siglo,
desde el mismo momento de la liberación del país.
La reunificación de la Patria fue la causa de
toda su vida y su vehemente anhelo. Más que nada le dolía el sufrimiento de
nuestra nación por la división del país y hasta el último momento de la vida
hizo tesoneros esfuerzos para legar a las posteridades la Patria unificada.
Reunificar la Patria cumpliendo el sublime
propósito del estimado camarada Kim Il Sung constituye la obligación y el deber
moral revolucionarios de nuestro Partido y pueblo, y la sagrada tarea nacional
de nuestra generación. Pese a cualesquier dificultades y obstáculos que se
interpongan en el camino de la reintegración del país, tenemos que materializar
las instrucciones del gran Líder, camarada Kim Il Sung, al respecto y cumplir
con la responsabilidad y el deber que nuestra generación tiene ante la Patria y
la nación.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, es el Sol
de la nación y el lucero de la reunificación de la Patria, quien entregó toda
su vida a la Patria y la nación y realizó imperecederas proezas por la causa de
la reunificación de la Patria. Al iniciar la obra por la reunificación de la
Patria y esforzarse para guiarla por sendas de victoria, con sus destacadas
ideas y dirección, logró asentar sólidos cimientos y abrir una luminosa
perspectiva para ella.
El problema de la reunificación de nuestra
Patria surgió con la división del territorio nacional por las fuerzas
extranjeras al finalizar la Segunda Guerra Mundial. El medio siglo transcurrido
desde la separación del país en Norte y Sur ha sido una historia de aguda lucha
entre dos políticas contrarias: la reunificación y la división, el patriotismo
y la traición a la
Patria, y una historia de victorias de las
fuerzas patrióticas que anhelan la reintegración del país.
Desde los primeros días de la división del
país el gran Líder, camarada Kim Il Sung, planteó como la suprema tarea
nacional su reunificación, mantuvo de modo invariable el lineamiento de una
sola Corea, el de su integración, y al conducir con clarividencia la lucha por
alcanzar este objetivo logró fortalecer y desarrollar las actividades para la
reintegración de la Patria como un movimiento de toda la nación.
El lineamiento sobre la reunificación de la
Patria, trazado y mantenido invariablemente por el gran Líder, es por completo
el lineamiento de la independencia nacional encaminado a obtener la soberanía e
independencia total del país, la nación, auténtico lineamiento de amor a la
Patria y la nación, llamado a lograr el fortalecimiento y el progreso de la Patria
reunificada y el florecimiento y la prosperidad de toda la nación. La cuestión
de la reintegración de nuestro país consiste en poner fin a la dominación y la
intervención de las fuerzas foráneas en el Sur de Corea, restablecer la
soberanía nacional a escala de todo el país, y ligando la arteria rota de la
nación, realizar su unidad como una sola. Los coreanos que a lo largo de
milenios han venido viviendo en un mismo territorio como una nación homogénea,
si se mantienen separados en dos partes por las fuerzas extranjeras, no pueden
evitar la desgracia y las calamidades nacionales ni liberarse de su dominación
y subyugación. Unicamente la reunificación es el justo camino para restituir la
soberanía en todo el país, hacer brillar la dignidad y el honor de la nación y
alcanzar su fortalecimiento y prosperidad. El lineamiento sobre la
reunificación es objeto del absoluto apoyo de todo el pueblo coreano, pues
refleja sus intereses y exigencias fundamentales, su unánime deseo y
aspiración.
Pese a la compleja y difícil situación,
motivada por la ocupación del Sur de Corea por los imperialistas
norteamericanos y las constantes maniobras de las fuerzas divisionistas
internas y externas contra la reunificación, el estimado camarada Kim Il Sung
mantuvo de modo invariable y consecuente este lineamiento y con iniciativa guió
el movimiento para la reintegración de la Patria. A la vez que consolidaba la
parte Norte como un poderoso baluarte para la reunificación de la Patria
orientó a la población norteña a que sin olvidar ni un momento a sus hermanos
del Sur apoyara y respaldara con energía su lucha patriótica por la
independencia, la democracia y la reintegración nacional, y rechazando a cada
paso el desafío y los actos anti-reunificación de las fuerzas divisionistas internas
y externas, intensificó y desarrolló sin cesar el movimiento por la
reunificación de la Patria. En la severa época inmediatamente posterior a la
liberación, cuando en el Sur de Corea, bajo el rótulo de la ONU, se tramaban
las “elecciones por separado y gobierno separado”, fue nuestro Líder quien
convocó la histórica Conferencia Conjunta de los Representantes de los Partidos
Políticos y las Organizaciones Sociales del Norte y el Sur de Corea con el fin
de emprender la lucha de toda la nación para frustrar las maniobras de división
nacional de las fuerzas servilistas a las grandes potencias y vendepatria,
también fue quien en el período en que en nuestro país se agudizaban las
contradicciones y la lucha entre las dos políticas: una sola Corea y “dos Coreas”,
exhortó a toda la nación a la lucha por frenar y hacer fracasar el complot de
los divisionistas para fabricar “dos Coreas”, y no fue otro sino él quien creó
una nueva coyuntura para el movimiento de la reunificación de la Patria, al
abrir las puertas de las conversaciones y negociaciones entre el Norte y el Sur
que estaban cerradas herméticamente, y lograr que ambas partes suscribieran una
declaración conjunta y una serie de acuerdos.
Nuestro Líder, por tener un amor infinitamente
noble por la Patria, la nación, no pasó ni un día sin que se preocupara por su
reunificación y para ella ni una vez descansó tranquilamente.
Realizó enérgicas actividades exteriores para
ganar el apoyo y la solidaridad internacional a nuestros esfuerzos por la
reunificación de la Patria, gracias a lo cual la justeza de la línea de nuestro
Partido en cuanto a la reintegración ha sido ampliamente conocida en los
círculos políticos y sociales y la prensa de todos los países del mundo, se ha
elevado el interés internacional por la reunificación de Corea y se han
reforzado el respaldo y solidaridad de los pueblos progresistas hacía ella.
Debido a los abnegados esfuerzos y los grandes
méritos que el estimado Líder, camarada Kim Il Sung, realizó en este sentido
manteniendo con firmeza el lineamiento de la reunificación del país, este
movimiento ha logrado constantes avances ampliándose y fortaleciéndose hasta
convertirse en una fuerza irrefrenable a pesar de las maniobras
obstaculizadoras de los elementos divisionistas. Con el decursar del tiempo
aumenta el anhelo nacional de reunificación, y todos los connacionales del
Norte y el Sur y en ultramar se suman al movimiento por la reunificación. Este
se ha convertido en un poderoso movimiento de toda la nación y se despliega en
medio de la atención del mundo contando con el apoyo y respaldo de los pueblos
progresistas; esto es una brillante victoria de la política de reunificación
sobre la escisionista.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, presentó
las Tres Cartas para la reunificación de la Patria que indican los principios
fundamentales y vías para ella, entregándonos así la guía rectora para esta
empresa.
Los tres principios —la independencia, la
reunificación pacífica y la gran unidad nacional— son la base para la
reunificación, pues señalan la posición y la vía principal para resolver este
problema con las propias fuerzas de la nación de acuerdo con su voluntad y sus
intereses. Esos principios, que el Norte y el Sur reafirmaron en su Declaración
Conjunta del 4 de Julio y dieron a conocer solemnemente dentro y fuera del
país, es la gran plataforma común de la nación para la reunificación.
El Programa de Diez Puntos de Gran Unidad
Pannacional por la Reunificación de la Patria es la plataforma política
destinada a lograr la unión de toda la nación y así fortalecer las fuerzas
internas para la reunificación del país. En él están indicados en forma
integral el objetivo y la base del ideal de la gran unidad nacional y sus
principios y vías.
La propuesta de fundar la República Confederal
Democrática de Coryo es un proyecto que esclarece el aspecto general del Estado
unificado y la vía de crearlo. Indica el camino fundamental para alcanzar de
manera más justa y fácil la reunificación del país sobre la base de tolerarse
las ideologías y regímenes en el Norte y el Sur.
Los tres principios, el programa de diez
puntos para la gran unidad pannacional y la propuesta de fundar la República
Confederal Democrática de Coryo son Tres Cartas para la reunificación de la
Patria, en las que el camarada Kim Il Sung, partiendo de la gran idea Juche y
sus valiosas experiencias adquiridas en los esfuerzos por la reintegración de
la Patria, sistematizó y compendió de manera integral sus principios y vías
fundamentales. Esas cartas están permeadas del espíritu de independencia
nacional que considera la soberanía y dignidad de la nación como su vida y
encarnan el noble amor a la Patria, a la nación, que estimula a alcanzar por
vía pacífica la reunificación del país logrando la reconciliación de ambas
partes y la gran unidad pannacional. Indican la vía más imparcial y racional
para reunificar la Patria lo antes posible conforme a las condiciones reales de
nuestra nación donde perduran desde hace mucho tiempo diferentes ideologías y
regímenes en el Norte y el Sur y a la unánime voluntad de todos los
connacionales que desean la reintegración.
En virtud de esas Tres Cartas elaboradas por
el gran Líder, nuestra nación está en condiciones de impulsar con dinamismo la
campaña por la reunificación del país con un objetivo y orientación bien
definidos y con gran fe y ánimo, y realizar con éxito, con las fuerzas unidas,
su aspiración a reintegrarse. Las Tres Cartas son, en efecto, la bandera de la
reunificación del país y el programa de lucha más justo y realista que nos
permite alcanzarla de manera independiente y pacífica.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, agrupó a
toda la nación bajo la bandera de la gran unidad preparando y reforzando así
las fuerzas internas para la reunificación de la Patria.
El sujeto de esta empresa es nuestra nación y
su poderío está en su gran unidad. Si se preparan con firmeza las fuerzas
internas pro reunificación, se garantizará sin falta el triunfo de dicha
empresa.
El camarada Kim Il Sung consideró el
patriotismo y el espíritu de independencia nacional como la base de la unidad
nacional, planteó como el principio de la gran unidad nacional subordinario
todo a la causa de la reunificación del país por encima de las diferencias de
ideologías e ideales, de criterios políticos y creencias religiosas, y condujo
con gran magnanimidad y generosidad a todos los partidarios de la reunificación
a incorporarse a los esfuerzos patrióticos por la reintegración, sean cuales
fueren sus antecedentes. En aras de la unidad nacional el Líder lanzó la
consigna de “¡Contribuir con la fuerza, con los conocimientos o con el dinero
según los tengan!” e hizo que todos los sectores y capas de la población
coreana aportaran a la causa de la reunificación de la Patria en expresión de
su amor a ésta y a la nación. La idea e ideal que concibiera el gran Líder para
la gran unidad nacional, su noble humanitarismo y amor a la nación son la
fuente de fuerza que estimula a todos los sectores y capas de los compatriotas
a colaborar decididamente en los esfuerzos por la unidad nacional y la reunificación
de la Patria.
El camarada Kim Il Sung, concediendo gran
importancia a la creación de un frente unido de toda la nación, dirigió con
entusiasmo la tarea de aglutinar las fuerzas partidarias de la reunificación en
el Norte, el Sur y en ultramar. Trazó la orientación para la formación de ese
gran frente unido y dirigió sabiamente la lucha para hacerla realidad sobre la
base de las experiencias adquiridas en el Frente Unido Nacional Antijaponés
durante la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, gracias a lo cual se registró un
gran avance en el trabajo para aglutinar en una organización a los compatriotas
del Norte, el Sur y en ultramar bajo la bandera de la reunificación de la
Patria. En las circunstancias en que el movimiento por la reunificación de la
Patria se ampliaba y desarrollaba como un movimiento de toda la nación y se
elevaba más que nunca la aspiración de lograrla, se celebró la Conferencia
Pannacional con la participación de compatriotas del Norte, el Sur y en
ultramar y se creó la Alianza Pannacional para la Reunificación de la Patria,
que representa la voluntad de todos los connacionales de cumplir esta tarea. La
formación de esta Alianza es un importante logro para el fortalecimiento de las
fuerzas internas para esta causa y el avance de este movimiento hacia una etapa
más alta.
En la actualidad las fuerzas patrióticas
internas pro reunificación se van ampliando y fortaleciendo, y se van
aglutinando con mayor firmeza a escala de toda la nación, tanto en el Norte y
el Sur como en ultramar, y avanzan con pujanza hacia la reunificación
independiente y pacífica de la Patria, prevaleciendo sobre las fuerzas
divisionistas, vendepatria y serviles a grandes potencias.
Los méritos que acumuló el gran Líder,
camarada Kim Il Sung, en aras de la reunificación de la Patria, constituyen un
inapreciable patrimonio para nuestro pueblo y nación, un sólido recurso para
realizar esta obra. El desvelo en toda su vida por la Patria y la nación y sus
grandes hazañas realizadas por la causa de la reunificación y la independencia
del país brillarán eternamente en la historia de la Patria.
Continuar la causa de la reunificación de la
Patria que iniciara y condujera el gran Líder, camarada Kim Il Sung, y
concluirla a todo trance en nuestra generación, es la firme decisión de nuestro
Partido y la voluntad revolucionaria de nuestro pueblo.
La separación del territorio y el pueblo, que
perdura por más de medio siglo, impide el desarrollo unificado de nuestra
nación de una larga historia de cinco milenios y le causa incontables
infortunios y sufrimientos. Si nuestra generación no logra reunificar la
Patria, también las venideras sufrirán la tragedia de la división nacional,
desaparecerá incluso la comunidad nacional entre el Norte y el Sur, y
probablemente, la nación quedará dividida en dos para siempre. Es una
intolerable vergüenza nacional que la soberanía de nuestra nación, que
considera su dignidad y honor como la vida, se vea violada por fuerzas
extranjeras cuando ha desaparecido el sistema colonial imperialista y todos los
países y naciones otrora oprimidas avanzan por el camino de la soberanía e
independencia.
Debemos alcanzar a toda costa la causa de la
reunificación de la Patria, que fue el propósito del estimado camarada Kim Il
Sung en toda su vida y la demanda vital de la nación.
Para nosotros esta es la suprema tarea
nacional que no podemos postergar por más tiempo. Venciendo toda clase de
dificultades, debemos cumplirla poniendo fin a la historia de la tragedia de
división nacional, a esa historia ignominiosa. De esta manera debemos salvar
del peligro el destino de la nación, legar la Patria unificada a las
generaciones venideras, y defender y hacer brillar más la dignidad y el honor
nacionales.
Con miras a reunificar la Patria debemos
defender los imperecederos méritos que el gran Líder, camarada Kim Il Sung,
acumuló en toda su vida en aras de esta empresa y materializar cabalmente la
línea y la orientación para ella, apropiadas a las condiciones del país.
Las Tres Cartas formuladas por el gran Líder
para la reunificación de la Patria constituyen la guía programática que debe
seguir toda la nación que la desea. En la lucha por esta empresa pueden variar
los métodos concretos según el cambio de situación, pero no pueden sufrir
cambio alguno los principios para la reunificación de la Patria y la posición
en cuanto a ella. Debemos realizarla sobre la base de las Tres Cartas, no
importa cómo cambien la situación y las circunstancias.
Mantener el espíritu Juche y revivir la
nacionalidad en la forja del destino del país, la nación, es una exigencia de
principios para asegurar su soberanía e independencia, su prosperidad y
fortalecimiento. En todo el proceso de su dirección a nuestra revolución el
gran Líder, camarada Kim Il Sung, al preservar el espíritu Juche y la nacionalidad
y materializarlos brillantemente, logró la histórica causa de la restauración
de la Patria, levantó en este territorio un poderoso Estado socialista
soberano, autosostenido y autodefensivo e hizo que nuestra nación mostrara
plenamente ante todo el mundo su inagotable fuerza y talento, su indoblegable
espíritu.
La línea y las cartas formuladas por el
camarada Kim Il Sung para la reunificación de la Patria parten del principio de
defender el espíritu Juche y la nacionalidad y están permeadas de éstos. Defenderlos
y materializarlos cabalmente en la lucha por la reunificación y la
independencia de la Patria viene a ser precisamente la garantía fundamental
para lograrla con éxito conforme a los intereses y las exigencias de nuestra
nación.
Hay que resolver el problema de la
reunificación del país, en todos los casos, sobre la base del principio de la
independencia nacional. Observar este principio es lo principal para defender
el espíritu Juche y la nacionalidad.
Toda nación tiene derecho a forjar su destino
de modo independiente y según su criterio, tomándolo fuertemente en sus manos.
Nadie puede arrebatar ni violar la soberanía de otra nación. La reunificación
de la Patria es un asunto de nuestra nación, un asunto relacionado con su
soberanía, razón por la cual ella, como su encargada, debe realizarla con sus
propias fuerzas y de acuerdo con su voluntad y demanda independientes.
Para alcanzarla sobre la base del principio de
la soberanía nacional es necesario que todos los miembros de la nación se
identifiquen a plenitud con la conciencia de independencia nacional y se
opongan y rechacen categóricamente el servilismo a las grandes potencias y la
idea de dependencia de fuerzas extranjeras.
Si la conciencia de independencia nacional es
la fuerza ideológica que hace que la nación se fortalezca y prospere, el
servilismo a las grandes potencias y la idea de depender de fuerzas extranjeras
son un veneno ideológico que la envilece e incapacita.
Que éstos conducen el país a la ruina, es una
seria lección que nuestra nación experimentó hasta en su médula a través de su
larga historia de martirios. La ocupación de nuestro país por el imperialismo
japonés, el fracaso del movimiento comunista incipiente y la desintegración del
movimiento nacionalista fueron motivados, a fin de cuentas, por el servilismo
de no confiar en las propias fuerzas y adorar a las grandes potencias.
Aun después de la emancipación de la Patria
los sucesivos gobernantes de Corea del Sur, presos del servilismo a Estados
Unidos, y protegidos por este país, han venido perpetrando actos entreguistas y
traidores en contra de la reunificación, y haciéndole el juego a su política
agresiva. Tratar de solucionar, apoyándose en las fuerzas extranjeras, el
problema de la reunificación de la Patria, el problema de rescatar la soberanía
nacional arrebatada por estas fuerzas, es tan estúpido como meter la cabeza en
el dogal para el sometimiento.
A fin de defender la soberanía y la dignidad
de la nación y lograr la reunificación de la Patria de acuerdo con su voluntad
e intereses debemos rechazar el servilismo a las grandes potencias y la
dependencia de fuerzas extranjeras y luchar resueltamente contra la agresión e
ingerencia de estas fuerzas.
No admitiremos ningún intento de realizar la
ambición agresiva y dominacionista interviniendo en el problema de la
reunificación de nuestra Patria. Con la bandera de la soberanía nacional en
alto debemos desplegar con más fuerza la lucha por la reunificación de la
Patria para lograr la soberanía e independencia completas del país, la nación.
Para realizar de manera independiente la obra
de la reunificación de la Patria es necesario preparar las fuerzas internas de
la nación. La gran unidad de toda la nación es una garantía decisiva para la
reintegración independiente y pacífica de la Patria. El encargado directo de la
reunificación no es sino nuestra propia nación y nadie puede sustituirla en la
lucha por lograrla. Sólo cuando se preparen firmemente las fuerzas internas
uniéndose compactamente todos los compatriotas bajo la bandera de la gran
unidad nacional, es posible hacer fracasar las maquinaciones de las fuerzas
divisionistas del interior y exterior contra la reunificación y alcanzar esta
causa.
Para lograr la gran unidad nacional hace falta
mantener el principio de dar prioridad a los intereses comunes de la nación,
dejando a un lado las diferencias de ideologías, ideales y regímenes, y, sobre
esta base, unirse. La obra de la reunificación de la Patria no es una tarea
dirigida a resolver las contradicciones clasistas internas de la nación o el
enfrentamiento entre los regímenes, sino una causa nacional encaminada a
restablecer la soberanía nacional en todo su territorio. No pueden existir
clases o sectores ajenos a la nación; si no se logra la independencia de la
nación tampoco es posible asegurar la de sus integrantes. Hoy, cuando la tarea
suprema de nuestra nación es la reunificación de la Patria es impermisible que
una clase o un sector anteponga sus intereses a los comunes de la nación. Por
muy grandes que sean las diferencias de ideologías y regímenes entre el Norte y
el Sur, están por debajo de la identidad nacional creada, consolidada y
desarrollada a lo largo de la milenaria historia de nuestra nación. Si el Norte
y el Sur desean la reunificación de la Patria dando prioridad a la identidad y
los intereses comunes de la nación es posible lograr la gran unidad de toda la
nación por encima de dichas diferencias.
El amor a la Patria, a la nación, es un
sentimiento ideológico común de todos sus miembros y el fundamento ideológico
para la unidad nacional. Amar con fervor al país, a la nación y considerar la
dignidad nacional como lo más valioso es una valiosa tradición de nuestra
nación y una de sus cualidades distintivas. Quienquiera que tenga sangre y
espíritu de la nación coreana debe apreciar y defender su excelente
nacionalidad. Hoy, el verdadero valor y dignidad de la vida de los coreanos es
dedicarse en cuerpo y alma a la sagrada obra por la reunificación e
independencia de la Patria y la prosperidad de la nación uniendo su destino al
de la nación.
Todos los que aman a su Patria y nación y se
preocupan por su destino, sin que importe que residan en el Norte, el Sur o en
el extranjero, deberán unirse sólidamente bajo la bandera de la reunificación
de la Patria por encima de las diferencias de ideologías, ideales, creencias
religiosas, criterios políticos, clases y capas sociales.
Insistimos en que el Norte y el Sur,
sobreponiéndose a las diferencias de ideologías y regímenes, mancomunen las
fuerzas para promover la coexistencia, la coprosperidad y los beneficios
comunes y alcanzar la gran obra de la reunificación de la Paria. Con respecto a
las personas que con conciencia nacional se esfuerzan por la reunificación de
la Patria, sean capitalistas o generales de ejército o pertenezcan a la capa
gobernante, iremos mano a mano con ellas, sin importarnos su ideología y
creencia religiosa. Aun en el caso de quienes en el pasado cometieron delitos
ante la nación, si se arrepienten y vuelven a ponerse al lado de la nación,
borrando su pasado los trataremos con indulgencia y nos uniremos a ellos.
La línea y la política de nuestro Partido para
la gran unidad nacional es una política abarcadora, basada en el amor a la
Patria, la nación y el pueblo. Materializar invariablemente esta política en
todo el curso de la lucha por la reunificación y la independencia de la Patria
y por su prosperidad y desarrollo, es nuestra invariable posición. La línea de
la gran unidad nacional que encarna de modo integral el espíritu de amar a la
Patria, la nación y el pueblo, ya demostró sin reservas su justedad y vitalidad
en el largo curso de la lucha práctica por la restauración de la Patria, la
construcción de una nueva sociedad y la reunificación del país. Respetaremos
las ideologías, ideales y creencias religiosas de todos los partidos, las
agrupaciones y las personas, que guiándose por el patriotismo se suman a la
causa de la reunificación y nos aliaremos con ellos, cumpliendo así nuestro
deber y obligación con la nación.
Alcanzar la reunificación de la Patria por vía
pacífica sin el uso de las fuerzas armadas es nuestra posición de principios y
la invariable línea de nuestro Partido.
No hay motivo por el cual los compatriotas
peleemos unos contra otros para resolver el problema de la reunificación
nacional. Las diferencias de ideologías y regímenes entre el
Norte y el Sur no es una condición para
recurrir al uso de las fuerzas armadas. La idea y el régimen no se aceptan por
la imposición, y con métodos impositivos es imposible eliminar las diferencias
existentes entre el Norte y el Sur en estos aspectos. Si ambas partes pelean,
nuestra nación quedará afectada por la guerra y los imperialistas obtendrán
provechos.
La reintegración pacífica de Corea no sólo es
la demanda de nuestra nación sino también el deseo de los pueblos amantes de la
paz en el mundo. Todas las personas que aman el país, la nación, y aprecian la
paz deben hacer todos los esfuerzos a su alcance para lograr la reunificación
pacífica de la Patria.
Para preservar la paz en la Península Coreana
y alcanzar su reintegración pacífica es preciso oponerse a las maquinaciones de
agresión y guerra, y ponerle fin al peligro de un conflicto.
Al margen de la lucha contra las maniobras de
agresión y de guerra es imposible asegurar la paz ni pensar en la reunificación
pacífica. Ahora en la Península Coreana, debido a las maquinaciones de Estados
Unidos y los gobernantes surcoreanos contra el socialismo y nuestra República,
se agudiza el estado de tensión y crece el peligro de que estalle una guerra en
cualquier momento.
El problema de aliviar el estado de tirantez y
eliminar el peligro de guerra en nuestro país puede resolverse, ante todo,
cuando Estados Unidos abandone su política hostil respecto a nuestra República
y concierte un tratado de paz con nosotros.
Ambos países aun están en estado de armisticio
temporal y en el nuestro aún no ha desaparecido el peligro de la guerra. Para
eliminarlo y garantizar la paz es indispensable suscribir entre ambos países un
acuerdo de paz y así establecer un nuevo sistema de aseguramiento de la paz, y
al mismo tiempo, reafirmar y cumplir al pie de la letra el acuerdo de no
agresión Norte-Sur, ya hecho público ante el mundo.
En la actualidad, Estados Unidos de labios
hacia fuera habla ruidosamente del “fin de la guerra fría” y el “alivio de la
tensión”, pero aferrándose de modo invariable a la “política de fuerza”, nos
amenaza con incesantes ejercicios militares y maniobras de agresión y azuza
activamente a los gobernantes surcoreanos a sus alborotos para provocar una
guerra. Tratar de doblegarnos con amenazas o presiones militares es una
tentativa vana y un acto peligroso.
Defenderemos nuestro socialismo como una
muralla inexpugnable y no toleraremos la violación de la soberanía del país y
la dignidad de la nación. Fortalecer las fuerzas armadas revolucionarias y
proteger la seguridad del país y el pueblo en vista de las provocadoras
maniobras de guerra de los imperialistas y los gobernantes surcoreanos,
constituye nuestra justa medida de autodefensa. Las capas guerreristas del imperialismo
no deben tratar de probar a fuerza de las armas nuestro poderío militar ni de
asustar o doblegar a nuestro pueblo con las amenazas y provocaciones militares.
Tales acciones insensatas resultan aventuras harto peligrosas que pueden tener
catastróficas consecuencias. De ningún modo queremos la guerra; nos esforzamos
invariablemente por reunificar el país por vía pacífica.
La vía más racional para resolver con éxito el
problema de la reunificación de nuestra Patria es realizarla sobre la base de
la fórmula del sistema confederal.
Nuestra nación espera realizar cuanto antes la
reunificación de la Patria según una fórmula racional aceptable para todos. Si
hoy en día, al cabo de medio siglo desde que en el Norte y el Sur se
establecieron diferentes regímenes sociales, se trata de alcanzar la
reunificación por uno de estos regímenes, lejos de lograrla se podría
profundizar la división y provocar a
la nación calamidades irreparables.
Teniendo en cuenta la exigencia imperiosa de
nuestra nación y la realidad del país, la mejor vía para su pronta
reunificación resulta fundar un Estado unido nacional según la fórmula del
sistema confederal, consistente en una sola nación, un solo Estado, dos
regímenes sociales y dos gobiernos.
La reunificación según la fórmula del sistema
confederal es la vía de la reunificación racional y equitativa que no persigue
la superioridad o los intereses de ninguna parte y que tampoco afecta a nadie.
Además, este modo de reunificación pondrá fin al peligro de la guerra que
existe permanentemente en la Península Coreana y también contribuirá a la
preservación de la paz y la seguridad en el mundo.
Si se realiza la reunificación según esta
fórmula, nuestra nación restablecerá su soberanía a escala de todo el
territorio y alcanzará una gran unidad como una sola nación, y nuestro país
será un Estado unido nacional, independiente, amante de la paz y neutral. El
Estado confederal reunificado no afectará ni los intereses de los países
vecinos ni tampoco constituirá una amenaza para ellos.
Sin vacilar en lo más mínimo ante ninguna
dificultad o prueba seguiremos avanzando con pasos firmes por el camino de la
reunificación de la Patria, sosteniendo en alto las Tres
Cartas, presentadas por el gran Líder,
camarada Kim Il Sung.
Mejorar las relaciones entre el Norte y el Sur
es una demanda apremiante para realizar la reunificación independiente y
pacífica de la Patria.
Sólo convirtiendo las relaciones de
desconfianza y confrontación en las de confianza y reconciliación, es posible
lograrla con las fuerzas unidas de toda la nación.
Si bien hoy día se fomenta como nunca la
atmósfera de la reunificación de la Patria, las relaciones entre el Norte y el
Sur permanecen tan tirantes y agudas como jamás antes vistas. Las autoridades
actuales de Sudcorea que no tienen en consideración ni el destino de la nación
ni la reintegración del país, al ver que los cimientos de su poder son
sacudidos de raíz, tratan de encontrar una salida con la agudización de la
tensión y el enfrentamiento con el Norte, y a este fin han convertido esas
relaciones en extremadamente hostiles e intensifican como nunca, en
confabulación con fuerzas extranjeras, las maquinaciones de provocación de una
guerra de agresión contra el Norte. Después del surgimiento en Surcorea del
actual
“poder”, entre el Norte y el Sur se
intensifica no la reconciliación sino la confrontación, y crece no la atmósfera
de paz sino el peligro de la guerra. El que las actuales autoridades
surcoreanas hayan empeorado al máximo, a un grado tal como nunca antes se vio, los
vínculos entre el Norte y el Sur, es un crimen anti-reunificación y vendepatria
jamás perdonable ni en mil años.
Con miras a mejorar esas relaciones y preparar
una coyuntura trascendental para la reunificación de la Patria es preciso, ante
todo, que las autoridades surcoreanas, en vez de apoyarse en fuerzas foráneas y
“colaborar” con éstas, se encaminen a oponerse a ellas y rechazarlas en unión
con sus compatriotas, partiendo de la posición de la independencia nacional.
La opción por la independencia nacional o el
apoyo en fuerzas extranjeras es la piedra de toque para distinguir la
reunificación de la división y el patriotismo de la traición.
Cualquiera que sea, si da las espaldas a la
nación y desprecia sus fuerzas internas y así toma el camino de apoyarse en
fuerzas extranjeras y “colaborar” con ellas, terminará por ser abandonado por
la nación y no podrá evitar el veredicto de la historia. Sólo cuando las
autoridades surcoreanas asuman la posición de independencia nacional, la de
amar al país, la nación, será posible que las relaciones entre el Norte y el
Sur se conviertan en las de confianza y reconciliación y se abra una nueva
senda para la reunificación de la Patria.
Ellas, cambiando de política, tienen que
ponerse en la posición de la independencia nacional, la de beneficiar a la
nación y apoyarse en ella, y practicar la política de forjar juntos, mano a
mano con sus compatriotas, el destino de la Paria y la nación.
Eliminar el estado de confrontación política
entre el Norte y el Sur es un requisito primordial para mejorar las relaciones
entre ambas partes. Sólo cuando esto se logre, puede desaparecer también el
estado de enfrentamiento militar y realizarse, a la larga, la reconciliación y
la unidad de la nación.
Con genuina conciencia de compatriotas, las
autoridades surcoreanas tienen que cambiar su política de confrontación con el
Norte, encaminada a hostilizarnos, por la de alianza y reconciliación, y
abstenerse de fomentar el malentendido y la desconfianza entre el Norte y el
Sur y obstaculizar la reconciliación y la unidad nacionales.
A la par que poner fin al estado de
confrontación política, hace falta eliminar también el de enfrentamiento
militar para aliviar la tensión entre el Norte y el Sur.
Este estado de enfrentamiento no solamente
trae la desconfianza y el malentendido entre los connacionales e impide su
confianza y conciliación, sino que además puede agudizar la tensión y causar
una catástrofe a la nación. Si no lo disipamos, no podremos esperar mejoría en
las relaciones entre el Norte y el Sur, ni paz en la Península Coreana ni
reunificación pacífica.
Hoy, en el Sur de Corea, se habla mucho de la
supuesta “amenaza de agresión al Sur”, pero la que realmente existe en nuestro
país no es ésta, sino la de agresión al Norte. Si no existe tal amenaza en la
Península, desaparecerá también el estado de enfrentamiento militar entre ambas
partes.
Las autoridades surcoreanas tienen que
renunciar a su peligrosa política de guerra y optar por atenuar la tirantez en
vez de agravarla. Han de dejar de incrementar sus fuerzas armadas y de
introducir armas, suspender los simulacros conjuntos con ejércitos extranjeros
y no aventurarse con provocaciones militares descabelladas.
Para eliminar el estado de confrontación entre
el Norte y el Sur y promover la reconciliación y la unidad nacionales, es
necesario democratizar la vida socio-política en el Sur de Corea.
Mientras esta parte sea gobernada de modo
fascista, no importa quién sea su mandatario, el estado de enfrentamiento no
será eliminado, ni serán concebibles discusiones y actividades libres de
distintos partidos, grupos, capas y clases surcoreanos en cuanto a la
reunificación de la Patria. Aún más, si siguen en pie las infames leyes
antinacionales y anti-reunificación como la “Ley de seguridad estatal” que
define como enemigos a los compatriotas, incrimina los contactos e intercambios
entre la población y personalidades de distintos sectores del Norte y el Sur y
reprime a las fuerzas patrióticas surcoreanas pro-reunificación, jamás serán
logradas la reconciliación y la unidad nacionales ni los contactos e
intercambios Norte-Sur.
La historia del arduo movimiento por la
reunificación de la Patria comenzada desde la división de la nación demuestra
que no podrá haber ningún progreso de las relaciones entre el Norte y el Sur si
no se deroga la “Ley de seguridad estatal” en Corea del Sur.
La realidad de hoy, cuando en Surcorea las
fuerzas patriótico-democráticas pro-reunificación son reprimidas por la “Ley de
seguridad estatal” y empeoran al extremo las relaciones entre el Norte y el
Sur, plantea la tarea de la democratización como una exigencia apremiante,
inaplazable.
Dicha “ley” que atormenta a la población
sudcoreana y afecta a toda la nación, lógicamente, debe abolirse y, a todos los
partidos, grupos y sectores, asegurárseles la libertad política, incluida la de
discusión y actividad por la reunificación de la Patria, y los derechos
democráticos.
Estos asuntos en que insistimos deben ser
resueltos sin falta para mejorar las relaciones entre el Norte y el Sur y abrir
una nueva coyuntura para la reunificación de la Patria.
Si en el futuro las autoridades surcoreanas
muestran un cambio positivo con sus acciones reales, despojándose de la actual
política de confrontación antinacional y anti-reunificación, en atención a la
expectativa de toda la nación, estamos dispuestos a encontrarnos con ellas en
cualquier tiempo para discutir sinceramente sobre el problema del destino de la
nación, y esforzarnos juntos en aras de la reunificación de la Patria.
Observaremos qué posición y actitud van a asumir en sus actividades.
Para resolver de modo justo el problema
coreano también los países interesados deben desempeñar un papel positivo con
la sincera actitud de ayudar a la reunificación de Corea. Tienen que respetar
la soberanía y la voluntad de reintegración de nuestra nación y ayudarla de
modo activo para que pueda resolver de modo independiente y pacífico el
problema de la reunificación de la Patria.
Estados Unidos, como responsable directo de la
cuestión coreana, tiene que cumplir honestamente con la promesa y deber,
firmados por él. Debe modificar radicalmente su política anacrónica hacia
Corea, y no obstaculizar más su reunificación independiente y pacífica. No
queremos considerar a EE.UU. como enemigo perpetuo, sino deseamos que se
normalicen las relaciones entre ambos países. Si Norteamérica realiza acciones
que contribuyan a la paz y la reunificación de la Península Coreana, sin tratar
la cuestión coreana partiendo de una posición de fuerza, liberándose de la
vieja concepción de la época de la guerra fría, también las relaciones entre
Corea y EE.UU. se desarrollarán positivamente, de acuerdo con los intereses de
ambos pueblos.
Japón, que antes causó a nuestro pueblo
incontables infortunios y calamidades, debe arrepentirse sinceramente del
pasado, renunciar a la política hostil hacia nuestra República y dejar de
instigar la división de Corea y de obstaculizar la reunificación. Si procede
así, lo trataremos amistosamente como país vecino, y se normalizarán también
las relaciones entre ambos países.
El camino de la lucha de nuestro pueblo por la
reunificación de la Patria no es llano, pero este anhelo de la nación será
satisfecho sin falta.
Entonces nuestra Patria aparecerá con la
frente erigida en el escenario mundial como un Estado soberano e independiente,
poderoso y rico, con 70 millones de habitantes, y nuestro pueblo llegará a
enorgullecerse como una gran nación inteligente y digna.
Al desarrollar la lucha de toda la nación para
hacer realidad el legado del gran Líder, camarada Kim Il Sung para la
reunificación, deberemos aproximar el histórico día en que los 70 millones de
compatriotas vivamos felices en el territorio patrio reintegrado.