sábado, 3 de agosto de 2013

MATERIALICEMOS DE MODO CONSECUENTE EL LEGADO DEL GRAN LIDER, CAMARADA KIM IL SUNG, PARA LA REUNIFICACION DE LA PATRIA

KIM JONG IL

MATERIALICEMOS DE MODO CONSECUENTE EL LEGADO DEL GRAN LIDER, CAMARADA KIM IL SUNG, PARA LA REUNIFICACION DE LA PATRIA

4 de agosto de 1997

Pronto nuestro pueblo acogerá el 52 aniversario de la histórica liberación de la Patria, con la cual el gran Líder, camarada Kim Il Sung, abrió el camino del resurgimiento nacional.
Con motivo de este día, nuestro pueblo evoca con emoción los incesantes desvelos y las grandes proezas que el estimado Líder realizara en aras de la reunificación de la Patria a lo largo de medio siglo, desde el mismo momento de la liberación del país.
La reunificación de la Patria fue la causa de toda su vida y su vehemente anhelo. Más que nada le dolía el sufrimiento de nuestra nación por la división del país y hasta el último momento de la vida hizo tesoneros esfuerzos para legar a las posteridades la Patria unificada.
Reunificar la Patria cumpliendo el sublime propósito del estimado camarada Kim Il Sung constituye la obligación y el deber moral revolucionarios de nuestro Partido y pueblo, y la sagrada tarea nacional de nuestra generación. Pese a cualesquier dificultades y obstáculos que se interpongan en el camino de la reintegración del país, tenemos que materializar las instrucciones del gran Líder, camarada Kim Il Sung, al respecto y cumplir con la responsabilidad y el deber que nuestra generación tiene ante la Patria y la nación.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, es el Sol de la nación y el lucero de la reunificación de la Patria, quien entregó toda su vida a la Patria y la nación y realizó imperecederas proezas por la causa de la reunificación de la Patria. Al iniciar la obra por la reunificación de la Patria y esforzarse para guiarla por sendas de victoria, con sus destacadas ideas y dirección, logró asentar sólidos cimientos y abrir una luminosa perspectiva para ella.
El problema de la reunificación de nuestra Patria surgió con la división del territorio nacional por las fuerzas extranjeras al finalizar la Segunda Guerra Mundial. El medio siglo transcurrido desde la separación del país en Norte y Sur ha sido una historia de aguda lucha entre dos políticas contrarias: la reunificación y la división, el patriotismo y la traición a la
Patria, y una historia de victorias de las fuerzas patrióticas que anhelan la reintegración del país.
Desde los primeros días de la división del país el gran Líder, camarada Kim Il Sung, planteó como la suprema tarea nacional su reunificación, mantuvo de modo invariable el lineamiento de una sola Corea, el de su integración, y al conducir con clarividencia la lucha por alcanzar este objetivo logró fortalecer y desarrollar las actividades para la reintegración de la Patria como un movimiento de toda la nación.
El lineamiento sobre la reunificación de la Patria, trazado y mantenido invariablemente por el gran Líder, es por completo el lineamiento de la independencia nacional encaminado a obtener la soberanía e independencia total del país, la nación, auténtico lineamiento de amor a la Patria y la nación, llamado a lograr el fortalecimiento y el progreso de la Patria reunificada y el florecimiento y la prosperidad de toda la nación. La cuestión de la reintegración de nuestro país consiste en poner fin a la dominación y la intervención de las fuerzas foráneas en el Sur de Corea, restablecer la soberanía nacional a escala de todo el país, y ligando la arteria rota de la nación, realizar su unidad como una sola. Los coreanos que a lo largo de milenios han venido viviendo en un mismo territorio como una nación homogénea, si se mantienen separados en dos partes por las fuerzas extranjeras, no pueden evitar la desgracia y las calamidades nacionales ni liberarse de su dominación y subyugación. Unicamente la reunificación es el justo camino para restituir la soberanía en todo el país, hacer brillar la dignidad y el honor de la nación y alcanzar su fortalecimiento y prosperidad. El lineamiento sobre la reunificación es objeto del absoluto apoyo de todo el pueblo coreano, pues refleja sus intereses y exigencias fundamentales, su unánime deseo y aspiración.
Pese a la compleja y difícil situación, motivada por la ocupación del Sur de Corea por los imperialistas norteamericanos y las constantes maniobras de las fuerzas divisionistas internas y externas contra la reunificación, el estimado camarada Kim Il Sung mantuvo de modo invariable y consecuente este lineamiento y con iniciativa guió el movimiento para la reintegración de la Patria. A la vez que consolidaba la parte Norte como un poderoso baluarte para la reunificación de la Patria orientó a la población norteña a que sin olvidar ni un momento a sus hermanos del Sur apoyara y respaldara con energía su lucha patriótica por la independencia, la democracia y la reintegración nacional, y rechazando a cada paso el desafío y los actos anti-reunificación de las fuerzas divisionistas internas y externas, intensificó y desarrolló sin cesar el movimiento por la reunificación de la Patria. En la severa época inmediatamente posterior a la liberación, cuando en el Sur de Corea, bajo el rótulo de la ONU, se tramaban las “elecciones por separado y gobierno separado”, fue nuestro Líder quien convocó la histórica Conferencia Conjunta de los Representantes de los Partidos Políticos y las Organizaciones Sociales del Norte y el Sur de Corea con el fin de emprender la lucha de toda la nación para frustrar las maniobras de división nacional de las fuerzas servilistas a las grandes potencias y vendepatria, también fue quien en el período en que en nuestro país se agudizaban las contradicciones y la lucha entre las dos políticas: una sola Corea y “dos Coreas”, exhortó a toda la nación a la lucha por frenar y hacer fracasar el complot de los divisionistas para fabricar “dos Coreas”, y no fue otro sino él quien creó una nueva coyuntura para el movimiento de la reunificación de la Patria, al abrir las puertas de las conversaciones y negociaciones entre el Norte y el Sur que estaban cerradas herméticamente, y lograr que ambas partes suscribieran una declaración conjunta y una serie de acuerdos.
Nuestro Líder, por tener un amor infinitamente noble por la Patria, la nación, no pasó ni un día sin que se preocupara por su reunificación y para ella ni una vez descansó tranquilamente.
Realizó enérgicas actividades exteriores para ganar el apoyo y la solidaridad internacional a nuestros esfuerzos por la reunificación de la Patria, gracias a lo cual la justeza de la línea de nuestro Partido en cuanto a la reintegración ha sido ampliamente conocida en los círculos políticos y sociales y la prensa de todos los países del mundo, se ha elevado el interés internacional por la reunificación de Corea y se han reforzado el respaldo y solidaridad de los pueblos progresistas hacía ella.
Debido a los abnegados esfuerzos y los grandes méritos que el estimado Líder, camarada Kim Il Sung, realizó en este sentido manteniendo con firmeza el lineamiento de la reunificación del país, este movimiento ha logrado constantes avances ampliándose y fortaleciéndose hasta convertirse en una fuerza irrefrenable a pesar de las maniobras obstaculizadoras de los elementos divisionistas. Con el decursar del tiempo aumenta el anhelo nacional de reunificación, y todos los connacionales del Norte y el Sur y en ultramar se suman al movimiento por la reunificación. Este se ha convertido en un poderoso movimiento de toda la nación y se despliega en medio de la atención del mundo contando con el apoyo y respaldo de los pueblos progresistas; esto es una brillante victoria de la política de reunificación sobre la escisionista.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, presentó las Tres Cartas para la reunificación de la Patria que indican los principios fundamentales y vías para ella, entregándonos así la guía rectora para esta empresa.
Los tres principios —la independencia, la reunificación pacífica y la gran unidad nacional— son la base para la reunificación, pues señalan la posición y la vía principal para resolver este problema con las propias fuerzas de la nación de acuerdo con su voluntad y sus intereses. Esos principios, que el Norte y el Sur reafirmaron en su Declaración Conjunta del 4 de Julio y dieron a conocer solemnemente dentro y fuera del país, es la gran plataforma común de la nación para la reunificación.
El Programa de Diez Puntos de Gran Unidad Pannacional por la Reunificación de la Patria es la plataforma política destinada a lograr la unión de toda la nación y así fortalecer las fuerzas internas para la reunificación del país. En él están indicados en forma integral el objetivo y la base del ideal de la gran unidad nacional y sus principios y vías.
La propuesta de fundar la República Confederal Democrática de Coryo es un proyecto que esclarece el aspecto general del Estado unificado y la vía de crearlo. Indica el camino fundamental para alcanzar de manera más justa y fácil la reunificación del país sobre la base de tolerarse las ideologías y regímenes en el Norte y el Sur.
Los tres principios, el programa de diez puntos para la gran unidad pannacional y la propuesta de fundar la República Confederal Democrática de Coryo son Tres Cartas para la reunificación de la Patria, en las que el camarada Kim Il Sung, partiendo de la gran idea Juche y sus valiosas experiencias adquiridas en los esfuerzos por la reintegración de la Patria, sistematizó y compendió de manera integral sus principios y vías fundamentales. Esas cartas están permeadas del espíritu de independencia nacional que considera la soberanía y dignidad de la nación como su vida y encarnan el noble amor a la Patria, a la nación, que estimula a alcanzar por vía pacífica la reunificación del país logrando la reconciliación de ambas partes y la gran unidad pannacional. Indican la vía más imparcial y racional para reunificar la Patria lo antes posible conforme a las condiciones reales de nuestra nación donde perduran desde hace mucho tiempo diferentes ideologías y regímenes en el Norte y el Sur y a la unánime voluntad de todos los connacionales que desean la reintegración.
En virtud de esas Tres Cartas elaboradas por el gran Líder, nuestra nación está en condiciones de impulsar con dinamismo la campaña por la reunificación del país con un objetivo y orientación bien definidos y con gran fe y ánimo, y realizar con éxito, con las fuerzas unidas, su aspiración a reintegrarse. Las Tres Cartas son, en efecto, la bandera de la reunificación del país y el programa de lucha más justo y realista que nos permite alcanzarla de manera independiente y pacífica.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, agrupó a toda la nación bajo la bandera de la gran unidad preparando y reforzando así las fuerzas internas para la reunificación de la Patria.
El sujeto de esta empresa es nuestra nación y su poderío está en su gran unidad. Si se preparan con firmeza las fuerzas internas pro reunificación, se garantizará sin falta el triunfo de dicha empresa.
El camarada Kim Il Sung consideró el patriotismo y el espíritu de independencia nacional como la base de la unidad nacional, planteó como el principio de la gran unidad nacional subordinario todo a la causa de la reunificación del país por encima de las diferencias de ideologías e ideales, de criterios políticos y creencias religiosas, y condujo con gran magnanimidad y generosidad a todos los partidarios de la reunificación a incorporarse a los esfuerzos patrióticos por la reintegración, sean cuales fueren sus antecedentes. En aras de la unidad nacional el Líder lanzó la consigna de “¡Contribuir con la fuerza, con los conocimientos o con el dinero según los tengan!” e hizo que todos los sectores y capas de la población coreana aportaran a la causa de la reunificación de la Patria en expresión de su amor a ésta y a la nación. La idea e ideal que concibiera el gran Líder para la gran unidad nacional, su noble humanitarismo y amor a la nación son la fuente de fuerza que estimula a todos los sectores y capas de los compatriotas a colaborar decididamente en los esfuerzos por la unidad nacional y la reunificación de la Patria.
El camarada Kim Il Sung, concediendo gran importancia a la creación de un frente unido de toda la nación, dirigió con entusiasmo la tarea de aglutinar las fuerzas partidarias de la reunificación en el Norte, el Sur y en ultramar. Trazó la orientación para la formación de ese gran frente unido y dirigió sabiamente la lucha para hacerla realidad sobre la base de las experiencias adquiridas en el Frente Unido Nacional Antijaponés durante la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, gracias a lo cual se registró un gran avance en el trabajo para aglutinar en una organización a los compatriotas del Norte, el Sur y en ultramar bajo la bandera de la reunificación de la Patria. En las circunstancias en que el movimiento por la reunificación de la Patria se ampliaba y desarrollaba como un movimiento de toda la nación y se elevaba más que nunca la aspiración de lograrla, se celebró la Conferencia Pannacional con la participación de compatriotas del Norte, el Sur y en ultramar y se creó la Alianza Pannacional para la Reunificación de la Patria, que representa la voluntad de todos los connacionales de cumplir esta tarea. La formación de esta Alianza es un importante logro para el fortalecimiento de las fuerzas internas para esta causa y el avance de este movimiento hacia una etapa más alta.
En la actualidad las fuerzas patrióticas internas pro reunificación se van ampliando y fortaleciendo, y se van aglutinando con mayor firmeza a escala de toda la nación, tanto en el Norte y el Sur como en ultramar, y avanzan con pujanza hacia la reunificación independiente y pacífica de la Patria, prevaleciendo sobre las fuerzas divisionistas, vendepatria y serviles a grandes potencias.
Los méritos que acumuló el gran Líder, camarada Kim Il Sung, en aras de la reunificación de la Patria, constituyen un inapreciable patrimonio para nuestro pueblo y nación, un sólido recurso para realizar esta obra. El desvelo en toda su vida por la Patria y la nación y sus grandes hazañas realizadas por la causa de la reunificación y la independencia del país brillarán eternamente en la historia de la Patria.

Continuar la causa de la reunificación de la Patria que iniciara y condujera el gran Líder, camarada Kim Il Sung, y concluirla a todo trance en nuestra generación, es la firme decisión de nuestro Partido y la voluntad revolucionaria de nuestro pueblo.
La separación del territorio y el pueblo, que perdura por más de medio siglo, impide el desarrollo unificado de nuestra nación de una larga historia de cinco milenios y le causa incontables infortunios y sufrimientos. Si nuestra generación no logra reunificar la Patria, también las venideras sufrirán la tragedia de la división nacional, desaparecerá incluso la comunidad nacional entre el Norte y el Sur, y probablemente, la nación quedará dividida en dos para siempre. Es una intolerable vergüenza nacional que la soberanía de nuestra nación, que considera su dignidad y honor como la vida, se vea violada por fuerzas extranjeras cuando ha desaparecido el sistema colonial imperialista y todos los países y naciones otrora oprimidas avanzan por el camino de la soberanía e independencia.
Debemos alcanzar a toda costa la causa de la reunificación de la Patria, que fue el propósito del estimado camarada Kim Il Sung en toda su vida y la demanda vital de la nación.
Para nosotros esta es la suprema tarea nacional que no podemos postergar por más tiempo. Venciendo toda clase de dificultades, debemos cumplirla poniendo fin a la historia de la tragedia de división nacional, a esa historia ignominiosa. De esta manera debemos salvar del peligro el destino de la nación, legar la Patria unificada a las generaciones venideras, y defender y hacer brillar más la dignidad y el honor nacionales.
Con miras a reunificar la Patria debemos defender los imperecederos méritos que el gran Líder, camarada Kim Il Sung, acumuló en toda su vida en aras de esta empresa y materializar cabalmente la línea y la orientación para ella, apropiadas a las condiciones del país.
Las Tres Cartas formuladas por el gran Líder para la reunificación de la Patria constituyen la guía programática que debe seguir toda la nación que la desea. En la lucha por esta empresa pueden variar los métodos concretos según el cambio de situación, pero no pueden sufrir cambio alguno los principios para la reunificación de la Patria y la posición en cuanto a ella. Debemos realizarla sobre la base de las Tres Cartas, no importa cómo cambien la situación y las circunstancias.
Mantener el espíritu Juche y revivir la nacionalidad en la forja del destino del país, la nación, es una exigencia de principios para asegurar su soberanía e independencia, su prosperidad y fortalecimiento. En todo el proceso de su dirección a nuestra revolución el gran Líder, camarada Kim Il Sung, al preservar el espíritu Juche y la nacionalidad y materializarlos brillantemente, logró la histórica causa de la restauración de la Patria, levantó en este territorio un poderoso Estado socialista soberano, autosostenido y autodefensivo e hizo que nuestra nación mostrara plenamente ante todo el mundo su inagotable fuerza y talento, su indoblegable espíritu.
La línea y las cartas formuladas por el camarada Kim Il Sung para la reunificación de la Patria parten del principio de defender el espíritu Juche y la nacionalidad y están permeadas de éstos. Defenderlos y materializarlos cabalmente en la lucha por la reunificación y la independencia de la Patria viene a ser precisamente la garantía fundamental para lograrla con éxito conforme a los intereses y las exigencias de nuestra nación.
Hay que resolver el problema de la reunificación del país, en todos los casos, sobre la base del principio de la independencia nacional. Observar este principio es lo principal para defender el espíritu Juche y la nacionalidad.
Toda nación tiene derecho a forjar su destino de modo independiente y según su criterio, tomándolo fuertemente en sus manos. Nadie puede arrebatar ni violar la soberanía de otra nación. La reunificación de la Patria es un asunto de nuestra nación, un asunto relacionado con su soberanía, razón por la cual ella, como su encargada, debe realizarla con sus propias fuerzas y de acuerdo con su voluntad y demanda independientes.
Para alcanzarla sobre la base del principio de la soberanía nacional es necesario que todos los miembros de la nación se identifiquen a plenitud con la conciencia de independencia nacional y se opongan y rechacen categóricamente el servilismo a las grandes potencias y la idea de dependencia de fuerzas extranjeras.
Si la conciencia de independencia nacional es la fuerza ideológica que hace que la nación se fortalezca y prospere, el servilismo a las grandes potencias y la idea de depender de fuerzas extranjeras son un veneno ideológico que la envilece e incapacita.
Que éstos conducen el país a la ruina, es una seria lección que nuestra nación experimentó hasta en su médula a través de su larga historia de martirios. La ocupación de nuestro país por el imperialismo japonés, el fracaso del movimiento comunista incipiente y la desintegración del movimiento nacionalista fueron motivados, a fin de cuentas, por el servilismo de no confiar en las propias fuerzas y adorar a las grandes potencias.
Aun después de la emancipación de la Patria los sucesivos gobernantes de Corea del Sur, presos del servilismo a Estados Unidos, y protegidos por este país, han venido perpetrando actos entreguistas y traidores en contra de la reunificación, y haciéndole el juego a su política agresiva. Tratar de solucionar, apoyándose en las fuerzas extranjeras, el problema de la reunificación de la Patria, el problema de rescatar la soberanía nacional arrebatada por estas fuerzas, es tan estúpido como meter la cabeza en el dogal para el sometimiento.
A fin de defender la soberanía y la dignidad de la nación y lograr la reunificación de la Patria de acuerdo con su voluntad e intereses debemos rechazar el servilismo a las grandes potencias y la dependencia de fuerzas extranjeras y luchar resueltamente contra la agresión e ingerencia de estas fuerzas.
No admitiremos ningún intento de realizar la ambición agresiva y dominacionista interviniendo en el problema de la reunificación de nuestra Patria. Con la bandera de la soberanía nacional en alto debemos desplegar con más fuerza la lucha por la reunificación de la Patria para lograr la soberanía e independencia completas del país, la nación.
Para realizar de manera independiente la obra de la reunificación de la Patria es necesario preparar las fuerzas internas de la nación. La gran unidad de toda la nación es una garantía decisiva para la reintegración independiente y pacífica de la Patria. El encargado directo de la reunificación no es sino nuestra propia nación y nadie puede sustituirla en la lucha por lograrla. Sólo cuando se preparen firmemente las fuerzas internas uniéndose compactamente todos los compatriotas bajo la bandera de la gran unidad nacional, es posible hacer fracasar las maquinaciones de las fuerzas divisionistas del interior y exterior contra la reunificación y alcanzar esta causa.
Para lograr la gran unidad nacional hace falta mantener el principio de dar prioridad a los intereses comunes de la nación, dejando a un lado las diferencias de ideologías, ideales y regímenes, y, sobre esta base, unirse. La obra de la reunificación de la Patria no es una tarea dirigida a resolver las contradicciones clasistas internas de la nación o el enfrentamiento entre los regímenes, sino una causa nacional encaminada a restablecer la soberanía nacional en todo su territorio. No pueden existir clases o sectores ajenos a la nación; si no se logra la independencia de la nación tampoco es posible asegurar la de sus integrantes. Hoy, cuando la tarea suprema de nuestra nación es la reunificación de la Patria es impermisible que una clase o un sector anteponga sus intereses a los comunes de la nación. Por muy grandes que sean las diferencias de ideologías y regímenes entre el Norte y el Sur, están por debajo de la identidad nacional creada, consolidada y desarrollada a lo largo de la milenaria historia de nuestra nación. Si el Norte y el Sur desean la reunificación de la Patria dando prioridad a la identidad y los intereses comunes de la nación es posible lograr la gran unidad de toda la nación por encima de dichas diferencias.
El amor a la Patria, a la nación, es un sentimiento ideológico común de todos sus miembros y el fundamento ideológico para la unidad nacional. Amar con fervor al país, a la nación y considerar la dignidad nacional como lo más valioso es una valiosa tradición de nuestra nación y una de sus cualidades distintivas. Quienquiera que tenga sangre y espíritu de la nación coreana debe apreciar y defender su excelente nacionalidad. Hoy, el verdadero valor y dignidad de la vida de los coreanos es dedicarse en cuerpo y alma a la sagrada obra por la reunificación e independencia de la Patria y la prosperidad de la nación uniendo su destino al de la nación.
Todos los que aman a su Patria y nación y se preocupan por su destino, sin que importe que residan en el Norte, el Sur o en el extranjero, deberán unirse sólidamente bajo la bandera de la reunificación de la Patria por encima de las diferencias de ideologías, ideales, creencias religiosas, criterios políticos, clases y capas sociales.
Insistimos en que el Norte y el Sur, sobreponiéndose a las diferencias de ideologías y regímenes, mancomunen las fuerzas para promover la coexistencia, la coprosperidad y los beneficios comunes y alcanzar la gran obra de la reunificación de la Paria. Con respecto a las personas que con conciencia nacional se esfuerzan por la reunificación de la Patria, sean capitalistas o generales de ejército o pertenezcan a la capa gobernante, iremos mano a mano con ellas, sin importarnos su ideología y creencia religiosa. Aun en el caso de quienes en el pasado cometieron delitos ante la nación, si se arrepienten y vuelven a ponerse al lado de la nación, borrando su pasado los trataremos con indulgencia y nos uniremos a ellos.
La línea y la política de nuestro Partido para la gran unidad nacional es una política abarcadora, basada en el amor a la Patria, la nación y el pueblo. Materializar invariablemente esta política en todo el curso de la lucha por la reunificación y la independencia de la Patria y por su prosperidad y desarrollo, es nuestra invariable posición. La línea de la gran unidad nacional que encarna de modo integral el espíritu de amar a la Patria, la nación y el pueblo, ya demostró sin reservas su justedad y vitalidad en el largo curso de la lucha práctica por la restauración de la Patria, la construcción de una nueva sociedad y la reunificación del país. Respetaremos las ideologías, ideales y creencias religiosas de todos los partidos, las agrupaciones y las personas, que guiándose por el patriotismo se suman a la causa de la reunificación y nos aliaremos con ellos, cumpliendo así nuestro deber y obligación con la nación.
Alcanzar la reunificación de la Patria por vía pacífica sin el uso de las fuerzas armadas es nuestra posición de principios y la invariable línea de nuestro Partido.
No hay motivo por el cual los compatriotas peleemos unos contra otros para resolver el problema de la reunificación nacional. Las diferencias de ideologías y regímenes entre el
Norte y el Sur no es una condición para recurrir al uso de las fuerzas armadas. La idea y el régimen no se aceptan por la imposición, y con métodos impositivos es imposible eliminar las diferencias existentes entre el Norte y el Sur en estos aspectos. Si ambas partes pelean, nuestra nación quedará afectada por la guerra y los imperialistas obtendrán provechos.
La reintegración pacífica de Corea no sólo es la demanda de nuestra nación sino también el deseo de los pueblos amantes de la paz en el mundo. Todas las personas que aman el país, la nación, y aprecian la paz deben hacer todos los esfuerzos a su alcance para lograr la reunificación pacífica de la Patria.
Para preservar la paz en la Península Coreana y alcanzar su reintegración pacífica es preciso oponerse a las maquinaciones de agresión y guerra, y ponerle fin al peligro de un conflicto.
Al margen de la lucha contra las maniobras de agresión y de guerra es imposible asegurar la paz ni pensar en la reunificación pacífica. Ahora en la Península Coreana, debido a las maquinaciones de Estados Unidos y los gobernantes surcoreanos contra el socialismo y nuestra República, se agudiza el estado de tensión y crece el peligro de que estalle una guerra en cualquier momento.
El problema de aliviar el estado de tirantez y eliminar el peligro de guerra en nuestro país puede resolverse, ante todo, cuando Estados Unidos abandone su política hostil respecto a nuestra República y concierte un tratado de paz con nosotros.
Ambos países aun están en estado de armisticio temporal y en el nuestro aún no ha desaparecido el peligro de la guerra. Para eliminarlo y garantizar la paz es indispensable suscribir entre ambos países un acuerdo de paz y así establecer un nuevo sistema de aseguramiento de la paz, y al mismo tiempo, reafirmar y cumplir al pie de la letra el acuerdo de no agresión Norte-Sur, ya hecho público ante el mundo.
En la actualidad, Estados Unidos de labios hacia fuera habla ruidosamente del “fin de la guerra fría” y el “alivio de la tensión”, pero aferrándose de modo invariable a la “política de fuerza”, nos amenaza con incesantes ejercicios militares y maniobras de agresión y azuza activamente a los gobernantes surcoreanos a sus alborotos para provocar una guerra. Tratar de doblegarnos con amenazas o presiones militares es una tentativa vana y un acto peligroso.
Defenderemos nuestro socialismo como una muralla inexpugnable y no toleraremos la violación de la soberanía del país y la dignidad de la nación. Fortalecer las fuerzas armadas revolucionarias y proteger la seguridad del país y el pueblo en vista de las provocadoras maniobras de guerra de los imperialistas y los gobernantes surcoreanos, constituye nuestra justa medida de autodefensa. Las capas guerreristas del imperialismo no deben tratar de probar a fuerza de las armas nuestro poderío militar ni de asustar o doblegar a nuestro pueblo con las amenazas y provocaciones militares. Tales acciones insensatas resultan aventuras harto peligrosas que pueden tener catastróficas consecuencias. De ningún modo queremos la guerra; nos esforzamos invariablemente por reunificar el país por vía pacífica.
La vía más racional para resolver con éxito el problema de la reunificación de nuestra Patria es realizarla sobre la base de la fórmula del sistema confederal.
Nuestra nación espera realizar cuanto antes la reunificación de la Patria según una fórmula racional aceptable para todos. Si hoy en día, al cabo de medio siglo desde que en el Norte y el Sur se establecieron diferentes regímenes sociales, se trata de alcanzar la reunificación por uno de estos regímenes, lejos de lograrla se podría profundizar la división y provocar a
la nación calamidades irreparables.
Teniendo en cuenta la exigencia imperiosa de nuestra nación y la realidad del país, la mejor vía para su pronta reunificación resulta fundar un Estado unido nacional según la fórmula del sistema confederal, consistente en una sola nación, un solo Estado, dos regímenes sociales y dos gobiernos.
La reunificación según la fórmula del sistema confederal es la vía de la reunificación racional y equitativa que no persigue la superioridad o los intereses de ninguna parte y que tampoco afecta a nadie. Además, este modo de reunificación pondrá fin al peligro de la guerra que existe permanentemente en la Península Coreana y también contribuirá a la preservación de la paz y la seguridad en el mundo.
Si se realiza la reunificación según esta fórmula, nuestra nación restablecerá su soberanía a escala de todo el territorio y alcanzará una gran unidad como una sola nación, y nuestro país será un Estado unido nacional, independiente, amante de la paz y neutral. El Estado confederal reunificado no afectará ni los intereses de los países vecinos ni tampoco constituirá una amenaza para ellos.
Sin vacilar en lo más mínimo ante ninguna dificultad o prueba seguiremos avanzando con pasos firmes por el camino de la reunificación de la Patria, sosteniendo en alto las Tres
Cartas, presentadas por el gran Líder, camarada Kim Il Sung.

Mejorar las relaciones entre el Norte y el Sur es una demanda apremiante para realizar la reunificación independiente y pacífica de la Patria.
Sólo convirtiendo las relaciones de desconfianza y confrontación en las de confianza y reconciliación, es posible lograrla con las fuerzas unidas de toda la nación.
Si bien hoy día se fomenta como nunca la atmósfera de la reunificación de la Patria, las relaciones entre el Norte y el Sur permanecen tan tirantes y agudas como jamás antes vistas. Las autoridades actuales de Sudcorea que no tienen en consideración ni el destino de la nación ni la reintegración del país, al ver que los cimientos de su poder son sacudidos de raíz, tratan de encontrar una salida con la agudización de la tensión y el enfrentamiento con el Norte, y a este fin han convertido esas relaciones en extremadamente hostiles e intensifican como nunca, en confabulación con fuerzas extranjeras, las maquinaciones de provocación de una guerra de agresión contra el Norte. Después del surgimiento en Surcorea del actual
“poder”, entre el Norte y el Sur se intensifica no la reconciliación sino la confrontación, y crece no la atmósfera de paz sino el peligro de la guerra. El que las actuales autoridades surcoreanas hayan empeorado al máximo, a un grado tal como nunca antes se vio, los vínculos entre el Norte y el Sur, es un crimen anti-reunificación y vendepatria jamás perdonable ni en mil años.
Con miras a mejorar esas relaciones y preparar una coyuntura trascendental para la reunificación de la Patria es preciso, ante todo, que las autoridades surcoreanas, en vez de apoyarse en fuerzas foráneas y “colaborar” con éstas, se encaminen a oponerse a ellas y rechazarlas en unión con sus compatriotas, partiendo de la posición de la independencia nacional.
La opción por la independencia nacional o el apoyo en fuerzas extranjeras es la piedra de toque para distinguir la reunificación de la división y el patriotismo de la traición.
Cualquiera que sea, si da las espaldas a la nación y desprecia sus fuerzas internas y así toma el camino de apoyarse en fuerzas extranjeras y “colaborar” con ellas, terminará por ser abandonado por la nación y no podrá evitar el veredicto de la historia. Sólo cuando las autoridades surcoreanas asuman la posición de independencia nacional, la de amar al país, la nación, será posible que las relaciones entre el Norte y el Sur se conviertan en las de confianza y reconciliación y se abra una nueva senda para la reunificación de la Patria.
Ellas, cambiando de política, tienen que ponerse en la posición de la independencia nacional, la de beneficiar a la nación y apoyarse en ella, y practicar la política de forjar juntos, mano a mano con sus compatriotas, el destino de la Paria y la nación.
Eliminar el estado de confrontación política entre el Norte y el Sur es un requisito primordial para mejorar las relaciones entre ambas partes. Sólo cuando esto se logre, puede desaparecer también el estado de enfrentamiento militar y realizarse, a la larga, la reconciliación y la unidad de la nación.
Con genuina conciencia de compatriotas, las autoridades surcoreanas tienen que cambiar su política de confrontación con el Norte, encaminada a hostilizarnos, por la de alianza y reconciliación, y abstenerse de fomentar el malentendido y la desconfianza entre el Norte y el Sur y obstaculizar la reconciliación y la unidad nacionales.
A la par que poner fin al estado de confrontación política, hace falta eliminar también el de enfrentamiento militar para aliviar la tensión entre el Norte y el Sur.
Este estado de enfrentamiento no solamente trae la desconfianza y el malentendido entre los connacionales e impide su confianza y conciliación, sino que además puede agudizar la tensión y causar una catástrofe a la nación. Si no lo disipamos, no podremos esperar mejoría en las relaciones entre el Norte y el Sur, ni paz en la Península Coreana ni reunificación pacífica.
Hoy, en el Sur de Corea, se habla mucho de la supuesta “amenaza de agresión al Sur”, pero la que realmente existe en nuestro país no es ésta, sino la de agresión al Norte. Si no existe tal amenaza en la Península, desaparecerá también el estado de enfrentamiento militar entre ambas partes.
Las autoridades surcoreanas tienen que renunciar a su peligrosa política de guerra y optar por atenuar la tirantez en vez de agravarla. Han de dejar de incrementar sus fuerzas armadas y de introducir armas, suspender los simulacros conjuntos con ejércitos extranjeros y no aventurarse con provocaciones militares descabelladas.
Para eliminar el estado de confrontación entre el Norte y el Sur y promover la reconciliación y la unidad nacionales, es necesario democratizar la vida socio-política en el Sur de Corea.
Mientras esta parte sea gobernada de modo fascista, no importa quién sea su mandatario, el estado de enfrentamiento no será eliminado, ni serán concebibles discusiones y actividades libres de distintos partidos, grupos, capas y clases surcoreanos en cuanto a la reunificación de la Patria. Aún más, si siguen en pie las infames leyes antinacionales y anti-reunificación como la “Ley de seguridad estatal” que define como enemigos a los compatriotas, incrimina los contactos e intercambios entre la población y personalidades de distintos sectores del Norte y el Sur y reprime a las fuerzas patrióticas surcoreanas pro-reunificación, jamás serán logradas la reconciliación y la unidad nacionales ni los contactos e intercambios Norte-Sur.
La historia del arduo movimiento por la reunificación de la Patria comenzada desde la división de la nación demuestra que no podrá haber ningún progreso de las relaciones entre el Norte y el Sur si no se deroga la “Ley de seguridad estatal” en Corea del Sur.
La realidad de hoy, cuando en Surcorea las fuerzas patriótico-democráticas pro-reunificación son reprimidas por la “Ley de seguridad estatal” y empeoran al extremo las relaciones entre el Norte y el Sur, plantea la tarea de la democratización como una exigencia apremiante, inaplazable.
Dicha “ley” que atormenta a la población sudcoreana y afecta a toda la nación, lógicamente, debe abolirse y, a todos los partidos, grupos y sectores, asegurárseles la libertad política, incluida la de discusión y actividad por la reunificación de la Patria, y los derechos democráticos.
Estos asuntos en que insistimos deben ser resueltos sin falta para mejorar las relaciones entre el Norte y el Sur y abrir una nueva coyuntura para la reunificación de la Patria.
Si en el futuro las autoridades surcoreanas muestran un cambio positivo con sus acciones reales, despojándose de la actual política de confrontación antinacional y anti-reunificación, en atención a la expectativa de toda la nación, estamos dispuestos a encontrarnos con ellas en cualquier tiempo para discutir sinceramente sobre el problema del destino de la nación, y esforzarnos juntos en aras de la reunificación de la Patria. Observaremos qué posición y actitud van a asumir en sus actividades.
Para resolver de modo justo el problema coreano también los países interesados deben desempeñar un papel positivo con la sincera actitud de ayudar a la reunificación de Corea. Tienen que respetar la soberanía y la voluntad de reintegración de nuestra nación y ayudarla de modo activo para que pueda resolver de modo independiente y pacífico el problema de la reunificación de la Patria.
Estados Unidos, como responsable directo de la cuestión coreana, tiene que cumplir honestamente con la promesa y deber, firmados por él. Debe modificar radicalmente su política anacrónica hacia Corea, y no obstaculizar más su reunificación independiente y pacífica. No queremos considerar a EE.UU. como enemigo perpetuo, sino deseamos que se normalicen las relaciones entre ambos países. Si Norteamérica realiza acciones que contribuyan a la paz y la reunificación de la Península Coreana, sin tratar la cuestión coreana partiendo de una posición de fuerza, liberándose de la vieja concepción de la época de la guerra fría, también las relaciones entre Corea y EE.UU. se desarrollarán positivamente, de acuerdo con los intereses de ambos pueblos.
Japón, que antes causó a nuestro pueblo incontables infortunios y calamidades, debe arrepentirse sinceramente del pasado, renunciar a la política hostil hacia nuestra República y dejar de instigar la división de Corea y de obstaculizar la reunificación. Si procede así, lo trataremos amistosamente como país vecino, y se normalizarán también las relaciones entre ambos países.
El camino de la lucha de nuestro pueblo por la reunificación de la Patria no es llano, pero este anhelo de la nación será satisfecho sin falta.
Entonces nuestra Patria aparecerá con la frente erigida en el escenario mundial como un Estado soberano e independiente, poderoso y rico, con 70 millones de habitantes, y nuestro pueblo llegará a enorgullecerse como una gran nación inteligente y digna.

Al desarrollar la lucha de toda la nación para hacer realidad el legado del gran Líder, camarada Kim Il Sung para la reunificación, deberemos aproximar el histórico día en que los 70 millones de compatriotas vivamos felices en el territorio patrio reintegrado.