“AÑO DEL CENTENARIO DEL PRESIDENTE KIM IL SUNG”
En este mes de marzo víspera del centenario del nacimiento del Gran líder Inmortal Generalísimo Presidente KIM IL SUNG para nuestro Instituto es de suma importancia la difusión de estos cuatro trabajos del querido Compañero dirigente KIM JONG IL sobre diversos temas relacionados con la Idea Juche, que hemos seleccionado para ustedes, conocedores de la euforia con que reciben estas obras esperamos como siempre sean de su agrado así como rogamos su difusión.
Esperamos que estos cuatro trabajos:
- PARA MANTENER EL ESPIRITU JUCHE Y LA NACIONALIDAD EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO Y CONSTRUCTIVO
- LA FILOSOFIA JUCHE ES UNA ORIGINAL FILOSOFÍA REVOLUCIONARIA
- EL SOCIALISMO DE NUESTRO PAIS ES EL SOCIALISMO A NUESTRO ESTILO QUE ENCARNA LA IDEA JUCHE
- ARMÉMONOS FIRMEMENTE CON LAS TEORÍAS JUCHEANAS SOBRE LA ADMINISTRACION ECONOMICA SOCIALISTA
Sean de su deleite y provecho ya que lo hemos hecho con el cariño de siempre para ustedes.
Atte.
Yuri Castro Romero
Secretario General
PARA MANTENER EL ESPÍRITU JUCHE Y LA NACIONALIDAD EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO Y CONSTRUCTIVO
¡TRABAJADORES DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!
19 de junio de 1997
1
Hoy, en la palestra mundial el socialismo y el imperialismo, las fuerzas de la independencia y las de la dominación se encuentran en un estado de agudo enfrentamiento. Aunque la situación internacional es compleja y la correlación de fuerzas, confusa y enmarañada, los pueblos que aspiran a la independencia luchan constantemente contra la dominación y el sometimiento.
Los imperialistas y demás reaccionarios maniobran obstinadamente para impedir la lucha de los pueblos progresistas del mundo, frustrar sus aspiraciones a la independencia y realizar su ambición dominacionista, mas ninguna fuerza puede hacer retroceder la principal corriente de nuestra época hacia la independencia.
Para frustrar las maquinaciones dominacionistas de los imperialistas y demás reaccionarios y hacer avanzar con pujanza la causa de las masas populares por la independencia, la causa del socialismo, es preciso mantener el espíritu Juche y reafirmar la nacionalidad en el proceso revolucionario y constructivo.
Sólo de hacerlo así, es posible asegurar el desarrollo independiente del país y la nación, y realizar con éxito la independencia de las masas populares. Las experiencias y lecciones históricas demuestran que mantener o no el espíritu propio y la nacionalidad es un asunto clave que decide la victoria o la derrota en la revolución y construcción, un asunto vital que decide la prosperidad o la ruina del país y la nación.
Nuestro Partido y pueblo, bajo la sabia dirección del gran Líder, camarada Kim Il Sung, defendieron con firmeza el espíritu Juche y la nacionalidad contra el imperialismo y el dominacionismo en todo el histórico período de la lucha revolucionaria, y de esta manera pudieron garantizar con solidez el desarrollo independiente del país, la nación, y alcanzar relevantes victorias en la revolución y la construcción.
También en lo adelante mantendremos con firmeza el espíritu propio y la nacionalidad en el proceso revolucionario y constructivo y lucharemos con entereza en el camino iluminado por la idea Juche.
Defender el espíritu Juche y la nacionalidad en la revolución y construcción es el principio básico que ha de mantenerse en la ejecución de la causa de las masas populares por la independencia, la causa del socialismo.
Mantener el espíritu Juche en la lucha revolucionaria y la labor constructiva significa que las masas populares forjen de manera independiente y creadora el destino de su país y su nación, y el suyo propio, convirtiéndose en sus dueñas, y reafirmar la nacionalidad quiere decir conservar y desarrollar las buenas peculiaridades propias de la nación y plasmarlas en todas las esferas de la vida social.
Mantener el espíritu Juche y reafirmar la nacionalidad en el proceso revolucionario y constructivo es un requisito de principios para hacer realidad la causa del socialismo conforme a su naturaleza independiente y a las condiciones actuales e históricas. La causa del socialismo es una empresa revolucionaria independiente que está encaminada a asegurarles a las masas populares la independencia y que se impulsa y perfecciona gracias a la lucha de ellas mismas. El país, la nación, es el emporio de la vida de las personas y es la unidad principal donde se forja su destino; el destino de las masas populares está inseparablemente vinculado con el del país, la nación. Como las masas populares viven y forjan su destino por Estado nacional, al margen del país, la nación, es inimaginable la causa de la independencia de las masas populares, la causa del socialismo, y las masas populares no pueden lograr su independencia mientras su país, su nación, no alcance su soberanía. Cada hombre, ente social, forma parte de una clase o sector y es un integrante de la nación, y por eso tiene su propia identidad nacional, además de su propio carácter clasista. Toda nación tiene su cultura y sus tradiciones propias, que se crean y desarrollan a lo largo de la historia, y por tanto, si se menosprecia la nacionalidad, no es posible satisfacer la demanda de independencia y el interés de las masas populares. Al mantenerse el espíritu Juche y la nacionalidad, la causa del socialismo se convierte en una auténtica empresa revolucionaria, que defiende y verifica la independencia de las masas populares y garantiza el desarrollo y la prosperidad independiente de la nación.
Mantener el espíritu Juche y la nacionalidad es la demanda y el deseo común de todos los pueblos. No habrá pueblos que no amen y aprecien a su patria y a su nación, y a ninguno de ellos le gustará ver violados y menospreciados la dignidad y el espíritu de su nación. Para lograr que el socialismo arraigue profundamente en el corazón del pueblo y avance disfrutando de su plena simpatía y apoyo, es preciso mantener el espíritu juche y la nacionalidad en la empresa del socialismo para defender así la dignidad del país y el espíritu nacional.
Mantener el espíritu Juche y la nacionalidad y garantizar el desarrollo independiente del país y la nación es un requisito indispensable para estrechar la unidad y solidaridad internacionales y para brindarle una eficiente ayuda al desarrollo del movimiento revolucionario del mundo. En la Tierra hay muchos países y naciones y cada uno tiene sus características peculiares, pero todos son iguales e independientes. La unidad y la solidaridad internacional son relaciones de ayuda mutua y cooperación entre los países y naciones que aspiran a la independencia, las cuales se tornarán, sin duda, voluntarias y firmes sólo cuando se garantice el desarrollo independiente de cada uno de estos países y naciones y se respete su soberanía. La solidaridad y la cooperación sobre la base de la independencia son verdaderas relaciones internacionales entre los países y naciones. Si sereprime el espíritu Juche y la nacionalidad y se viola la soberanía de los países o naciones se dará lugar a la desigualdad y la discordia, y no se logrará la solidaridad y cooperación entre ellos. La causa del socialismo es, a la vez, nacional e internacional y avanza y se culmina a escala mundial en el curso del triunfo y desarrollo de la revolución en cada país. Sólo puede avanzar victoriosamente a nivel mundial cuando cada pueblo, asumiendo la actitud de dueño, realiza bien el proceso revolucionario y constructivo en su país.
Defender el espíritu Juche y la nacionalidad es una cuestión de significado fundamental para allanar el camino del destino de las masas populares, mas en la anterior teoría de la clase obrera no pudo aclararse de modo perfecto.
La teoría precedente que explicó la legitimidad del desarrollo de la historia de la humanidad desde el punto de vista del materialismo histórico, relacionó la formación de la nación con la aparición y el desarrollo del capitalismo y previó que a medida que el régimen capitalista fuera desapareciendo en todos los países y se impulsara la construcción socialista y comunista, desaparecería de modo paulatino la nación como tal. Bajo las condiciones históricas de aquella época, en que cada país o nación no contaba con fuerzas propias para la revolución y se planteaba como cuestión fundamental fortalecer la solidaridad internacional de la clase obrera en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, la teoría precedente no podía presentar la cuestión de defender el espíritu Juche y la nacionalidad en la realización de la causa socialista. Podría afirmarse que también la idea de la anterior teoría de que la clase obrera no tiene patria, apareció en reflejo de la necesidad de fortalecer la unidad y solidaridad internacional de la clase obrera, que tenía una singular importancia acuciante para el movimiento socialista de aquella época, y superar el oportunismo que difundía el nacionalismo burgués en el seno del movimiento obrero y el socialista.
Ya en nuestra época, cuando las masas populares, dueñas de su destino, impulsan por iniciativa propia y de modo activo el proceso revolucionario y el constructivo por Estados nacionales, se ha planteado como una apremiante demanda el que los países o las naciones mantengan con firmeza el espíritu Juche y la nacionalidad. No obstante, los partidos en varios países donde anteriormente se construía el socialismo no lograron plantear nuevas teorías y políticas que respondieran a las exigencias de esta realidad transformada, ni resolver con acierto los problemas que se presentaban para asegurar a sus naciones un desarrollo independiente. Estos partidos consideraron como un acto contrario al internacionalismo el que dentro del movimiento socialista mundial las entidades nacionales llevaran a cabo el proceso revolucionario y el constructivo de acuerdo con las exigencias de sus pueblos, las peculiaridades nacionales y la realidad de los países respectivos, y no prestaron la atención requerida a defender su independencia y perfilar sus características nacionales. Debido a este prejuicio y política errónea, en estos países el socialismo no pudo desarrollarse como una causa para sus naciones y por consiguiente llegó a perder la base y el apoyo nacionales. El socialismo es causa clasista y, a la vez, causa del desarrollo y prosperidad nacional. El proceso del desarrollo y completamiento de la sociedad socialista ha de ser un proceso de la materialización de las exigencias y los intereses clasistas de las masas populares trabajadoras, y, a la vez, un proceso de desarrollo y fortalecimiento del país, el logro de la prosperidad nacional. Dado que la absoluta mayoría de los integrantes de toda nación la ocupan la clase obrera y las demás masas populares trabajadoras, si se ignoran el espíritu Juche y la nacionalidad, inevitablemente se hace imposible satisfacer como es debido las demandas clasistas de estas masas. En varios países, como resultado de que la causa del socialismo no se convirtió en auténtica causa nacional de independencia, este régimen se fue debilitando poco a poco también en sus bases clasistas, hasta que al fin no pudo evitar el fracaso y derrumbe ante las conjuras antisocialistas de los imperialistas y los renegados de la revolución.
En esos países es pisoteada la dignidad del país, de la nación, los pueblos sufren infortunios e incluso se desatan sangrientas contiendas catastróficas entre naciones. Valiéndose de esta coyuntura los imperialistas actúan frenéticamente para endilgar su responsabilidad al socialismo a fin de empañar su imagen.
La argucia con que los imperialistas difaman al socialismo como si tuviera menos capacidad que el capitalismo para el desarrollo de las naciones es un cínico bulo tendente a tergiversar lo blanco por negro. El que impide el desarrollo de la nación no es el socialismo sino el capitalismo. En la sociedad capitalista donde los miembros de la nación están divididos en clases antagónicas y los intereses personales se anteponen a los de la comunidad, no es posible que se logre la unidad nacional, que las personas asuman la actitud de dueñas en el desarrollo del país y la nación y que los recursos de la sociedad se aprovechen con eficiencia para el desarrollo común de la nación. Lo único que le interesa a la clase explotadora que se apodera de todos los recursos de la sociedad capitalista incluyendo los medios de producción es cómo ganar dinero. A fin de lucrar esa clase reaccionaria sacrifica sin vacilación alguna hasta los intereses del país o la nación y se atreve a perjudicar a otros países y naciones. Dominar y saquear a otros países y naciones es naturaleza invariable del imperialismo. En esa sociedad es imposible garantizar la igualdad nacional y el libre desarrollo nacional. El auténtico enriquecimiento y la prosperidad del país, la nación, se puede lograr sólo en la sociedad socialista donde todos sus miembros tienen intereses comunes y todos los bienes de la sociedad se emplean en el desarrollo común de la nación. El socialismo garantiza la libertad de la nación en su desarrollo y pone fin a la explotación clasista y a las desigualdades nacionales de todo tipo.
Nuestro Partido y pueblo, guiados por el gran Líder, camarada Kim Il Sung, han venido siempre manteniendo con firmeza el espíritu Juche y desarrollando de manera apropiada la nacionalidad en el proceso de la revolución y construcción impulsando así con éxito la empresa revolucionaria del Juche.
Nuestro respetable Líder, camarada Kim Il Sung, fue un gran ideólogo y teórico, un gran político que presentó la idea de mantener el espíritu Juche y la nacionalidad por primera vez en la historia y la materializó de modo consecuente, propiciando así el victorioso avance de la revolución y la construcción.
Defender y plasmar el espíritu propio y la nacionalidad es una demanda de principios de la revolución y la construcción enunciada por la idea Juche creada por el gran Líder, camarada
Kim Il Sung. Esta doctrina, concepción humanocéntrica del mundo, encierra el noble espíritu de amar al pueblo y el auténtico patriotismo, y constituye una gran ideología revolucionaria de nuestro tiempo, que indica la vía para impulsar con dinamismo la causa de la independencia del mundo. Esa idea precisa que el país, la nación, es la unidad principal en la forja del destino de las masas populares y que éstas deben mantener firmemente el espíritu propio y la nacionalidad en el proceso revolucionario y de construcción para forjar de manera independiente su destino. Además, enuncia con cientificidad que en el marco de la lucha por la causa del socialismo el proceso del desarrollo de las naciones es un proceso en que cada una se convierte en nación más culta y poderosa, en lugar de asimilar o anexarse a otras, y estrecha y desarrolla sin cesar su cooperación y sus relaciones con otras sobre la base de los principios de la igualdad total y la voluntariedad, creando su propia vida e historia nacional. Asimismo, sobre la base del análisis del carácter independiente de la causa del socialismo y las condiciones social-históricas para su cumplimiento, define mantener el espíritu Juche y la nacionalidad como el principio fundamental a que debe atenerse en todo el proceso de la construcción del socialismo. Gracias a la idea Juche el socialismo y la nación se han identificado con un mismo destino y se ha creado una garantía para lograr la constante prosperidad del país, la nación, en función del victorioso avance de la construcción socialista.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, al formular la idea Juche y plantear el concepto y el postulado de mantener el espíritu propio y la nacionalidad, nos brindó la guía más justa para llevar adelante la causa del socialismo como auténtica causa de independencia de las masas populares, como empresa para el país, la nación, lo cual es uno de sus inmortales méritos inscritos en los anales de la historia ideológica de la humanidad.
En la lucha por la soberanía e independencia del país y por el socialismo nuestro Partido y nuestro pueblo, enarbolando la bandera de la idea Juche, han venido defendiendo de modo resuelto y materializando el espíritu propio y la nacionalidad a la par que desarticulaban toda clase de maquinaciones de los imperialistas y oportunistas, y en este curso se han obtenido brillantes éxitos y acumulado valiosas experiencias.
Al plantear el mantenimiento del espíritu Juche como un principio fundamental de la revolución y la construcción, y resolverlo todo poniendo siempre en el centro de la consideración el destino de nuestra revolución y de nuestra nación y subordinándole otros factores, pudieron abrir un nuevo camino para realizar la revolución y la labor constructiva de manera independiente y creadora.
El que nuestro Partido y nuestro pueblo, unidos sólidamente en torno al gran Líder, camarada Kim Il Sung, rechazaran y desbarataran de modo resuelto el chovinismo de gran potencia que obstaculizaba el camino de nuestra revolución, tuvo un significado clave para defender los intereses y la dignidad de la nación y mantener la posición jucheana en el proceso de la revolución y la construcción. Anteriormente, cuando nuestro Partido y nuestro pueblo establecieron el Juche en la revolución y la labor constructiva, los chovinistas de grandes potencias nos presionaron mientras nos acusaban de “nacionalismo” o “aislacionismo”, y nosotros les hicimos frente con una lucha irreconciliable, considerándolo como una cuestión relacionada con el destino del país, la nación, y el socialismo. Los comunistas de Corea, aun cuando, despojados del país, tuvieron que librar la ardua Guerra Revolucionaria Antijaponesa en tierra ajena, implantaron de modo consecuente el Juche con el invariable criterio y actitud de ser protagonistas de la revolución coreana; también en los difíciles períodos de la rehabilitación y construcción posbélicas y de la edificación del socialismo rechazaron de manera terminante las presiones y arbitrariedades de los chovinistas de grandes potencias que inmiscuyéndose en nuestros asuntos internos querían imponernos la “economía unificada”. Si en la época de la Revolución Antijaponesa los comunistas coreanos no hubieran mantenido la convicción y el lineamiento del Juche de que los revolucionarios de Corea debían hacer la revolución coreana, no habrían podido realizar la obra de la restauración de la Patria; y si en el período posbélico, cuando emprendimos la construcción socialista, hubiéramos renunciado al lineamiento de la edificación de la economía nacional autosostenida y entrado en el CAME al no poder resistir las presiones de los chovinistas de grandes potencias, no habríamos levantado un Estado socialista soberano, autosostenido y autodefendido. Junto con rechazar el chovinismo de grandes potencias que reprimía el espíritu Juche, nuestro Partido y nuestro pueblo desplegaron una aguda y persistente lucha para vencer el servilismo a las grandes potencias, con lo que eliminaron cualquier brecha por donde pudiera colar el chovinismo, extirparon la idea de apoyarse en fuerzas foráneas, de largo antecedente histórico, e implantaron con firmeza la posición y actitud de dueños de la revolución del país.
La lucha de nuestro Partido y nuestro pueblo por mantener el espíritu Juche se llevó a cabo en un proceso único con la lucha para fortalecer la unidad y solidaridad del movimiento socialista mundial. Realizamos grandes esfuerzos para fortalecer la unidad y solidaridad internacional a tenor de la naturaleza del movimiento socialista, rechazando categóricamente todo tipo de tendencias erróneas que contraponían el espíritu Juche al internacionalismo. Los comunistas y el pueblo de Corea, aun llevando a cabo su sin precedente peliaguda y compleja revolución, respetaron siempre el principio internacionalista de apoyar y respaldar con firmeza la causa antimperialista y por la independencia, la causa del socialismo de otros pueblos, y de luchar unidos a los compañeros de clase, a los pueblos revolucionarios.
Cuando con el agravamiento de las divergencias y el antagonismo entre los países socialistas el movimiento socialista mundial corría peligro de dividirse nuestro Partido hizo grandes esfuerzos, desde su sólida posición independiente y de principios, para lograr la comprensión mutua y conciliación entre esos países, y cuando algunos países socialistas peleaban contra los yanquis no escatimó apoyo y ayuda aunque tenía que realizar su revolución en condiciones difíciles. Nuestro Partido y pueblo realizaron esfuerzos activos, por iniciativa, para desarrollar las relaciones de amistad y cooperación, no sólo con los países socialistas, sino también con todos los demás que aspiran a la independencia, sobre la base de la completa igualdad y beneficio mutuo, haciendo así grandes aportes al fortalecimiento de la solidaridad internacional de las fuerzas progresistas del mundo entero.
Nuestros éxitos y experiencias de lucha que acumulamos al abrir con originalidad, convertidos en dueños de nuestro destino, el camino de la revolución y escribir una nueva historia de unidad y solidaridad del movimiento socialista y otros movimientos progresistas del mundo sobre la base de la independencia, muestran palpablemente que el mantener el espíritu Juche es precisamente una importante garantía para la victoria de nuestra revolución y de los movimientos revolucionarios del mundo, así como el más correcto camino para ser fiel al deber nacional y el internacional.
Nuestro Partido, valorando la nacionalidad, vivificó las mejores tradiciones nacionales de nuestro pueblo y las plasmó en todas las esferas de la revolución y la construcción.
La nacionalidad formada a lo largo de la historia, puede tener limitaciones de épocas y de clase, pero es erróneo considerarla como caldo de cultivo del restauracionismo y el nacionalismo burgués. La nacionalidad tiene encarnados en sí el espíritu de independencia nacional y las tradiciones culturales nacionales, y constituye una inapreciable riqueza del país y la nación e importante recurso para la construcción socialista.
Nuestro Partido ha venido manteniendo con firmeza y desarrollando sin cesar la excelente nacionalidad de nuestro pueblo, que es inteligente y valiente, odia la injusticia, ama la justicia y la verdad, y aprecia el deber moral, y la convirtió en un importante factor al servicio de acelerar la construcción del socialismo y lograr el enriquecimiento y desarrollo del país. La política de nuestro Partido de vivificar y desarrollar la nacionalidad contó con el apoyo pleno del pueblo y demostró su gran vitalidad al reforzar la confianza de las masas populares en el Partido y arraigar el socialismo en ellas.
Nuestro Partido considera la nacionalidad como una importante base de la unidad nacional. Amar a su nación y apreciar su nacionalidad es una cualidad común de los integrantes de la nación, la cual tiene gran importancia para lograr la unidad nacional. Los verdaderos comunistas coreanos, desde que se incorporaron a la lucha revolucionaria, le dieron importancia a la nacionalidad e hicieron tesoneros esfuerzos por agrupar a todos los sectores sobre la base de la nacionalidad, y en este curso lograron con éxito la unidad con los nacionalistas. Los imperialistas y demás reaccionarios pintan como si el comunismo y el nacionalismo estuvieran separados por un abismo insondable, con el propósito de sembrar antipatías y discordias en el interior de la nación, pero ambos tienen una misma demanda y aspiración: amar a la Patria y la nación. Si se ignoran y rechazan los aspectos progresistas del nacionalismo con el pretexto de que éste tiene limitaciones, es imposible lograr la unidad nacional. A lo que el comunismo se opone no es al nacionalismo en general sino al nacionalismo burgués que con el velo de nacionalista subordina los intereses comunes de la nación a los de un reducido número de integrantes de la clase explotadora, y al egoísmo y al chovinismo nacional. Con iniciativa logramos la unidad y colaboración con los nacionalistas subrayando principalmente lo común: amar a la nación y apreciar la nacionalidad; los orientamos con paciencia a continuar hasta el fin el camino del patriotismo logrando así que ellos hicieran una considerable contribución a la lucha por la independencia nacional y el socialismo, compartiendo el destino con los comunistas.
En nuestro país, donde debido a las fuerzas foráneas, la nación está dividida en dos partes y existen diferentes ideologías y regímenes en el Norte y Sur, la nacionalidad y el amor a la nación y el espíritu de independencia nacional que de ésta emanan constituyen la base para la gran unidad nacional y la reunificación de la Patria. Como en el Sur de Corea la nacionalidad es despreciada y desaparece de manera progresiva debido a las fuerzas extranjeras y los elementos reaccionarios, si no la valoramos y vivificamos activamente, se perderá esa base y nuestra nación se tornará heterogénea a tal punto de separarse para siempre.
El “Programa de l0 puntos de la gran unidad pannacional para la reunificación de la Patria” que presentara el camarada Kim Il Sung, el gran Padre de la nación, y todas las demás orientaciones de nuestro Partido para la reintegración nacional, están permeados del noble espíritu de independencia nacional y el amor a la nación que aprecian y acendran la nacionalidad. Al dirigir la lucha por la reintegración de la Patria, nuestro Partido ha prestado profunda atención a la labor de mantener viva la nacionalidad y de encarnarla, y así ha podido ir completando las condiciones para aglutinar como un solo hombre a todos los integrantes de la nación, tanto del Norte y el Sur como de ultramar, y alcanzar el desarrollo unificado del país, la nación.
En el esfuerzo por defender y encarnar la nacionalidad cobra una especial significación poner en primer plano la primacía de la nación coreana. Nuestro Partido, considerando que orientar a las masas populares, artífices del proceso revolucionario y constructivo, a desplegar el espíritu e inteligencia de la nación coreana con orgullo y dignidad por su grandeza constituye el eslabón principal en el esfuerzo para mantener viva la nacionalidad, prestó una gran atención a esta labor. Hizo florecer a plenitud las mejores cualidades nacionales de nuestro pueblo formadas a lo largo de la historia, creó de modo inmejorable otras nuevas en todas las esferas de la revolución, la construcción y la vida social, y sobre esta base dio primacía a la nación coreana y educó al pueblo en este sentido. La formación del espíritu de dar primacía a la nación coreana constituyó un cambio trascendental en el esfuerzo por mantener viva la nacionalidad y elevó extraordinariamente su papel por la causa del socialismo. Como se puede conocer al oir “Mi país es el mejor” que cantan felices todos los habitantes del país, tanto hombres y mujeres como viejos y niños, hoy nuestro pueblo se siente infinitamente orgulloso por haber nacido como integrante de la nación coreana. Nuestro pueblo, con la alta dignidad y el orgullo de que es mejor nuestra nación, que vive y trabaja bajo el ventajoso régimen socialista teniendo al gran Líder y recibiendo la dirección del gran Partido, está haciendo gala de la dignidad e inteligencia de la nación en la lucha por el fortalecimiento y desarrollo de la Patria y por la victoria del socialismo.
La experiencia de lucha de nuestro Partido y nuestro pueblo por mantener viva la nacionalidad, muestra que sólo cuando el partido y el Estado de la clase obrera valoran la nacionalidad y se esfuerzan tesoneramente por plasmarla en el proceso revolucionario y constructivo pueden aglutinar a todos los miembros de la nación y, elevando su entusiasmo patriótico, llevar adelante victoriosamente la causa del socialismo y alcanzar el desarrollo independiente y la prosperidad del país y la nación.
Al conducir de modo sabio la lucha de nuestro Partido y nuestro pueblo para defender el espíritu Juche y la nacionalidad, el gran Líder, camarada Kim Il Sung dio el brillante ejemplo de guiar la causa revolucionaria de las masas populares a la victoria bajo la bandera de la independencia. La historia recoge innumerables patriotas y luchas patrióticas, pero no conoce a un revolucionario comunista de la talla del gran Líder, camarada Kim Il Sung, quien con la convicción de la independencia y noble patriotismo mantuvo con firmeza el espíritu Juche y la nacionalidad en el difícil camino de la revolución; ni una causa revolucionaria por la independencia nacional tan genuina como la del Juche que él inició y dirigió.
La gran idea y dirección del estimado camarada Kim Il Sung, quien abriera un original camino en el cumplimiento de la causa de la independencia de las masas populares, la causa socialista, dio un brillante fruto: el socialismo jucheano. Este socialismo que nuestro pueblo ha construido según su propia voluntad y de acuerdo con sus propias peculiaridades nacionales es un socialismo centrado en las masas populares, ya que éstas son sus dueñas y tienen a su disposición todo lo que existe en él; un socialismo independiente, autosostenido y autodefendido, un socialismo patriótico bien afianzado en el espíritu Juche y que manifiesta en alto grado la nacionalidad; he aquí sus características esenciales y su superioridad. Por combinar en forma inmejorable el amor al pueblo y al país y la independencia de las masas populares y la del país, nuestro socialismo sigue por el camino de la victoria con invencible vitalidad y poderío, y despliega cada vez mayor fuerza de atracción en el cumplimiento de la causa de la independencia de la humanidad.
Bajo la dirección del gran Líder, camarada Kim Il Sung, nuestro Partido y pueblo, al establecer el socialismo jucheano que permite lograr y defender la independencia de las masas populares y garantiza el desarrollo independiente y la prosperidad de la nación, demostró que mantener el principio de independencia nacional junto con el de clase obrera, y defender el espíritu Juche y la nacionalidad en el proceso revolucionario y constructivo es el camino de victoria y gloria. Los chovinistas y oportunistas calumniaban nuestros esfuerzos por defender el espíritu propio y la nacionalidad e impulsar la revolución y construcción sobre el principio de independencia nacional pintándolos como si contradijeran el socialismo, mas son nuestro Partido y nuestro pueblo, los que hasta el fin siguen defendiendo el socialismo y lo hacen brillar. Si nuestro socialismo avanza con vigor por su órbita sin desviarse ni lo más mínimo ante las convulsiones políticas mundiales, es porque nuestro Partido conduce invariablemente la revolución y la construcción desde la posición jucheana. Los que en un tiempo se denominaban socialistas e internacionalistas “ortodoxos” abandonaron el socialismo y renegaron del internacionalismo, mas nuestro Partido y pueblo, enarbolando invariablemente la bandera del socialismo, se mantienen fieles sin límites al internacionalismo, y defendiendo el baluarte del socialismo como muralla de acero, luchan con energía por el restablecimiento del movimiento socialista y la causa de la independencia de la humanidad unidos con todos los partidos revolucionarios y pueblos progresistas que aspiran a la independencia y el socialismo.
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Acelerar la construcción socialista y lograr la reunificación, el desarrollo y el fortalecimiento de la Patria, manteniendo y encarnando el espíritu Juche y la nacionalidad, es la inconmovible convicción y voluntad de nuestro Partido y pueblo. Debemos aplicar de modo más consecuente esta línea que tiene implícita la voluntad de toda la vida del gran Líder, camarada Kim Il Sung, y cuya verdad y justeza ha sido demostrada por la historia.
La posición de amar a la Patria y la nación es la premisa para mantener el espíritu propio y la nacionalidad en el proceso revolucionario y constructivo.
Los que hacen la revolución tienen que amar y apreciar infinitamente al país y la nación. Nadie puede vivir y forjar su destino separado del país, de la nación. Como el destino de cada individuo y el de la nación están estrechamente ligados, nuestro Partido se esfuerza por educar a todos los miembros de la sociedad en una correcta concepción sobre la nación, y también en este sentido dedica esfuerzos a la creación de obras artísticas y literarias como “La nación y el destino”. La idea principal de esta serie de largometraje es que el destino de cada individuo es el del país, la nación, y que dentro de la vida de la nación está la de cada individuo. Quien quiera forjar verdaderamente su destino debe amar de modo ardiente al país y la nación, considerándolos como el emporio de su vida, la fuente de su felicidad, y encontrar la dignidad y el valor de la vida en entregar todo lo suyo en aras de la soberanía e independencia del país y la nación, por su florecimiento y prosperidad.
Es importante la actitud que los hombres asumen al tratar a su clase y vivir como sus integrantes, pero no es menos importante cómo vivir y luchar como miembros de la nación. Hoy, para los coreanos más importante que nada es que todos mantengan el sentimiento de amor al país, la nación, vivan como auténticos integrantes de la nación coreana y se sacrifiquen a sí mismos por el objetivo común nacional, poniéndose por encima de las temporales diferencias de regímenes, de ideologías e ideales, de conceptos políticos y religiosos, de clases y capas sociales, creadas a causa de la división de la nación. Quienesquiera que sean, si tienen la sangre y el espíritu de la nación coreana, deben unir su destino con el del país, la nación, y luchar en cuerpo y alma por la reunificación independiente de la Patria y la prosperidad de la nación, sin importar a qué régimen, clase y capa social pertenezcan y dónde vivan, sea en el país o en el extranjero.
Para un partido que dirige la revolución valorar el país, la nación, y responder por su destino constituye la condición fundamental para cumplir con su misión rectora. Defender y salvaguardar la independencia del país, la nación, es la exigencia primordial que se presenta para la consecución de la independencia de las masas populares. Si el partido de la clase obrera considera absolutos sólo los ideales y las exigencias clasistas, menospreciando los intereses nacionales, no puede responder por el destino del país, la nación, ni dirigir de modo correcto la lucha en aras del país, la nación, ni tampoco realizar como es debido la independencia de las masas populares. El partido que conduce la revolución y la construcción debe mantener la posición de dar siempre importancia al país, la nación, tanto cuando piensa como cuando actúa, y guiando con acierto a las masas populares proteger con resolución los intereses del país, la nación, e ir alcanzando el fortalecimiento y desarrollo de la patria y la prosperidad de la nación.
Nuestro Partido y nuestro pueblo tienen gran orgullo por haber creado el brillante ejemplo de amor a la Patria y la nación durante la larga lucha revolucionaria por la soberanía, la independencia y el socialismo. Los comunistas coreanos son los más ardientes patriotas que han luchado consagrando todo lo suyo a la restauración y el desarrollo independiente de la Patria, y todo el curso de la historia del inicio y avance de la revolución coreana está marcado por las sagradas luchas de nuestro pueblo en aras del país, la nación. Las relevantes tradiciones de nuestro pueblo de amar a la Patria y la nación se heredan y desarrollan hoy brillantemente bajo la dirección de nuestro Partido. Todo el pueblo, llevando adelante estas nobles tradiciones, debe materializar con abnegación el propósito y la política de nuestro Partido para defender los intereses fundamentales del país y la nación, y enriquecerlos y fortalecerlos.
Realizar de manera propia la revolución y la construcción sobre el principio de la independencia nacional es el requisito fundamental para mantener el espíritu Juche y la nacionalidad.
Decidir y resolver por cuenta propia los problemas que se presentan en la forja del destino del país, la nación, constituye un derecho independiente que nadie puede violar. Todo partido y pueblo que hacen la revolución tienen que rechazar tajantemente la ingerencia y las presiones de fuerzas ajenas y decidir los problemas según su propia decisión y juicio y conforme a sus necesidades e intereses.
El no expresar los propios criterios y convicciones presionado por fuerzas exteriores conduce al camino de la dependencia y de la ruina del país. Lo prueba el desastroso destino de los países y naciones que seguían la voluntad de los imperialistas y dominacionistas y se congraciaban con ellos. Cuanto más fuerte es la presión de ellos, tanto más firmemente deben expresar sus criterios los partidos y pueblos que hacen la revolución, y materializar hasta el fin la línea y la política que han adoptado.
Si, rendidos ante las presiones de fuerzas exteriores, vencidos o vacilantes ante las dificultades, renuncian a su convicción y al camino escogido, no pueden volver a levantarse jamás. Aunque tropiecen con las más duras pruebas y dificultades, no deben perder la convicción en la justedad de su causa, sino avanzar invariablemente, con indoblegable voluntad y combatividad, por el camino de la independencia, camino que ellos mismos han escogido.
Para hacer avanzar la revolución y la construcción y desarrollar la sociedad hay que encontrar siempre métodos y vías al estilo propio y apoyarse en ellos. Sentir predilección por el estilo ajeno e imitarlo no es actitud digna del dueño que se responsabiliza por el destino de la nación. De las cosas ajenas es necesario introducir las buenas y avanzadas, pero, de ninguna manera imitarlas mecánicamente o presentarlas como las principales.
El partido y el pueblo que construyen el socialismo, no deben admitir el “modo occidental” capitalista en la administración del régimen estatal y social y la organización de la vida social, sino implantar su propio estilo revolucionario y nacional en la política, economía, cultura y demás esferas de la vida estatal y social.
También los países que sufren dificultades socioeconómicas o calamidades por conflictos nacionales deben buscar por sí mismos la vía para superarlas y no depositar esperanzas en la “receta” de los imperialistas. En lo que se refiere a las llamadas “recetas” que los imperialistas presentan recorriendo todas partes del mundo, no son para el progreso de otros países y naciones ni son “proyectos ingeniosos” capaces de activar su economía o promover la reconciliación nacional, sino son para hacerse los buenos y pescar en río revuelto. Como muestra la realidad, en los lugares donde se admitió la “receta” de los imperialistas se han profundizado más las dificultades socio - económicas y agudizado los conflictos nacionales.
Los países que sufren dificultades socio-económicas y conflictos nacionales tendrán que rechazar esa “receta” que agrava los males, y vencerlos con su propia receta.
Nuestro Partido y pueblo se sienten orgullosos de haber optado de manera independiente por el camino de la revolución a partir de su fe e impulsado la causa revolucionaria resolviendo con su propio criterio y a nuestro modo todos los problemas que se presentan en la revolución y la construcción. Nuestro estilo está inspirado en la humanocéntrica filosofía Juche y el espíritu de amor a la Patria y a la nación. No seguimos la voluntad y la receta ajena, sino mantuvimos con firmeza nuestro propio criterio y nuestro método en la revolución, gracias a lo cual hemos podido construir y hacer brillar el poderoso socialismo jucheano. También en lo adelante debemos vivir y hacer la revolución a nuestra manera, adhiriéndonos al principio de la independencia nacional, para defender firmemente y desarrollar nuestro socialismo y para lograr el ininterrumpido fortalecimiento y prosperidad del país, la nación.
Las fuerzas propias garantizan en efecto la defensa y materialización del espíritu Juche y la nacionalidad.
Lo principal para preparar esas fuerzas es reforzar las fuerzas políticas propias. Es cierto que para mantener el espíritu Juche y la nacionalidad, hay que preparar las fuerzas propias en todos los terrenos, incluyendo el material-económico, pero lo más importante es reforzar las fuerzas políticas: el sujeto de la revolución.
El poderío del sujeto de la revolución es la unidad. En la lucha por la independencia del país, la nación, hace falta lograr, ante todo, la unidad nacional basándose en las demandas y los intereses comunes de la nación. La demanda más apremiante que tenemos hoy es lograr la gran unidad nacional preparando así las poderosas fuerzas internas destinadas a alcanzar la reunificación de la Patria. De lograr la gran unidad pannacional es posible derrotar a las fuerzas escisionistas internas y externas y llevar al triunfo la causa de la reintegración de la Patria. Todos los connacionales del Norte, el Sur y en ultramar deben unirse compactamente bajo la bandera de la gran unidad nacional y luchar con tesón para lograr la reunificación independiente de la Patria, el mayor anhelo de la nación. En la sociedad socialista donde no existe el antagonismo clasista la nación es precisamente el pueblo y viceversa, y el centro de su unidad y cohesión lo constituyen el partido y el líder. En ella, la unidad nacional debe ser la ideo-volitiva de toda la sociedad con el partido y el líder como centro. Nuestro Partido, al armar firmemente a todo el pueblo con la idea Juche y al convertir a toda la sociedad en un ente socio-político nucleado firmemente por el Partido y el Líder, ha preparado con seguridad el sujeto independiente de la revolución, un sólido organismo en que están fundidos el Líder, el Partido y las masas. El poderío de este sujeto deviene la garantía fundamental de todas nuestras victorias tanto en la lucha contra el imperialismo como en la construcción socialista. Consolidando y desarrollando aún más la unidad monolítica del Líder, el Partido y las masas y poniendo más de manifiesto su poderío, debemos resguardar con firmeza la soberanía del país, la nación, de la violación de los enemigos y dar un enérgico impulso a la revolución y la construcción.
Es necesario que preparemos, además de nuestras propias fuerzas políticas, las económicas y militares. Un partido y un pueblo que no las tienen firmemente preparadas, no pueden cumplir con su responsabilidad y papel en la revolución y la construcción como sujeto independiente, ni tampoco mantener el espíritu Juche y la nacionalidad. El partido y el pueblo que hacen la revolución deben preparar sus propias fuerzas económicas y militares, capaces de garantizar el desarrollo independiente del país, sobreponiéndose a todas las dificultades y haciendo todos los esfuerzos.
En vista de que en la construcción económica y de la defensa nacional se amplía extraordinariamente el papel de las ciencias y la técnica y en el mundo se desarrolla una febril competencia en estas vertientes, es imposible preparar sólidas fuerzas económicas y militares, sin contar con una ciencia y una tecnología desarrolladas. El partido y el pueblo que construyen el socialismo deben promoverlas con sus propios esfuerzos manteniéndose firmemente en la posición jucheana y conforme a la demanda de la revolución de su país y la realidad concreta. También al ampliar y desarrollar el intercambio científico y técnico con otros países del mundo e introducir los avanzados logros en estas esferas, tienen que hacerlo de conformidad con sus condiciones reales. Si despliegan a plenitud la fuerza y la inteligencia de su pueblo y dan rienda suelta a todas las posibilidades y el potencial apoyándose en la superioridad del socialismo, pueden subir a la alta cúspide del progreso de las ciencias y la técnica y garantizar con éstas el desarrollo independiente del país.
Nuestro Partido y pueblo plantearon la preparación de sus propias y firmes fuerzas económicas y militares como requisito fundamental de la construcción de un Estado soberano e independiente; y desde los primeros días de la edificación de la nueva sociedad, desplegaron una infatigable lucha ahorrando cada jon y apretándose el cinturón, y lograron así echar una potente base económica y militar que asegura la soberanía del país y el fortalecimiento y florecimiento de la nación. Si hoy salvaguardamos con firmeza los intereses fundamentales de la revolución y la dignidad del país enfrentándonos decididamente a las virulentas conjuras de los imperialistas contra el socialismo y nuestra República, es porque tenemos preparadas una poderosa economía nacional independiente y capacidad autodefensiva.
Intensificando de continuo la lucha para fortalecerlas debemos dar mayor solidez al fundamento material de la vida socio-estatal independiente y proteger fidedignamente la seguridad del país y la felicidad de la población.
Al preservar el espíritu Juche y la nacionalidad es de suma importancia elevar el orgullo y la dignidad nacionales del pueblo.
Estos son expresión del amor a la nación y de la conciencia de independencia nacional. Un partido que hace la revolución tiene que desarrollar siempre de manera activa entre el pueblo la labor ideológica para inculcarle la conciencia de independencia nacional, de modo que sienta orgullo por su país y su nación y esté dispuesto a defenderlos y desarrollarlos más.
En especial, los países pequeños y atrasados, los que sufrieron mucho la dominación e intervención de los países grandes y que tienen profundamente echadas las raíces del servilismo a las grandes potencias y del dogmatismo, tienen que desplegar con más energía esa labor ideológica.
El orgullo y la dignidad nacionales se forman y manifiestan sobre la base del conocimiento de la superioridad de su nación. Esta superioridad, que social e históricamente se prepara en la lucha por forjar el destino del país, la nación, no tiene nada que ver con la peculiaridad racial ni es propia de alguna nación predestinada. Toda nación tiene su superioridad y desea y demanda mantenerla viva y hacerla resaltar. Un partido que hace la revolución puede elevar entre su pueblo el orgullo y la dignidad nacionales, sólo cuando calibre justamente esa superioridad y la destaque de modo activo.
Lo importante en esto es heredar y desarrollar de manera correcta el patrimonio nacional. El nihilismo que lo desprecia y lo desecha es el obstáculo principal que impide el florecimiento y progreso de las ventajas nacionales. Para mantener la superioridad de la nación es preciso conservar la posición de apreciar el patrimonio nacional, así como rechazar y erradicar estrictamente el nihilismo que niega esa superioridad. También el restauracionismo propenso a resucitar sin miramientos todo lo del pasado bajo el rótulo de apreciar ese patrimonio es otra tendencia perjudicial que imposibilita mantenerla correctamente.
Si se permite el restauracionismo, renacen las cosas obsoletas y atrasadas en que están reflejados la exigencia y el gusto de las clases explotadoras y que contravienen el desarrollo de la época, y así se crean obstáculos para mantener esa superioridad de acuerdo con la demanda del socialismo. A fin de viabilizarla justamente es menester rechazar tanto la actitud nihilista como la tendencia restauracionista en cuanto al patrimonio nacional, así como desechar lo caduco, lo que no se aviene al socialismo, y destacar y desarrollar lo progresista y lo popular combinando acertadamente la posición nacional con la clasista y el principio historicista con el de modernismo.
Además de mantener bien el patrimonio nacional que se transmite históricamente, hay que crear de continuo nuevas cualidades excelentes de la nación. Sólo cuando se creen éstas basándose en las que se trasmiten como patrimonio, podrá florecer y desarrollarse más la superioridad de la nación y hacerse grande su rol en la elevación del orgullo y la dignidad nacionales.
Un partido que edifica el socialismo, impulsando con éxito la revolución y la construcción, debe crear sin cesar nuevas cualidades de su nación en todas las esferas de la política, la economía, la ideología, la cultura y la moral, y así elevar entre el pueblo el orgullo y la dignidad nacionales.
La superioridad de la nación se forma por excelencia y se manifiesta altamente en el curso de la lucha por la causa revolucionaria bajo la dirección del gran líder. Puede decirse que la superioridad de la nación la representa precisamente la grandeza de su líder, y el orgullo y la dignidad por esa superioridad se expresan en forma concentrada en los de tener un gran líder.
Por haber tenido al estimado Líder, camarada Kim Il Sung, nuestro pueblo se ha convertido en una gran nación y ha llegado a poseer excelentes cualidades bajo su dirección. Ahora, el mundo llama a nuestra nación con el honorable nombre del estimado Líder, camarada Kim Il Sung, y valora la nacionalidad de nuestro pueblo como ventaja de la nación de Kim Il Sung.
El núcleo del espíritu de esta nación es la fidelidad y el amor filial a su Líder. La absoluta fidelidad y amor filial de nuestro pueblo al gran Líder, camarada Kim Il Sung, se han cristalizado como su fe y voluntad, como su conciencia y moral a través de sus vivencias prácticas en el largo decurso histórico mientras venía forjándose el destino de la Patria y la nación. La fidelidad y el amor filial al Líder constituyen la máxima expresión del magnífico espíritu de la nación de Kim Il Sung y forman la base principal de todas sus ventajas. El fuerte espíritu de unirse con una misma alma y voluntad en torno al Partido y el Líder, la fe revolucionaria en el socialismo del Juche, la infinita devoción a la Patria y la revolución, el espíritu revolucionario de apoyarse en las propias fuerzas y de luchar tenaz, el optimismo revolucionario, el sentido de obligación moral y la camaradería revolucionarios de ayudarse y guiarse entre sí todos los miembros de la sociedad y otras excelentes cualidades espiritual-morales de nuestro pueblo tienen su fuente en la fidelidad y el amor filial al gran Líder y se muestran altamente a través de éstos. Tenemos que consolidar más y llevar adelante con firmeza la buena cualidad de nuestro pueblo de respaldar al Líder con el invariable espíritu de fidelidad y amor filial, de modo que lo manifieste, de generación en generación, a su Líder y su Partido.
Debemos intensificar continuamente la educación en el espíritu de considerar como la mejor a la nación coreana para que el pueblo haga brillar más su grandeza con un alto orgullo y dignidad nacionales.
La lucha por mantener el espíritu propio y la nacionalidad es precisamente la de oponerse al imperialismo y el dominacionismo.
En la actualidad los imperialistas, aprovechándose de la oportunidad de que la causa de la independencia de las masas populares atraviesa pruebas, maniobran más abiertamente para suprimir el espíritu Juche y la nacionalidad de otros países y naciones y realizar su ambición dominacionista. Al margen de la lucha contra estas maniobras es imposible imaginar en la época actual el desarrollo independiente de ellos, ni prevenir que sus pueblos caigan otra vez en el destino de esclavo colonial. Hay que acabar con la ilusión y el temor al imperialismo.
La agresión y el saqueo constituyen la naturaleza del imperialismo y, por más que cambie la situación internacional, seguirá invariable la ambición dominacionista de los imperialistas.
No habrá estupidez y peligro mayores que depositar esperanzas en la “ayuda” de los imperialistas sin ver su naturaleza agresiva y saqueadora. Esta “ayuda” es un lazo de pillaje y esclavización para arrebatar diez y cien a cambio de uno. El partido y el pueblo que hacen la revolución, viendo con claridad la trágica realidad en que se hallan los países y las naciones que se hacían ilusiones acerca del imperialismo, tienen que mantener siempre y con firmeza la posición independiente y antimperialista y acabar con la más insignificante expresión de esas ilusiones.
El temor al imperialismo es otra manifestación de la ilusión hacia él. El imperialismo no es de ninguna manera una existencia temible, sino un desecho de la historia que ha vivido toda su época. Si renuncian a combatirlo temiendo hacerle frente, jamás podrán liberarse de su dominación y control. El partido y el pueblo en revolución tienen que conocer al dedillo la vulnerabilidad del imperialismo y enfrentarse con valentía a los imperialistas que fanfarronean, así como hacer añicos su ofensiva reaccionaria con la revolucionaria.
Es menester frustrar por completo la virulenta y astuta política de los imperialistas para aniquilar a otras naciones y sus teorías reaccionarias que la justifican.
La política reaccionaria de los imperialistas encaminadas a reprimir el espíritu Juche de otras naciones y suprimir su idiosincrasia se practica en la actualidad con otra forma bajo la vandálica sofistería sobre la “integración” mundial. Dado que cada país y nación forja su destino con su propia ideología y régimen, no puede lograrse la “integración” del mundo que abarque la política, la economía y la cultura. Si bien a medida que progrese la sociedad y se profundicen las relaciones y el intercambio entre las naciones aumenta lo común en su vida, esto tiene, en todo caso, por premisa el desarrollo independiente y peculiar de las naciones y se logra sobre esa base. Los imperialistas han inventado la corriente de “integración” del mundo con el objetivo de convertirlo por completo en un “mundo libre” al estilo occidental, subyugar y asimilar a todas las naciones. Todos los países y naciones deben conocer con claridad la peligrosidad de la política de supresión nacional que los imperialistas perpetran bajo el rótulo de la “integración” mundial, y fortalecer la lucha para acabar con sus maniobras dominacionistas.
Las maquinaciones de los imperialistas tendentes a eliminar y asimilar a otras naciones apuntan no sólo al exterior, sino también a las minorías nacionales y los extranjeros residentes en sus propios países. Un ejemplo representativo es que los imperialistas japoneses, que en el pasado, con su más cruel dominación colonial y política de supresión nacional, acarrearon a la nación coreana incontables calamidades y sufrimientos, ahora se manifiestan frenéticamente para reprimir los derechos nacionales de los coreanos residentes en su país y acabar con su conciencia nacional, y maniobran de manera persistente a fin de naturalizarlos. El partido y el Estado que se responsabilizan del destino de su nación deben observar con agudeza las taimadas maniobras de asimilación nacional que los imperialistas perpetran contra los miembros de su nación radicados en el exterior, e intensificar la lucha por desenmascararlas y frustrarlas.
El “racismo”, el “cosmopolitismo” y otras teorías reaccionarias ya fracasadas en la historia, se han adaptado y modificado hoy en diversas formas y se aprovechan como instrumento ideológico para paralizar la conciencia nacional y revolucionaria de las personas y justificar la política de eliminación nacional de los imperialistas. Para defender el espíritu Juche y la nacionalidad es preciso desenmascarar y frustrar a cabalidad todas las corrientes ideológicas reaccionarias y los sofismas que encubren y justifican la naturaleza dominacionista de los imperialistas.
La lucha contra las maniobras dominacionistas de éstos tiene que ligarse con la batalla contra los traidores a la nación.
Dejando intactos a los renegados que ponen en venta los intereses de la nación dando la espalda a su país y su pueblo y conspirando con los imperialistas, no es posible destruir al imperialismo ni al dominacionismo, ni lograr el desarrollo de la nación. Lo demuestra claramente la realidad de la parte sureña de nuestra Patria.
En Corea del Sur donde la nacionalidad se ve pisoteada gravemente por los actos serviles y vendepatria de los sucesivos gobernantes reaccionarios desaparecen ahora totalmente el alma nacional y las bellas costumbres debido a los alborotos antinacionales de la “internacionalización” y la “globalización” que arman las autoridades. Se trata de actos vendepatria y traidores sin precedentes para mantener su poder y sus comodidades a precio de suprimir todo lo nacional y entregar por entero el país, la nación, a fuerzas extranjeras. Por la irrupción de los modos norteamericano, japonés y europeo en todas las esferas de la política, la economía y la cultura a causa de la humillante política de la apertura que se practica bajo el rótulo de la “internacionalización” y la “globalización”, en Corea del Sur todos los aspectos de la vida social, desde la manera de practicar la política hasta el lenguaje, la escritura y las costumbres, se van americanizando, japonizando y occidentalizando, campean las fuerzas extranjeras y se ven violados y suprimidos completamente el espíritu y la dignidad nacionales. Si queremos romper la cadena de dominio y subyugación de los imperialistas y abrir el camino del desarrollo independiente en Corea del Sur hay que barrer con todos los traidores que venden el país, la nación, a las fuerzas extranjeras y traen a ésta toda clase de desgracias y calamidades.
Para combatir al imperialismo y el dominacionismo y defender el espíritu Juche y la nacionalidad es necesario fortalecer la solidaridad y la cooperación entre los pueblos progresistas del mundo. Sólo cuando éstos se apoyen y estimulen unos a otros, cooperen y se ayuden estrechamente, será posible que cada uno logre su independencia nacional y su prosperidad y desarrollo, y realizar con éxito la causa de la independencia en el mundo. Los países socialistas, los no alineados y todos los demás en vías de desarrollo, al desplegar una vigorosa lucha por la democratización de la comunidad internacional, unidos compactamente bajo la bandera de la independencia, deberán establecer un nuevo orden internacional basado en la soberanía, la igualdad, la justicia y la imparcialidad destruyendo el caduco de dominación y subyugación creado por los imperialistas, y lograr por igual su fortalecimiento y prosperidad desarrollando de modo activo la cooperación Sur-Sur sobre la base del principio de la autosustentación colectiva.
La independencia, la paz y la amistad son ideales de la política exterior de nuestro Partido, que permiten reforzar la solidaridad internacional y contribuir a la causa de la independencia en todo el mundo. Nuestro Partido y pueblo han luchado siempre para fomentar sus vínculos y cooperación con los pueblos de todos los países del mundo a base de los principios de la independencia y la igualdad, de la paz y la amistad y del beneficio mutuo, e implantar justas relaciones y orden internacionales entre los países y las naciones. Al fortalecer la unidad y cooperación con los pueblos progresistas del mundo y luchar activamente por democratizar la comunidad internacional, hemos de cumplir con nuestro deber internacional y misión de la época en el combate por defender la soberanía de todos los países y las naciones y lograr la independencia en el orbe.
Apreciar el espíritu propio y la nacionalidad y mantenerlos y encarnarlos es una política invariable de nuestro Partido que tiene la idea Juche como su guía directriz. También en el futuro, al igual que en el pasado, éste mantendrá firme e invariablemente el principio del Juche, el de la independencia nacional, para así hacer más próspero y poderoso a nuestro país, nuestra Patria, rescatada y construida por el gran Líder, camarada Kim Il Sung, lograr su reunificación y completar la causa socialista del Juche.
KIM JONG IL
LA FILOSOFIA JUCHE ES UNA ORIGINAL FILOSOFIA REVOLUCIONARIA
Declaraciones a “Kulloja”, revista teórica del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea
26 de julio de l996
Últimamente entre nuestros sociólogos hay quienes al interpretar la filosofía Juche dan opiniones erróneas, contrarias a la ideología de nuestro Partido y se ha presentado el problema de que tales opiniones también se están difundiendo en el exterior.
En la explicación de los principios fundamentales de la filosofía Juche no se han encaminado a aclarar las leyes propias del movimiento social, sino han tratado de interpretarlos desde el punto de vista de las leyes generales del desarrollo del mundo material. Según estoy informado, los que insisten en esta opinión proceden así para convencer que la filosofía Juche desarrolló también en un nuevo plano la dialéctica materialista marxista. En la tarea de explicar y difundir la filosofía Juche no tenemos necesidad de tratar de convencer que ella elevó a un nuevo plano de desarrollo la dialéctica materialista marxista. Por supuesto, es verdad que en el caso de esta doctrina nuestro Partido no la trató dogmáticamente sino la estudió y analizó desde una posición propia y dio nuevas interpretaciones a una serie de problemas. Pese a esto, el desarrollo impreso en cierta medida al materialismo y la dialéctica no constituye lo principal de la filosofía Juche.
La filosofía Juche es una doctrina original que está desarrollada y sistematizada con sus propios principios. Su mérito histórico en el progreso de las ideas filosóficas no está en haber desarrollado la dialéctica materialista marxista sino en haber definido nuevos principios filosóficos centrados en el hombre.
La filosofía marxista planteó como cuestión fundamental de la filosofía las relaciones entre la materia y la conciencia, el ser y el pensamiento, y sobre la base de demostrar la primacía de la materia y el ser esclareció que el mundo está constituido por materias y que se transforma y evoluciona por su movimiento. La filosofía Juche planteó como nuevo problema fundamental de la filosofía las relaciones entre el mundo y el hombre y la posición y el papel que tiene éste en el mundo, y sobre la base de dilucidar el principio filosófico de que el hombre es dueño de todo y lo decide todo, señala el camino más correcto para forjar su destino. Si la filosofía marxista presentó como una importante tarea filosófica el esclarecimiento de la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento, la filosofía Juche considera como tal tarea la aclaración de las características esenciales del hombre y las leyes propias del movimiento social, movimiento de los seres humanos. Así pues, la filosofía Juche es una filosofía original cuyas tareas y principios difieren de modo radical de los de la filosofía precedente. Por esta razón, no es correcto interpretar que la filosofía Juche desarrolló la dialéctica materialista ni tampoco tratar de demostrar su originalidad y ventaja, refiriendo de tal o cual manera la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento explicadas por la filosofía marxista.
La filosofía Juche, siendo la doctrina que dilucidó nuevos principios filosóficos, no se puede interpretar en el marco de la antecedente, pues de procederse así no sólo es imposible demostrar su originalidad sino que, al contrario, quedará ambigua y no podrá comprenderse correctamente su esencia.
Al haber aclarado por primera vez en la historia las características esenciales del hombre sobre fundamentos científicos, la filosofía Juche valora al hombre como el ser superior y más poderoso en el mundo y plantea un nuevo criterio sobre el mundo: el mundo es dominado y transformado por el hombre.
El que la filosofía Juche haya planteado una nueva concepción del mundo no significa negar la materialista-dialéctica. La filosofía Juche la tiene como premisa. Su criterio original sobre el mundo consistente en que éste es dominado y transformado por el hombre no puede concebirse al margen de la comprensión materialista-dialéctica sobre la esencia del mundo material objetivo y las leyes generales de su movimiento. Si se considera el mundo como una existencia misteriosa tal como pretende el idealismo, no se puede llegar a la conclusión de que el hombre es capaz de dominarlo, y de verlo como algo invariable tal como lo plantea la metafísica, no es posible llegar a la conclusión de que el hombre puede transformarlo.
El criterio original de que el mundo es dominado y transformado por el hombre puede establecerse sólo bajo la premisa de reconocer la comprensión dialéctico-materialista sobre el mundo según la cual éste está constituido por materia y se transforma y evoluciona de modo ininterrumpido. Aunque la dialéctica materialista marxista tiene una serie de limitaciones e insuficiencias, sus principios fundamentales son ciencia y verdad. Por esta razón, afirmamos que la filosofía Juche toma por su premisa la concepción dialéctico-materialista sobre el mundo.
Esto no significa que la filosofía Juche ha heredado y desarrollado simplemente la dialéctica materialista. Al margen del conocimiento dialéctico-materialista acerca del mundo material objetivo es imposible comprenderlo y transformarlo de modo científico, pero basándose sólo en el principio del materialismo de que el mundo está formado por materia y el de la dialéctica de que el mundo cambia y evoluciona sin cesar, no se llega a la conclusión de que el hombre ocupa la posición de dueño en el mundo y juega el rol determinante en su transformación. Únicamente bajo la condición de aclarar las características esenciales del hombre, que se distingue de modo fundamental de todas las demás materias, pueden dilucidarse justamente la posición y el papel especiales del hombre como dueño y transformador del mundo. Apenas al dilucidarse por la filosofía Juche, sobre fundamentos científicos, las características esenciales del hombre —un ser social con independencia, espíritu creador y conciencia—, pudo definirse el principio fundamental de que él ocupa en el mundo la posición de dueño y desempeña el papel decisivo en su transformación.
Partiendo del principio filosófico humanocéntrico la filosofía Juche estableció la concepción jucheana de la historia social, el punto de vista jucheano de la historia, gracias a lo cual se superó la limitación de la precedente concepción de la historia social y se registró un cambio radical en el criterio y concepción sobre ésta.
Al aplicar a la historia social las leyes generales del desarrollo del mundo material la filosofía marxista estableció la concepción dialécticomaterialista sobre ésta, el punto de vista materialista de la historia. Por supuesto, no negamos el mérito histórico del concepto materialista en cuanto a la historia. El hizo una importante contribución a combatir las reaccionarias concepciones de la historia social carentes de fundamentos científicos que se basaban en el idealismo y la metafísica. Por otra parte, como el hombre vive en el mundo material objetivo y la sociedad está inseparablemente ligada a la naturaleza, es cierto que también en los fenómenos sociales actúan las leyes generales del desarrollo del mundo material. Pero, si las leyes generales del desarrollo del mundo material se aplican tal cual están a los fenómenos sociales, sin ver que en el movimiento social actúan sus propias leyes, la comprensión de la historia social no puede resultar menos que unilateral.
El movimiento social cambia y se desarrolla según sus propias leyes. Es la acción del hombre quien domina y transforma al mundo. El hombre realiza actividades de transformación de la naturaleza para alcanzar su propósito de dominar y transformar el mundo material objetivo. Con la transformación de la naturaleza crea los bienes materiales y las condiciones para su vida material. Esta actividad está encaminada a satisfacer sus necesidades sociales y puede realizarse sólo mediante la cooperación social. Los hombres ejecutan las actividades de transformación de la sociedad para mejorar y completar sus relaciones de cooperación social. Son ellos quienes transforman tanto la naturaleza como la sociedad. A la vez que despliegan estas actividades no cesan de transformarse y desarrollarse ellos mismos. En resumidas cuentas, la dominación y transformación del mundo por el hombre se realizan por medio de la transformación de la naturaleza, la sociedad y el ser humano, y su sujeto son las masas populares. Estas crean todas las riquezas materiales y culturales de la sociedad y desarrollan las relaciones sociales.
El movimiento social, siendo una actividad que tiene por sujeto a las masas populares, posee sus propias características, diferentes de las de la evolución de la naturaleza. Esta se produce espontáneamente por la interacción de las materias que existen objetivamente, pero el movimiento social surge y avanza por la acción y el papel que ejerce su sujeto con iniciativa. Por eso, si los principios de la dialéctica materialista, que dilucidan las leyes generales del desarrollo del mundo material, se aplican tal como están a la historia social, no se puede esclarecer con acierto la esencia de la sociedad, ni la legitimidad de su movimiento. La principal limitación de la concepción materialista de la historia radica en que no aclaró certeramente las leyes propias del movimiento social sino desarrolló sus principios principalmente según la comunidad de él y la evolución de la naturaleza, que son igualmente materiales.
La concepción materialista marxista de la historia dividió la sociedad en ser social y conciencia social y en sus relaciones concedió significación determinante al ser social, y también en el caso de la estructura de la sociedad, la dividió en fuerzas productivas y relaciones de producción, en la base y la superestructura, y dio importancia decisiva a la producción material y las relaciones económicas. Esto es la aplicación fiel en la historia social del principio de la dialéctica materialista de que el mundo está integrado por materia y se transforma y evoluciona según las leyes generales del movimiento de la materia. El mundo que analizaron los creadores del marxismo al aplicar en la historia social las leyes generales del mundo material fue un mundo unificado, por lo de que no sólo la naturaleza sino también el hombre y la sociedad son materias. De ver al hombre como un componente del mundo unido por la materia, sin ver en él un ser social dotado de independencia, espíritu creador y conciencia, y de aplicar en la historia social, tal cual están, las leyes generales del movimiento del mundo material, no puede menos que considerar el movimiento histórico social como un proceso de la historia de la naturaleza.
Desde luego, también la sociedad cambia y se desarrolla no por el albedrío del hombre sino según determinadas leyes. Sin embargo, la acción de las leyes en la sociedad difiere esencialmente del caso de la naturaleza. En ésta las leyes accionan de modo espontáneo, independientemente de las actividades del hombre, pero en la sociedad accionan por medio de las actividades independientes, creadoras y conscientes del hombre. Entre las leyes sociales hay tanto las generales válidas para todas las sociedades, sin que importen regímenes, como las que ejercen sólo en determinados regímenes sociales. Como todas las leyes sociales accionan por medio de las actividades del hombre, esta acción puede realizarse llanamente, frenarse o restringirse según cómo actúa el hombre.
La afirmación de que las leyes sociales accionan a través de las actividades del hombre no significa que ellas no tienen un carácter objetivo y que en el movimiento social no puede existir espontaneidad. Cuando se crean ciertas condiciones socioeconómicas entran en acción inevitablemente las leyes sociales correspondientes, y, por consiguiente, revisten carácter objetivo al igual que las de la naturaleza. El que en el movimiento social actúe la espontaneidad se relaciona con el hecho de que es relativamente bajo el nivel de desarrollo del espíritu independiente y creador y la conciencia del hombre, y que no está establecido un régimen social en el que se fomenten plenamente estos atributos del hombre. Con el crecimiento del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre y el establecimiento de un sistema social que los ponga en plena acción, la gente actuará ateniéndose más a las exigencias de las leyes objetivas y se reducirá el radio de su espontaneidad. El progreso de la sociedad es precisamente el desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia de las masas populares, y si se elevan estos atributos y se perfecciona el sistema social según sus demandas la sociedad logrará mayor avance por las actividades conscientes y bien intencionadas de las masas populares. Esto significa que se aplican en todos los terrenos las leyes propias del movimiento social que cambia y se desarrolla gracias a las acciones conscientes del sujeto y su papel.
Si bien los creadores del marxismo establecieron la concepción dialéctico-materialista de la historia social aplicando las leyes generales de la evolución del mundo material, tropezaron con muchos problemas que surgían en el movimiento social y a los que no pudieron encontrarles solución sólo con esas leyes. Por eso, con el propósito de evitar la parcialidad de esa concepción presentaron algunas teorías incluyendo la de que la conciencia social reacciona a las condiciones material-económicas aunque surge en su reflejo, y también la política, si bien se determina por la economía, reacciona sobre ella. No obstante, la concepción materialista marxista de la historia es, en todo caso, una concepción de la historia social, que considera como lo principal la comunidad de la evolución natural y el movimiento social, y con esta doctrina no era posible evitar la limitación que obligaba a considerar la evolución de la sociedad como la de la historia natural.
En fin, la diferencia esencial de la filosofía Juche y la precedente parte de la comprensión diferente del hombre.
La filosofía marxista, aunque define la esencia del hombre como la totalidad de las relaciones sociales, no dilucida de manera correcta sus características peculiares como ser social. De ahí que esa doctrina desarrollara los principios del movimiento social adhiriéndose fundamentalmente a las leyes generales de la evolución del mundo material. Las características peculiares del hombre como ente social se han aclarado por primera vez y en forma integral por la filosofía Juche.
Como se refiere en documentos de nuestro Partido, el hombre es el ser social que posee independencia, espíritu creador y conciencia; nadie objeta esto. Sin embargo, algunos sociólogos persisten en su errónea opinión al explicar cómo el hombre se ha convertido en ser social con esos atributos. Ellos interpretan las características esenciales del hombre como una cuestión de su nivel de desarrollo como ser material e insisten en buscar su origen en la heterogeneidad de componentes de la materia y la complejidad de las estructuras. Esta es, de hecho, una opinión que considera las características esenciales del hombre como producto de su atributo natural y biológico, como resultado de su desarrollo y perfeccionamiento. Cuando se habla del hombre como un ser vivo es posible compararlo con otros organismos y analizar los componentes biológicos de su cuerpo y las características de las estructuras. Pero el hombre al que se refiere la filosofía Juche no sólo tiene un organismo altamente desarrollado sino también vive y actúa con espíritu independiente y creador y con conciencia, los cuales no puede poseer ningún otro ser vivo. El punto de partida de estos atributos hay que encontrarlo en la peculiaridad que ningún otro organismo puede poseer, y no en el desarrollo de alguna propiedad común de los seres vivientes.
El hombre tiene espíritu independiente y creador y conciencia por ser un ente social que vive y actúa formando parte del colectivo social y manteniendo relaciones sociales. Son atributos sociales que se forman y desarrollan en el curso de la historia social en que las personas actúan en medio de las relaciones sociales. Por supuesto que no se pueden imaginar separados del organismo humano altamente desarrollado. Por tener tal organismo, puede afirmarse que el hombre es el último producto de la evolución y el ser material más desarrollado. Por más desarrollado que fuera su organismo, el hombre no habría podido convertirse en un ser independiente, creador y consciente si no hubiera vivido y actuado en relaciones sociales formando un colectivo social. Si el hombre no tiene vida física, no puede tener vida socio-política, pero ésta no nace de aquélla. Del mismo modo, al margen del organismo desarrollado del hombre no se pueden imaginar su espíritu independiente y creador y su conciencia, pero sus características biológicas no le crean atributos sociales. Estos se forman y desarrollan en el curso de su nacimiento y desarrollo como ser social, es decir, únicamente en el curso del desarrollo histórico de sus actividades y relaciones sociales. Afirmar que la historia de la evolución de la sociedad es la del desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre, quiere decir que estos son atributos sociales que se forman y desarrollan a lo largo de la historia social. Así pues, al analizar al hombre desde el punto de vista filosófico se debe partir, en todos los casos, de la premisa de que el hombre es un ser social.
No obstante, algunos sociólogos sacan a colación los elementos componentes de la materia y las estructuras, relacionándolos con las características esenciales del hombre y hablan como si ellos constituyeran una parte importante del contenido de la filosofía Juche, lo cual es una expresión de la tendencia a interpretarla ajustándola a la dialéctica materialista marxista, y no pasa de ser un intento de justificar el erróneo método evolucionista de comprender las características esenciales del hombre como el desarrollo y perfeccionamiento de sus atributos biológicos.
En cuanto a las características esenciales del hombre, es importante tener una clara conciencia del ente social. Los creadores del marxismo, aun presentando el asunto de la esencia del hombre en el marco de las relaciones sociales, emplearon el término ente social sólo como un concepto que significa las condiciones materiales de la vida social y las relaciones económicas que existen en forma objetiva y se reflejan en la conciencia social. Por supuesto que del ente social del que hablaron también es integrante el hombre, porque lo consideraron como un factor componente de las fuerzas productivas, como la totalidad de las relaciones sociales. Así y todo, ellos no utilizaron ese término para determinar las características esenciales del hombre.
Al formular la filosofía Juche nosotros lo empleamos en su sentido original de que es determinante de las características esenciales del hombre. Según los principios de esta filosofía, el hombre es el único ente social en el mundo. Pese a ello, algunos sociólogos siguen obstinándose en incluir al ente social las riquezas y las relaciones sociales, diluyendo así la diferencia entre estos factores. Las riquezas y las relaciones sociales se crean y desarrollan por el hombre y, por consiguiente, no pueden incluirse en el concepto que define las características propias del hombre. Desde luego, cuando se habla de la filosofía marxista, es posible usar el término ente social en el sentido que le atribuyeron sus creadores.
Pero, en lo referente a la filosofía Juche, si se interpreta el concepto de ente social en este sentido, resultaría que sea vaga la comprensión sobre las características esenciales del hombre. Como la filosofía Juche es una nueva filosofía con su propio sistema y contenido, no se debe tratar de interpretar sus categorías en el mismo sentido de las convencionales.
Una causa principal de que algunos sociólogos cometieron desviaciones en la explicación y la difusión de la filosofía Juche consiste en que ellos no partieron de la exigencia de la práctica revolucionaria al analizar los problemas filosóficos.
La teoría debe basarse en la práctica y estar a su servicio. La teoría separada de la práctica no puede aclarar la verdad de manera correcta, y no tiene ningún valor.
También en el análisis de los problemas filosóficos, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, siempre partió de la exigencia de la práctica revolucionaria y, en el curso de dar respuestas científicas a los urgentes problemas ideológicos y teóricos que ésta presentaba, concibió la filosofía Juche. Nuestro Partido la sistematizó, profundizó y desarrolló integralmente, generalizando las fecundas y hondas experiencias acumuladas en la práctica revolucionaria.
La práctica revolucionaria es la lucha por la realización de la independencia de las masas populares, y éstas son las encargadas de ella, razón por la cual en la búsqueda filosófica es importante desplegar la teoría reflejando con acierto sus exigencias y aspiraciones y generalizando sus experiencias en la lucha, y convertirla en su patrimonio. En la sociedad explotadora la clase gobernante reaccionaria trata de utilizar la filosofía para defender y justificar su régimen de dominación y de hacer de ésta un objeto monopolizado por los filósofos que representan sus intereses, considerando a las masas populares como seres ignorantes que no tienen nada que ver con la filosofía, ni pueden comprenderla.
Al reflejar las exigencias y las aspiraciones de las masas populares y generalizar sus experiencias de lucha, partiendo del punto de vista y la posición de que ellas son las dueñas de todas las cosas y los entes más inteligentes, nuestro Partido logró formular, profundizar y desarrollar la filosofía Juche y convertirla en su arma para la lucha. He aquí precisamente la razón por la que la filosofía Juche sea verdad absoluta apropiada a las exigencias y aspiraciones de las masas populares en cuanto a la independencia, y sea una filosofía popular que éstas comprenden con facilidad y toman como arma para su lucha.
Sin embargo, ciertos sociólogos discuten cuestiones que no tienen casi ningún sentido práctico para indicar el camino de forjar el destino de las masas populares. El objetivo que perseguimos estudiando la filosofía, consiste, en todos los casos, en esclarecer en qué principios y metodología debemos basarnos para desarrollar la sociedad y forjar el destino de las masas populares. El desarrollo de la sociedad se orienta por la política y la filosofía Juche es, precisamente, aquella que le indica el fundamento de principio de la política que lo guía por el camino más recto. En este sentido, puede afirmarse que la filosofía Juche es la filosofía política.
Algunos sociólogos argumentan que para divulgar la idea Juche a tenor de la peculiaridad de su difusión hacia el exterior explicaron la filosofía Juche como desarrollo de la dialéctica materialista marxista; pero no deben proceder así, sino dar a conocer con claridad que ella es una nueva filosofía revolucionaria. Es un error que so capa de la peculiaridad de la divulgación al exterior la expliquen amoldándola a la filosofía anterior o expliquen como si pertenecieran a la filosofía Juche, asuntos no concordantes con su principio fundamental. Por añadidura, en el plano de la divulgación hacia el exterior no hay por qué sacar a colación esas cuestiones carentes de sentido político y de significación teórica y práctica, pasando por alto la exigencia real de dar claras respuestas, ateniéndose al principio fundamental de la filosofía Juche, a muchos y urgentes problemas teóricos y prácticos que se presentan a escala internacional. En la difusión de la idea Juche hacia el exterior, hay que explicar de manera correcta y haciendo referencia a los problemas reales, el hecho de que la filosofía Juche es totalmente original, nueva y revolucionaria. Hay que procurar que no surjan desviaciones tanto en la divulgación hacia el exterior como en la investigación, el estudio y la enseñanza de la filosofía Juche.
Esta es la filosofía revolucionaria, filosofía política de nuestro Partido, que aclara el fundamento filosófico de su ideología rectora, la idea Juche, y los principios fundamentales de la revolución. Cómo la traten no es un mero problema relativo a la teoría filosófica, sino un problema vinculado con el criterio y la posición hacia la ideología del Partido. Se procurará que asimilen como verdad absoluta la ideología del Partido, la defiendan con firmeza y la conviertan en convicción revolucionaria para comprender, interpretar y divulgar de manera correcta la filosofía Juche.
Debemos sentir un alto orgullo y dignidad por tener una gran filosofía política como la Juche y, estudiando con profundidad sus principios, aplicarlos al pie de la letra en las actividades prácticas para la revolución y la construcción. Y tenemos que analizar y juzgar todos los fenómenos de la sociedad en estricta adhesión a los principios de la filosofía Juche y aglutinar con firmeza a las masas populares en torno al Partido y elevar el papel del sujeto según las exigencias de ella, impulsando así con fuerza el proceso revolucionario y constructivo.
Aunque sea la filosofía Juche la que nuestros científicos y el resto del pueblo deben estudiar, aprender y seguir, también han de conocer la precedente ideología filosófica del marxismo-leninismo. Sobre todo, los sociólogos tienen que conocerla con claridad. En el estudio de la filosofía anterior es importante evaluar de manera correcta sus aspectos progresistas y positivos y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias. Sólo de conocer con claridad las limitaciones epocales e insuficiencias ideológicas y teóricas de la filosofía anterior, junto con sus méritos, es posible evitar el dogmatismo al tratarla y comprender con profundidad la originalidad y superioridad de la filosofía Juche. Sobre la base del estudio y la asimilación de ésta y a la luz de sus principios, los sociólogos deben prestar profunda atención a conocer claramente los méritos de la filosofía anterior y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias.
Por otra parte, han de guardarse estrictamente de toda clase de tendencias filosóficas extrañas, contrarias a la filosofía Juche, y asegurar de lleno la pureza de ésta. Se trata de la filosofía más ventajosa y vital, que ha reflejado la exigencia de la práctica revolucionaria y cuya verdad y justeza se han comprobado por ésta. Hoy, en el escenario internacional se incrementa más el interés por la filosofía Juche y se amplían las filas de sus adeptos, lo cual es una prueba elocuente de que ella es una filosofía que da las respuestas más correctas a la práctica revolucionaria.
Nuestros sociólogos, firmemente convencidos de la cientificidad, verdad, originalidad y superioridad de la filosofía Juche, y con ésta como guía, deben analizar y juzgar todas las demás teorías filosóficas y así prevenir la infiltración en ella de las más mínimas corrientes filosóficas extrañas.
¡TRABAJADORES DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!
KIM JONG IL
EL SOCIALISMO DE NUESTRO PAIS ES EL SOCIALISMO A NUESTRO ESTILO QUE ENCARNA LA IDEA JUCHE
Discurso pronunciado ante los cuadros directivos del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea
27 de diciembre de 1990
1
Hoy, en la palestra internacional el socialismo se enfrenta a una fiera confrontación con el imperialismo debido a las aviesas conjuras de éste contra él. Los imperialistas y los restauradores burgueses despliegan una ofensiva contrarrevolucionaria, por lo cual en algunos países el socialismo se ha desmoronado y la sociedad va arruinándose en todos los aspectos. Sin embargo, nuestro socialismo avanza con vigor por el único camino de la victoria manifestando a plenitud su superioridad y vitalidad, sin vacilar ni en lo más mínimo ante las febriles maniobras de los imperialistas y los reaccionarios. Nuestro pueblo tiene el gran orgullo y la dignidad de que instauró la sociedad socialista más ventajosa; hasta los amigos extranjeros lo admiran diciendo que el socialismo de Corea es el mejor.
Los imperialistas, llenos de ira ante las manifestaciones cada vez mayores de la vitalidad de nuestro socialismo, activan más la ofensiva contra nuestro país, y los restauradores burgueses nos difaman porque no aceptamos su política de reformas dirigidas a hacer retroceder el socialismo al capitalismo. Dado que ellos maniobran con frenesí para denigrar nuestro socialismo debemos manifestar en alto grado su superioridad y vitalidad y, a la vez, difundir ampliamente sus ventajas.
Puesto que el ideal del socialismo es difundido tergiversadamente por las corrientes oportunistas de toda laya tenemos que realizar la propaganda sobre sus ventajas no sólo con datos generales sino también con la realidad concreta del socialismo de nuestro país. Sólo entonces es posible que los miembros del Partido y demás trabajadores, adquiriendo un correcto conocimiento del socialismo de nuestro país que es el mejor en el mundo, hagan fracasar las maquinaciones de los imperialistas y los restauradores burgueses tendentes a desacreditar el socialismo.
Debemos procurar que los militantes y demás trabajadores conozcan bien las peculiaridades esenciales y la superioridad del socialismo a nuestro estilo para que con firme convicción en éste luchen vigorosamente para llevar al triunfo la causa socialista.
Antes no eran pocas las personas que consideraban igual el socialismo en cada país. Sin embargo, al ver la realidad de que aunque recientemente en Europa el socialismo se desmoronó, en Asia y América Latina su bandera sigue desplegada, comenzaron a rectificar su concepto. De modo particular, ante la gran superioridad y vitalidad que manifiesta el socialismo de nuestro país, han llegado a tener un nuevo concepto de lo que es el auténtico socialismo. Desde luego que toda sociedad socialista, independientemente de qué país se trate, es una sociedad más avanzada completamente diferente a la explotadora que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad, y como tal es superior a la capitalista. Pero sus ventajas se manifiestan de manera diferente según la idea rectora en que se apoya.
Antes, numerosos países que construían el socialismo con el marxismo-leninismo como guía rectora, aplicaron tales como eran las tesis que éste planteara hace muchos años y transplantaron mecánicamente las experiencias de la Unión Soviética.
Podemos citar como ejemplo representativo los países de Europa del Este, que estuvieron ocupados por la Alemania fascista durante la Segunda Guerra Mundial y después de ser liberados por el ejército soviético tomaron el camino del socialismo con el apoyo de la Unión Soviética. Estos países, por haber considerado como acato del principio revolucionario y el internacionalismo aceptar incondicionalmente las tesis marxistaleninistas y las experiencias de la Unión Soviética, introdujeron el socialismo de tipo soviético tal como era. Huelga decir que no es posible negar las históricas proezas y las experiencias de ese país que en el mundo fue el primero en construir el socialismo.
Pero, sus experiencias fueron, en todo caso, la expresión de las condiciones históricas de aquel entonces y de la realidad concreta de la Unión Soviética. Las experiencias de ese país no podían adaptarse plenamente a la realidad de otros países porque habían sido acumuladas mientras construía el socialismo sola y por primera vez, bloqueada por los imperialistas. En vista de que la época cambia y la realidad concreta de cada país es diferente, si se absolutizan y aceptan de manera dogmática las experiencias, no es posible construir debidamente el socialismo.
Sin embargo, los países de Europa del Este transplantaron el socialismo de tipo soviético, por eso éste no pudo manifestar su superioridad en la debida forma.
En un tiempo en nuestro país los fraccionalistas antipartido y contrarrevolucionarios, ontaminados por el dogmatismo y el servilismo a la gran potencia, insistieron en establecer el poder de tipo soviético y ejercer la democracia a la manera soviética. Este planteamiento, está claro, no estaba acorde con las demandas de nuestro pueblo y la realidad de nuestro país.
Aquí, que era una atrasada sociedad colonial y semifeudal, no era posible aceptar por entero las teorías marxistas presentadas teniendo como premisas las condiciones socio-históricas de los países europeos donde el capitalismo había avanzado, ni las teorías leninistas planteadas teniendo como premisas las condiciones de Rusia con el capitalismo medianamente desarrollado.
De acuerdo con las condiciones socio-históricas en que se encontraba nuestro país, tuvimos que pensar con nuestra propia cabeza y resolver con nuestras propias fuerzas todos los problemas presentados en la revolución. Nuestra realidad —después de liberado el país fue dividido en Norte y Sur y emprendimos la construcción de una nueva sociedad enfrentados cara a cara con los imperialistas norteamericanos—, demandaba apremiantemente que resolviéramos todas las cuestiones en la revolución y la construcción ateniéndonos a nuestras condiciones. Esta exigencia del desarrollo de la revolución se realizó plenamente gracias a que el gran Líder planteó sobre la base de la idea Juche la línea y la política originales acordes con las aspiraciones de nuestro pueblo y la realidad de nuestro país.
Tempranamente, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, al concebir la inmortal idea Juche en reflejo del deseo y las demandas de los pueblos aspirantes a la independencia, proporcionó la nueva doctrina rectora para la época de la independencia.
La idea Juche deviene la doctrina revolucionaria que constituye la etapa más alta del desarrollo del pensamiento revolucionario de la clase obrera. Su originalidad y superioridad determinan las peculiaridades y las ventajas de nuestro socialismo basado en esa ideología.
La idea Juche exige que de la revolución y la construcción de cada país se haga cargo su pueblo y que éste las realice con sus propias fuerzas de acuerdo a la realidad. Nuestro pueblo, teniendo como guía directriz esta idea, implantó el socialismo con sus propias fuerzas y a tenor de la realidad concreta del país, siguiendo el camino escogido por él mismo.
Bajo la dirección del gran Líder, nuestro pueblo, con la bandera revolucionaria de la idea Juche en alto, restauró la Patria desplegando la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, y después de la liberación abrió un original camino del socialismo resolviendo de conformidad con la realidad del país y con sus propias fuerzas, todos los problemas presentados en la revolución y la construcción.
El socialismo de nuestro país es el socialismo centrado en el hombre, que encarna la idea Juche. Nuestro Partido y el pueblo construyeron el socialismo a nuestro estilo basándose en la idea Juche.
Resolvimos a nuestra manera el problema referente al Poder de acuerdo con el deseo del pueblo y la realidad concreta del país.
En la revolución para realizar la independencia de las masas populares, lo fundamental es el problema del Poder. El asunto primordial en la construcción del socialismo es establecer el Poder del pueblo dirigido por la clase obrera. Al establecerlo es posible hacer la revolución y la construcción del socialismo teniéndolo como arma.
En el período de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa el gran Líder planteó la original línea para la construcción del Poder popular, basándose en la idea Juche y creó el Gobierno Revolucionario Popular en las zonas guerrilleras, base en forma de región liberada, y después de emancipado el país, creó el Poder popular, sucesor de él. Nuestro Poder popular, surgido como el Poder de la democracia popular, se ha desarrollado y fortalecido como el Poder del socialismo con el avance de la revolución y la construcción.
Nuestro pueblo lo estableció conforme a su deseo, con sus propias manos y en concordancia con la realidad del país, y por eso, nuestro Poder, a diferencia del poder que se estableciera con la ayuda de otro país, es, desde el principio, completamente independiente. Nuestro Poder popular, por apoyarse en la alianza obrero-campesina dirigida por la clase obrera y en el frente unido de las vastas masas populares, tiene un terreno socio-político extraordinariamente amplio. Por estas características se ha desarrollado como un poder muy sólido con profundas raíces entre las amplias masas populares, lo que lo diferencia del Poder soviético o del de otros países que lo imitaron.
Nuestro Poder popular es el poder de carácter más popular que asegura bajo su responsabilidad la vida independiente y creadora del pueblo. Generalmente, cuando se habla de poder se piensa principalmente en el órgano autoritario. En varios países que tomaron el camino del socialismo se estableció el poder atendiéndose principalmente a la facultad autoritaria. Desde luego, es imposible separar esta facultad del poder socialista. Pero no se debe establecer como un poder exclusivamente de autoridad ya que el pueblo es el dueño y el poder le sirve a éste. Nuestro país lo estableció no como un simple órgano autoritario sino como un poder que sirve sólo al pueblo trabajador, más concretamente como representante de sus derechos independientes, como organizador de su potencial y actividades creadores, como responsable de su vida, como guardián de sus intereses. Por su carácter revolucionario y popular nuestro Poder popular goza del pleno apoyo y confianza del pueblo. El poder de nuevo tipo y basado en la idea Juche, deviene una poderosa arma política del socialismo a nuestro estilo.
Para que la independencia de las masas populares sea real es necesario liquidar las viejas relaciones socio-económicas e implantar un nuevo sistema al respecto.
Nuestro Partido y el pueblo realizaron a nuestra manera la revolución democrática y la socialista conforme a las exigencias de nuestro pueblo y la realidad concreta de nuestro país.
La revolución democrática es la preparación para la socialista y una obra para crear sus premisas. Hacerla bien tiene suma importancia para el cumplimiento exitoso de la revolución socialista.
El gran Líder, basándose en las ricas experiencias y los éxitos logrados en el período de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, después de la liberación planteó la muy correcta línea de la revolución democrática acorde con la realidad de nuestro país.
En nuestro país, que era una sociedad colonial y semifeudal, se presentó la reforma agraria como la tarea primordial en la revolución democrática. Sin que se liberara con ella a los campesinos que representaban la mayoría de la población, de la explotación y opresión feudales era imposible impulsar la revolución en su conjunto. Nuestro Partido efectuó estrictamente la reforma agraria, la tarea más importante en la revolución democrática, conforme a las demandas de la revolución continua con vistas al socialismo. Se confiscaron sin indemnización las tierras de los terratenientes y se entregaron gratuitamente a los campesinos que no las tenían o tenían pocas, y en cuanto a los campesinos ricos, tomó medidas restrictivas. Como resultado se crearon las condiciones favorables para la cooperativización de la economía agrícola.
En varios países de Europa del Este no lo hicieron así, sino confiscaron tierras mediante indemnización y las distribuyeron mediante pago, y eso dejando considerable parte a los terratenientes y sin adoptar medidas de restricción a los campesinos ricos. Por tanto en el campo seguía en pie en gran medida la base de la clase explotadora. Esto creó un gran obstáculo para la realización de la revolución socialista.
Además de la reforma agraria, en nuestro país se realizaron, a nuestro estilo y a cabalidad otras tareas de la revolución democrática de acuerdo con las exigencias de la revolución continua con vistas al socialismo.
La transformación socialista de las viejas relaciones de producción en la ciudad y el campo viene a ser una tarea capital de la revolución socialista. Cuando en nuestro país la transformación socialista se presentó como una demanda madura después del cese del fuego cumplimos sin demora la revolución socialista.
El gran Líder, percatándose científicamente de la realidad concreta en el campo de nuestro país después de la guerra y las aspiraciones revolucionarias de los campesinos, orientó la cooperativización agrícola tendente a transformar las estructuras económicas antes de la transformación técnica, y la transformación socialista del comercio y las industrias privados. Según la singular orientación de la transformación socialista trazada por el gran Líder, hicimos que con la dirección y ayuda del Partido y el Estado se mostrara prácticamente la superioridad de la economía cooperativizada y que al conjugarse estrechamente la modificación de las formas económicas y la del hombre los campesinos pobres, los medios y los artesanos, acogiéndose el principio de la voluntariedad, se incorporaran por sí mismos a esa economía. Tomamos la medida de restringir y transformar paso a paso a los campesinos ricos sin eliminarlos, y de transformar también a los comerciantes e industriales capitalistas guiándolos a que tomaran voluntariamente el camino del socialismo. Bajo la sabia orientación del Partido y el Líder, en nuestro país la transformación socialista de las relaciones de producción en la ciudad y el campo se llevó a buen término en un breve espacio de tiempo y sin ninguna desviación, y tan pronto como se estableció el régimen socialista, éste mostró su vitalidad en todos los aspectos.
En lo que se refiere al problema de la implantación de los sistemas socialistas de educación, cultura y salud pública, lo resolvimos también a nuestra manera sobre la base de la idea Juche. El sistema según el cual el Partido y el Estado aseguran bajo su plena responsabilidad las actividades de la enseñanza, la cultura y la salud pública del pueblo es el régimen más ventajoso, el que puede existir solamente en nuestro país. Esto es una importante característica del socialismo a nuestro estilo.
Con miras a plasmar el socialismo hay que consolidar el sujeto de la revolución, además de establecer el poder popular y el avanzado sistema socio-económico.
Antes, la revolución social se consideraba principalmente como el problema de tomar el poder y transformar el sistema socio-económico. Huelga decir que el problema fundamental en la revolución lo constituyen el establecimiento del poder popular y la implantación del avanzado sistema socioeconómico.
Pero, el establecimiento de ambos, y su consolidación y desarrollo son inconcebibles al margen del fortalecimiento del sujeto de la revolución.
La victoria en la lucha para establecer el poder y el régimen socio-económico socialistas es el triunfo del sujeto de la revolución y, a la vez, un motivo de nuevo cambio para su mayor fortalecimiento y desarrollo. Si la clase obrera y demás sectores del pueblo trabajador toman el poder y establecen el régimen socialista, pueden producir un cambio radical en cuanto a su posición socio-política y económica, como resultado de lo cual se hará más sólida la posición directriz de la clase obrera, y los agricultores y todos los demás trabajadores se convertirán en socialistas. Pero, el establecimiento del poder y el régimen socialistas no significa que el sujeto de la revolución se fortalezca por sí solo. Para que este sujeto sea sólido hay que realizar, antes que nada, las transformaciones socio-políticas y económicas en sentido de fortalecerlo. En otras palabras tienen que llevarse a cabo en dirección a consolidar la unidad política e ideológica de las masas populares agrupadas alrededor del partido y el líder. Esto adquiere una significación muy importante para consolidar y desarrollar el régimen socialista triunfante y llevar adelante continuamente la revolución.
Para consolidar más el sujeto de la revolución por medio de esas transformaciones se debe aislar y debilitar al máximo a la ínfima minoría de fuerzas hostiles y reunir con firmeza a las amplias masas populares en torno al partido y el poder de la clase obrera, materializando con tino la línea de clase y la de masas en la revolución democrática y la socialista. En no pocos países, sin embargo, en el curso de una y otra cometieron desviaciones izquierdistas y derechistas como lesionar los intereses de algunas capas por no aplicar estrictamente la línea de masas o ceder algo ante la clase hostil, desviándose de la línea de clase, por lo cual no pudieron consolidar el terreno social y clasista del partido y el poder de la clase obrera, ni fortalecer el sujeto de la revolución. En nuestro país realizamos todas las transformaciones socio-políticas y económicas según las exigencias de la idea Juche y acordes completamente con las demandas y los intereses de la clase obrera y demás amplios sectores del pueblo trabajador, y así los agrupamos sólidamente alrededor del Partido y el Líder y fortalecimos el sujeto de la revolución tan firme como una roca.
El poderío del sujeto de la revolución se determina, ante todo, por su nivel político e ideológico, y por eso en su fortalecimiento es importante la transformación ideológica. El estado político e ideológico del hombre recibe influencia del régimen social, político y económico, pero esto depende grandementede cómo el partido despliega la labor organizativa y política entre las vastas masas. Nuestro Partido, partiendo del principio de la idea Juche ha prestado siempre gran atención a la transformación del hombre y dado segura preferencia a la labor política sobre todas las demás actividades, y de esta manera ha resuelto con éxito la tarea de consolidar política e ideológicamente el sujeto de la revolución. Pero en no pocos países no le prestaron la debida atención a la transformación ideológica pensando que si modificaban por vía socialista las relaciones sociales y económicas y mejoraban las condiciones de vida material de los pueblos se transformaría por sí sola la conciencia ideológica de la gente. He aquí la causa esencial por la cual en varios países el socialismo pasa por pruebas.
El poderío político e ideológico del sujeto de la revolución es, precisamente, el de la unidad monolítica del líder, el partido y las masas. En nuestra sociedad socialista el Líder, el Partido y las masas constituyen un ente socio-político que comparte un mismo destino. La solidez de sus lazos consanguíneos se asegura por la unicidad ideológica y de dirección. La unicidad ideológica en ese ente se logra sobre la base de la idea del líder, y la de la dirección, por su guía. Nuestro Partido, llevando adelante las gloriosas tradiciones revolucionarias de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, estableció con firmeza el sistema de ideología única en todo su seno y la sociedad, y lo consolidó y desarrolló de generación en generación, y como resultado se ha logrado una unidad y cohesión invencible del Partido y las filas revolucionarias, basadas en la unicidad ideológica y de dirección y se ha dado un enérgico impulso a la revolución y la construcción.
La fuerza medular del sujeto de la revolución lo es el partido de la clase obrera, por eso, para robustecer este sujeto es menester reforzar primero el partido. El partido de la clase obrera es la fuerza orientadora de la revolución. El socialismo de nuestro país es de particular matiz gracias a que nuestro Partido se ha constituido como un nuevo partido revolucionario de tipo jucheano y ha conducido correctamente la revolución por un camino original.
Nuestro Partido es de nacimiento el partido revolucionario de tipo jucheano. A diferencia de los partidos de otros países el nuestro se ha desarrollado como partido revolucionario de tipo jucheano y organizado y dirigido de manera independiente la revolución, por eso en nuestro país ésta se ha cumplido cabalmente en todas sus etapas anteriores y establecido el peculiar socialismo a nuestro estilo.
Nuestro Partido y el pueblo van desarrollando y completando el socialismo a nuestro estilo sobre la base de la idea Juche.
El gran Líder no sólo abrió el camino original para implantar el régimen socialista sino que también señaló la vía más correcta para desarrollar y completar el socialismo.
La conformación de toda la sociedad según la idea Juche es el gran programa comunista para hacer progresar y perfeccionar el socialismo a nuestro estilo. Sólo transformando toda la sociedad según la idea Juche es posible hacer realidad completamente las exigencias de independencia de las masas populares.
Nuestro Partido se propone como objetivo estratégico en la construcción comunista ocupar las fortalezas ideológica y material del comunismo transformando al hombre, la sociedad y la naturaleza de acuerdo con lo que indica la idea Juche.
Un objetivo importante que se debe alcanzar sin falta en la transformación de toda la sociedad según la idea Juche es lograr la victoria total del socialismo. Lograrla por medio de imprimirles a todos los miembros de la sociedad los rasgos de la clase obrera y de llevar a una etapa uperior la economía y la cultura será un trascendental avance en la transformación de
toda la sociedad según la idea Juche.
El gran Líder esclareció, desde todos los ángulos, los rasgos de la sociedad socialista completamente triunfante y la estrategia y las tácticas para llegar a ella. Esa sociedad será realidad sólo cuando desaparezcan las acciones de las clases hostiles y la difusión de la ideología vieja, las diferencias entre la ciudad y el campo y las clasistas entre los obreros y campesinos, y se establezcan las sólidas bases materiales y técnicas del socialismo. Ya que actualmente en nuestro país todo el pueblo, firmemente armado con la idea Juche y unido férreamente alrededor del Partido y el Líder constituye el poderoso sujeto de la revolución, puede decirse que en el orden político e ideológico han madurado las condiciones principales para la victoria completa del socialismo. Si ahora damos un enérgico impulso a la construcción económica socialista y llevamos a una etapa superior la vida del pueblo, podremos ocupar la elevada cumbre del socialismo en cuanto al aspecto material.
El gran Líder ha dicho que el socialismo es donde todo el pueblo come arroz blanco con caldo de carne, viste ropas de seda y vive en casa de tejas; este es el anhelo secular de nuestro pueblo, que se hará realidad en un tiempo no lejano.
La teoría jucheana de la construcción socialista y comunista es la teoría sobre la edificación del comunismo, planteada en un nuevo plano sobre la base de los principios de la idea Juche y las experiencias prácticas de nuestra revolución. El marxismo- leninismo expuso algunos criterios sobre la construcción del socialismo y el comunismo, pero no traspasó los límites de la hipótesis y conjetura debido a las limitaciones de las condiciones de la época y la praxis. Tampoco pudo dar una correcta respuesta al problema de la revolución continua después del establecimiento del régimen socialista, porque partiendo del principio de la concepción materialista de la historia consideraba principalmente el progreso de la sociedad como la historia del relevo del modo de producción. No fueron pocos los paísesque ateniéndose de manera dogmática al principio del concepto materialista del marxismo sobre la historia no hicieron avanzar de continuo la revolución después de la implantación del régimen socialista y, desde que el revisionismo contemporáneo levantó cabeza, perpetraron las maquinaciones contrarrevolucionarias para acabar hasta con las conquistas revolucionarias.
La idea Juche fue la primera en aclarar científicamente que aun después del establecimiento del régimen socialista se debe continuar la revolución para eliminar los vestigios de la vieja sociedad en las esferas ideológica, técnica y cultural, lograr la victoria completa del socialismo y, más adelante, superar por completo el carácter transitorio de la sociedad socialista y pasar a la alta etapa del comunismo.
Para conquistar las fortalezas ideológica y material del comunismo transformando al hombre, la sociedad y la naturaleza según la idea Juche es necesario realizar las tres revoluciones: la ideológica, la técnica y la cultural. La línea de efectuar estas revoluciones es la más correcta, ya que garantiza plenamente el avance y completamiento del socialismo. Nuestro Partido, desde los primeros días de la construcción de la nueva sociedad orientó impulsarlas con energía en todas las esferas de la vida social. Nuestro Partido definió esas tres revoluciones como el contenido principal del proceso revolucionario que debe realizarse en la sociedad socialista después de la victoria de la revolución socialista y el establecimiento del régimen socialista, como la tarea de la revolución continua que se debe impulsar hasta que se establezca el comunismo. En las tres revoluciones es necesario priorizar con seguridad la ideológica. Puesto que el hombre es el encargado del progreso social y su conciencia ideológica desempeña un papel decisivo en la lucha revolucionaria, sólo cuando se prioriza la revolución ideológica es posible edificar con éxito el socialismo y el comunismo. En nuestro país, con invariable prioridad a la revolución ideológica en el proceso revolucionario y constructivo se da enérgico impulso a las revoluciones técnica y cultural para transformar cabalmente al hombre, la sociedad y la naturaleza según los postulados de la idea Juche. Mediante las tres revoluciones todos los integrantes de la sociedad han crecido como verdaderos comunistas con una firme concepción revolucionaria del Juche, la economía ha logrado un incesante auge siguiendo el camino de la adecuación a las condiciones del país, de la modernización y la fundamentación científica, y la cultura socialista ha alcanzado pleno avance y florecimiento.
La línea de las tres revoluciones es la más correcta para la construcción del socialismo y el comunismo, a la que debemos adherirnos firmes.
El modo del desarrollo y perfeccionamiento de la sociedad socialista después de implantado el régimen socialista depende de cómo se conduce y gobierna.
El régimen socialista nace con el entierro del capitalismo, y no de su placenta. Hay que conducir y gobernar la sociedad socialista no con métodos capitalistas sino con nuevos métodos acordes con las demandas consustanciales de la sociedad socialista.
Pero, la teoría anterior de la clase obrera no dio suficiente respuesta al problema de cómo guiarla y gobernarla y de cómo dirigir la construcción del socialismo y el comunismo. Por las limitaciones de dicha teoría y la insuficiencia de la praxis, en el pasado la dirección y el gobierno de la sociedad socialista adolecían de muchos remanentes capitalistas. Así se han aplicado anacrónicos métodos de dirección y gobierno como los de la administración del Estado con muchos elementos burocráticos y los de la gestión de la economía con el estímulo del interés material como lo fundamental. A medida que avanzaba la construcción socialista se comenzaron a evidenciar más las limitaciones en los métodos de gestión y administración anacrónicos que adolecían de muchos residuos capitalistas. Pero, en los países de Europa del Este en que el socialismo fue introducido, se aplicó tal como era el modelo soviético en los métodos de dirección y gobierno de la sociedad. En nuestro país también hubo un tiempo, después de la liberación de la Patria, en que los elementos contagiados con el dogmatismo y el servilismo a grandes potencias difundieron el burocratismo soviético y otros métodos de dirección y gobierno anacrónicos.
La tarea histórica de resolver el problema de la dirección y el gobierno de acuerdo con la demanda consustancial de la sociedad socialista se vio resuelta por primera vez, con éxito, con el método de dirección y el nuevo sistema de gestión económica que el gran Líder creó sobre la base de la idea Juche. Este, aplicando según las demandas reales de la construcción socialista el método de trabajo al estilo de la Guerrilla Antijaponesa creado en medio de las llamas de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, sistematizó desde todos los ángulos el método jucheano de dirección e hizo nacer el espíritu y el métodoChongsanri y el sistema de trabajo Taean y así se produjo en nuestro país un cambio revolucionario en las actividades del Partido y en la gestión del Estado y la economía.
En otros países, con el surgimiento del revisionismo contemporáneo el método de dirección y gobierno de la sociedad socialista llegó a introducir una mayor cantidad de elementos capitalistas y, en especial, con la adopción en todos los aspectos del método capitalista por los socialdemócratas contemporáneos se creó la grave situación de retroceder la sociedad al capitalismo.
El método jucheano de dirección con el sistema de orientación única del Líder, la línea revolucionaria de masas, el método de trabajo revolucionario y el estilo de trabajo popular como contenido principal, y el sistema jucheano de gestión de la economía con el sistema de trabajo Taean como lo principal, constituyen poderosas armas que permiten obtener éxitos en la construcción socialista y comunista.
Realmente nuestro socialismo es un socialismo peculiar que el pueblo forjó con brillantez sin fracasar y desviarse en lo más mínimo basándose en la certera idea rectora y apoyándose en sus propias fuerzas, y un socialismo prometedor que avanza con ímpetu por el camino que nos conduce a la victoria con claros objetivos y perspectivas.
2
Nuestro socialismo es el más ventajoso porque encarna por completo las demandas consustanciales del hombre.
La idea Juche dio por primera vez respuesta científica a los atributos esenciales del hombre y sobre esta base definió correctamente el camino que permite hacer realidad sus exigencias consustanciales. Nuestro socialismo, por estar basado en la idea Juche, las tiene materializadas completamente.
Nuestro socialismo encarna excelentemente la exigencia de independencia del hombre.
El hombre, como ente social que tiene la independencia como naturaleza, necesita vivir y progresar de manera independiente, libre de toda clase de subyugación. Para él la independencia es la vida más valiosa, esto es, la vida socio-política. El hombre tiene junto con la vida física la socio-política, y ésta constituye su característica esencial. El derecho del hombre es, ante todo, derecho socio-político y su dignidad se garantiza por la independencia socio-política. Realizar esta independencia deviene la condición primordial para hacer realidad todas las demandas consustanciales del hombre. Si las masas populares están sometidas en lo social y político, aunque transformen la naturaleza, no pueden gozar plenamente de sus beneficios ni librarse de trabas de la ideología y la cultura caducas. Defender con firmeza la independencia socio-política es una tarea vital para realizar la independencia de las masas populares.
Nuestro socialismo se la asegura a plenitud al pueblo. En nuestro país no existe ninguna condición social y económica que la limite gracias a que se cumplió plenamente la revolución socialista. Todo el pueblo disfruta de una vida muy digna en virtud de la gran solicitud del Partido y el Líder que le han dado la preciosa vida socio-política y la hacen brillar.
Las masas populares pueden ver realizada por completo su independencia sólo cuando se emancipan, ya no sólo del sojuzgamiento social y político, sino incluso de las ataduras de la naturaleza y de las viejas ideas y atraso cultural. Al establecerse el régimen socialista se realiza su independencia en el orden social y político, pero no están libres por completo de las trabas de la naturaleza y las viejas ideas y atraso cultural. Aun después de implantado el régimen socialista perviven en un determinado tiempo histórico vestigios de la sociedad explotadora, que constituyen el obstáculo principal para la plena verificación de la independencia de las masas populares. Por ello, aun después del establecimiento del régimen socialista debe continuar la revolución para liquidarlos. Mantenemos con firmeza la posición independiente en la revolución y la construcción e impulsamos con energía las tres revoluciones: la ideológica, la técnica y la cultural, gracias a lo cual el nuestro se ha convertido en un país independiente que en todas las esferas se desarrolla sin cesar con sus propias fuerzas, sin apoyarse en otros, y el pueblo en un glorioso pueblo que a la vanguardia emprende con éxito la causa del comunismo.
Hoy, en varios países se crea una grave situación al ser privadas las masas populares hasta de la independencia conquistada, por las conjuras contrarrevolucionarias de los imperialistas y los restauradores burgueses. Es ardua la lucha para lograr la independencia, pero no es menos arduo el combate para defender y proteger la obtenida. Los imperialistas maniobran con virulencia para arrebatarles la independencia a los pueblos de los países socialistas y volver a imponerles el yugo de la esclavitud colonial. Con miras a desbaratar esas maquinaciones, es menester proteger con firmeza el socialismo y fortalecerlo y desarrollarlo sin cesar. Para lograrlo es importante, ante todo, defender, fortalecer y hacer avanzar sin cesar el poder socialista y la propiedad socialista de los medios de producción que garantizan la independencia sociopolítica de las masas populares. Si ellas, al ser privadas de ésta, fueron sometidas a la esclavitud a lo largo de miles de años, fue porque no tenían en sus manos el poder ni los medios de producción. Sin embargo, los socialdemócratas contemporáneos, bajo el rótulo del puluralismo político, les abren a los reaccionarios derechistas el camino que les permite reconquistar el poder y hacen desaparecer la propiedad socialista insistiendo en la tenencia no estatal o en la privada. De esta manera los terratenientes y capitalistas de ayer, y sus descendientes y otros reaccionarios vuelven a tomar el poder y los medios de producción, y a oprimir y explotar a los pueblos.
Esto es el más abominable acto de traición, encaminado a venderles a los imperialistas y demás reaccionarios la independencia socio-política conquistada a precio de la sangre de los pueblos de los países socialistas.
La independencia de las masas populares es garantizada por la autodefensa en la salvaguardia nacional. Es inconcebible al margen del trabajo para defender la soberanía del país y la nación frente a la agresión de los imperialistas. Nuestro pueblo, materializando a cabalidad la línea militar de autodefensa, preparó sólidamente la capacidad de salvaguardia nacional autodefensiva y está en condiciones de rechazar cualquier maniobra agresiva de los imperialistas y preservar firmemente la independencia del país y la nación.
Los socialdemócratas contemporáneos dejan indefensos sus países ante la agresión de los imperialistas. Vociferando sobre las relaciones internacionales basadas en un nuevo “modo de pensar” renunciaron a la lucha contra los imperialistas y han reducido unilateralmente las fuerzas armadas y acelerado la conversión de la industria militar estatal en civil e, insistiendo en la apolitización y desideologización del ejército lo han desarmado por completo política e ideológicamente. Cuando los imperialistas, manteniendo y fortaleciendo la alianza militar e incrementando las fuerzas armadas, asechan la oportunidad para agredir, los pueblos de numerosos países corren el peligro de volver a convertirse en sus esclavos coloniales debido a las artimañas entreguistas de los socialdemócratas modernos. Todos los hechos muestran patentemente que el camino de la socialdemocracia contemporánea es, precisamente, el camino contrarrevolucionario que conduce a la violación de la independencia de las masas populares.
Nuestro pueblo, que, a través de la amarga vida colonial y esclava del pasado y de la nueva vida socialista, libre y digna, de hoy, conoce bien que sólo el socialismo le asegura la independencia y, considerando muy valioso nuestro socialismo que protege completamente la independencia de las masas populares, lucha con total entrega para defenderlo. Nuestro socialismo encarna por excelencia las demandas creadoras del hombre.
Este exige vivir y avanzar de manera creadora ya que es un ente social con creatividad por naturaleza. Realiza sin cesar las actividades creadoras tendentes a transformar la naturaleza y sociedad y a forjar su destino.
La superioridad esencial del socialismo se expresa en asegurar una vida digna y creadora a las masas populares. En nuestro país el Partido y el Estado aseguran bajo su responsabilidad todas las condiciones para que las masas populares trabajadoras disfruten a plenitud de esa vida. He aquí una causa importante por la cual nuestro socialismo se aviene a la naturaleza creadora del hombre.
El partido y el Estado de la clase obrera asumen la responsabilidad de asegurarle al pueblo la vida creadora, y esto es una exigencia consustancial de la sociedad socialista. Esta es la sociedad en la que el pueblo es dueño, y la misión del partido y el Estado de la clase obrera es servir al pueblo. En la sociedad socialista, de la vida creadora de todos sus miembros deben responsabilizarse el partido y el Estado de la clase obrera. Desde luego, no es fácil hacerlo. Por tanto no deben evitar su noble responsabilidad y deber que asumen ante el pueblo. Si no atienden bajo su responsabilidad la vida creadora del pueblo, la sociedad socialista no podrá mantener su carácter esencial revolucionario y popular.
En la actualidad los socialdemócratas contemporáneos eliminan de las funciones del partido y el Estado la responsabilidad y el deber de garantizarle la vida creadora al pueblo, y convierten a éste en un sujeto que se sostiene a costa de vender su fuerza de trabajo, sin ninguna protección estatal. De esta manera las condiciones de vida de la población no diferirán, a fin de cuentas, de las de la sociedad capitalista donde la vida y el destino de las personas son tratados como asuntos individuales y el Estado y el partido burgueses se muestran indiferentes ante la vida de los trabajadores sin que les importe que tengan trabajo o no, vivan o mueran de hambre. Esto es un fenómeno inevitable de la sociedad capitalista donde el Estado y el partido siguen siendo instrumentos para proteger los intereses de la clase explotadora. Pese a esto, los socialdemócratas contemporáneos, aun introduciendo el orden social y económico capitalista dicen que si aplicaran la “política de bienestar” podrían construir una “sociedad de bienestar”. En la sociedad capitalista no puede ser aplicada una verdadera política de bienestar en bien del pueblo. Si se aplica alguna “política de bienestar” en los países capitalistas, eso será nada más que una treta engañosa para encubrir las contradicciones clasistas de la sociedad y paralizar la resistencia de las masas del pueblo trabajador. Hoy el orden social y económico capitalista impuesto por los restauradores burgueses les trae sólo desempleo, pobreza y crimen, y no la verdadera vida creadora. La realidad muestra obviamente que sólo el sistema socialista en que el partido y el Estado de la clase obrera se responsabilizan de asegurarle la vida creadora al pueblo es el más ventajoso régimen social acorde con el atributo creador del hombre.
Nuestro socialismo materializa por excelencia la demanda consustancial del hombre no sólo al asegurarle la vida creadora a las masas populares sino también en el método de incentivar sus actividades creadoras. En nuestro país, como el método fundamental para poner en acción a los trabajadores se presenta anteponer la labor política a todas las demás, conforme a la exigencia connatural del hombre, y así poner al rojo vivo su elevado entusiasmo revolucionario y actividad creadora. De esta manera nuestros trabajadores, bien conscientes de ser los dueños de la revolución trabajan con plena entrega en bien de la sociedad, de la colectividad y de ellos mismos.
Los socialdemócratas contemporáneos, a contrapelo de la demanda connatural del hombre, sólo prestan atención al interés material, y absolutizándolo tratan de movilizar al hombre a base del dinero. Transformando todas las relaciones interpersonales en relaciones monetario-mercantiles, convierten a los trabajadores en esclavos del dinero, el cual es un medio para ser utilizado en aras de la vida de la gente y no un objetivo para su actividad creadora. Desde luego, en la sociedad socialista, por su carácter transitorio, pueden ser utilizados el interés material y la palanca monetaria. Pero, deben aprovecharse, en todo caso, como medio adicional de gestión y actividad económica sobre la base de elevar la conciencia revolucionaria de las gentes y bajo la dirección y el control planificados del Estado.
El método de movilizar a las personas con el dinero es capitalista, contrario al atributo esencial del hombre. Ese método crea el egoísmo y trae por consecuencia que la sociedad se convierta en capitalista. Lo prueba palpablemente la realidad imperante en los países donde es restaurado el capitalismo por los socialdemócratas contemporáneos.
Nuestro socialismo hace que el hombre despliegue plenamente su conciencia.
La conciencia es el atributo esencial del hombre que determina todas sus acciones, y la ideología desempeña el papel decisivo en sus actividades cognoscitivas y prácticas. El hombre, por poseer conciencia ideológica independiente, despliega con energía la acción creadora para comprender y transformar la naturaleza y la sociedad conforme a su voluntad y sus demandas y con su propia iniciativa. La vitalidad del régimen social depende de cómo éste hace que la conciencia del hombre se manifieste.
Una fuente importante de la gran superioridad y vitalidad de nuestro socialismo reside precisamente en el hecho de que es el régimen social en que se manifiesta en alto grado la conciencia del hombre. En nuestro país, por haberse ejecutado cabalmente la revolución socialista, desapareció el basamento socio-económico que da origen a las viejas ideologías. En nuestra sociedad socialista las ideas perniciosas existen sólo como remanentes de la vieja sociedad. Esto, claro está, no quiere decir que haya desaparecido el peligro de que resucite una vieja ideología. Con el cambio de las condiciones sociales y económicas, no se transforma por sí sola la conciencia ideológica del hombre. En ésta no puede existir un vacío. El hombre se deja influenciar por una ideología avanzada o negativa. Dado que los vestigios de la vieja ideología tienen profundas raíces y la penetración ideológica y cultural del imperialismo sigue sin cesar, si no se realiza bien la labor para armar con la nueva idea del comunismo, es lógico que se abrirá un espacio para la difusión de perniciosas ideologías. Para que el socialismo manifieste plenamente su superioridad y vitalidad, hay que contar con una excelente ideología y un sistema de educación ideológica revolucionaria que permitan dar al hombre nutriente ideológico.
Nosotros tenemos la idea Juche, la más revolucionaria de la época en que vivimos, y un sistema de educación ideológica revolucionaria. En la sociedad socialista la labor para dar la educación revolucionaria a la gente la efectúa el partido de laclase obrera. Las personas asimilan el nutriente político y adquieren el temple revolucionario a través de este partido y las organizaciones políticas dirigidas por él. En nuestro país el Partido revolucionario, que tiene por idea directriz la gran doctrina Juche, dirige nuestra sociedad socialista, gracias a lo cual la cuestión de la educación revolucionaria del pueblo se resuelve con éxito. En toda la sociedad reina el sublime rasgo político e ideológico de que todos los miembros, agrupados érreamente en torno al Partido y el Líder se esfuerzan abnegadamente en bien de éstos y de la Patria y el pueblo, siendo su única convicción la idea Juche. Esta es la fuente de la gran superioridad y la invencible vitalidad de nuestro socialismo. Nuestro pueblo, por poseer la noble idea revolucionaria y el espíritu indoblegable de lucha pudo abrir victoriosamente el difícil camino de la revolución coreana y hoy avanza continua y vigorosamente por el sendero del socialismo rechazando todos los retos de los imperialistas. Pero, antes, en no pocos países se produjo la grave situación donde la gente se degeneró ideológicamente y la causa socialista fue llevada al borde del peligro porque no realizaron con tino el trabajo para pertrechar con la ideología revolucionaria de la clase obrera. Todo esto pone en claro que sólo tomando como lo principal la labor encaminada a transformar de manera revolucionaria la ideología del hombre, y a ponerla en acción conforme a su atributo esencial como ente social con conciencia, es posible construir con éxito el socialismo y mostrar a plenitud sus ventajas.
Nuestro socialismo tiene materializada por excelencia la demanda colectivista del hombre.
El hombre es un ser social que estableciendo relaciones sociales, vive y actúa dentro de la comunidad social, por eso demanda, como algo connatural, el colectivismo tendente a vivir compartiendo el destino con la comunidad social y cooperando con sus congéneres. El hombre, como es ser social, sólo en el colectivo social puede forjar su destino de modo independiente y creador. Para el hombre el colectivismo es la exigencia fundamental para vivir con dignidad como miembro de la comunidad social. Sólo cuando como un integrante de colectivo social vive compartiendo con éste un mismo destino, puede hacer brillar la vida socio-política y disfrutar de una digna vida como dueño de su destino. El colectivismo deviene una condición fundamental para fortalecer el poderío del colectivo social.
El hombre puede desempeñar plenamente el papel creador sólo en el marco del colectivo social. La capacidad creadora del hombre para transformar la naturaleza y la sociedad se pondrá en pleno juego sólo cuando se integra a un colectivo social e intensifica la colaboración.
Aunque para el hombre el colectivismo es su demanda connatural, en la sociedad explotadora se pisotea despiadadamente y predomina el individualismo, que, producto del sistema de propiedad privada, es, originalmente, la ideología de la clase explotadora. El individualismo, surgido como ideología de las clases dominantes reaccionarias de la sociedad explotadora llegó a su apogeo en la sociedad capitalista provocando la enajenación de la razón y conciencia del hombre. En particular, los imperialistas y capitalistas monopolistas, cuya codicia individualista ha llegado a un punto extremo, no vacilan en valerse de cualquier método cruel para apoderarse de riquezas.
En nuestro país el sistema socialista se consolida y avanza sobre la base del colectivismo y se fortalece la educación en él de todos los integrantes de la sociedad, gracias a lo cual el colectivismo se manifiesta en alto grado. Cuando digo que la sociedad socialista se basa en el colectivismo, no quiero decir que ignora los intereses individuales.
En la sociedad socialista los intereses individuales concuerdan con los del colectivo, que recogen los individuales.
En nuestra sociedad socialista donde se ha plasmado la idea Juche que considera lo más valioso al hombre no sólo los intereses del colectivo sino también los del individuo son respetados y se presta gran atención a todos. Cada persona progresa y disfruta de una vida feliz en el desarrollo y la prosperidad del colectivo, y he aquí la superioridad esencial de nuestro socialismo. Los socialdemócratas contemporáneos, oponiéndose al colectivismo e impugnando que éste es el totalitarismo, fomentan el individualismo burgués y así van convirtiendo la sociedad en una sociedad corrupta y degenerada donde reina el individualismo extremo, que persigue sólo el bienestar individual sin hacer caso de lo que sucede con el país y la nación.
Todos los hechos prueban claramente que nuestro socialismo en que todos los miembros de la sociedad gozan a plenitud de la vida independiente y creadora, ayudándose y guiándose unos a otros con el espíritu colectivista en pleno despliegue, es la mejor sociedad socialista, concordante con las demandas consustanciales del hombre.
3
La superioridad de nuestro socialismo se manifiesta plenamente en las esferas política, económica, ideológica y cultural.
La vida política tiene decisivo significado en la vida social de la gente. Las masas populares pueden gozar de una vida independiente y creadora sólo cuando llevan una auténtica vida política como dueñas de la política.
Nuestro pueblo participa en actividades políticas de sumo valor en la sociedad socialista.
El valor de estas actividades se manifiesta en que todos los habitantes gozan de la libertad y los derechos auténticamente democráticos como dueños del Estado y la sociedad. Nuestra sociedad socialista es una verdadera sociedad democrática que le asegura al pueblo auténtica libertad y derechos políticos. Nuestra democracia es una democracia socialista a nuestro estilo, que tiene encarnada la idea Juche.
Desde temprano nuestro país viene resolviendo a nuestro estilo el problema de la democracia de acuerdo con su realidad concreta y sobre la base de la idea Juche. Después de la liberación el gran Líder presentó la línea de la democracia progresista conveniente a la voluntad, las ideas y los sentimientos de nuestro pueblo. Esta democracia progresista de nuevo tipo se opone a los imperialistas y sus lacayos y garantiza la libertad y los derechos auténticos a todos los que aman al país y la nación.
En nuestro país esta democracia evolucionó como democracia socialista a nuestro estilo, conforme a las nuevas condiciones históricas en que se estableció el régimen socialista.
La democracia socialista a nuestro estilo es la democracia centrada en las masas populares, en la que todos los trabajadores disfrutan a plenitud de la vida independiente y creadora con iguales derechos y libertad como miembros iguales de la sociedad, ayudándose y guiándose unos a otros. En nuestro país donde la democracia es el principal modo de actividad del Estado, los trabajadores toman parte activa en su administración como dueños del Poder y ejercen a plenitud los derechos a todas las actividades sociales y políticas. Según la voluntad de las masas populares se traza y ejecuta la política de acuerdo con sus intereses. El régimen socialista de nuestro país es el sistema auténticamente democrático que garantiza realmente a las masas populares la libertad y los derechos verdaderos.
Por naturaleza, el socialismo es la auténtica democracia; de ninguna manera pueden separarse socialismo y democracia. Sin embargo, los socialdemócratas contemporáneos hablan ruidosamente del “socialismo democrático”, separando artificialmente el socialismo de la democracia. La democracia en que insisten ellos es una “democracia pura”, una democracia sin dictadura. En la historia nunca ha existido democracia sin dictadura. Mientras existe la lucha clasista, la democracia adquiere un carácter clasista y se relaciona con la dictadura. La democracia socialista ejerce estrictamente la democracia sobre las masas populares, pero la dictadura sobre los enemigos de clase que la violan. Al contrario, la democracia burguesa aplica la democracia para la minoría de las clases explotadoras, pero la más cruel dictadura para la clase obrera y demás amplias masas del pueblo trabajador.
La capitalista no es una sociedad democrática, sino es la sociedad de la omnipotencia del oro donde se conocen sólo el dinero y el poder, la sociedad donde rige la ley de la selva, la sociedad llena de falsedades y engaños. No puede existir auténtica democracia en la sociedad capitalista donde las masas del pueblo trabajador son esclavas de los capitalistas monopolistas quienes tienen en sus manos incalculable cantidad de dinero.
Sin embargo, los socialdemócratas contemporáneos maniobran febrilmente para introducir la democracia burguesa, abrigando ilusiones sobre la sociedad capitalista como si en ella existiera alguna libertad y democracia. Esto se manifiesta de manera concentrada en la admisión del parlamentarismo y el pluripartidismo de carácter burgués. Este parlamentarismo y pluripartidismo son instrumentos para ejecutar la dictadura burguesa, y no la política democrática.
Los capitalistas emplean el parlamento burgués para legitimar la cruel explotación y opresión a las masas del pueblo trabajador. Aunque los gobernantes capitalistas se entregan al rejuego de elecciones con miras a ponerle la máscara de democracia al parlamentarismo burgués, la lucha electoral no es una lucha de criterio político sino una lucha de dinero. Los capitalistas monopolistas y sus representantes que gastan mucho dinero en las elecciones obtienen la mayoría de los escaños en el parlamento burgués. En tal parlamento no puede ser adoptada una ley o una decisión a favor de las masas populares. La aprobación de una u otra en el parlamento burgués no es más que seguir un determinado procedimiento para legalizar una resolución ya adoptada por los capitalistas monopolistas y sus representantes fuera del parlamento.
Lo mismo ocurre también con el pluripartidismo burgués. En la sociedad capitalista no sólo la clase explotadora y la explotada están frente a frente en lo clasista, sino que también en el seno de la clase explotadora se contraponen sus intereses.
Reflejando tales relaciones clasistas de la sociedad explotadora surgen varios partidos y se introduce el pluripartidismo. Los manipuladores reales que detrás del pluripartidismo burgués deciden a su antojo la política, son los grandes capitalistas monopolistas. Este se emplea para disfrazar la esencia reaccionaria de la dictadura burguesa y para embellecerla.
Los imperialistas dejan a un lado de la noche a la mañana hasta ese parlamentarismo y pluripartidismo burgueses de carácter formal si se convierten en un obstáculo para mantener su dominación reaccionaria, y pasan a la dominación fascista abierta. A consecuencia de que los socialdemócratas contemporáneos los introdujeron, cerrando los ojos intencionadamente ante su esencia reaccionaria, a los pueblos les sobrevino la catástrofe y no la democracia. Como resultado de haber introducido el pluripartidismo y realizado las llamadas “elecciones libres” quien ocupó la mayoría en el parlamento no resultó ser el partido de la clase obrera sino la alianza de los partidos reaccionarios de diversos tipos. A través de las “elecciones libres”, los enemigos clasistas y los estafadores políticos se hicieron de no pocos escaños en el parlamento, disfrazándose de “amigos del pueblo”. Así, en varios países en que se introdujeron el parlamentarismo y el pluripartidismo burgueses, se restauró el capitalismo y no se aseguran a los pueblos la libertad y los derechos políticos, sino se le imponen infortunios y sufrimientos.
La histórica lección nos enseña claramente que no se debe abrigar ninguna ilusión acerca de la democracia burguesa y que se tiene que seguir sólo el camino de la democracia socialista. La valiosa vida política de nuestro pueblo se expresa en que todos participan en la vida político-orgánica revolucionaria, incorporados a determinadas organizaciones políticas.
Cuando el hombre participa en las actividades políticoorgánicas integrado a la organización del partido o una agrupación política dirigida por éste, puede llevar una digna vida socio-política y hacerla brillar, asimilando como su nutriente la idea revolucionaria del líder y la política del partido, su encarnación.
En nuestro país todas las personas toman parte en las actividades político-orgánicas, incorporadas a organizaciones políticas. Para nuestro pueblo estas actividades constituyen una parte de la vida cotidiana, ya generalizada. Nuestro pueblo, considerándolas como actividades de gran valor que le dan brillo a la vida socio-política, participa a conciencia en la vida orgánica.
Los socialdemócratas contemporáneos fomentan la libertad ilimitada tildando la vida político-orgánica de “restricción de la libertad”. Si el hombre come y vive simplemente sin hacer nada, sin llevar esa vida orgánico-política como miembro del colectivo social, esto no se puede considerar una vida humanamente digna. En varios países las organizaciones políticas revolucionarias fueron desarticuladas por las maniobras de los socialdemócratas contemporáneos, como resultado de lo cual las personas no llevan auténticas actividades políticoorgánicas, y no pocos, dejándose engañar por los ardides de los contrarrevolucionarios sirven de instrumento a los reaccionarios en sus organizaciones políticas.
La realidad muestra claramente que sólo la vida políticoorgánica que se lleva incorporado a la organización del partido o a una organización política guiada por éste, constituye la auténtica actividad político-orgánica que hace brillar la vida socio- política.
La vida económica constituye el fundamento de la vida social.
Nuestra sociedad socialista garantiza las condiciones materiales a todos los trabajadores para que puedan gozar a plenitud de la vida independiente y creadora. Nuestro pueblo recibe del
Estado, a precio muy bajo, las provisiones y también se le aseguran gratis o a precio muy barato, todas las condiciones necesarias para comer, vestir y morar, y ahora vive sin conocer ni siquiera la palabra impuesto porque fue abolido por completo con todos sus tipos. Nuestro Partido y el Gobierno de la República han tomado varias medidas populares, entre ellas los sistemas de enseñanza y de asistencia médica gratuitas en correspondencia con la naturaleza de la sociedad socialista, y adoptan otras más según lo facilitan las condiciones. En nuestro país, el Estado atiende bajo su total responsabilidad la vida de los ancianos desamparados, inválidos y niños. Y el pueblo recibe beneficios del seguro social de varios tipos y otros muchos por parte del Partido y el Estado. En nuestro país, partiendo del carácter transitorio de la sociedad socialista, se realiza la distribución socialista según la calidad y la cantidad del trabajo realizado y se utilizan las palancas económicas como el precio, pero en este caso se establecen el salario y el precio ajustándose al principio de mejorar de modo sistemático y por igual la vida del pueblo. No es grande la diferencia del salario de los trabajadores y se encamina a reducirla todavía más. En lo que se refiere al precio de las mercancías se establece bajo el recio de los artículos de consumo masivo y, más bajo aún, en especial, el de los necesarios para los niños y escolares. Cada trabajador tiene asegurado el trabajo y excelentes condiciones para la labor creadora. En nuestro país no hay ni un desempleado ni un mendigo, y todos los trabajadores hacen florecer la digna vida creadora. Bajo la sabia dirección y la gran solicitud del Partido y el Líder todos los integrantes de la sociedad disfrutan por igual de una vida feliz ayudándose y guiándose, libres de preocupaciones por la comida, la ropa y la vivienda, lo que constituye un aspecto de la verdadera vida material de nuestra sociedad.
Los socialdemócratas contemporáneos, lejos de resolver el problema de la vida material del pueblo de acuerdo con la exigencia consustancial de la sociedad socialista, maniobran obstinadamente para convertir en capitalista la vida económica haciéndose ilusiones respecto a la vida material en la sociedad capitalista. Ellos, difamando la vida material de la sociedad socialista como “igualdad de la pobreza” y apreciando por lo alto la del capitalismo donde “los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres”, introducen abiertamente el orden económico capitalista. La vida económica capitalista es la más inhumana, la que trae a las masas populares sólo infortunios y sufrimientos. En la sociedad capitalista los monopolistas y las capas privilegiadas poseen una gran cantidad de bienes producidos a costa de la sangre y el sudor de las masas del pueblo trabajador, con los cuales llevan una vida fastuosa, degenerada y viciosa, mientras el amplio sector de las masas populares trabajadoras languidecen en el desempleo, la pobreza, la enfermedad y otros infortunios. La introducción de la vida económica capitalista sería inconcebible si no existieran los traidores a la revolución quienes persiguen sólo la opulencia y el lujo personales sacrificando los intereses de los pueblos. Las conjuras de los socialdemócratas contemporáneos encaminados a convertir en capitalista la vida económica se manifiestan concentradamente en convertir la economía planificada socialista en la de mercado capitalista. Ellos, aun introduciéndola, vociferan que construyen un “socialismo humanitario y democrático”. La economía de mercado nunca puede ser compatible con el socialismo. Está basada en la propiedad privada y el individualismo. La ilimitada acción de la ley del valor que constituye la característica principal de esta economía y el predominio de la competencia ilimitada tienen por base la propiedad privada de los medios de producción. Por eso, ellos impulsan la tarea de convertir estos medios en propiedad privada para implantar la economía de mercado capitalista. A individuos les han vendido a su antojo fábricas, empresas y tierras que eran propiedad estatal e, incluso, las dan a bajos precios a capitalistas extranjeros. Los socialdemócratas contemporáneos, mientras introducen la economía de mercado cimentada en la propiedad privada, hablan de que alcanzarán alguna prosperidad económica, pero esto es una ilusión irrealizable.
La historia ya confirmó la verdad de que el vertiginoso e incesante progreso de la producción social puede lograrse sólo con la economía planificada socialista.
En nuestro país la economía planificada se realiza a escala nacional sobre la base de la única propiedad socialista de los medios de producción. Esta economía muestra su creciente superioridad y vitalidad sobre la base de la cada día más sólida y adelantada propiedad socialista y del elevado espíritu colectivista del pueblo.
Aquí todas las actividades económicas se realizan conforme a la exigencia consustancial de la sociedad socialista y según el plan unificado del Estado. La producción y la circulación, la acumulación y el consumo son planificados a escala de toda la sociedad, y sobre esta base la economía aumenta sin cesar a un alto ritmo. Tal ritmo de desarrollo económico a pesar del atraso histórico y las maquinaciones obstaculizadoras de los imperialistas es una fehaciente prueba de la superioridad y vitalidad del régimen económico socialista de nuestro país.
En la sociedad capitalista en que predomina la economía de mercado basada en la propiedad privada de los medios de producción siguen siendo fenómenos inevitables el carácter anárquico de la producción, el enorme despilfarro de mano de obra, el estancamiento y bancarrota cíclicos de la economía. La economía de mercado capitalista contribuye a engrosar más los grandes monopolios mientras lleva a los trabajadores a la pobreza, y a los medianos y pequeños empresarios a la bancarrota y la ruina. Esto agrava la diferencia y la contraposición entre los polos: “los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres” y así empuja a la sociedad capitalista hacia la cada vez más grave crisis política y económica. Las desastrosas consecuencias de la economía de mercado se manifiestan gravemente en los países en que la economía planificada socialista se ha convertido en la de mercado capitalista por obra de los restauradores burgueses. En estos países, como resultado de introducir la economía de mercado en todas las vertientes, se ha destruido la unidad del progreso económico y agravado su desequilibrio, con la consiguiente depresión de la producción y el arruinamiento de la vida socio-económica en todos los aspectos.
Así fue como aumentó el desempleo, subieron los precios de las mercancías y se agotaron los artículos de primera necesidad dando pie al empeoramiento de la vida de la población. La economía de mercado es la causa de la diferencia entre los pobres y los ricos y de toda clase de injusticia y corrupción, incluida la economía sumergida, lo que crea un gran caos en la economía y todas las demás esferas de la vida social.
Al mismo tiempo que en varios países se efectúa ruidosamente la transición a la economía de mercado, los imperialistas y los capitalistas monopolistas traman astutos ardides para conseguir la penetración económica, vociferando sobre la llamada “cooperación económica” y “ayuda”. La dependencia económica trae, a fin de cuentas, la pérdida de la independencia política.
Instigar a la contrarrevolución valiéndose de la “cooperación económica” y la “ayuda” es un método habitual de los imperialistas. Si no se le da paso a su penetración económica, los imperialistas, invocando “sanciones” y cosas por el estilo, practican la política de presión política y militar y de bloqueo económico. Los países socialistas deben promover con otros países la cooperación y el intercambio económicos en adhesión al principio de igualdad y beneficio mutuo, pero tienen que rechazar categóricamente las maquinaciones de los imperialistas tendentes a incentivar la contrarrevolución con la “colaboración económica” y la “ayuda” y a violar la independencia política. Quienes hacen la revolución, en lugar de depositar esperanzas en la humillante “colaboración económica” y “ayuda”, deben considerar honor y obligación esforzarse por realizar la causa de independencia del pueblo con el espíritu revolucionario de apoyarse en sus propias fuerzas y de luchar con tenacidad.
En breve espacio de tiempo posbélico, nuestro Partido y el pueblo, poseedores de la firme convicción y voluntad de realizar con sus propias fuerzas la revolución y la construcción, levantaron sobre las ruinas, a lo que fue reducido todo por los imperialistas norteamericanos, una sólida economía nacional independiente, que constituye el fundamento material que garantiza la consolidación y el desarrollo del régimen socialista.
Sólo construyendo una sólida economía nacional independiente es posible asegurar la independencia política, hacer firme la base material y técnica del socialismo y mejorar sin cesar la vida material y cultural de la población, manifestando así en un alto grado la superioridad del régimen socialista. Nuestro pueblo, bajo la dirección del Partido y con el pleno despliegue del espíritu revolucionario de apoyarse en las propias fuerzas y de luchar con tenacidad, construyó la sólida economía nacional independiente, gracias a lo cual da enérgico impulso a la causa socialista sin vacilar en lo más mínimo ante ningún bloqueo económico de los imperialistas y la fluctuación económica mundial.
La vida ideológica y cultural es una esfera importante en la actividad social. A través de ella la gente llega a tener conciencia ideológica independiente, cultivarse la capacidad creadora, poseer nobles rasgos espirituales y morales y satisfacer sus variadas exigencias culturales y estéticas.
El socialismo asegura a las masas populares la vida ideológica y cultural a tenor con la naturaleza del hombre, ente social.
En nuestra sociedad socialista las masas populares, poseedoras de la ideología y la cultura y de conciencia ideológica independiente, gozan a plenitud de la sana y rica vida cultural y estética.
La conciencia ideológica que el pueblo debe tener como dueño de su destino es la independiente. Sólo armándose con ésta puede mantener la posición independiente y creadora en la revolución y la construcción, oponerse con entereza a todo tipo de ideas reaccionarias burguesas y oportunistas y mantener con firmeza el principio revolucionario y la posición de clase obrera.
Nuestro Partido, al armar firmemente al pueblo con la idea Juche, lo ha convertido en un pueblo con sólida conciencia independiente. Aquí todos los trabajadores, con conciencia ideológica de independencia llevan según su deseo una vida digna como dueños de su destino y del Estado y la sociedad.
La conciencia ideológica de independencia está imbricada con la idea colectivista. Tal como la posición independiente del hombre es inconcebible al margen del colectivo social, igualmente no se puede imaginar la conciencia ideológica de independencia fuera del colectivismo. En nuestro país, al intensificar la educación en el colectivismo los trabajadores ponen en pleno juego el espíritu revolucionario de luchar abnegadamente en aras del Partido y el pueblo, de la sociedad y el colectivo, ayudándose y guiándose unos a otros bajo la consigna: “¡Uno para todos y todos para uno!”. La elevada conciencia de independencia y el espíritu colectivista de nuestro pueblo se ponen plenamente de manifiesto al considerar valiosa la vida sociopolítica. En el camino de la revolución por la independencia de las masas populares, puede perderse la vida física, pero no dejar que se manche la vida socio-política; esto es el noble rasgo ideológico y espiritual de nuestro pueblo.
En nuestra sociedad socialista los trabajadores crecen como poderoso ente que posee capacidad creadora y altas cualidades.
En nuestro país, país de estudio y educación en que todo el pueblo aprende, la intelectualización de toda la sociedad se lleva a cabo con éxito. Aquí se ha puesto en vigencia la enseñanza obligatoria general de 11 años y se desarrolla la enseñanza superior, gracias a lo cual los integrantes de la nueva generación se preparan como mejores cuadros nacionales y constructores del socialismo, y en virtud del ordenado sistema educacional en el que se compaginan el estudio y el trabajo, los trabajadores se cultivan la capacidad creadora. Gracias al ordenado sistema de estudio establecido en todo el Partido y la sociedad y las excelentes condiciones creadas al respecto, todos los cuadros y trabajadores mejoran sin cesar su calificación política y profesional.
En nuestro país, con la creación de la cultura nacional socialista se asegura al pueblo una mejor vida cultural y estética.
Al florecer y progresar la cultura revolucionaria y popular, nacional en la forma y socialista en el contenido, nuestro país ha adquirido fama como nación de brillante cultura, nación del arte. Aquí los bellos rasgos y costumbres y la moral del pueblo se promueven conforme a la realidad socialista, con plenas manifestaciones de su moral y vida sana sobre la base de la camaradería, el deber y la conciencia revolucionarios.
La sana y multifacética vida ideológica y cultural que goza nuestro pueblo es de muy alto valor y digna, y sólo se puede llevar bajo el régimen socialista de nuestro país.
En varios países en que la labor ideológica y la creación cultural no se realizaron con tino, de conformidad con la demanda consustancial del socialismo, se ha producido la grave consecuencia de degenerarse y corromperse la sociedad socialista.
Los socialdemócratas contemporáneos introducen a su antojo la ideología y la cultura burguesas como si éstas fueran de algún “valor para la humanidad”.
La ideología y la cultura burguesas son las más reaccionarias porque corrompen y degeneran a la gente. Los gobernantes capitalistas consideran como gente peligrosa a las personas independientes despiertas en lo ideológico y preparadas en lo cultural. Por eso, los capitalistas monopolistas gastan enorme cantidad de dinero y otros recursos para cerrarles el paso al progreso ideológico y cultural a los trabajadores y degradarlos en lo ideológico y espiritual. En la sociedad capitalista reinan la ideología y la cultura reaccionarias destinadas a justificar la explotación y opresión a las masas del pueblo trabajador, la agresión y el saqueo a otros países, paralizar la conciencia revolucionaria de ellas, y atrofiar su capacidad creadora. En esa sociedad donde prevalecen la ideología y la cultura burguesas, se consideran como motivos de orgullo la explotación, el saqueo y la vida ociosa, mientras la conciencia y el trabajo sincero son despreciados; reinan el engaño, el fraude, el asesinato, el pillaje, el tráfico de seres humanos y otros diversos delitos; cunden la depravación, la inmoralidad, la corrupción y el libertinaje; y se fomentan la discriminación nacional, el racismo y la fobia al hombre. Las masas populares no disfrutan de los bienes espirituales y culturales creados por ellas mismas sino son víctimas de la ideología y cultura reaccionarias difundidas por la clase dominante. Como resultado de que los socialdemócratas contemporáneos han introducido a ciegas la ideología y la cultura burguesas corrompidas, la gente ha quedado presa de ellas, la sociedad se pudre y enferma, y renace el capitalismo.
Esto prueba claramente cuáles son las consecuencias de la penetración ideológica y cultural burguesa. Los imperialistas no sólo convierten a los pueblos de sus países en mutilados espirituales sino que, además, maniobran virulentamente para hacer degenerar desde el interior los países socialistas mediante la penetración de su corrupta ideología y cultura burguesa. Cuanto más se intensifican las conjuras de los imperialistas para la penetración ideológica y cultural burguesa, tanto más estrictamente se deben impedir y desarrollar la ideología y cultura socialistas revolucionarias. Los imperialistas y los enemigos clasistas, valiéndose del individualismo y el egoísmo que existen en la sociedad socialista como vestigios de la vieja ideología, maniobran con astucia para difundir la ideología y la cultura burguesas. Nuestro Partido, mediante el bloqueo estricto de la penetración de la cultura e ideología burguesas de los imperialistas y la enérgica lucha para superar el individualismo y el egoísmo, impidió su infiltración y logró que en toda la sociedad prevalecieran la ideología y la cultura revolucionarias.
Debemos rechazar consecuentemente la penetración ideológica y cultural de los imperialistas y realizar de continuo y con energía la revolución en los dos órdenes con miras a elevar sin cesar el nivel ideológico y cultural de la sociedad y hacer florecer más plenamente la sana y noble vida ideológica y cultural de nuestro pueblo.
Nuestro socialismo es el más ventajoso y manifiesta su vitalidad inagotable, y es firme e inconmovible el apoyo y confianza que el pueblo le expresa a este socialismo a nuestro estilo.
El socialismo es una causa que inicia el líder y se completa bajo la dirección de él y el partido.
La historia de la construcción del socialismo a nuestro estilo coincide con la gloriosa y brillante historia revolucionaria del gran Líder quien condujo al pueblo por el recto camino de la victoria, y con la de la lucha del Partido. Si nuestro pueblo ha podido avanzar con firmeza por el camino del socialismo indicado por la idea Juche y escogido por él mismo según su convicción, y levantado el más ventajoso socialismo a nuestra manera, ha sido porque esa idea creada por el gran Líder ilumina el camino de nuestra revolución y cuenta con la correcta dirección de éste y el Partido.
Es ilimitado el orgullo y la dignidad de nuestro pueblo que bajo la sabia guía del Líder y el Partido abre el original camino socialista y crea una nueva vida feliz. Nuestro pueblo se siente muy orgulloso por haber nacido como miembro de la nación coreana y porque ésta es la mejor. También es enorme su orgullo y dignidad por tener al gran Líder, ser dirigido por el gran
Partido, guiarse por la inmortal idea Juche y vivir en el más ventajoso régimen socialista. Este orgullo y dignidad sirven de fuente de las nobles ideas y sentimientos: venerar sin límites al Líder, confiar sin reservas en el Partido, seguir ilimitadamente a la idea Juche y apreciar el socialismo a nuestro estilo. No hay en este mundo fuerza capaz de detener la marcha de nuestro pueblo, que bajo la dirección del gran Líder y el gran Partido avanza con el gran orgullo y la dignidad nacionales, con la bandera de la idea Juche, la bandera del socialismo, en alto.
La causa de nuestro socialismo con la idea Juche como la rectora es invencible. Nuestro pueblo tiene profundo amor a la causa socialista del Juche que iniciara con su propia fuerza siguiendo el camino escogido por él mismo, y ama sin límites a nuestra Patria donde se ha hecho realidad el ideal socialista. Y protegerá y llevará hasta el fin la causa jucheana del socialismo iniciada a costa de su sangre y sudor, independientemente de qué lado sople el viento y de qué pruebas le esperen.
La superioridad de nuestro socialismo es la de la idea Juche en que se basa, y avanzaremos enarbolando invariablemente la bandera de esta idea: he aquí la segura garantía para la victoria definitiva de la causa del socialismo y el comunismo.
Todos los miembros del Partido y los trabajadores deben armarse más sólidamente con la idea Juche y materializarla continua y cabalmente para, de esta manera, hacer brillar más el socialismo a nuestro estilo.
El camino que hace brillar el socialismo es, precisamente, el de defender y aplicar sin falta la línea y la política del Partido.
Los militantes y los trabajadores deben tenerla como firme convicción y esforzarse con todo vigor e inteligencia para llevarla a la práctica de modo estricto.
La lucha por el socialismo acompaña una fiera batalla de clases contra el imperialismo y los enemigos clasistas de todo tipo, la cual continuará hasta el triunfo definitivo del socialismo y el comunismo. Todos los trabajadores y los integrantes de la nueva generación, con ilimitado odio a todos los regímenes y las clases explotadores y con el intransigente espíritu de lucha contra ambos, tienen que luchar resueltamente para hacerle frente al desafío de los imperialistas encabezados por los norteamericanos y los enemigos clasistas. Al impedir estrictamente la penetración de las ideas y la cultura perniciosas de toda laya, contrarias a la idea Juche, debemos asegurar con firmeza la pureza de la idea y la cultura del socialismo.
El proceso de la construcción del socialismo y el comunismo es un proceso en que todas las relaciones de la sociedad se complementan sobre la base del colectivismo y se elevan a una altura sublime los rasgos ideológicos y espirituales de la gente. Los militantes y demás trabajadores deben dotarse firmemente del espíritu colectivista para así apreciar más los intereses del pueblo, de la sociedad y el colectivo que los individuales, y hacer brillar la valiosa vida social y política.
Fortalecer el Partido y elevar su papel dirigente es la garantía decisiva para la victoria del socialismo. Mediante la consolidación organizativa e ideológica del Partido, el robustecimiento en todos los aspectos de su capacidad combativa y la agrupación de las amplias masas a su alrededor, debemos hacer más sólida la unidad monolítica del Líder, el Partido y las masas.
Fortaleciendo por todos los medios el rol dirigente del Partido en la revolución y la construcción debemos impulsar con fuerza la edificación del socialismo. Todos los militantes y demás trabajadores, enarbolando la consigna revolucionaria: “¡Cumplimos si lo decide el Partido!”, deben esforzarse abnegadamente para defender la causa del Partido y realizar su gran proyecto. Todos los cuadros, dotados con el revolucionario punto de vista de masas, deben entrar profundamente entre ellas, tratarlas con corazón propio de una madre, compartir con ellas la vida y la muerte, las alegrías y las penas y conducirlas con el propio ejemplo.
Manifestar plenamente la superioridad del régimen económico del socialismo y lograr un incesante auge en la construcción económica socialista es una tarea importante para dar cima a la causa del socialismo y comunismo. En la construcción económica socialista hemos alcanzado colosales éxitos, pero aún tenemos muchos trabajos que realizar. No vanagloriarse de la victoria, no temer a la dificultad, innovar y avanzar ininterrumpidamente es la cualidad revolucionaria de nuestro pueblo. Tenemos que seguir manteniendo el espíritu revolucionario y el estilo combativo que mostramos en el decursar de la ardua lucha revolucionaria hasta que la causa revolucionaria del Juche llegue a la victoria definitiva. Todos los cuadros y los trabajadores, muy fieles a la dirección del Partido y el Líder, deben registrar innovaciones y ascenso incesantes en todos los sectores de la economía nacional para, de este modo, frustrar las conjuras antisocialistas de los imperialistas y los reaccionarios, y dar un enérgico y continuo impulso a la revolución y la construcción.
Todos los cuadros, los militantes y demás trabajadores, avanzando con firme paso por el camino del socialismo a nuestro estilo bajo la bandera revolucionaria de la idea Juche y enarbolando la consigna combativa de “¡Vivir a nuestra manera!”, tienen que lograr lo más pronto posible la victoria total del socialismo y la reunificación de la Patria y culminar la causa revolucionaria del Juche.
ARMEMONOS FIRMEMENTE CON LAS TEORIAS JUCHEANAS SOBRE LA ADMINISTRACION ECONOMICA SOCIALISTA
¡TRABAJADORES DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!
KIM JONG IL
Mensaje enviado a los profesores, empleados y estudiantes del Instituto Superior de Economía Nacional, que celebran el aniversario 45 de su fundación
1° de julio de 1991
I N D I C E:
1. Acerca del principio fundamental de la administración de la economía socialista
2. Acerca del sistema de gestión de la economía socialista
3. Acerca del método de administración de la economía socialista
Han transcurrido 45 años desde que el gran Líder, camarada Kim Il Sung, fundó el Instituto Superior de Economía Nacional. En este decursar el plantel siguió con lealtad la dirección del Partido y cumplió excelentemente la misión revolucionaria encomendada.
Quiero hacer llegar un caluroso saludo de felicitación a todos sus profesores, empleados y estudiantes quienes festejan el 45 aniversario de la fundación del Instituto, recordando con gran orgullo la trayectoria que han recorrido con una constante e invariable fidelidad bajo la dirección del Partido.
Bajo la sabia dirección del Partido y del Líder, el Instituto Superior de Economía Nacional se ha consolidado y desarrollado como centro para la formación de cuadros de nuestro Partido, digno de confianza. El colectivo docente se ha nutrido con competentes especialistas y profesores, y las bases materiales y técnicas para la enseñanza, incluyendo los gabinetes de investigación para las distintas ramas de la economía, han sido establecidas firmemente, así como se han implantado, de manera estricta, un original sistema y método de docencia a nuestro estilo. Tanto desde el punto de vista del contenido que se imparte y el método de enseñanza empleado, como de las condiciones docentes, en que se realiza, será difícil encontrar en otros países un centro de formación de cuadros administrativos económicos del Estado tan excelente como el Instituto Superior de Economía Nacional.
Hasta la fecha, en este centro se han formado innumerables cuadros leales al Partido y al Líder y versados en la economía, haciendo así un gran aporte a la consolidación de nuestro Poder popular y a la aceleración de la revolución y la construcción.
Entre los funcionarios dirigentes de los organismos administrativos y económicos del Estado y de las fábricas y empresas existen muchos graduados de este plantel, los cuales desempeñan un papel medular en la administración del Estado y en la edificación económica. A la par que impulsaba con fuerza la labor de armar a los funcionarios con las ideas y teorías de nuestro Partido sobre la administración económica, ha contribuido de manera activa a las tareas de reglamentar la administración económica, entre las que se encuentran las de formular y divulgar los reglamentos de la gestión económica socialista, crear la unidad ejemplar en la administración empresarial y generalizar sus experiencias.
Valoro en alto grado los éxitos obtenidos por el Instituto hasta ahora y expreso, en nombre del Comité Central del Partido y en el mío propio, un cálido agradecimiento a todos sus profesores, empleados y estudiantes, quienes con infinita fidelidad al Partido y al Líder se esfuerzan abnegadamente para materializar la orientación del Partido relacionada con la formación de cuadros.
El Instituto Superior de Economía Nacional es el emporio supremo de formación de cuadros administrativos y económicos de importancia para el Estado.
Hoy, el mismo encara la importante tarea de apoyar y defender las teorías jucheanas en cuanto a la administración económica socialista y aplicarlas a cabalidad. Todos sus profesores, empleados y estudiantes, bien conscientes del pesado cometido asumido ante el Partido y la revolución, deben apoyarlas y defenderlas firmemente y materializarlas de modo consecuente en cualesquier circunstancias. El Instituto ha de armar con firmeza a los funcionarios administrativos económicos del Estado y los estudiantes con estas teorías.
1. ACERCA DEL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA ADMINISTRACION DE LA ECONOMIA SOCIALISTA
La teoría jucheana acerca de la administración de la economíasocialista es una teoría original, entrada en el hombre, ya que se desarrolla considerando a las masas populares como protagonistas de la gestión económica.
La administración económica consiste en dirigir las actividades económicas de las personas encaminadas a alcanzar un determinado objetivo. En cualquier sociedad, allí donde se desarrollan actividades económicas basadas en el trabajo colectivo, es indispensable la administración económica. Su esencia y sus principios fundamentales, y su sistema y sus métodos son radicalmente diferentes según quiénes sean sus protagonistas.
En la sociedad capitalista donde se enseñorean los capitalistas, la administración económica tiene la facultad de oprimir y explotar a los trabajadores, para proporcionarle ganancias a los capitalistas. En contraste con esto, en la sociedad socialista donde las masas populares son las protagonistas de la administración económica, ésta es una facultad de dirección social destinada a asegurar las actividades económicas independientes y creadoras de los trabajadores.
El principio fundamental de la administración económica socialista es convertir a las masas populares en reales protagonistas de ella. Es decir, es hacer que esas masas ejerzan efectivamente su derecho y cumplan con su responsabilidad y su papel como protagonistas en la administración económica.
Esta es la cuestión fundamental que se plantea en la administración económica socialista y según cómo ésta se solucione se definirá el éxito de la construcción económica socialista y el destino del sistema socialista.
Si las masas populares se convierten en dueñas del poder estatal y de los medios de producción, se dan las condiciones sociales que les permiten ocupar la posición de protagonistas en la administración económica y cumplir con su responsabilidad y rol como tales. Pero esto no se logra espontáneamente con la creación de esas condiciones.
Para lograrlo, la administración económica de la sociedad socialista debe realizarse a favor de los intereses y las demandas de las masas populares. Aunque se hayan creado tales condiciones mediante la eliminación de la propiedad capitalista y la implantación de la socialista, si la economía no es administrada según la voluntad y las exigencias de las masas populares, es imposible que ellas ejerzan su derecho y cumplan con su responsabilidad y su papel como protagonistas en la gestión económica.
Sólo si la administración económica responde a la voluntad y a las demandas de las masas populares y se convierte en una obra propia de éstas, todos los trabajadores pueden participar en ella como protagonistas y desplegar sin reservas su capacidad creadora en la edificación económica. Para que materialicen esta posibilidad, es preciso elevar su conciencia política y su entusiasmo creador. En la administración económica socialista hay que resolver todos los problemas mediante la elevación de la conciencia política de sus protagonistas, las masas populares, y la movilización de su fuerza e inteligencia creadoras. Sólo cuando ellas se convierten en reales protagonistas de la administración económica, es posible que la economía del país, siendo un mecanismo orgánico de producción, manifieste plenamente el poderío del colectivismo y se desarrolle sin interrupción y a un alto ritmo.
Consolidar y promover sin descanso las relaciones de unidad y colaboración camaraderiles en la gestión económica socialista constituye un asunto fundamental para convertir a las masas populares en reales protagonistas de ésta. Las actividades económicas, independientes y creadoras, que ellas realizan como protagonistas, pueden obtener éxitos sólo apoyándose en el colectivismo. Como el hombre es un ente social que vive y actúa manteniendo relaciones sociales, sólo en el colectivo social puede hacer efectiva su demanda por la independencia y desempeñar su papel creador. En la sociedad socialista las masas populares ocupan la posición de dueñas y cumplen con la responsabilidad, con el rol que desempeñan como tales en la administración económica, esto está relacionado con que este tipo de sociedad se basa en el colectivismo y el fundamento de sus relaciones lo constituyen la unidad y la cooperación. En cuanto a la administración económica socialista, es posible hacer que las masas populares sean sus protagonistas reales, sólo cuando las actividades económicas del colectivo y de los trabajadores en particular se organizan de manera unificada, según el orden de la gestión económica basado en el colectivismo, y se establecen con acierto las relaciones de unidad y cooperación camaraderiles.
El principio fundamental de la administración de la economía socialista refleja el carácter de la sociedad socialista, la cual, siendo la fase inferior de la sociedad comunista cobra carácter comunista y a la vez tiene carácter transitorio por ser inmadura en comparación con la fase superior. A medida que avanza la construcción económica socialista y se supera el carácter transitorio de la sociedad socialista, ese principio llega a materializarse de modo más consecuente y, sobre esta base, el sistema y el método de administración económica se perfeccionan aún más.
Por reflejar el carácter comunista de la sociedad socialista, la administración económica socialista posee característica peculiar que la distingue de la gestión empresarial capitalista, basada en el individualismo.
La administración económica socialista exige atenerse principalmente a la dirección política.
La dirección del partido constituye la línea respiratoria de la gestión económica socialista y la fuente principal de su superioridad y vitalidad. Se realiza a través de la dirección política de las actividades económicas de las personas. Sólo guiada por esta dirección política, la economía socialista puede manejarse y administrarse de manera correcta y conforme a su naturaleza.
La dirección política del partido es la garantía principal para poner plenamente de manifiesto la capacidad creadora de las masas populares en las actividades económicas. La superioridad de la economía socialista radica en el pleno despliegue de la inagotable capacidad creadora de sus protagonistas, las masas populares. Esta capacidad se manifiesta al máximo cuando ellas se conforman un ente socio-político, basándose en la concepción de la vida colectivista. Quien las aglutina como ente socio-político con una poderosa capacidad creadora, es el partido de la clase obrera. Sólo bajo su dirección pueden concientizarse y organizarse hasta unirse estrechamente al líder y poseer una inquebrantable fuerza. Unicamente cuando se asegura de manera precisa la dirección política del partido es posible armar firmemente a todos los que participan en las actividades económicas con la idea revolucionaria del líder y agruparlos compactamente en torno a éste y al partido, y conducirlos para que dediquen toda su fuerza e inteligencia creativas para impulsar con dinamismo la edificación económica socialista.
La dirección política del partido permite a las instituciones económicas y a las empresas administrar la economía de acuerdo con las exigencias y los intereses de las masas populares.
La guía directriz de estas actividades económicas son la línea y la política del partido, las cuales definen el objetivo y la orientación, la estrategia y las tácticas, y las tareas y los métodos concretos para la lucha por defender y hacer efectiva la independencia de las masas populares en cada período y etapa de la revolución y la construcción. Si el Partido ejerce una firme dirección política sobre todos los organismos económicos y las empresas para que defiendan y materialicen de manera consecuente su línea y política, es posible administrar y manejar la economía conforme a las demandas y los intereses de las masas populares.
Esa dirección es indispensable para mantener y materializar los principios revolucionarios en la administración económica.
Cuando ésta se asegura con firmeza, es posible eliminar por completo los elementos capitalistas y todas las demás desviaciones de derecha y de izquierda en la administración económica y mantener y defender, consolidar y desarrollar sin interrupción el régimen económico socialista, basado en el colectivismo.
La administración económica socialista requiere que la economía se planifique bajo la dirección unificada del Estado.
Desarrollarla así con rapidez es una demanda consustancial de la economía socialista, pues de este modo es posible consolidar y desarrollar sin cesar el sistema económico socialista y acelerar el incremento de las fuerzas productivas hasta poder garantizar plena y materialmente la vida independiente y creadora de las masas populares.
El desarrollo planificado y equilibrado de la economía socialista y su alto ritmo ininterrumpido se logran cuando la economía es administrada y manejada bajo la dirección unificada del Estado. Sólo si el Estado la controla y dirige de manera unificada, puede elaborar el plan de desarrollo de la economía nacional según la voluntad y las exigencias de las masas populares, organizar y dirigir con acierto su ejecución e implantar la disciplina en el cumplimiento del plan estatal para lograr así un planificado, equilibrado y rápido desarrollo de la economía nacional. Al gestionarla, de modo planificado, bajo la dirección unificada del Estado, se pueden utilizar racionalmente los recursos humanos y naturales del país y organizar con arreglo a un plan la producción y distribución, la acumulación y el consumo para promover en gran escala la reproducción ampliada socialista, así como elevar la efectividad de la producción mediante el rápido desarrollo de la ciencia y la técnica en el país y su combinación racional con la producción.
Los imperialistas y demás reaccionarios hacen alevosos esfuerzos para convertir la economía planificada socialista en capitalista de mercado, denigrándola al decir que ésta tiene un bajo nivel de productividad, impide el desarrollo técnico y limita la facultad creadora de los productores, porque se gestiona “de manera burocrática y administrativa” por el Estado. Por mucho que traten de embellecer, la economía de mercado capitalista no puede encubrir su naturaleza antipopular, pues lleva la explotación y la opresión, el desempleo y la pobreza a las masas populares. Por ahora, en los países donde la economía socialista planificada se convirtió en capitalista de mercado por culpa de los restauracionistas burgueses, la propiedad socialista se ha convertido en capitalista, la economía cae en un estado caótico y de parálisis y se transforma en una economía dependiente, así como la vida del pueblo se empobrece cada día más debido a la reducción de la producción, el desempleo masivo, la escasez de mercancías y el alza de sus precios. La única vía para defender la economía planificada socialista y poner plenamente de manifiesto sus ventajas es intensificar la dirección unificada del Estado bajo la guía del partido. Debemos frustrar categórica y enérgicamente las maquinaciones de los imperialistas y los restauracionistas burgueses, encaminadas a convertir la economía socialista planificada en capitalista de mercado, y defender y asegurar con firmeza la dirección unificada el Estado.
La gestión de la economía socialista requiere materializar a carta cabal la línea de masas.
En la sociedad socialista, donde las masas populares son las dueñas, hay que aplicar estrictamente la línea de masas también en la administración económica a tenor de su naturaleza. La línea de masas de nuestro Partido es el principio básico para la dirección de las masas, dilucidado desde un nuevo ángulo por los principios de la idea Juche. En la gestión de la economía socialista, según las exigencias de esta línea debe respetarse la voluntad de las masas productoras, defenderse sus intereses y resolverse todos los problemas apoyándose en su entusiasmo revolucionario y su actividad creadora. Los funcionarios dirigentes de los organismos económicos estatales y las empresas, según demanda esa línea, siempre deben defender firmemente los intereses de las masas populares, servirles con lealtad, así como confiar en sus fuerzas, compenetrarse y compartir sus alegrías y sus penas, movilizando su fuerza e inteligencia. Si esto se logra, se podrá resolver con éxito cualquier problema que se presente en la administración económica.
En la gestión de la economía socialista la línea de masas puede materializarse consecuentemente cuando se combina con la dirección unificada del Estado. Al aplicarse cabalmente la citada línea la administración económica socialista se convierte en una actividad que sirve genuinamente a los intereses de las masas populares, una actividad propia de las mismas que las orienta para que participen como dueñas en la gestión económica y cumplan puntualmente la política del Partido y su materialización, el plan estatal, ayudándose y conduciéndose unas a otras y desplegando su gran entusiasmo revolucionario y su facultad creadora.
Las experiencias prácticas de la gestión económica socialista en nuestro país demuestran que sólo mediante una enérgica lucha por la materialización de la línea de masas en la administración económica, ésta puede servirles y convertirse con seguridad en una obra de las propias masas. Nuestro Partido condujo a los funcionarios de los organismos económicos estatales a llevar adelante una lucha sin tregua contra el burocratismo y por la cristalización de la línea de masas en la dirección y administración de la economía socialista y en este proceso implantó el sistema y el método de trabajo revolucionarios, logrando solucionar de modo brillante la materialización de la línea de masas en dicha actividad.
La administración de la economía socialista tiene también la característica que refleja el carácter transitorio de la sociedad socialista. Aunque este carácter transitorio no puede determinar su característica esencial, es muy importante tomarlo en consideración en la gestión económica. Partiendo del carácter transitorio de la sociedad socialista, las empresas poseen autonomía relativa en la gestión económica socialista y para esta gestión utilizan como medios la estimulación material con respecto al trabajo, las relaciones mercantiles y monetarias y la ley del valor.
En la administración económica socialista no debe menospreciarse el carácter transitorio de la sociedad socialista, absolutizándose sólo su carácter comunista.
En ella, hay que considerar por igual el carácter comunista y el transitorio de la sociedad socialista. Para resolver la cuestión de la administración económica conforme a estos dos caracteres, lo importante es aplicar de manera correcta, de acuerdo con la naturaleza colectivista de la sociedad socialista, las leyes y categorías económicas que reflejan ese carácter transitorio, las cuales representan las condiciones socio-económicas del sistema socialista donde aún subsisten remanentes de la vieja sociedad. En la gestión económica socialista no hay que menospreciar la aplicación de estas, ni absolutizarlas concediéndole demasiada importancia. Si las absolutizan resulta que crecerán los elementos capitalistas que traerán graves consecuencias tales como convertir la economía socialista en capitalista. En la gestión económica socialista hay que aprovechar estas leyes y categorías económicas con eficacia conforme a la naturaleza colectivista de la sociedad socialista, convirtiéndolas así en palancas económicas que sirven para manifestar la superioridad del régimen socialista.
En la actualidad, los socialdemócratas contemporáneos las subrayan y absolutizan hasta el punto de introducir la economía de mercado capitalista. Este es el camino que conduce a abandonar el socialismo y restaurar el capitalismo. En la sociedad socialista hay que utilizar estas palancas, en todos los casos, para establecer mejor las relaciones de unidad y cooperación basadas en el colectivismo y fortalecer la economía socialista planificada, y no para fomentar el individualismo y el egoísmo y restaurar la economía de mercado capitalista. El colectivismo y el individualismo se contraponen radicalmente y no son compatibles jamás la economía socialista planificada y basada en el colectivismo y la economía capitalista de mercado fundamentada en el individualismo.
Al utilizar, de manera correcta, de acuerdo con la peculiaridad esencial de la gestión económica socialista, las palancas económicas que reflejan ese carácter transitorio, debemos lograr que ellas sirvan de forma eficaz para oponerse al individualismo y al egoísmo, materializar cabalmente el principio del colectivismo, intensificar la administración de la economía planificada y unificada por el Estado y manifestar plenamente la superioridad de la economía socialista planificada.
La misión principal de la gestión económica socialista consiste en acelerar al máximo la construcción económica socialista desplegando a plenitud las ventajas del régimen económico socialista, para así asentar sólidamente las bases materiales y técnicas del socialismo y el comunismo y garantizar la vida independiente y creadora de las masas populares. La superioridad del régimen económico socialista puede manifestarse en alto grado cuando la dirección y la gestión de la economía son llevadas a buen término bajo el sabio liderazgo del partido y del líder. En nuestro país esto sucede gracias a que se le dio la solución más correcta al problema de la gestión económica socialista bajo la sabia dirección del Partido y el Líder.
El principio fundamental de la administración económica socialista está reflejado en los preceptos principales de la gestión económica.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, organizando y dirigiendo con acierto el proceso de la construcción económica socialista, generalizó las ricas experiencias acumuladas en la gestión económica y definió de modo científico los preceptos principales de la administración económica socialista.
Estos consisten en combinar de manera adecuada la dirección política y la económico-técnica, la dirección unificada del Estado y la iniciativa creadora de cada unidad, la democracia y el mando único, el estímulo político-moral y el material. En otras palabras, residen en que los organismos económicos del Estado ejerzan la dirección técnico-económica bajo la dirección política del Partido, cada unidad eleve su creatividad sobre la base de garantizar la orientación unificada y planificada del Estado, se aplique el mando único a condición de asegurar la democracia, así como se da prioridad al estímulo político-moral, combinándolo armoniosamente con el material.
Se trata de preceptos revolucionarios que permiten defender el principio revolucionario de la clase obrera en la administración económica y realizar la gestión y el manejo científicos y racionales de la economía a tenor de la naturaleza del sistema socialista.
Gracias a que la teoría jucheana aclaró científicamente el principio fundamental y los preceptos principales en cuanto a la administración de la economía socialista centrándolos en las masas populares, se abrió el auténtico camino que les permite ocupar su posición y cumplir con su responsabilidad y papel como protagonistas de la producción y la administración. El que se definan ese principio y preceptos centrados en las masas populares, constituye una de las originalidades y ventajas de la teoría jucheana acerca de la administración de la economía socialista.
La anterior teoría revolucionaria de la clase obrera no podía expresar un correcto principio y preceptos fundamentales de la gestión económica socialista, debido a las limitaciones de la concepción del mundo centrada en la materia y a la falta de experiencia práctica en la edificación socialista. En el pasado, algunos países dirigieron y gestionaron la economía socialista, dando preferencia a la dirección técnico-económica, el método de administración y el estímulo material. Esto impidió manifestar plenamente la superioridad del régimen socialista, incentivando el burocratismo en la gestión económica y fomentando entre las personas ideas retrógradas como el egoísmo individual y el sectorialismo.
Hoy, los socialdemócratas contemporáneos introducen los métodos capitalistas en la administración económica, convirtiendo así la economía socialista en capitalista. La gestión económica capitalista se contrapone fundamentalmente a la socialista.
En la sociedad capitalista el derecho a la gestión empresarial pertenece a los capitalistas, poseedores de los medios de producción, en tanto las masas productoras, siendo esclavas del capital, no tienen ningún derecho a la administración. Las relaciones entre los capitalistas y las masas productoras se caracterizan por el antagonismo y el conflicto clasista. El sistema de administración empresarial capitalista es un cruel sistema despótico que somete por fuerza a las masas productoras a actividades empresariales en beneficio de los capitalistas, un sistema de explotación antipopular que las oprime atándolas al dinero.
Los socialdemócratas contemporáneos imponen a las masas productoras a tal sistema reaccionario. Además, emplean en la administración económica el desempleo como medio para elevar la intensidad del trabajo, convierten las relaciones entre las personas en relaciones mercantiles y monetarias, niegan la dirección del partido y el mando centralizado y planificado del Estado, así como insisten en la posesión privada de las empresas y la competencia libre ilimitada. Impulsados por la idea de dar primacía a lo material, consideran a las masas productoras,
no como dignos entes con conciencia ideológica independiente, sino como viles seres que persiguen sólo su interés personal, no como poderosos entes con capacidad creadora, sino como seres impotentes que son gobernados por las condiciones económico- materiales. Es absurdo que, partiendo de este punto de vista y criterio erróneos sobre las masas productoras, traten de superar las dificultades surgidas en la gestión económica socialista con el método de introducir la economía capitalista de mercado y el individualismo. Los graves hechos que ocurren en la actualidad en algunos países muestran elocuentemente que si se trata la cuestión de la administración económica socialista centrándose en lo material o en la ganancia, y no en las masas populares, es imposible mantener siquiera la existencia del régimen socialista, y menos manifestar las ventajas del sistema de economía socialista.
Bajo la dirección del Partido y según el principio y los preceptos fundamentales de la gestión económica socialista, en nuestro país se implantaron el sistema y el método de administración económica centrados en las masas populares, que les sirven con lealtad a ellas y elevan notablemente su papel creador, gracias a lo cual se solucionó de modo magnífico el problema de la administración económica socialista en correspondencia con los principios revolucionarios de la clase obrera y la naturaleza del régimen socialista. Las experiencias prácticas de la edificación socialista reafirman fehacientemente que para resolver el problema de la gestión económica no hay otra vía que atenerse al principio y los preceptos fundamentales definidos por la teoría jucheana sobre la administración económica socialista.
Bien conscientes de la justeza y superioridad de esta teoría centrada en las masas populares, debemos aplicarla de manera consecuente en la administración de la economía socialista.
2. ACERCA DEL SISTEMA DE GESTION DE LA ECONOMIA SOCIALISTA
Implantar un correcto sistema de administración de la economía socialista tiene una gran importancia para consolidar y desarrollar el régimen económico socialista y para mostrar plenamente la superioridad del socialismo.
Por sistema de administración económica se entienden el sistema de trabajo y el del organigrama administrativo para programar y dirigir las actividades económicas del país. El sistema de trabajo en la gestión económica implica el régimen y el orden para materializar el principio y los preceptos fundamentales de la administración económica; el sistema del organigrama administrativo abarca la estructura y la función de las organizaciones de gestión económica y la correlación entre éstas. En la sociedad socialista, sólo si se establece de manera correcta el sistema de gestión económica, se pueden definir con acierto el sentido y los reglamentos de las actividades, la posición y el papel de las organizaciones de gestión económica y de todos sus miembros y coordinarse de modo perfecto sus acciones.
Cuando se implanta de acuerdo con la naturaleza del régimen socialista y mejora y se perfecciona según las demandas del desarrollo de la realidad, se consolida incesantemente el sistema de la economía socialista y se ponen de manifiesto sus ventajas y su vitalidad, pero en el caso contrario, resulta que éste se degenera paulatinamente hasta convertirse en capitalista.
La cuestión del sistema de administración económica socialista es tan vital que determina la existencia o la ruina del sistema de la economía socialista.
Establecer y perfeccionar el sistema de gestión económica socialista es una tarea muy difícil y complicada, pues implica una transformación social para eliminar el viejo orden de administración económica y una labor creadora encaminada a implantar y consolidar otro nuevo socialista. En la implantación de este sistema lo importante es eliminar por completo los residuos del orden de gestión económica capitalista en la industria, la agricultura y los demás sectores de la economía nacional y establecer de modo integral otro nuevo socialista basado en el principio y los preceptos revolucionarios. Sólo de alcanzar este objetivo, el sistema de gestión económica socialista puede ser una poderosa arma para mantener y consolidar el régimen económico socialista y mostrar plenamente su superioridad.
El proceso de perfeccionar de modo integral el orden de administración económica socialista es el de consolidar y desarrollar sin cesar el orden de gestión económica que refleja el carácter comunista y el de superar gradualmente el que refleja el carácter transitorio. Con miras a mejorar y perfeccionar el sistema de administración económica socialista conforme al legítimo proceso de su implantación, es preciso crear el prototipo de gestión económica comunista al que debe adherirse con firmeza en todo el período histórico de transición de la administración económica socialista a la comunista.
A principios de la década de 1960 cuando se ha implantado el régimen socialista e impulsaba la reconstrucción técnica general de la economía nacional en nuestro país, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, creó el sistema de trabajo Taean materializando el espíritu y el método Chongsanri en la administración económica, gracias a lo cual se vio realizada magníficamente la tarea histórica de crear el prototipo de gestión económica comunista y se abrió un nuevo horizonte para la administración económica socialista y comunista. La implantación del sistema de trabajo Taean fue una reforma de trascendencia histórica que propició un radical salto hacia el sistema de gestión económica comunista según el cual se administra la economía bajo la dirección colectiva del comité del Partido.
Este sistema, más ventajoso y conveniente a la naturaleza del régimen socialista es una forma de administración económica jucheana que permite manejar de manera científica y racional la economía, aplicando la línea de masas bajo la dirección colectiva del comité del Partido. La esencia de dicho sistema consiste en que es la encarnación de la idea Juche y la línea revolucionaria de masas basada en esa doctrina. Se trata de un original sistema de gestión económica que combina la dirección única del Partido y la centralizada y planificada del Estado con la línea de masas. Es, precisamente, el sistema de gestión económica centrado en las masas populares que les permite a éstas manejar de modo científico y racional la economía como sus auténticas protagonistas, y es la forma de gestión económica comunista que encarna de modo excelente el principio colectivista “Uno para todos y todos para uno”.
Según ese sistema los organismos económicos y las empresas efectúan sus actividades administrativas bajo la dirección colectiva del comité del Partido.
La dirección colectiva del comité del Partido es el núcleo principal del sistema de trabajo Taean, porque ese comité que es el supremo órgano directivo de la unidad dada, discute y decide en forma colectiva todos los asuntos relacionados con la gestión económica y según lo acordado allí los trabajadores partidistas y los funcionarios administrativos y económicos programan y ejecutan el trabajo.
La dirección colectiva del comité del Partido significa la dirección política de la economía y la dirección basada en la política. Es diferente a la dirección administrativa y profesional o a la dirección económica y técnica que ejercen los organismos correspondientes. La dirección colectiva del comité del Partido, que es el órgano de mando político, no tiene nada que ver con el acaparamiento del trabajo administrativo o con el método administrativo. Ella implica definir la orientación y la vía para ejecutar la política económica del Partido, apoyándose en la inteligencia colectiva de las masas e investigar y controlar para que se ejecute puntualmente lo discutido y decidido en sus reuniones organizando y movilizando a las masas con métodos políticos. Dirigir de manera política y sobre la base de la política las actividades económicas es, precisamente, la característica esencial de la dirección colectiva del comité del Partido.
La dirección colectiva del comité del Partido permite asegurar con firmeza la preponderancia de la dirección política y combinarla de manera orgánica con la dirección económica y técnica, porque según la orientación y las tareas discutidas y decididas en el comité del Partido, los funcionarios económicos y administrativos realizan el trabajo económico y técnico y organizan actividades administrativas, mientras los funcionarios partidistas y de las organizaciones de trabajadores hacen la labor política. Además, propicia eliminar el subjetivismo y la arbitrariedad del individuo y discutir y decidir en colectivo la orientación y las vías para cumplir las tareas económicas planteadas, sintetizando la voluntad y las exigencias de las amplias masas productoras, así como materializarlas con éxito poniendo al rojo vivo el entusiasmo revolucionario y la actividad creadora de éstas. Y permite que los funcionarios administrativos dirijan con resolución según lo discutido y decidido en el comité del Partido y que las organizaciones partidistas y de trabajadores movilicen a las masas y garanticen en lo político que la dirección unificada de los funcionarios administrativos se haga efectiva gracias a la alta conciencia de las masas.
Los socialdemócratas contemporáneos rechazan la dirección partidista de la labor económica. Si se castra la dirección partidista, dirección política de la labor económica, no se puede esperar que las actividades administrativas se programen e impulsen por una correcta vía desde el punto de vista de la política ni que se realice con éxito la labor política encaminada a educar a las personas y organizarlas y movilizarlas para el cumplimiento de las tareas económicas. Abandonar la dirección partidista de la labor económica, es, en esencia, rechazar la dirección del partido en la construcción económica socialista y renunciar a los principios revolucionarios de la clase obrera.
Con la profundización y desarrollo de la revolución, debemos intensificarla, para impedir que surjan elementos capitalistas y revisionistas en la gestión económica socialista.
El sistema de trabajo Taean demanda cumplir las tareas económicas presentadas mediante la priorización de la labor política y la movilización de las masas productoras y exige que el superior ayude con responsabilidad al subalterno.
La priorización de la labor política y la ayuda por parte del superior al subalterno en la gestión económica constituyen requisitos fundamentales para llevar a cabo la línea de masas y una importante garantía para asegurar la cientificidad y minuciosidad de la dirección. El sistema de trabajo Taean permite conducir a las amplias masas a participar conscientemente en el cumplimiento de las tareas económicas, priorizando la labor política bajo la dirección colectiva del comité del Partido y ayudar activamente el superior al subalterno en lo político e ideológico y en lo económico y técnico. De esta manera propicia que los trabajadores laboren de modo concienzudo y según sus fines bien definidos en bien de la sociedad y la colectividad, que se estrechen la unidad y cooperación y que se asegure en forma inmejorable la coproducción socialista.
El sistema de trabajo Taean exige administrar y manejar la economía de manera planificada.
La economía socialista tiene posibilidad de desarrollarse de modo planificado y equilibrado basándose en la propiedad social sobre los medios de producción. Esta posibilidad se convierte en realidad si se establece un sistema de trabajo científico según el cual la economía nacional es administrada tal como lo exige la ley del desarrollo planificado y equilibrado y las masas se organizan y movilizan de manera correcta.
El sistema de trabajo Taean asegura con firmeza el desarrollo planificado y equilibrado de la economía nacional mediante la implantación del régimen y el orden de combinar la dirección centralizada del Estado con la línea de masas bajo la guía del Partido en la elaboración y ejecución del plan. El problema primordial que se presenta para establecer el sistema de administración planificada de la economía nacional es implantar en la planificación el sistema de trabajo que no permite el subjetivismo de sus organismos estatales y el sectorialismo de los productores, combina con acierto las demandas del Partido y el Estado con las de los productores y programa en detalles y de manera correcta las actividades de todas las ramas y unidades de la economía nacional. El sistema de trabajo Taean posibilita que los funcionarios de los organismos de planificación del Estado y de las instituciones superiores, buenos conocedores de las exigencias del Partido y el Estado y de la vida económica en general del país, tracen el plan discutiendo con las amplias masas productoras y las masas lo acepten como lo suyo. Además, permite que las secciones de planificación de los organismos económicos y de las empresas se desempeñen como células de los organismos de planificación del Estado, la labor de planificación se realice bajo la dirección unificada del Comité Estatal de Planificación, y los índices del plan se acoplen en concreto desde las instancias inferiores hasta las superiores.
Por eso propicia que se materialice de manera correcta la orientación de nuestro Partido para la unificación y pormenorización del plan, y se maneje, según el plan, la economía socialista mediante la solución óptima de los problemas que surgen en su administración en relación con la planificación. El sistema de trabajo Taean garantiza la vinculación acertada de las ciencias y técnicas con la producción.
La economía socialista es la economía altamente modernizada y fundamentada en las ciencias, que se desarrolla según las leyes económicas objetivas y apoyándose en los logros de la ciencia y la técnica. El progreso unificado de las ciencias y técnicas y de la producción es una de las características principales del desarrollo de la producción moderna. El rápido e incesante crecimiento de la producción moderna se logra mediante el proceso de desarrollo científico y técnico y su amplia introducción oportuna en la producción, y la dirección de la producción se efectúa mediante el ejercicio de la dirección científica y técnica. El sistema de trabajo Taean posibilita intensificar decisivamente la dirección científica y técnica y ensamblar de manera orgánica los planes de desarrollo científico y técnico y los de incremento productivo e impulsar su cumplimiento para priorizar con seguridad la promoción de las ciencias y técnicas e introducir sus adelantos en la producción.
Además, permite conjugar adecuadamente la ciencia y la técnica con la producción, porque el ingeniero jefe de la empresa, conocedor de las técnicas, controla de manera unificada y dirige integralmente, como jefe de estado mayor, todas las actividades directamente relacionadas con la producción. Una de las ventajas de ese sistema consiste en despertar el entusiasmo revolucionario y la iniciativa creadora de las masas productoras y desarrollar con rapidez la economía mediante la conjugación de la ciencia y la técnica con la producción y la fundamentación científica y técnica de ésta a un alto nivel.
Este sistema asegura de modo racional la producción, aprovechando con eficiencia las palancas económicas.
Esas palancas son un medio importante para la gestión racional de la economía socialista. El problema fundamental que se presenta para utilizarlas es aplicarlas en correspondencia con el carácter colectivista de la sociedad socialista y la legitimidad de su desarrollo. Ese orden de asegurar racionalmente la producción mediante la utilización correcta de las palancas económicas se logró exitosamente gracias al sistema de trabajo Taean. Este permite utilizar las palancas económicas como medios para garantizar la planificación y efectividad de la roducción, sobre la base de priorizar con firmeza la labor política dirigida a elevar sin cesar el entusiasmo revolucionario y la actividad creadora de los trabajadores, que son considerados como la principal fuerza impulsora del desarrollo de la economía socialista.
Al facilitar el establecimiento del orden en que se definan de manera científica los índices cualitativos y cuantitativos de la producción a la altura de la realidad y, teniéndolos en consideración, se aseguren los éxitos de las actividades de gestión, el sistema de trabajo Taean posibilita sobrecumplir los índices cuantitativos mediante el mejoramiento de los cualitativos.
Favorece que los materiales se suministren en forma comercial, según el plan y el contrato, y a través de las empresas correspondientes.
De este modo es posible cumplir satisfactoriamente las tareas de producción con pocos materiales. El sistema de trabajo Taean facilita aumentar la productividad del trabajo y asegurar la producción con poca mano de obra estableciendo el sistema de definir científicamente las normas del trabajo, organizar, sobre esta base, la fuerza laboral y utilizar de manera racional la palanca de la remuneración del trabajo. Además, asegura la producción de forma racional en el sentido de dar mayores beneficios al Estado realizando exactos cálculos económicos y aumentando la rentabilidad, mediante la utilización eficiente de las palancas financieras. Asimismo, permite que las empresas apliquen el sistema de autofinanciamiento, ateniéndose al principio de realizar las actividades administrativas de modo creador, con relativa autonomía y bajo la dirección planificada del Estado. De esta manera, el sistema de autofinanciamiento sirve para aplicar mejor el principio del colectivismo y garantizar de lleno el desarrollo planificado y equilibrado de la economía nacional, así como para aumentar la efectividad de la producción y las actividades administrativas.
El sistema de trabajo Taean, al establecer una fórmula apropiada para utilizar de modo correcto las palancas económicas en concordancia con la naturaleza colectivista de la sociedad socialista, permite que esas palancas contribuyan activamente a demostrar la superioridad del régimen económico socialista y asegurar de forma racional la producción planificada.
Este es el más ventajoso sistema de administración económica socialista, el cual se aplica de manera integral en todos los sectores de nuestra economía nacional. Todos los sistemas de administración económica de nuestro país, sobre todo, el de dirección agrícola cuyo eje es el comité distrital de administración de las granjas cooperativas y el de planificación que asegura la unificación y pormenorización del plan, son para gestionar la economía de manera planificada y científica, aplicando la línea de masas bajo la dirección colectiva del comité del Partido según lo exige el sistema de trabajo Taean. El sistema de gestión económica socialista con el sistema Taean como eje, implantado en el país en todos sus aspectos, es una forma original de administración económica a nuestro estilo. La experiencia histórica obtenida al resolver el problema de la administración económica socialista demuestra que para la construcción de la economía socialista no existe ni puede existir otro sistema de gestión económica mejor que el de trabajo Taean. Debemos sentir un alto orgullo y dignidad por tener el más ventajoso sistema de gestión económica socialista, a nuestro estilo, así como debemos defender con firmeza y aplicar a carta cabal ese sistema de gestión económica socialista del Juche, sin ninguna vacilación ante cualquier viento que sople.
Este año se conmemora el 30 aniversario de la implementación del sistema de trabajo Taean. Durante este tiempo se han obtenido resonantes éxitos en los esfuerzos por introducirlo.
Debemos consolidar esos éxitos y aplicarlo más consecuentemente. Con este fin es preciso intensificar la dirección colectiva del comité del Partido, para que el colectivismo surta un efecto real en la gestión económica. El gran poderío del sistema de trabajo Taean consiste en movilizar al máximo la fuerza y la inteligencia creadoras de todas las personas que participan en las actividades económicas bajo la dirección del Partido. En todos los sectores y las unidades de la economía nacional hay que consultar y resolver sobre la base del análisis colectivo bajo la dirección del comité del Partido los problemas relativos a la gestión económica e impedir que algunos individuos los traten con subjetivismo y arbitrariedad. Los funcionarios partidistas y los administrativos y económicos deben cooperar en el trabajo y fortalecer la unidad camaraderil. En especial, el director, el secretario del Partido y el ingeniero jefe, miembros de dirección de la empresa, unidos como un solo hombre, deben colaborar estrechamente como camaradas y cumplir con su responsabilidad, desde su posición. Si en la empresa el director es el comandante, el secretario del Partido es como el comisario político. Los dirigentes principales del Partido de las empresas no deben actuar arbitrariamente, etentando la labor administrativa. Teniendo bien presente que esto es el obstáculo principal que impide la aplicación estricta del sistema de trabajo Taean en la dirección económica y la gestión empresarial, deben realizar con propiedad y según lo acordado en el comité del Partido la labor política destinada a garantizar el trabajo administrativo y económico y la educación ideológica de los trabajadores, de manera que los funcionarios, técnicos y obreros, unidos con una sola idea y voluntad, desarrollen a plenitud su sentido de responsabilidad y su facultad creadora para el cumplimiento de las tareas económicas asignadas. El director y el ingeniero jefe han de aceptar siempre con honestidad la dirección partidista y cumplir con su responsabilidad y papel como comandantes administrativos para que los problemas discutidos y decididos en colectivo en el comité del Partido se solucionen a tiempo y consecuentemente.
Con vistas a mejorar la dirección y la gestión de la economía socialista mediante la aplicación consecuente del sistema de trabajo Taean, es necesario que los funcionarios administrativos y económicos efectúen con responsabilidad y de manera creadora el trabajo económico-técnico y la labor organizativo- administrativa adhiriéndose al principio de dar prioridad al desarrollo científico y técnico y elevar la eficiencia económica y la calidad de los productos.
Desarrollar la ciencia y la técnica y elevar la eficiencia económica y la calidad de los productos es una importante tarea que se presenta en la labor organizativo-administrativa y económica. Cuanto más se profundiza la edificación socialista, tanto más crecen esas demandas.
El desarrollo de la ciencia y la técnica es el factor principal para el incremento de la eficiencia económica y el mejoramiento de la calidad de los productos y fomentar la producción basándose en el rápido progreso científico-técnico constituye la tendencia principal actual para el desarrollo económico. Una de las ventajas importantes del sistema de trabajo Taean consiste, precisamente, en estimular con energía el progreso técnico mediante la intensificación de la dirección científica y técnica.
Nos compete, pues, priorizar con seguridad el desarrollo científico- técnico para así alcanzar cuanto antes el nivel mundial. En esto lo importante es trazar con acierto un plan al respecto y garantizar bien su cumplimiento. Ese plan debe responder a las demandas de la adecuación de la economía a las condiciones nacionales, su modernización y su fundamentación científica y a la realidad de las unidades correspondientes. Hay que suministrar primero los equipos, materiales y fondos necesarios para el cumplimiento de ese plan, introducir a tiempo y activamente los éxitos de la investigación científica y técnica en la producción y desplegar con dinamismo el movimiento masivo por la innovación técnica, de manera que todos los técnicos y obreros se conviertan en creadores de la nueva técnica e innovadores.
Al mismo tiempo que desarrollamos la técnica en el país, principalmente con nuestra propia fuerza, debemos introducir de modo activo los adelantos de otras naciones.
Elevar la eficiencia económica constituye la vía principal para asegurar el alto ritmo ininterrumpido de la reproducción ampliada socialista ahorrando el trabajo social y aumentando el ingreso neto de la sociedad. Los organismos económicos y las empresas deben elevar la eficiencia de la producción, concediendo atención constante a sus índices cualitativos como la productividad del trabajo, las normas de consumo de materiales y el costo de los productos y mejorándolos sin cesar. También cuando se promueve el desarrollo técnico y se realiza la inversión en la construcción capital, hay que organizar con esmero la economía, sobre la base de un cálculo científico, concentrando las fuerzas en el aumento de la eficiencia económica.
Todas las unidades productivas, conscientes de la importancia que tiene el mejoramiento de la calidad de los productos para ahorrar el trabajo social, elevar la eficiencia de la producción, mejorar la vida del pueblo y desarrollar el comercio exterior, tienen que establecer de manera estricta el sistema científico de control de la calidad y elevarla decisivamente.
A fin de introducir integralmente el sistema de trabajo Taean, es preciso mejorar y perfeccionar el aparato de administración económica conforme a la realidad en desarrollo.
El organigrama de administración económica socialista tiene como misión principal desarrollar sin interrupción la producción y la técnica aplicando de modo consecuente el sistema de trabajo Taean.
El mismo debe establecerse a partir del principio de combinarde manera armoniosa la dirección unificada del Estado con la iniciativa creadora de las empresas y las localidades.
Esta combinación se realiza mediante la delimitación racional de las responsabilidades y facultades entre el Estado y las empresas y entre el Estado y los organismos administrativos y económicos de las localidades. Si, con el pretexto de que la economía socialista está centralizada, atan a las empresas y localidades sin concederles determinada autoridad, es imposible fomentar su autonomía y creatividad, pero al contrario, si les confieran excesiva autoridad para gestionar la economía con la justificación de elevar su iniciativa creadora, resulta que se debilita la dirección centralizada del Estado y se arruina la economía socialista. Hay que seguir perfeccionando el aparato administrativo de la economía socialista partiendo del principio de estimular la autonomía y la iniciativa creadora de las empresas y de las instituciones administrativas y económicas de las localidades, al concederles determinadas facultades sobre la base de fortalecer la dirección planificada y centralizada del Estado.
El organigrama de administración económica debe implantarse sobre la base del principio de combinar de manera adecuada los rasgos productivos y los regionales. Sólo así, es posible solucionar satisfactoriamente los importantes problemas relacionados con el desarrollo y la dirección de la economía tales como, asegurar de forma correcta la especialización de la producción y la producción cooperativa, intensificar la dirección técnica de la producción y lograr que la dirección se una con la realidad.
Al establecer el organigrama de gestión económica se debe observar el principio de combinar de modo correcto la dirección política, la económico-técnica y la administrativo- organizativa. Esto constituye una vía importante para gestionar científicamente la moderna economía socialista de gran envergadura priorizando con seguridad la labor política y combinando estrechamente la labor económico-técnica y la administrativo- organizativa, según lo exige el sistema de trabajo Taean.
El aparato de administración económica debe simplificarse en la medida de lo posible sin dejar de fortalecer las unidades inferiores. Sólo de esta manera puede convertirse en un aparato auténticamente objetivo y útil para los productores.
A fin de aplicar de manera consecuente el sistema de trabajo Taean y demostrar en alto grado sus ventajas, es preciso esforzarse por regularizar la administración económica.
La gestión económica regularizada es un modo de administración según el cual las instituciones correspondientes y susintegrantes actúan de manera ordenada acorde a determinadas reglas. Propicia que la gestión económica se realice a tenor de la naturaleza de la sociedad socialista basada en el colectivismo y las características de la economía socialista moderna de gran envergadura. Si se regulariza la gestión económica, se puede establecer una disciplina según la cual todos los funcionarios administrativos y los productores se mueven al unísono de acuerdo con las normas respectivas y las actividades cotidianas de todas las ramas y unidades de la economía nacional se realizan estrictamente según las exigencias del sistema de gestión económica socialista. La regularización de la gestión económica es una vía eficiente para consolidar desde el punto de vista organizativo el sistema de trabajo Taean y demostrar de modo suficiente su vitalidad y sus ventajas.
Para regularizar la gestión económica, es preciso elaborar correctamente las normas requeridas a partir de la realidad. Las normas deben ser trazadas basándose en las experiencias prácticas acumuladas en la construcción de la economía socialista en nuestro país y reflejando las exigencias del sistema de trabajo Taean, y ser utilitarias para despertar el entusiasmo creador de los trabajadores en sus actividades. También hace falta definir bien las funciones de los organismos económicos y de las secciones administrativas de las empresas. Esas normas y funciones deben mejorarse y perfeccionarse conforme a la demanda de la realidad en desarrollo.
Para regularizar la administración económica es muy importante preparar debidamente la unidad modelo y generalizar sus experiencias. Formar ejemplos en una unidad y generalizarlos constituye un método de trabajo tradicional de nuestro Partido. Los organismos de dirección económica deben llevar a feliz término la labor para mejorar e intensificar más la gestión de las unidades modelo ya preparadas por sectores y generalizar las experiencias acumuladas en la regularización.
Con el propósito de regularizar la administración económica hay que establecer, además, un sistema ordenado para formar y reinstruir según un plan a los miembros de mando de las unidades a todos los niveles y fortalecer la instrucción de los funcionarios administrativos y económicos.
Con vistas a introducir el sistema de trabajo Taean, es indispensable establecer de modo estricto el régimen de balance diario de la producción y las finanzas, concebido por nuestro Partido.
Este es el original régimen de gestión empresarial masivo a nuestro estilo que responde integralmente a las exigencias del sistema de trabajo Taean.
Se trata del sistema de gestión empresarial de las mismas masas, pues cada día, la brigada de trabajo, unidad principal, realiza el balance de la producción y las finanzas, con la activa participación de las masas productoras, evalúa en colectivo las actividades productivas de la colectividad y de cada miembro, combinando de modo adecuado el estímulo político-moral con el material, y va mejorando de manera constante la gestión empresarial sobre la base de las opiniones creadoras de las masas.
Las experiencias prácticas demuestran que ese régimen es una forma de gestión empresarial masiva ventajosa y de vitalidad que estimula con fuerza la lucha de todos los sectores y las unidades de la economía nacional por el aumento de la producción y el ahorro y que facilita a las masas productoras cumplir con su responsabilidad y papel como protagonistas reales de la administración empresarial según lo exige el sistema de trabajo Taean.
Ese régimen de balance es un poderoso medio también para regularizar la administración económica. Facilita la regularización de la gestión económica al propiciar que cada miembro de la brigada se encargue de una de las tareas parciales de la administración empresarial como, por ejemplo, las relacionadas con la administración técnica, de equipos, de materiales, de mano de obra y de finanzas, además de la producción, y que las masas productoras mismas realicen el balance del cumplimiento del plan diario de producción, en vinculación con el de la administración financiera.
Al afianzar, profundizar y desarrollar este sistema de balance diario, cuya justeza y superioridad se ha comprobado en la práctica, debemos procurar que la vitalidad del sistema de trabajo Taean se manifieste más patentemente.
Debemos cumplir de manera sustancial las tareas de generalizar los éxitos y las experiencias obtenidas en la aplicación del sistema de trabajo Taean, detectar las desviaciones que la frenan y rectificarlas una tras otra sobre la base de una metodología científica.
El sistema de trabajo Taean es una forma de gestión económica ideal para el presente y el futuro de la edificación del socialismo y el comunismo. Defenderlo y aplicarlo es la llave fundamental para lograr un ascenso revolucionario en la construcción económica socialista, frustrando las maquinaciones antisocialistas de los imperialistas y los socialdemócratas contemporáneos y sacando el partido más provechoso de la superioridad del régimen económico socialista.
Todos los dirigentes económicos y trabajadores se esforzarán con tesón para defender e introducir el sistema de trabajo Taean, perfeccionando sin cesar la dirección y la administración de la economía socialista.
3. ACERCA DEL METODO DE ADMINISTRACION DE LA ECONOMIA SOCIALISTA
El problema sobre el método de la administración tiene una enorme importancia en la teoría y la práctica de la gestión de la economía socialista.
La economía socialista se administra y gestiona mediante ciertos métodos, los cuales ejercen una gran influencia en el fortalecimiento y el desarrollo del sistema de la economía socialista en conjunto. Como este sistema socialista ha sido establecido sobre la base de haberse liquidado el sistema capitalista mediante la revolución, es preciso concebir un nuevo método para su administración y gestión partiendo de los principios socialistas. El sistema económico en la sociedad socialista es de carácter socialista, pero si se administra con el método capitalista, este sistema se embrolla poco a poco y no se manifiesta su superioridad y es posible que el mismo régimen socialista corra el peligro.
La teoría revolucionaria precedente de la clase obrera no dio una respuesta correcta al problema del método de dirección y administración de la economía socialista. En el pasado, muchos países socialistas, por carecer de una clara teoría y de experiencia práctica en cuanto al método de administración de la economía socialista, introdujeron, sin una actitud crítica, los métodos de gestión de empresas que se aplicaban entonces en los países capitalistas desarrollados, y como consecuencia sus métodos de administración económica tenían muchos elementos capitalistas.
La tarea histórica de establecer un nuevo método de administración de la economía socialista, pudo concretarse por primera vez y de modo exitoso gracias a la teoría jucheana referente a la administración de la economía socialista, la cual da respuestas integrales y científicas a todas las cuestiones de principios que se presentan en la solución del problema de dicho método, desde la esencia de éste y el principio de su aplicación hasta su metodología concreta.
La gestión de la economía socialista es un proceso en que la dirección política, la económico-técnica y la administrativo- organizativa, se efectúan en estrecha combinación, en el cual se emplean diversos medios y maneras. Movilizar a los hombres con esos medios y maneras constituye precisamente el método de administrar la economía socialista.
Todos los métodos que se aplican en la administración de la economía socialista deben ser, en su esencia, de carácter colectivista. En otras palabras, tienen que basarse en el colectivismo y servir para materializarlo. El colectivismo exige que se realicen de modo consecuente los intereses del colectivo concediéndoles preferencia y que a la vez se protejan los de todos sus integrantes. El principio que se debe mantener para la aplicación del método de administración económica en la sociedad socialista es lograr que éste sea útil para satisfacer las demandas individuales sobre la base de priorizar las del colectivo social conforme a las exigencias del colectivismo, y para prestar la atención principal a la unidad y la cooperación dentro del colectivo y estrecharlas y, sobre esta base, dar rienda suelta a la iniciativa creadora de todos sus miembros.
El individualismo es radicalmente contrario al colectivismo. Basarse en el individualismo y fomentar el egoísmo es el método de administración de la economía capitalista, el cual no puede hacer las veces del método socialista bajo ningún concepto.
Si se lo introduce en la administración económica socialista, se van a producir cambios sustanciales en el mismo sistema de la economía socialista.
Oponerse al método individualista y mantener el colectivista constituye un asunto importante relacionado con el destino del sistema de la economía socialista. De introducirse el método capitalista basado en el individualismo y encaminarse a eliminar la propiedad social de los medios de producción y restaurar la privada, de carácter capitalista en todos los aspectos, se arruinará la economía planificada socialista y se restaurará la de mercado capitalista. Por supuesto, en la administración de la economía socialista pueden aplicarse varios medios y métodos según las características de las tareas laborales o las circunstancias y condiciones concretas. Pero, en todos los casos deben usarse de acuerdo con el principio colectivista. Sólo entonces el método de administración económica puede convertirse en un medio para consolidar y desarrollar el sistema de la economía socialista y poner de manifiesto su superioridad.
Debemos rechazar de modo categórico cualquier intento de introducir el método individualista en la administración económica socialista, y realizar tesoneros esfuerzos por defender y mantener resueltamente el colectivista y desarrollarlo sin cesar.
Al administrar la economía socialista nuestro Partido mantiene el principio de aplicar con preferencia el método político y combinarlo exactamente con el económico-técnico y el administrativo- organizativo.
En la gestión de la economía socialista es preciso conceder la atención principal al método político.
Este es el método más importante de la administración económica socialista, implantado por primera vez por nuestro Partido. Consiste en estimular el entusiasmo revolucionario y los esfuerzos creadores de las masas productoras para movilizarlas hacia el cumplimiento de las tareas económicas. Este método ejerce un rol más activo para la materialización del principio colectivista. En la administración económica socialista, sólo sobre la base de conceder la atención primordial al método político para elevar continuamente la conciencia político- ideológica de las masas productoras y fortalecer su unidad y cooperación, todos los métodos pueden aplicarse conforme a la naturaleza colectivista de la sociedad socialista y manifestar plenamente su vitalidad.
Valerse principalmente del método político significa anteponer la labor política a todas las demás actividades. Proceder así es un método de movilizar con energía a las masas para el cumplimiento de las tareas revolucionarias, considerando principal la idea y estimulándolas en el plano ideológico. Los funcionarios directivos de la economía deben considerar como el primer proceso de su trabajo la educación de las personas, y, cada vez que organizan la labor económica, tienen que realizar dinámicamente, ante todo, la propaganda y la agitación económica en diversas formas y métodos para darles a conocer a las masas productoras el objetivo y el significado de la tarea económica planteada y su manera de ejecución. Según la exigencia del método político, deben permanecer siempre dentro de las masas productoras para compartir sus alegrías y sus penas, y guiar y ayudar a sus homólogos de instancias inferiores en el plano político-ideológico, en lo económico-técnico y en otros aspectos. Así es como lograr que los superiores y los subalternos se unan y cooperen camaraderilmente, logrando desarrollar la producción cooperada socialista. Tienen que convertir en una parte de su vida y hábito ir a las instancias inferiores para ver a las masas productoras, y apoyándose en la inteligencia de ellas, encontrar la manera de cumplir la tarea económica planteada y resolver a tiempo y con responsabilidad los problemas pendientes en la producción.
Solucionar los problemas presentados en la administración económica mediante el despliegue de los movimientos masivos es una exigencia importante en la materialización del método político. Desarrollar de modo enérgico tales movimientos bajo la dirección del Partido, tiene un gran significado para fomentar en un alto nivel el espíritu colectivista entre las masas productoras y convertir la administración de la economía en el propio trabajo de ellas. Las instituciones económicas y las empresas deben prestar una gran atención para fomentar enérgicamente los movimientos masivos de varias formas bajo la dirección del comité del Partido.
El método económico-técnico es un importante medio de gestión de la economía socialista.
El proceso de administrar la economía socialista es el de aplicar leyes objetivas económicas y exigencias científico- técnicas de la producción. En la gestión de la economía socialista este proceso, este trabajo económico-técnico se presenta como una necesidad indispensable, y realizarlo de modo científico y racional es precisamente el método económico- técnico. Este exige controlar de manera unificada todas las actividades de gestión, planificarlas y organizarlas. La administración debe regirse estrictamente de acuerdo con un plan perfecto donde se calculen detalladamente los factores que se ejercen sobre la producción y las actividades empresariales.
Planificar las actividades de gestión es indispensable para la economía planificada socialista y la producción moderna de gran envergadura. Sólo cuando las instituciones económicas y las empresas planifiquen sus actividades de gestión, según la línea y política del Partido y el único plan de la economía nacional del Estado, pueden desarrollar la economía conforme a los intereses comunes de la sociedad y realizar con éxito la reproducción ampliada socialista mediante el establecimiento correcto de las relaciones complejas y múltiples entre las unidades de producción que forman un cuerpo orgánico económico.
La planificación de las actividades de gestión posibilita que sobre la base del plan unitario estatal de la economía nacional, los organismos de dirección económica tracen un plan de operación y las empresas elaboren el plan concreto de lucha y según esos planes realicen las actividades económicas con un fin bien definido, lo que imprimiría un progreso continuo en la producción y la administración.
A fin de cumplir la tarea productiva en lo cualitativo y cuantitativo y según los índices, y para alcanzar grandes éxitos económicos, es necesario que en las actividades de gestión, se esmeren, sobre la base de los fundamentos científicos, en la organización de la producción, la administración técnica, el suministro de materiales, la organización del trabajo, la entrega de los productos y la gestión financiera. Lo principal en la organización de las actividades de gestión, es establecer científicamente el orden y la norma de la administración económica, basándose en el colectivismo, y lograr que todos los trabajadores los cumplan rigurosamente. En la moderna economía socialista de gran envergadura, donde la producción se realiza en procesos simultáneos y continuos sobre la base de la división del trabajo y la cooperación altamente desarrolladas, incluso un pequeño hecho no organizativo ejerce gran influencia negativa sobre el conjunto de la producción e imposibilita que se manifiesten plenamente sus ventajas. Las instituciones económicas y las empresas deben elaborar un plan objetivo y científico, sobre la base de un minucioso cálculo económico y técnico, y realizar de modo sustancial la labor organizativa para su cumplimiento, su evaluación y su balance. Tienen que prestar mucha atención a la labor organizativo-práctica encaminada a establecer perfectamente las relaciones entre las unidades de producción, el orden de prioridad de los procesos de producción, los lazos entre los trabajos de gestión por sectores y el orden de ejecución.
Uno de los contenidos más importantes del método económico- técnico es intensificar la dirección científico-técnica de la producción. Como en la moderna economía socialista de gran envergadura el proceso de producción es precisamente el técnico, es preciso dirigir la producción de manera científico- técnica. Esta dirección debe lograr que se materialicen correctamente las exigencias científico-técnicas en todos los procesos de planificar, preparar y efectuar la producción. Es indispensable calcular con exactitud los factores técnicos en la elaboración del plan de producción, priorizar el aspecto técnico en la preparación de la producción y ejecutar en la mejor forma la administración técnica de manera que el proceso productivose lleve a cabo de acuerdo con la exigencia científico- técnica.
Las instituciones económicas y las empresas deben intensificar la dirección científico-técnica para elevar sin cesar la efectividad productiva. Planificar y organizar en alto grado las actividades de gestión, y convertir de modo resuelto la dirección en la productiva, en dirección científico-técnica, es un método moderno y científico apropiado a la economía socialista, el cual debe materializarse de modo más profundo a medida que se desarrolle esta economía. Nuestro Partido definió este método como el método empresarial y tomó medidas para aplicarlo activamente en la administración de todos los sectores de la economía nacional, incluyendo el agrícola. Como nos enseñó el gran Líder, el método empresarial significa, de hecho, el método industrial. Los organismos económicos y las empresas tienen que lograr un nuevo cambio en la planificación y la organización de las actividades de gestión y la intensificación de la dirección científico-técnica.
El estímulo material, siendo el reflejo del carácter transitorio de la sociedad socialista, constituye un importante aspecto de la materialización del método económico-técnico. Se realiza a través de la aplicación de las leyes y categorías económicas que reflejan el carácter transitorio de la sociedad socialista, las cuales deben utilizarse como palancas económicas que estimulan y controlan para materializar con mayor eficiencia el principio colectivista. Como ellas están relacionadas con los vestigios de la vieja sociedad, pueden actuar de modo eficiente para la puesta en práctica del principio colectivista o ayudar a promover los factores capitalistas, según la forma en que se apli4can. El estímulo material, esclarecido por la teoría jucheana sobre la administración económica socialista, es en todos los casos, un medio económico que sirve a la materialización del principio colectivista. Debe aplicarse correctamente como tal para ejecutar mejor este principio sobre la base de conceder la atención primordial al método político.
En la sociedad socialista hay que poner en práctica el sistema de autofinanciamiento y el principio de distribución socialista de tal modo que correspondan mayores dividendos y evaluaciones a los colectivos y personas productores que trabajaron y contribuyeron más a los intereses del Estado y de la sociedad. Esto no entra en contradicción con el principio colectivista que considera los intereses colectivos y los individuales en estado de unión, al contrario es una condición para aplicarlo mejor. Para que el sistema de autofinanciamiento sirva de un medio económico para la materialización del principio colectivista es preciso conceder autonomía relativa a las empresas y observar correctamente el principio de evaluar mejor a las empresas que reporten más ganancias al Estado. Sólo así es posible asegurar de lleno tanto los intereses del Estado como los de los colectivos productores. Para que las palancas económicas utilizadas para la aplicación del principio de distribución socialista correspondan con el principio colectivista, es necesario emplearlas bajo la dirección unificada del Estado. Sólo así, es posible que el ingreso nacional obtenido se distribuya racional e imparcialmente entre el Estado y los productores, y asegurar justamente tanto los intereses estatales como los individuales.
En la sociedad socialista, también otras categorías económicas tales como el costo de producción, el precio, la ganancia y la rentabilidad, relacionadas con la acción de la ley del valor, deben utilizarse correctamente como medios secundarios para el desarrollo planificado y equilibrado de la economía nacional y la racionalización de la administración empresarial. Lo principal en el uso de la ley del valor de acuerdo con la naturaleza colectivista de la sociedad socialista, es mantener con firmeza el principio de precios únicos. Sólo cuando, bajo la dirección unificada del Estado, se fijen los precios de los productos y los pagos de servicios, es factible que la forma del valor se utilice correctamente como un medio secundario para la administración planificada de la economía nacional.
Es necesario aplicar con exactitud el método administrativo- organizativo en la gestión de la economía socialista. A fin de administrar bien la economía socialista es necesario aplicar correctamente el método administrativo-organizativo para mover a los organismos económicos, las empresas y sus miembros, según los medios y el orden administrativos.
El método administrativo-organizativo se distingue, en esencia, del burocrático. Este gobierna a las personas mediante la autoridad y las órdenes, pero aquél consiste en organizar y asegurar las actividades económicas independientes y creadoras de las masas populares valiéndose de los medios y métodos administrativos. Por supuesto, este método exige que los funcionarios directivos y los trabajadores sean disciplinados para cumplir obligatoriamente las leyes y reglamentos del Estado, así como las resoluciones y directivas administrativas, y tiene un carácter autoritario, ya que se imponen sanciones administrativas y legales cuando éstos se infringen. Pero, ésta no es una autoridad para gobernar a las masas populares sino, una autoridad ejercida por ellas mismas. La función autoritaria del Estado socialista representa el derecho de las masas populares a la independencia y, en todos los casos, se ejerce contra los actos que dañan ese derecho de ellas y sus intereses.
En la aplicación del método administrativo-organizativo lo importante es determinar correctamente la relación de delimitación de las responsabilidades y las autoridades. Es preciso deslindarlas claramente para los organismos centrales y locales de dirección administrativo-económica, para las empresas y para sus unidades y miembros. Sólo entonces todas las personas que participan en las actividades económicas, según las claras asignaciones administrativo-organizativas pueden cumplir con su responsabilidad, desde su posición.
Hay que establecer correctamente cosas como leyes, reglamentos, reglas detalladas, y directivas laborales del Estado, relacionados con la gestión económica, y apoyándose estrictamente en ellos coordinar y controlar las actividades económicas de las personas. Sólo así, es posible implantar una rigurosadisciplina en el cumplimiento del plan, la producción, la administración del trabajo y los bienes, así como en las finanzas.
Las leyes, los reglamentos, las reglas detalladas y las directivas laborales del Estado son importantes medios administrativo- organizativos. Hay que revisarlos y perfeccionarlos conforme al sistema de la administración económica socialista y la exigencia del desarrollo de la realidad. Es indispensable realizar tesoneros esfuerzos en dos frentes: educación y control, para que todos los funcionarios directivos y trabajadores comprendan claramente y observen rigurosamente lo estipulado en ellos.
Es necesario establecer cabalmente el régimen de adoptar y despachar a tiempo y correctamente resoluciones e instrucciones administrativas, de ejecutarlas sin falta y de informar al respecto. Esas resoluciones e instrucciones son medios importantes para mover de manera organizada a los funcionarios directivos y a los trabajadores. Desde el punto de vista administrativo, puede decirse que la gestión económica que guía las actividades económicas de las personas es una labor encaminada a dar a tiempo las órdenes y las directivas necesarias y a indagar, coordinar y controlar su ejecución exacta. Sólo estableciendo este régimen, es posible implantar un ordenado sistema de dirección administrativa y realizar satisfactoriamente la dirección centralizada del Estado. Los organismos administrativos y económicos y las empresas deben esforzarse mucho para fortalecer la disciplina administrativo-organizativa.
En la gestión económica socialista, el método político, el económico-técnico y el administrativo-organizativo, están estrechamente relacionados entre sí y se aplican en un proceso unitario. El método político es preponderante, razón por la cual sólo concediéndole atención primordial, es posible aplicar con éxito el método económico-técnico y el administrativo- organizativo, apoyándose en el celo consciente y la actividad creadora de las masas. Por otra parte, el método político puede alcanzar plenamente su objetivo sólo cuando se combine con los otros dos métodos. Estos dos métodos se emplean uniéndose en un mismo proceso, restringiéndose y complementándose uno por otro en la práctica de la administración económica. El método económico-técnico no puede ser efectivo sin el respaldo del administrativo-organizativo, el cual puede valer sólo cuando sirve de medio para asegurar, en el plano administrativo-organizativo, la aplicación del método económico y técnico.
Es imprescindible que el método principal de la gestión económica socialista sea apoyado y concretado por una detallada metodología de desarrollo del trabajo.
A medida que se aumenta el tamaño de la economía y se eleva el nivel de la dotación técnica para la producción, también se va especializando y subdividiendo la función de gestión de la economía y en ella participan muchas personas con distintos cargos y oficios. En la práctica de la administración de la economía socialista se crean diversas y complejas situaciones.
La realidad demuestra que sólo estableciendo una metodología detallada del despliegue laboral es posible obtener grandes éxitos en la gestión de la economía socialista.
Hay que elaborar correctamente la metodología de administración general para el despliegue del trabajo.
Se trata de una metodología con la que los directivos de la economía controlan y dirigen de modo unitario todas las actividades de producción y de gestión. La dirección de ellos se realiza a través de los procesos de elaboración de planes de operaciones y su organización, de investigación, coordinación y control. Las actividades de los directivos económicos consisten en repetir sin cesar las labores de planear y organizar los trabajos económicos de las personas, de investigarlos, coordinarlos y controlarlos para cumplir a tiempo y con exactitud las tareas trazadas por el Partido y el Estado. El plan científico y audaz, la organización esmerada y la sistemática investigación, coordinación y control, son precisamente, los puntos fundamentales que se deben mantener en la administración integral.
Los trabajadores directivos deben establecer correctamente una metodología de administración integral y aplicarla para que dichos procesos se realicen por orden y sobre fundamentos científicos.
Es necesario establecer con acierto métodos y modos de realización de las actividades por sectores de la administración como las de organización de la producción, de mantenimiento técnico, de suministro de materiales, de administración del trabajo y de finanzas. Estas actividades tienen sus propios objetos y características, razón por la cual deben organizarse y desplegarse bien, por orden, en una correlación estrecha según una metodología específica para que se realice con éxito la gestión económica. Los directivos económicos, introduciendo logros de la ciencia económica de sus ramas, tienen que establecer metodologías concretas para organizar y desarrollar dichas actividades administrativas, y mejorarlas y cumplimentarlas de continuo.
Es imprescindible implantar una metodología científica que responda a la exigencia de la modernización de la economía nacional y su fundamentación científica. La realidad en que se agranda la dimensión de la economía y se aceleran con energía los procesos de su modernización y fundamentación científica, exige con urgencia administrar la economía sobre la base de una metodología científica apropiada.
Para establecer esta metodología es imprescindible esmerarse en el trabajo económico-organizativo conforme a las leyes económicas y las exigencias tecnológicas de la producción y, al mismo tiempo, introducir a gran escala medios técnicos modernos. Con vistas a impulsar el proceso de fundamentación científica de las actividades de gestión mediante la introducción de las computadoras y otros medios técnicos modernos, es preciso aprovechar bien, de acuerdo con la realidad, los éxitos alcanzados en la cibernética económica y el método matemático económico. Debemos perfeccionar la metodología científica para introducir ampliamente estos medios en la administración económica y utilizarlos de acuerdo con la situación del país.
El carácter revolucionario y científico de la teoría jucheana sobre la administración de la economía socialista y su vitalidad ilimitada, ya han sido comprobados plenamente en la práctica. Nuestro Partido al tomar como guía rectora esta teoría y dirigir sabiamente los esfuerzos encaminados a resolver el problema de la gestión de la economía socialista, ha logrado conducir la construcción económica socialista por un camino victorioso brillante, sin sufrir ni la menor desviación ni altibajos.
Tenemos que armarnos firmemente de esa teoría y materializarla de modo más consecuente en la práctica de la gestión económica para poner de manifiesto en el más alto grado las ventajas de nuestro socialismo centrado en las masas populares y así acelerar vigorosamente el movimiento de avance hacia el socialismo y el comunismo.
Para lograr que los directivos económicos se armen firmemente con la mencionada teoría y la apliquen cabalmente en la práctica, el Instituto Superior de Economía Nacional, centro de formación de cuadros para cargos importantes en la gestión económica del Estado, asume una misión muy importante.
Su misión principal es preparar a los estudiantes como dignos cuadros de la administración económica estatal que sirvan con ilimitada fidelidad cívica y filial al Partido y al Líder e impulsen, con vigor y a nuestro estilo, la construcción del Poder popular y de la economía socialista.
El Instituto debe intensificar la instrucción teórica para armar firmemente a los estudiantes de la concepción del Juche sobre la revolución y la teoría de la administración económica del Estado y, al mismo tiempo, darles una buena formación práctica a fin de regularizar la gestión económica. En la instrucción para regularizar la gestión económica deben impartirse de modo substancial las clases y los seminarios para que se adquieran los conocimientos de administración y las reglas de la gestión económica, y elevar a un grado superior la calidad de los ejercicios y la práctica con vistas a dar a conocer los métodos de la gestión económica. El Consejo de Administración, los comités y los ministerios, y otros organismos centrales, así como los administrativos y económicos locales y las empresas deben establecer ordenadamente un sistema de práctica para los estudiantes del Instituto y asegurarles óptimas condiciones. Por su parte, el Instituto debe continuar complementando el método de ejercicios en las salas de estudio por ramas de la economía nacional y el de práctica sobre el terreno, y acondicionar apropiadamente su propia base de práctica.
El Instituto deberá estudiar a fondo una metodología concreta para elevar el nivel de la fundamentación científica y la racionalización en la gestión de las empresas mediante la amplia introducción de sistemas computarizados y otros medios técnicos modernos para mejorar la calidad de la enseñanza al respecto, y cumplir irreprochablemente su papel como base de difusión para la computarización de la administración económica.
A la vez que le presta atención a la instrucción para la superación de los cuadros importantes de los órganos del Poder popular y de la economía, el Instituto debe mejorar decisivamente la calidad de la formación de cuadros de relevo. Es preciso definir correctamente el sistema de enseñanza y las secciones conforme a las exigencias del desarrollo de la realidad en que se profundiza la construcción socialista y a su misión principal como un centro de formación de cuadros importantes.
Conforme a las condiciones actuales en las que se agranda la dimensión de la economía del país, se desarrollan rápidamente la ciencia y la técnica y se ha elevado el nivel ideológico- cultural de los funcionarios en su conjunto, el Instituto debe reorganizar su sistema de enseñanza para la formación de cuadros de relevo. El Instituto debe seleccionar y admitir principalmente a los funcionarios prometedores en activo que después de graduarse en los institutos universitarios generales, han adquirido cierta experiencia laboral, así como, a los oficiales desmovilizados y otras personas apropiadas para prepararlos como cuadros de la administración económica del Estado.
Conforme a la reorganización del sistema de enseñanza y de las secciones se debe combinar con acierto las asignaturas y elaborar correctamente el programa docente en el sentido de elevar el nivel teórico de las asignaturas y mejorar los métodos de enseñanza. Como allí son muchas las secciones especializadas, compleja la composición del sistema de enseñanza y muy variadas las asignaturas, hay que crear facultades, elevar el papel de las cátedras y mejorar el conjunto de los trabajos de administración docente. Además, es imprescindible consolidar la base de la investigación científica para profundizar el contenido de la enseñanza, dándole prioridad a la labor pertinente.
En el Instituto deben esforzarse tesoneramente por elevar las cualidades científico-teóricas, y práctico-docentes de los profesores.
Además, tienen que estudiar con profundidad los problemas teórico-prácticos que se plantean para mantener y materializar el sistema de trabajo Taean y otros sistemas jucheanos de administración económica socialista, tomar medidas científicas y adoptar una metodología concreta para su solución con miras a prestar una ayuda efectiva en el mejoramiento de la gestión económica socialista. Deben combatir con intransigencia, en la gestión económica del Estado la ideología burguesa reaccionaria y la corriente ideológica de la socialdemocracia contemporánea, e impedir que en nuestro seno penetre el menor elemento de cualesquiera ideas espurias, contrarias a nuestra original teoría sobre la administración económica estatal. Deben desarrollar con energía las actividades de difusión teórica para armar firmemente a los cuadros, militantes del Partido y demás trabajadores con la idea y la teoría de nuestro Partido respecto a la gestión económica estatal y, al mismo tiempo, divulgar ampliamente en el exterior la teoría de administración económica de nuestro Partido y las experiencias acumuladas en la formación de cuadros del sector.
Los encargados directos del trabajo docente son profesores.
Su papel activo garantiza la calidad de la enseñanza. Los profesores del Instituto, con la conciencia de ser abanderados de la lucha por apoyar y materializar la idea y la teoría del Partido, deben esforzarse tesoneramente para poseer altas cualidades docentes y nobles rasgos y cumplir con responsabilidad la labor de educación.
La fidelidad cívica y filial de los estudiantes al Partido y el Líder se exhibe en el estudio y la vida partidista. Si no realizan extraordinarios esfuerzos para armarse de modo firme de la concepción revolucionaria sobre el Líder, asimilar ricos conocimientos de su especialidad y de otras múltiples materias, y poseer un alto espíritu partidista, no pueden decir que tienen un alto grado de fidelidad cívica y filial. Les compete la tarea de materializar consecuentemente el principio de dar prioridad al estudio e intensificar la vida partidista, para prepararse sólidamente como funcionarios de la administración económica del Estado con un alto nivel político-ideológico y capacidad teórico- práctica y dar ejemplo en adquirir los rasgos del revolucionario.
En el Instituto les asegurarán a los profesores, empleados y estudiantes condiciones idóneas para la enseñanza, la práctica y la vida. Tienen que poner a funcionar con propiedad los gabinetes de estudio por ramas de la economía nacional, esforzarse continuamente para modernizarlos y lograr su fundamentación científica conforme a las exigencias del desarrollo de la realidad, así como tomar medidas para garantizarles los equipos y materiales necesarios. Deben dotar y utilizar debidamente la biblioteca, y asegurar óptimas condiciones de estudio para los estudiantes. La sección de intendencia del Instituto debe esforzarse mucho para garantizar mejores condiciones de vida a los profesores, empleados y estudiantes. Además, es necesario tomar medidas para mejorar el servicio de abastecimiento en este centro docente.
Para llevar a feliz término las tareas que tiene el Instituto es preciso elevar el papel de su comité primario del Partido.
Este comité intensificará la dirección partidista sobre la administración docente y el mantenimiento del plantel con vistas a materializar cabalmente la orientación del Partido acerca de la formación de los cuadros. Fortalecerá también la dirección sobre la vida partidista de los profesores, empleados y estudiantes para lograr que ellos manifiesten su lealtad cívica y filial al Partido y al Líder y cumplan con responsabilidad las tareas revolucionarias asumidas.
El Partido deposita en el Instituto gran confianza y esperanza para impulsar la empresa de la transformación de toda la sociedad según la idea Juche mediante el fortalecimiento del Poder popular y la aceleración enérgica de la construcción económica socialista. En el futuro también, como lo ha sido hasta el momento, el Instituto Superior de Economía Nacional debe ser un instituto del Partido que establezca con firmeza la concepción revolucionaria sobre el Líder, siga con fidelidad la dirección del Partido, comparta con él el mismo destino y le sirva con lealtad.
Estoy plenamente seguro de que el Instituto, apoyando totalmente el propósito del Partido de seguir llevando adelante, hasta su culminación brillante, la causa revolucionaria del Juche, cumplirá de modo impecable su honrosa misión y deber.