jueves, 11 de julio de 2013

Fin de los “generales siempre triunfantes”



La guerra coreana (junio de 1950-julio de 1953) fue para Estados Unidos de América que se jactaba de su “supremacía” en el mundo, la primera pérdida en su historia. Durante la contienda los generales militares estadounidenses que se vanagloriaban de ser “siempre triunfadores” no pudieron evadir del trágico destino.

Dean capturado
Se trata del jefe de la 24ª división estadounidense renombrada por haber puesto fuera del combate, herido y prendido a 30 mil militares hitlerianos en Alemania y Austria y derrotado a las huestes japonesas en Filipinas, para entrar a Manila, durante la Segunda Guerra Mundial, y que se había involucrado antes que nadie en la guerra coreana.
Con miras a detener el avance hacia el sur del Ejército Popular de Corea y asegurar el emplazamiento de la fuerza principal de su división, envió a la línea de Osan, al jefe del comando especial Smith como vanguardia, que tan pronto como se chocó con el Ejército Popular, fue derrotado por completo. Al conocerlo, cacareó: “Esta es una vergüenza del gran imperio estadounidense”, “En Taejon mostraré ejemplo y ganaré la confianza”.
Pero la 24ª división caída en el sagaz método de combate de las unidades combinadas del Ejército Popular, fue sitiada y aniquilada por completo en Taejon.
Dean que huía en uniforme de soldado, se hizo prisionero.
Es que él, que durante la Segunda Guerra Mundial cuando fungió como jefe de la división había dicho que “para el militar lo más ignominioso es caer prisionero”, tuvo trágico destino.

Smith, “general de las tumbas”
Se trata del jefe de la primera división marina estadounidense, “flor de la fuerza marina”, participó en la guerra coreana y que durante la temporal retirada estratégica del EPC, invadió hasta en la zona del lago Jangjin en el norte de Corea.
Sus subalternos caídos en el asedio del EPC, murieron en masa. Atemorizado, Smith hizo abrir a explosión la tierra helada para enterrar a los gravemente heridos y los cadáveres reunidos.
La división perdió a más de 12 mil guerreros. Sobre la nave que llevaba a bordo a un reducido número de sobrevivientes, afirmó: “El comandante, dejando tal como están tantos restos, abandona el lugar, suceso nunca conocido en la historia de la fuerza marina de 175 años.”
Se le puso el sobrenombre “general de las tumbas”.

Walker fue al otro mundo
Walker, el famoso por el desembarco en Normandía y la entrada hasta en Austria, durante la Segunda Guerra Mundial, en la guerra coreana como el comandante del 8 ejercito norteamericano dirigió todas las operaciones de las “fuerzas armadas de la ONU” en la tierra.
“Guerreros de las tropas de la ONU, que no se tiemblen de manos aunque tengan por delante niños o viejos. Mátadlos. De esta manera salvarán a sí mismos de la derrota y cumplirán con su responsabilidad como militares de las tropas de la ONU”, ordenó, logrando asesinar a un sinnúmero de los coreanos inocentes en el área temporalmente ocupada.
Fanfarroneó que antes de la Navidad llevaría el frente hasta la frontera septentrional de Corea, pero la fuerza principal (190 mil efectivos) del 8 ejército fue derrotada por el EPC.
Walker que escoltado de tanque pesado se huía, dio el pellejo junto con más de 80 oficiales estadounidenses por las unidades del segundo frente del EPC.

MacArthur destituido
Se trata del comandante de las tropas estadounidenses en el Extremo Oriente y de las “tropas de la ONU” desde el inicio de la guerra coreana.
Movilizó todas las armas y equipos bélicos de último tipo explotados hasta entonces en Estados Unidos de América y las divisiones de la mayor combatividad. Lanzó la “ofensiva generad de Navidad” y otras similares y se valió exhaustivamente de las experiencias adquiridas en varios decenios de la guerra para finalizar en corto tiempo la guerra coreana, pero no pudo detener de ninguna manera el contraataque del EPC.
EE.UU. juzgó que aunque confiándose en él, continuara la guerra, sufriría sólo la mayor derrota y lo destituyó en abril de 1951, a menos de un año del desencadenamiento de la guerra.
Es que MacArthur, que se llamaba como héroe que representaba la guerra del Pacífico, fue destituido por la responsabilidad de la derrota en la guerra coreana.

Ridgeway expulsado
Se trata del sucesor a MacArthur degradado y que tempranamente estaba conocido en el círculo militar estadounidense como oficial con férrea voluntad y capacidad de mando y persona muy ambicioso que si fuera para el arribismo y la notoriedad, no se temía ni a morir.
Vestido de campaña y con la granada de mano colgada del cuello, acudió en el frente y para virar el curso de la guerra, se valió de todos los medios y métodos. Propuso a la parte coreana sostener negociaciones para el armisticio, pero de espalda, lanzó con frenesí ofensivas estival y otoñal y otras similares.
Pero, cada vez se le salió el tiro por la culata. Solo en la ofensiva otoñal perdió a más de 147 mil efectivos, 279 tanques y carros blindados, 961 aviones y muchos otros equipamientos técnicos de combate. Usó hasta armas bacteriológicas y químicas —por lo que ganó la deshonra de ser “general peste” y “general cólera” —, pero se dio el mismo resultado.
A un año fue depuesto.

Clark en llanto
Se trata del sucesor a Ridgeway, a quien EE.UU. depositó gran esperanza, porque en la Segunda Guerra Mundial logró capitular a las tropas alemanas estacionadas en Italia y el ejército de ésta.
Apenas fue nombrado como comandante de las “tropas de la ONU”, declaró que “haría desaparecer por completo de mapa 78 ciudades de Corea del Norte” y desplegó “operaciones de arrasamiento” consistentes en bombardear a troche y moche para destruirlo todo, quemarlo todo y matarlo todo. Como el último juego de azar lanzó una ofensiva nueva, pero fracasó por completo en su intento de manifestar el poderío de las “tropas de la ONU” y lograr un “honroso cese al fuego”.
No pudo menos de poner firma en el Acuerdo de Armisticio de Corea que era para EE.UU. el acta de capitulación.
Su madre que lo había acogido en el aeropuerto, dijo:

“Por su cara en la que no se veía ni el brío ni la dignidad, corrían solo dos chorros de lágrimas.”