lunes, 14 de julio de 2014

Sentido de la Guerra Coreana



Hasta la fecha los medios de prensa y los politicastros occidentales, describiendo la guerra coreana (1950-1953) como la hostilidad entre los que vivían en la Península Coreana, tildaron a la República Popular Democrática de Corea de provocador. Dicho en otras palabras, es que para frenar la “invasión de Corea del Norte”, el occidente capitaneado por Estados Unidos no pudo menos de participar en la guerra.
En los últimos tiempos se oyen argumentos más absurdos. El año pasado los politicastros estadounidenses, con motivo del aniversario 60 de la conclusión del Acuerdo de Armisticio de Corea celebraron en el edificio del Pentágono la apertura de la “exposición conmemorativa a la guerra coreana”, donde cacareando la necesidad de definir otra vez la supuesta “guerra olvidada” como la “victoria olvidada”, efectuaron pomposamente un llamado “acto conmemorativo”. Se trataba de una intentona de tergiversar la derrota de Estados Unidos en la guerra como la “victoria”.
Con todo, la guerra evidentemente fue la contienda entre la RPD de Corea y Estados Unidos y su provocador, este último y su ganador, aquella.
Estados Unidos que al mismo tiempo que la finalización de la Segunda Guerra Mundial, invadió bajo la máscara de “libertador” en el Sur de Corea, con la ambición de ocupar toda esta y tomar el dominio del continente asiático, el 25 de junio de 1950, instigando al ejército surcoreano perpetrar inesperada invasión armada desencadenó la guerra, la encarnizada sin precedentes.
Movilizó un tercio de su fuerza terrestre, un quinto de su fuerza aérea y la mayoría de su Flota del Pacífico y consumió tremenda cantidad de gastos militares por valor de 165 mil millones de dólares en moneda de aquel tiempo. Además, introdujo hasta las huestes de los 15 países seguidores y los restantes del antiguo ejército japonés. Aplicó sus equipamientos bélicos de los que en aquel tiempo se jactaba que eran los más superiores en el mundo e incluso las armas bacteriológicas prohibidas a escala mundial.
El mismo hecho de que Corea que llevaba 5 años de liberada de la larga ocupación militar de Japón y menos de 2 años desde la institución del Estado, se enfrentaba a Estados Unidos, caudillo del imperialismo y engordado con la guerra, era una gesta heroica. El mundo se preocupó por el destino de la joven Corea.
Pero, acaeció un milagro. Corea, deshaciendo todas las suposiciones y conocimientos, venció a Estados Unidos, lo cual fue resultado de la genial estratagema y destacada dirección de Kim Il Sung, gran Líder del pueblo coreano, quien con la convicción de que el país, aunque era débil en lo militar y económico, si contaba con el partido, el Estado, el territorio y el pueblo, ganaría sin falta la victoria definitiva, llevó la guerra a una fase favorable. El aplicó estrategia de activa contraofensiva, sitio moderno que posteriormente sería modelo, formación del poderoso segundo frente en la retaguardia enemiga, activa defensa atrincherada y otros destacados y originales métodos de combate y tácticas, aniquilando a las tropas norteamericanas y las fuerzas armadas multinacionales e imponiéndoles a los adversarios a arrodillarse ante el pueblo coreano.
Francisco da Gomes, ex presidente portugués, que como jefe de Estado Mayor del ejército portugués, había participado de parte occidental en la guerra coreana, dijo que en aquel tiempo el plan de operaciones de Estados Unidos era elaborado por el conjunto de los jefes de estado mayor y los generales militares de los países occidentales puestos al lado del imperio y Su Excelencia Kim Il Sung sólo lo había invalidado.
De hecho, en la guerra se movilizaron no solo los generales militares sino también todas las cumbres nacionales y los supuestos magnates y traficantes de guerra del occidente como Harry S. Truman,  Dwight David Eisenhower y John Foster Dulles de Estados Unidos y Eden y Churchill del Reino Unido. No fue casual que al comienzo de la guerra el mundo se confiaba en la fanfarronería de Estados Unidos de que el destino de Corea se decidiría en 72 horas.
Pero, la bravata del imperio y su “poderío absoluto” redundaron en sueño y mito deshechos.
En la guerra Estados Unidos sufrió tremendas pérdidas, casi 2,3 veces más que las padecidas en la Guerra del Pacífico de 4 años y el 27 de julio de 1953 se vio obligado a rubricar en el Acuerdo de Armisticio de Corea que era para el acta de capitulación.
Con la conclusión de este acuerdo en Estados Unidos se oyeron lamentaciones de la derrota.
“Yo me hice primer comandante estadounidense que sin ganar la victoria en la historia firmé el acuerdo de armisticio.” (Clark, comandante de las “tropas de la ONU” )
“El mito se hizo añicos. No fuimos tan poderosos como otros pensaban.” (George Catlett Marshall, secretaria de Defensa norteamericano)
Transcurrieron más de 60 años desde entonces.
Pero, tanto en la antigüedad como en la actualidad el sentido geopolítico de Corea es lo mismo. También lo es la política de Estados Unidos sobre Corea, razón por la que todos los años sobre la Península Coreana ciernen nubarrones de la nueva guerra.
La actual Corea no es país principiante como cuando estallaba la mencionada guerra.
Es potencia ideo-política en la que todo el ejército y el pueblo están unidos monolíticamente en torno a su dirigente, potencia militar preparada tanto para la defensa como para el ataque, país nuclear, país capaz de fabricar y lanzar el satélite artificial de la Tierra y potencia de ciencias y tecnología de punta, es decir país que ninguna potencia se atreva a tocar.
Ahora el ejército y el pueblo de Corea, alertas ante las maquinaciones de provocación de la nueva guerra de Estados Unidos y sus seguidores, están plenamente dispuestos a aprovechar la guerra que el imperio desate, para exterminar totalmente Estados Unidos promotor de la guerra y sede del mal, en el planeta.

Si la pasada guerra coreana fue para el imperio la primera perdida que le abrió camino de decadencia, la nueva le traerá el desenlace, suceso que será inscrito con letras mayúsculas en la historia de la humanidad.