La pasada guerra coreana (1950-1953) fue para
Estados Unidos, que se jactaba de su “supremacía” en el mundo, la primera
pérdida.
El imperio, al desencadenar la hostilidad,
pensó que apoyándose en su superioridad numérica y tecnológica, podría
conquistar con facilidad a Corea. En eso los caudillos militares
norteamericanos fanfarronearon ante los reporteros que su ejército “concluiría
la guerra coreana” en 72 horas.
Estados Unidos movilizó en la guerra más de 2
millones de efectivos incluidos un tercio de su fuerza terrestre, un quinto de
su aérea, la mayoría de su Flota del Pacífico y las huestes de los 15 países
seguidores y Sudcorea, así como bombardero estratégico “B-29”, la supuesta
“fortaleza aérea” y otros equipos de combate y técnicos de último tipo.
Consumió más de 73 millones de toneladas de los materiales bélicos.
Pero, perdió inmensa cantidad de efectivos y
equipos bélicos, casi 2,3 veces más que en la Guerra del Pacífico: 1,567,128
efectivos incluidos 405,498 norteamericanos, más de 12,220 aviones, más de
3,250 tanques y carros blindados, 13,350 camiones, más de 560 buques, más de
7,690 cañones y más de 925,150 armas de tiro.
Los generales estadounidenses, celebridades de
la Guerra del Pacífico, murieron o tildados de responsable de la derrota fueron
excluidos del círculo militar. A finales de noviembre de 1950 la “ofensiva
general de Pascuas” de las tropas norteamericanas fue propaganda por la
“retirada general de Pascuas”. En Estados Unidos la protesta contra la guerra
cobraba brío cuando la acusación al presidente y el cambio del secretario de
Estado ganaron la reputación pública. MacArthur y Ridgway, comandantes de las
“tropas de la ONU”, sucesivamente fueron destituidos y los jefes de las
divisiones 1, 2, 7, 25 estadounidenses, en masa corrieron el mismo destino. Las
“tropas de choque Smith” lanzadas por primera vez en las maniobras terrestres
fueron demolidas, lo cual fue seguido del exterminio de la completamente
sitiada división de infantería 24 autodenominada “división invicta” y de muchas
otras tropas norteamericanas. Walker, comandante del VIII Cuerpo de Ejército
estadounidense, fue al otro mundo por las maniobras militares del Ejército
Popular de Corea y Dean, jefe de la 24 división de infantería norteamericana,
capturado por un soldado del EPC.
El mito sobre la “invencibilidad” de Estados
Unidos se hizo añicos también en el cielo y el mar.
El 30 de octubre de 1951, de los aviones “B-29”
estadounidense escoltados por 90 caza-bombarderos y participados en un combate,
3 fueron derribados y otros 5 averiados, motivo por lo que la fuerza aérea
norteamericana denominara ese día “martes negro”. También posteriormente en una
semana 20 “fortalezas aéreas” fueron destrozados. En el tiempo posterior al
estallido de la guerra coreana 2,200 aviadores estadounidenses, presos de
terror, boicotearon el servicio.
El 2 de julio de 1950, cuatro torpederos de la
fuerza naval del Ejército Popular de Corea hundieron “Baltimore”, crucero
pesado norteamericano de 17 000 toneladas abrigado por un crucero ligero y
destructor e intruso en el mar de enfrente de Jumunjin y de seguida destruyeron
el crucero ligero.
En la audiencia del congreso estadounidense
convocada en mayo de 1951 Bradley, presidente de Mando Conjunto de Jefes de
Estado Mayor, precisó “La coreana era una guerra mal realizada en un lugar y
contra un enemigo mal escogidos”, lo cual ya fue el reconocimiento oficial de
la derrota de su parte en la hostilidad hecho en aquel tiempo cuando está en su
álgido.
US News & World
Report comentó que
en la guerra coreana “las tropas estadounidenses sufrieron pérdidas dos veces
más grandes que la suma de las que Estados Unidos padeció en las cinco grandes
guerras: la Guerra de Independencia, la del año de 1812, la con México, la con
España y la filipina”.
Finalizada la guerra coreana, George Catlett
Marshall, el entonces secretario de Defensa norteamericano, confesó: “El mito
se hizo añicos. No fuimos tan poderosos como otros pensaban.” Clark, el
entonces comandante general de las tropas norteamericanas en el Extremo Oriente
y comandante de las “tropas de la ONU”, evocando aquel tiempo cuando ponía
firma en el acuerdo de armisticio, expresó que él fue el primer comandante de
la fuerza terrestre estadounidense que había rubricado por primera vez en la historia
en un acuerdo de armisticio como vencido. “Sentí dolor de desesperación”,
confesó.
La descomunal derrota de Estados Unidos que
sufrió en la guerra coreana, es para el imperio la primera en su historia y
también irreparable e imborrable por mucho tiempo que pase.
Estados Unidos no se debe olvidar de esta
derrota.
De no hacerlo y desatar otra guerra contra
Corea, esto le traerá no la derrota como el pasado sino el desenlace completo.