En la
actualidad cualquiera elegirá a Kim Jong Un, máximo Dirigente de Corea, como
quien gana la mayor reputación de la comunidad internacional. Su interminable
recorrido de trabajo por lo largo y ancho del país llama la mayor atención de
los medios de prensa del mundo.
La imagen de
Kim Jong Un, platicando con soltura, ánimo y holgura con las personas,
tranquiliza y encanta a cualquier observador. Particularmente, su excepcional
amor a las posteridades conmueve a las personas.
Hay una
sentencia de que el amor a los niños es el más abnegado, exhaustivo, puro y
noble y el no inventado ni impuesto.
Kim Jong Un
visitó el primero de enero lunar de este año la Escuela Revolucionaria de
Mangyongdae, donde les palmeó en las mejillas a los alumnos que derramaban lágrimas
de emoción y los vio comiendo largo tiempo.
En último
junio dispuso efectuar una festividad de la Organización de Niños de
envergadura sin precedentes, asistió a la misma y platicó con amabilidad con
los niños escolares, lo cual fue verdaderamente impresionante y atractivo. Fue
a la Jangjae, isla solitaria en el mar occidental, donde abrazó a una criatura
de 6 meses y se fotografió.
En su visita a
la vivienda de un obrero en el moderno reparto Changjon recién construido,
sentó al segundo hijo (escolar primario) del dueño sobre sus rodillas y le
enseñó minuciosamente el método pictórico.
En agosto de
este año, con motivo del Día de la Juventud, hizo efectuar solemne acto
festivo, envió mensaje de felicitación a los asistentes a la ceremonia y todos
otros jóvenes del país y se fotografió junto con aquellos.
Los niños
representan la flor y el porvenir de la nación. La política que se practica
para las posteridades determina la prosperidad o la ruina, el florecimiento o
decadencia de una nación.
El Presidente
Kim Il Sung, fundador de la Corea socialista, hizo prepararles a todos los
niños escolares nuevos uniformes, vio algunos de ellos vestidos de las mismas
prendas y muy gozoso les sacó fotos durante largo tiempo sin tomar almuerzo
siquiera, lo cual vívidamente aún viene a la memoria de muchas personas. El
Dirigente Kim Jong Il incluso puso en vuelo un helicóptero para los trillizos
de una aldea montañosa, lo cual se transmite como una leyenda sobre el amor a
las posteridades. Es que tal amor lo dispensa hoy Kim Jong Un.
No es casual
en modo alguno que la Corea socialista progresa victoriosamente superando todas
las dificultades.
El amor a las
posteridades origina del efervescente humanitarismo y de la confianza en el
porvenir.
Del
desconfiado en el futuro no se puede esperar el amor a los niños y si él lo
tiene, eso no pasa de ser una hipocresía o una fastuosidad.
¡Amar a las posteridades y confiar en la victoria!, esta es, diríase, la
concepción de Kim Jong Un, sobre las posteridades, el futuro.
La comunidad
internacional ve en Kim Jong Un que aprecia sin límites a los niños el
espléndido porvenir de Corea.
Es demasiado
natural que al pueblo coreano que avanza victoriosamente en pos de su Dirigente
Kim Jong Un siempre le están prometidas las victorias y la gloria.