lunes, 3 de octubre de 2011

KIM JONG IL: EL PARTIDO DEL TRABAJO DE COREA ES EL ORGANIZADOR Y ORIENTADOR DE TODAS LAS VICTORIAS DE NUESTRO PUEBLO


Estimados amigos al acercarse el 10 de octubre, fecha del aniversario de la fundación del partido del trabajo de Corea, presentamos este importantísimo trabajo realizado por el querido dirigente mariscal Kim Jong Il.
Es para nuestro Instituto un inmenso placer poderles hacer entrega de un nuevo trabajo del Querido Dirigente en tan importante y conmemorativa fecha.
Hago llegar el saludo y aprecio personal e institucional a todos ustedes y no cejaremos en estos esfuerzos de acercarles cada vez más a la RPDC.

Atte.

Yuri Castro Romero

Sec. Gral. Del Comité Continental Americano Por el Centenario del Nacimiento del Gran Líder KIM IL SUNG

Sec. Gral. del instituto Cultural y de Amistad Peruano Coreano


¡TRABAJADORES DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!


KIM JONG IL


EL PARTIDO DEL TRABAJO DE COREA ES EL ORGANIZADOR Y ORIENTADOR DE TODAS LAS VICTORIAS DE NUESTRO PUEBLO

3 de octubre de 1990

I N D I C E
1. La dirección del Partido es la garantía decisiva del triunfo de la causa socialista................................................................................3
2. Tenemos que fortalecer y desarrollar al nuestro como Partido revolucionario de tipo jucheano............................................................................... 8
3. Hay que fortalecer la dirección del Partido atendiendo principalmente la labor con las personas.............................................................................. 20

Han transcurrido 45 años desde que se fundó el Partido del Trabajo de Corea, Estado Mayor de la revolución coreana y fuerza orientadora de nuestro pueblo.
En su larga y difícil trayectoria —que recorriera con la bandera de la idea Juche en alto—, realizó proezas que brillarán en la historia, en aras de la libertad y felicidad del pueblo, del progreso y prosperidad de la Patria. Venciendo múltiples dificultades, efectuó profundos cambios sociales y magnas obras constructivas, en virtud de lo cual nuestro país se transformó en un Estado socialista soberano, independiente y autodefensivo, así como defendió con firmeza a la Patria y la revolución tras rechazar la agresión de los imperialistas y las maquinaciones subversivas de los enemigos de clase. Asimismo, con ilimitada fidelidad a la causa de la humanidad por la independencia cumplió con honor su deber internacional e hizo valiosos aportes al desarrollo de la revolución mundial.
A través de su prolongada lucha, ardua pero gloriosa, nuestro Partido se ha desarrollado y fortalecido como un partido avezado, lleno de vigor combativo y capaz de conducir al pueblo siempre hacia la victoria, cualesquiera que sean las dificultades y pruebas, y como un fogueado Estado Mayor de la revolución coreana, que disfruta del absoluto apoyo y confianza de todo el pueblo.
Hoy los miembros de nuestro Partido y los demás trabajadores rememoran con gran orgullo y dignidad su trayecto revolucionario y están firmemente decididos a luchar con mayor energía bajo la bandera del Partido para construir el paraíso socialista en la tierra patria y lograr la reunificación de la Patria, el anhelo de la nación.
En la actualidad, en la palestra mundial se desarrolla una aguda lucha entre el progreso y la reacción, y entre la revolución y la contrarrevolución, y la causa del socialismo, la de la humanidad por la independencia, se enfrenta a un peligroso reto de los imperialistas.
Debemos cumplir con relevancia nuestras misiones mediante el fortalecimiento del Partido y la elevación de su papel rector en la revolución y la construcción a tenor de las exigencias de la realidad en que el deber de nuestro Partido ante la revolución nacional y la mundial crece en importancia.


1. LA DIRECCION DEL PARTIDO ES LA GARANTIA DECISIVA DEL TRIUNFO DE LA CAUSA SOCIALISTA
La dirección del partido es la vía respiratoria de la causa socialista.
En nuestro país esta causa ha venido avanzando y triunfando bajo la dirección del Partido, que es la condición indispensable también para su brillante conclusión en el futuro.
La dirección del partido es la garantía decisiva para fortalecer el sujeto de la causa socialista y elevar su papel.
Se trata de una obra revolucionaria que llevan a cabo las masas populares, que por primera vez en la historia de la humanidad han devenido en sujeto independiente. Estas, aunque son artífices de la historia, permanecieron marginadas de la misma durante mucho tiempo, y precisamente el partido de la clase obrera es el que las concientiza y organiza, convirtiéndolas en un poderoso sujeto capaz de forjar su destino de manera independiente y creadora.
Gracias a la dirección de nuestro Partido, encabezado por el estimado camarada Kim Il Sung, el pueblo se ha hecho el sujeto independiente que, como genuino dueño de su propio destino impulsa con energía el progreso de la sociedad y la revolución. En el proceso revolucionario y constructivo el Partido siempre prestó gran atención a estructurar con solidez las filas revolucionarias, y a medida que se desarrollaba la construcción socialista a una etapa superior, se esforzó con mayor tesón para fortalecer el sujeto de la revolución. Dotó con firmeza a todo el pueblo con la idea Juche y lo aglutinó fuertemente alrededor del Líder desde el punto de vista organizativo e ideológico y desde el ético y de obligación moral, lo cual dio lugar a la fusión de las filas revolucionarias en un ente socio-político.
Hoy día, en nuestro país el Partido del Trabajo de Corea se mantiene con firmeza en el centro de las filas revolucionarias, y las masas populares, que en el prolongado proceso de la lucha revolucionaria compartieron con él un mismo destino, venciendo todo género de pruebas, están firmemente unidas en torno suyo y del Líder con una misma idea y voluntad.
Nuestro pueblo, guiado por el Partido, da pruebas de su inagotable capacidad creadora en la construcción socialista, cuya fuerza impulsora pujante la constituyen, ante todo, su poderío político e ideológico, su entusiasmo consciente y su actividad creadora.
La fuente de estos factores radica en la dirección del Partido que concientiza a las masas para que hagan suya sinceramente la causa del socialismo. Gracias a ella también se exhiben en alto grado la fuerza colectiva, el heroísmo masivo de nuestro pueblo que impulsa la construcción socialista, porque une los intereses individuales con los colectivos y fortalece el poderío de la unidad y colaboración.
Nuestra realidad, en que las masas populares hacen gala de su capacidad creadora en la construcción socialista, demuestra fehacientemente que la calumnia de los imperialistas de que la dirección del Partido frena el espíritu creador de las personas es un sofisma contrarrevolucionario encaminado a introducir la libertad burguesa y desbaratar el socialismo.
También en el futuro, al seguir fortaleciendo la dirección del Partido, debemos consolidar sin descanso la unidad revolucionaria de nuestro pueblo alrededor de él y del Líder y poner en pleno juego el espíritu abnegado y el entusiasmo creador de las masas populares en la lucha por el triunfo definitivo de la causa revolucionaria del Juche.
La dirección del partido es la condición esencial para llevar adelante la causa del socialismo de acuerdo con una correcta estrategia y tácticas de lucha.
Ella es una obra difícil y compleja, que, acompañada de una aguda lucha de clases, tiende a crear lo nuevo desbrozando un camino inexplorado por nadie, tarea que podrá cumplir victoriosamente con una orientación y métodos correctos, sólo cuando se guíe por una acertada estrategia y tácticas de lucha.
Únicamente el partido de la clase obrera, capaz de iluminar con claridad el camino para el desarrollo de la sociedad y la revolución y organizar a las amplias masas, puede dar la dirección estratégica y táctica a la causa socialista. Ninguna otra organización u organismo puede suplir al partido en su posición y papel como Estado Mayor de la revolución que traza la estrategia y las tácticas acertadas para la construcción del socialismo y organiza y dirige la lucha para llevarlas a la práctica.
Entre todas las organizaciones y organismos de la sociedad socialista, incluido el poder estatal, sólo el partido de la clase obrera es creado con la misión de darle a ésta y a la revolución una dirección política, estratégica y táctica y tiene la capacidad de cumplirla.
En cada período y etapa de la revolución y construcción nuestro Partido formuló la política y la línea apropiadas a las condiciones del país y a la aspiración del pueblo, y movilizando a todo éste las llevó a la práctica con puntualidad, en virtud de lo cual la construcción socialista pudo marchar por un camino recto y se produjeron cambios y proezas que asombran al mundo.
También en el futuro, fortaleciendo sin interrupción la dirección estratégica y táctica del Partido, Estado Mayor de la revolución, conduciremos con seguridad la causa del socialismo por el camino de la victoria.
La dirección del Partido es un requisito indispensable para mantener de forma invariable y materializar de modo cabal el principio revolucionario en todo el proceso del cumplimiento de la causa socialista.
Esta se distingue de otros movimientos sociales por sus principios revolucionarios, y avanza por su justeza y vitalidad.
La historia de la lucha revolucionaria muestra que si mantiene los principios revolucionarios la causa socialista avanza arrostrando cualquier dificultad y prueba, pero si desiste de ellos se altera y detiene en mitad de camino.
Mantener los principios revolucionarios en la construcción socialista significa defender y materializar las exigencias esenciales de la clase obrera y las demás masas trabajadoras por la independencia, y sus intereses. Si bien en el proceso de la construcción socialista pueden cambiar el ambiente y las condiciones de la lucha, no deben variar la exigencia y la posición fundamental de las masas populares para lograr la independencia.
Con miras a llevar a cabo la causa del socialismo, es indispensable mantener de modo invariable el principio revolucionario de defender y realizar la independencia de las masas populares.
La exigencia de éstas por la independencia y sus intereses pueden sostenerse y realizarse sólo bajo la dirección del partido de la clase obrera. Esta representa la independencia en el más elevado plano y lucha más resueltamente que otras clases y capas sociales por materializar la exigencia de las masas populares por ella y sus intereses. Para la clase obrera y su partido no existen otras exigencias e intereses que éstos, y la misión clasista del segundo radica precisamente en defenderlos y materializarlos hasta sus últimas consecuencias.
Si nuestra construcción socialista se rige invariablemente por los principios revolucionarios que encarnan las demandas y posición fundamentales de la clase obrera y las masas trabajadoras, es un resultado de la dirección revolucionaria de nuestro Partido. Este ha implantado y venido consolidando y desarrollando el régimen socialista conforme a las exigencias e intereses de las masas populares por la independencia e impulsando la revolución y la construcción en concordancia con la naturaleza de la causa del socialismo y el comunismo.
A medida que se intensificaba la ofensiva contrarrevolucionaria y antisocialista de los imperialistas que atentaba contra los intereses de las masas populares por la independencia, nuestro Partido ha defendido y materializado con mayor resolución los principios revolucionarios.
El espíritu de principios revolucionarios que el partido de la clase obrera mantiene en la construcción socialista se expresa principalmente en cómo enfrenta las intrigas antisocialistas de los imperialistas. Estas maniobras contrarrevolucionarias de los imperialistas que intentan obstruir, disgregar y suprimir la causa del socialismo pueden ser frustradas con éxito sólo por la lucha de principios del partido de la clase obrera. La realidad demuestra que donde el partido mantiene los principios revolucionarios resulta impotente la ofensiva contrarrevolucionaria de los imperialistas, pero allí donde él los cede y abandona se enferma el socialismo.
Gracias a la dirección del Partido del Trabajo, que los ha mantenido de modo invariable y firme en todo el curso de la lucha revolucionaria, nuestro pueblo ha podido avanzar con vigor por el camino de la revolución con la bandera del socialismo en alto, aun en las circunstancias de una complejidad y gravedad sin precedentes en que se concentraba la ofensiva de los imperialistas acaudillados por los norteamericanos. Por la lucha de principios librada por aquél en nuestro país se han frustrado de manera consecuente todas las maniobras de destrucción y sabotaje de los imperialistas y se ha defendido con firmeza la causa del socialismo y también hoy, cuando en el seno del movimiento comunista se crean situaciones complejas imprevistas, nuestra revolución sigue avanzando triunfalmente sin la menor vacilación.
Partiendo de las demandas fundamentales de la construcción socialista y de las experiencias y lecciones de la lucha revolucionaria, debemos mantener y materializar de manera consecuente los principios revolucionarios, los socialistas, en la vida estatal y social bajo la dirección del Partido.
Completar la causa del socialismo y el comunismo mediante el fortalecimiento del Partido y la elevación de su papel rector constituye la voluntad inmutable de nuestro Partido y el pueblo. La dirección revolucionaria de éste se necesita tanto para impulsar con éxito la construcción del socialismo como para edificar y desarrollar la sociedad comunista. Aun en esta sociedad seguirán elevándose las demandas de las personas respecto a la independencia, y ellas podrán realizarse sólo por la lucha consciente y organizada de las masas populares bajo la dirección política de las fuerzas orientadoras como lo es el partido.
Nos incumbe fortalecer a nuestro Partido y elevar sin interrupción su papel rector en consonancia con la exigencia real de la construcción socialista y con la demanda perspectiva del desarrollo de la sociedad socialista.

2. TENEMOS QUE FORTALECER Y DESARROLLAR AL NUESTRO COMO PARTIDO REVOLUCIONARIO DE TIPO JUCHEANO

Al cumplir su misión de fuerza orientadora de la revolución nuestro Partido siempre ha prestado su primera atención a consolidarse a sí mismo. También en adelante lo fortaleceremos y desarrollaremos sin tregua para conducir con firmeza la causa del socialismo por el camino victorioso. Lo que más importa en esto es defender de manera consecuente su naturaleza revolucionaria como partido de tipo jucheano.
Preservar la naturaleza revolucionaria del partido constituye una cuestión muy importante de que dependen su existencia misma y el destino de la revolución. En el curso del avance de la revolución pueden surgir cambios en el deber, estrategia y tácticas y métodos de lucha del partido, pero no en su carácter revolucionario. Si sucede esto, él perderá su aspecto original, convirtiéndose en una entidad impura, impotente para cumplir la función rectora sobre la revolución. Hoy día, cuando los imperialistas en sus maniobras antisocialistas dirigen la punta de la flecha a deteriorar el partido, fuerza orientadora de la sociedad socialista, urge intensificar la lucha por mantener el carácter revolucionario del nuestro.
El carácter revolucionario de nuestro Partido, de tipo jucheano, se determina por su doctrina rectora, la idea Juche.
Para mantener de modo invariable el carácter revolucionario del partido es indispensable defender con firmeza su idea rectora y llevarla adelante inmaculada. Por supuesto, ella debe desarrollarse y perfeccionarse sin cesar a medida que avanzan la época y la revolución. Sin embargo, por muchos cambios que surjan en las circunstancias y condiciones de la revolución hay que preservar con rigor los principios revolucionarios que están impregnados en ella y no introducir corrientes ideológicas espurias que le contravengan. Si se procede de manera contraria por no corresponder la idea rectora del partido a las circunstancias y condiciones cambiantes, esta organización caerá en el camino del revisionismo.
El nuestro es un partido revolucionario de la clase obrera, de nuevo tipo, que tiene en la idea Juche su doctrina rectora.
Con esta idea como guía se construyó y vino fortaleciéndose y desarrollándose. Y gracias a ello pudo hacerse un partido invencible con fundamentos sólidos, una historia de desarrollo peculiar, grandes proezas e inapreciables experiencias. Si él ha podido allanar el más acertado camino para la construcción del partido revolucionario en la época de la independencia y mantener de modo inconmovible, sin la menor vacilación, la bandera de la revolución aun cuando otros sufrían reveses y contratiempos, fue porque ha venido realizando su construcción y actividades tomando la idea Juche como su guía de dirección.
Por haberse constituido sobre la base de la idea Juche ha podido asegurar de modo consecuente su carácter clasista. En el pasado nuestro país fue una sociedad colonial y semifeudal, razón por la cual la clase obrera era débil y ocupaba una proporción baja en la composición de los militantes de nuestro
Partido. Sin embargo, éste, por tener la idea Juche como su ideología rectora, desde el principio pudo fundarse y fortalecerse como un partido de la clase obrera, así como ampliarse y desarrollarse con rapidez en las filas de los revolucionarios comunistas. Como resultado de haber llevado a cabo su construcción y actividades apoyándose en esta doctrina, pudo mantener de modo invariable su carácter clasista conforme a su naturaleza revolucionaria aun bajo las condiciones en que la revolución avanzó lejos y cambiaban las circunstancias de la lucha y sus deberes.
En el futuro también tendremos que enarbolar invariablemente la bandera revolucionaria de la idea Juche, idea rectora de nuestro Partido e impulsar con energía la transformación de todo el Partido según esta doctrina para consolidarlo y desarrollarlo para siempre como un partido revolucionario de tipo jucheano.
Debemos armar de modo firme a los cuadros y los militantes con la idea Juche para convertirlos en revolucionarios comunistas de tipo jucheano que tengan establecida la concepción revolucionaria del mundo fundamentada en la idea Juche y que hagan esfuerzos tesoneros para materializar esta doctrina.
Al mismo tiempo, hemos de preservar de modo estricto la pureza de la idea Juche y combatir con intransigencia toda índole de caducas ideas, sobre todo las burguesas y revisionistas, de manera que en el seno de nuestro Partido no penetren en lo más mínimo ideas espurias, incompatibles con la idea Juche.
A fin de defender el carácter revolucionario del Partido debemos afianzar su base social-clasista.
El nuestro es un partido masivo que tiene por su núcleo a los combatientes de vanguardia de la clase obrera y agrupa en sus filas a gran número de elementos más progresistas de procedencia obrera, campesina e intelectual trabajadora. El carácter masivo de nuestro Partido, como quiera que refleja la existencia fundamental de nuestra época, en que grandes masas trabajadoras se incorporan de modo activo a la lucha por la independencia y la realidad concreta de nuestra revolución, no debilitó la índole clasista y revolucionaria que tiene como un partido de la clase obrera, y al contrario, le hizo posible desarrollarse con mayor rapidez como un partido revolucionario de la clase obrera con profundas raíces en amplios sectores de las masas.
Haremos mayores esfuerzos para afianzar la base socialclasista de nuestro Partido.
Cuanto más avanza la construcción socialista tanto más se amplia y consolida la base social-clasista del partido de la clase obrera. Por lo general, a medida que se desarrolla la sociedad, en la composición de la población se disminuye el número de las personas dedicadas al trabajo físico y aumenta el de las que hacen trabajos técnicos e intelectuales, es decir, el de los intelectuales.
Pero esto no significa el debilitamiento del terreno social-clasista del partido de la clase obrera. En cuanto a la situación socio-económica, entre las personas ocupadas en trabajos técnicos e intelectuales y las de labores físicas existe una comunidad esencial. Sobre todo, es legítimo que al compás con el avance de la construcción socialista la posición socioeconómica de los intelectuales y de otros miembros de la sociedad vaya cobrando el perfil de la clase obrera. Desde luego, también en la sociedad socialista es posible que si el partido menosprecia la labor ideológica, esto tenga como consecuencia la difusión de ideas burguesas entre los miembros de la sociedad y el debilitamiento del terreno socio-clasista de aquél. La solidez de este terreno del partido de la clase obrera se garantiza por el elevado nivel político e ideológico de las masas y, por consiguiente, depende de cómo él realiza la labor con éstas.
Nuestro Partido, considerando siempre a la clase obrera, el campesinado y la intelectualidad trabajadora como su terreno socio-clasista, ha venido intensificando la labor políticoideológica entre ellos y a medida que progresaba la construcción socialista ha hecho ingentes esfuerzos por insuflar la conciencia revolucionaria y de la clase obrera a todos los miembros de la sociedad. En nuestro país al impulsarse con energía este proceso bajo la dirección del Partido, no sólo la situación socio-económica de los trabajadores, sino también sus rasgos ideológico-espirituales, se acercan con rapidez a los de la clase obrera y el terreno socio clasista de nuestro Partido se amplia y consolida todavía más.
En la constitución del partido desde el punto de vista clasista lo más importante es estructurar sus filas de cuadros y militantes con personas fieles a la causa revolucionaria y prepa�� radas firmemente en lo ideológico. Nos es preciso promover como cuadros a las personas con capacidad de despliegue revolucionario, habilidad organizativa y rasgos populares, sobre todo las forjadas y probadas en la prolongada lucha revolucionaria y el trabajo, y prevenir de modo estricto la infiltración de elementos extraños y casuales en sus filas.
Debemos dar acceso al Partido a los miembros medulares de la clase obrera, fogueados y probados y a otros leales a la causa revolucionaria para consolidar las filas de los militantes desde el punto de vista clasista.
Con vistas a consolidar a nuestro Partido es indispensable, además, preservar y afianzar la unidad y cohesión de sus filas.
Guiándose por el principio de la construcción del partido, originado de la idea Juche, el nuestro ha dirigido su mayor fuerza a consolidar la unidad y cohesión organizativoideológicas de sus filas y alcanzado brillantes resultados. Podemos afirmar con plena confianza que hoy nuestro Partido ha logrado implantar en sus filas una unidad y cohesión de tanta firmeza y vitalidad que resultan indestructibles y capaces de superar cualquier prueba.
Se trata de una unidad monolítica y total que supone que el Partido entero está aglutinado en torno al Líder sobre la base de una sola ideología, la idea Juche.
Asegurar con firmeza la unidad de ideología y de dirección es el principio básico que se debe mantener siempre para fortalecer al partido en lo organizativo e ideológico y afianzar y elevar a un nivel superior la unidad y cohesión de sus filas. La historia del movimiento comunista demuestra que un partido ha de regirse por una sola idea y en caso de tolerar varias, no puede lograr una unidad verdadera aunque constituya una agrupación.
Es igual a un castillo levantado sobre un arenal la unidad basada no en la comunidad e integridad ideológicas, sino en la identidad de los intereses temporales y las relaciones de trabajo.
Si en un partido se toleran diferentes criterios políticos y, como consecuencia, cada cual aboga por su propio ismo e insistencia, él no solamente no podrá alcanzar su unidad de acción, sino que también le dará a los contrarrevolucionarios la posibilidad de actuar a su libre albedrío.
La unidad y cohesión de nuestro Partido se han alcanzado mediante la tenaz lucha por implantar la unificación ideológica en todo su ámbito, sobre la base de la idea Juche. Debido a la peculiaridad del desarrollo del movimiento comunista en nuestro país hubo un tiempo cuando en el seno del Partido subsistieron el fraccionalismo, el servilismo a las grandes potencias, el dogmatismo y otras ideas malsanas que obstruyeron la unidad en las filas de sus militantes. Siempre que el Partido tropezaba con difíciles pruebas, los fraccionalistas infiltrados en su seno levantaban la cabeza y cometían actos antipartido y contrarrevolucionarios.
Con el vigoroso desenvolvimiento de la lucha por establecer en su seno el sistema de ideología única, el Partido puso fin por completo a la existencia de los fraccionalistas, que venían persistiendo a lo largo de la historia, y de los revisionistas antipartido recién surgidos y logró su firme unidad.
Esta pudo llegar a ser sólida y poderosa por haber sido implantada gracias a la unificación ideológica de todo el Partido basada en la idea revolucionaria del Líder.
Siguiendo la inmutable línea revolucionaria de nuestro Partido debemos profundizar sin interrupción en la lucha por establecer en su seno el sistema de ideología única para hacer regir en sus filas sólo la idea Juche, defender con resolución su unidad y cohesión con el estimado camarada Kim Il Sung en su centro y afianzarlas y elevarlas a un nivel superior. Tenemos que intensificar de continuo la formación de los cuadros y otros militantes del Partido en esta ideología única, de modo que adquieran de lleno la concepción de la revolución y del líder – fundamentada en la idea Juche–, piensen y actúen ante cualquier adversidad según la idea y el propósito del Partido, y combatan de modo intransigente las tendencias a roer su unidad y cohesión, aunque éstas fueran insignificantes.
A fin de realizar la idea y la dirección de líder y fortalecer la unidad y cohesión del partido a base de ellas, es imprescindible mantener con firmeza el principio de centralismo democrático en su construcción y sus actividades.
El sistema de centralismo democrático, siendo como es el principio organizativo del partido, se necesita para garantizar la unidad de idea y de dirección en la construcción de éste y en sus actividades. Fomentar la democracia en el seno del partido tiene mucha importancia para lograr que los militantes pongan de manifiesto la conciencia de dueño, el espíritu de responsabilidad y la iniciativa creadora. No obstante, la democracia ha de ejercerse en todo momento sobre la base del principio de lograr la firme unidad ideo-volitiva y de acción de los miembros del partido. El significado esencial de la democracia interna del partido consiste en acopiar el elevado entusiasmo revolucionario y el espíritu creador de todos sus integrantes para alcanzar en mejor forma los propósitos presentados por él. Para que en el seno del partido la democracia se ejerza a tenor de su requisito esencial, ha de combinarse sin falta con el centralismo. Este exige, por su esencia, sintetizar las amplias opiniones de los militantes en una sola voluntad de modo que piensen y actúen con una misma idea y propósito. En el seno del partido de la clase obrera no se puede pensar en el centralismo separado de la democracia, ni tampoco en ésta marginada de aquél. Una democracia contrastante con la idea y dirección del partido, una mera democracia desvinculada con la dirección unificada del centro, no puede ser nada más que la democracia burguesa, el liberalismo burgués.
En la construcción del Partido y en sus actividades, nos es preciso mantener con firmeza el principio del centralismo democrático y materializarlo cabalmente, conforme a la exigencia del desarrollo de la realidad. Ante todo, debemos implantar en el seno del Partido una rigurosa disciplina según la cual toda su militancia se mueva como un solo hombre y establecer un ámbito revolucionario de informar y tratar oportunamente los importantes asuntos de principios que se presentan en la labor y en las actividades del Partido, y de aceptar y ejecutar de modo incondicional sus resoluciones y directivas. Tenemos que orientar a todos los cuadros y militantes a observar fielmente el orden y el reglamento internos del Partido, a que tengan un correcto concepto de la organización y participen a conciencia en su vida. Además debemos implantar en alto grado la democracia en todas las actividades y vida partidistas. Alentaremos en forma activa a todos los militantes a presentar opiniones creadoras en sus reuniones y a ejercer plenamente sus derechos.
Los comités del Partido a todos los niveles observarán con rigor el principio de dirección colectiva y no permitirán el subjetivismo y la arbitrariedad individuales.
Para consolidar y fomentar la unidad y la cohesión del Partido es preciso llevar adelante y desarrollar más las tradiciones de nuestra revolución en este aspecto.
Las tradiciones de la unidad y cohesión de nuestro Partido se crearon por los jóvenes comunistas y los combatientes revolucionarios antijaponeses en la época en que se iniciaba la causa revolucionaria del Juche bajo la dirección del estimado camarada Kim Il Sung. La unidad revolucionaria lograda en el período de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa es la ideovolitiva y de obligación moral, basada en la firme convicción de que se podía llevar al triunfo la revolución sólo al apretarse con solidez alrededor del gran camarada Kim Il Sung, teniéndolo como Líder, en el noble sentido de obligación moral comunista de cumplir la tarea asumida como soldado revolucionario en cualquier adversidad y en el cálido amor camaraderil.
La tradición de esta unidad sirve de piedra angular para consolidar y desarrollar eternamente la unidad y cohesión de nuestro Partido.
Debemos dar a conocer claramente a los militantes del Partido y a los trabajadores, especialmente a los funcionarios de la nueva generación y a los jóvenes miembros del Partido, cómo se creó y cuán preciosa es esta tradición de modo que la defiendan generación tras generación, sigan fielmente al Partido y al Líder, como lo hicieron los combatientes revolucionarios antijaponeses, y luchen con toda su dedicación para consolidar y fomentar la unidad y cohesión del Partido.
Con miras a reforzar el partido se requiere agrupar en torno suyo a grandes masas para hacer monolíticos los lazos entre uno y otras.
La fuerza invencible del partido consiste en arraigarse profundamente entre las masas populares y formar junto con éstas un solo cuerpo. Y si de esta manera goza de su absoluto apoyo y amor, no temerá a ningún enemigo y podrá cumplir con éxito cualquier tarea por muy difícil que sea.
Desde el mismo día de su fundación, nuestro Partido se enfrentó al muy agudo e importante problema de fortalecer los vínculos con las masas y agruparlas firmemente a su alrededor.
Como nuestro país fue colonia de los imperialistas por largo tiempo, el pueblo estuvo muy influenciado por su propaganda anticomunista. Además, después de la liberación, el país quedó dividido en Norte y Sur y los imperialistas y sus lacayos llevaron a cabo de modo avieso maniobras divisionistas, sabotajes y actos subversivos, así como una ofensiva reaccionaria. Dadas esas condiciones, nuestro Partido planteó como importante principio de su construcción formar un solo cuerpo con las masas populares y desarrolló dinámicas actividades para agrupar en su torno a los obreros, los campesinos, los intelectuales y otros sectores. En especial prestó una gran atención a la labor con diferentes capas y clases de las masas, en vista de que la composición de la población era compleja a causa de la dominación colonial del imperialismo japonés, la división de la Patria y la guerra de tres años. Se esforzó con tesón para aglutinar en torno suyo a todos los miembros de la sociedad mediante su educación y transformación, profundizando sin cesar en el trabajo con las personas de ambiente familiar y antecedentes socio- políticos complejos, al tiempo que intensificaba la labor con las masas trabajadoras. Presentamos como el principio fundamental de las actividades del Partido, combinar su dirección con la línea de masas revolucionaria y hemos venido haciendo todos los esfuerzos para que ella se efectúe conforme a la demanda y voluntad de las masas populares y que éstas la apoyen con sinceridad. “¡Servimos al pueblo!” es la consigna lanzada por nuestro Partido para realizar su dirección en correctacombinación con la línea revolucionaria de masas. Al trazar y materializar la política y los lineamientos, nuestro Partido, que ve en el servicio al pueblo su sublime deber, partió siempre de la posición de defender con firmeza sus intereses y lo sometió todo a éstos. Constantemente educó a los funcionarios para que tuvieran el criterio de ser servidores fieles al pueblo y le dedicaran todo lo suyo. El espíritu de nuestro Partido de servicio abnegado a las masas, sus medidas populares, su gran atención y solicitud, que dispensa por igual a cada familia e individuo, dieron pie a la confianza absoluta del pueblo en él y lo unieron a las masas con un fuerte lazo. La plena confianza de las masas populares en el Partido se expresa concentradamente en su posición y actitud respecto a la política y la línea elaborada por él. La consigna: “¡Si el Partido decide, lo hacemos!”, enarbolada por nuestros trabajadores, muestra la elevada fidelidad de las masas populares que aceptan la política y la línea del Partido como la exigencia de su vida y las materializan incondicionalmente considerándolas como algo absoluto.
Gracias a esta gran unidad entre el Partido y las masas, caracterizada por el servicio leal del primero a las segundas y el apoyo fiel de éstas a su dirección, nuestro Partido pudo frustrar a tiempo y por completo las maquinaciones contrarrevolucionarias de los imperialistas y sus acólitos y los complots de los oportunistas y los elementos anti-partido que aparecieron en su seno, y registrar un ascenso constante en la revolución y la construcción.
Debemos valorar en sumo grado la unidad y la cohesión entre el Partido y las masas populares, fortalecerlas y desarrollarlas a una etapa superior y convertirlo en un poderoso partido que eche más profundamente sus raíces en ellas. Tenemos que intensificar la educación ideológica entre los militantes y los trabajadores, realizar de manera consecuente y con paciencia la labor con diferentes capas y clases de las masas y combinar estrechamente la dirección del Partido con la línea de masas revolucionaria, y así unir en su torno, con mayor solidez, a todos los miembros de la sociedad y hacer que el Partido y las masas formen un solo cuerpo que comparta para siempre un mismo destino.
También en el futuro, como en el pasado, debemos elevar más la capacidad combativa y la directriz del Partido y hacer que cumpla excelentemente con su misión revolucionaria, prestando la atención primordial a su fortalecimiento y consolidándolo y desarrollándolo sin cesar como un partido revolucionario de tipo jucheano.

3. HAY QUE FORTALECER LA DIRECCION DEL PARTIDO ATENDIENDO PRINCIPALMENTE LA LABOR CON LAS PERSONAS
Fortalecer la guía del partido acentuando su labor con la gente es la vía fundamental para cumplir con su misión y deber como organización política rectora.
Nuestro Partido, sobre la base de la idea Juche humanocéntrica, formuló por primera vez en la historia de la construcción del partido de la clase obrera el nuevo principio de que la labor para con las personas es lo principal del trabajo partidista, y ha venido vigorizando incesantemente su dirección.
Desde el punto de vista del desarrollo del trabajo partidista, la construcción y las actividades de nuestro Partido son procesos de su fortalecimiento y de su guía sobre la revolución y la construcción mediante ese trabajo que presentara como el primer paso para toda labor. Desde el mismo período en que se preparaban para la fundación del Partido bajo la orientación del gran Líder, camarada Kim Il Sung, los comunistas coreanos, mediante esa gestión, formaron a los elementos medulares para la revolución, echaron los cimientos organizativos e ideológicos del Partido y movilizando a las amplias masas, condujeron hacia el triunfo la Lucha Armada Antijaponesa y realizaron con éxito la empresa de la restauración de la Patria. Después de la liberación, nuestro Partido, —que tomó el poder—, no bien fundado, consolidó sus filas en el terreno organizativo e ideológico y condujo la revolución y la edificación hacia la victoria atendiendo invariablemente la labor para con la gente, que intensificaba más para poder impulsar con energía la revolución cuando la situación se tornaba complicada y se presentaban tareas difíciles.
Debemos convertir por completo el trabajo del Partido en una labor para con la gente, de acuerdo con la demanda de su desarrollo y de la revolución, y, a través de esta labor, incrementar su poderío y seguir elevando su papel rector.
Para fortalecer la dirección del Partido atendiendo principalmente la labor con la gente, es importante, ante todo, que cumpla con su deber específico como partido, que es decir padre responsabilizado con el destino de las masas populares.
Que el partido debe ser como un padre que se encargue y conduzca el destino de las masas populares es un principio establecido originalmente por nuestro Partido en sus actividades.
El partido de la clase obrera surgió con la exigencia de la lucha revolucionaria de forjar el destino de las masas populares, y su misión fundamental es guiarlas haciéndose cargo de su destino. Los lazos entre el partido y las masas no están solamente referidos a las relaciones entre el dirigente y los dirigidos, sino también entre quien da vida y quien la recibe, y entre quien atiende el destino ajeno y quien se lo confía. Estos nexos se hacen más sólidos y poderosos cuando el partido aprecia y ama a las masas populares como su padre.
Si nuestro Partido goza del apoyo y confianza absolutos de las masas populares y fortalece sin cesar su posición de rector, es porque cumple cabalmente su deber específico como padre responsable del destino de ellas. No sólo las convirtió en genuinas dueñas del Estado y la sociedad, sino que también les dio una valiosa vida política y las condujo a llevarla dignamente, así como también atiende total y responsablemente su vida material y cultural. Coloca en el centro de toda su actividad a las masas populares y procura que ésta sea una tarea organizativa y política para asegurarles una existencia y felicidad digna del ser social, lo que le hizo, al pie de la letra, el pecho paternal en que aquellas confían enteramente su destino.
Debemos lograr que nuestro Partido cumpla mejor con su deber de padre al seguir materializando cabalmente su exigencia intrínseca.
Para desarrollar el trabajo del Partido según este requerimiento, es necesario aplicar el punto de vista jucheano que aprecia más que nada a las masas populares, las considera como el más poderoso ente, confía en ellas y las ama sinceramente.
El amor y la confianza del Partido en las masas populares se manifiestan fundamentalmente en que traza sus líneas y política de acuerdo con la voluntad y la demanda de ellas, y las pone en la práctica, valiéndose de sus fuerzas creadoras.
El gran Líder, camarada Kim Il Sung, recordando la época de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa, expresó que las masas eran inteligentes maestros que le enseñaron la verdad de la revolución. Presentarlas como maestros es un principio tradicional de nuestro Partido en sus actividades y trabajos. Siempre debemos aprender modestamente de ellas, respetarlas y resolver todos los problemas planteados basándonos en sus fuerzas.
Tenemos que profundizar en la labor con las masas populares para que todas las líneas y política del Partido sean de carácter estrictamente independiente y popular al reflejar fielmente sus aspiraciones y voluntad, poner en pleno juego su facultad creadora para que surta más efecto en la realidad.
El amor y la confianza del Partido paternal en las personas se expresan además en el hecho de que atiende bajo su total responsabilidad la vida socio-política y la material y cultural de ellas. Lo más importante para el ser social es la actividad política, la vida política. En el trabajo partidista, en la labor para con la gente, debemos prestar la atención primordial a la vida política de los militantes y los trabajadores, apreciarla y estimarla con el sentimiento de un padre que se preocupa por la vida de sus hijos, y guiarlos para hacerla lucir hasta el último momento sin ninguna mancha. También debemos tener mucho interés por su vida material y cultural y abnegarnos para garantizarles una existencia más abundante y culta.
El amor y la confianza en las masas populares tienen su expresión concreta en el estilo y conducta popular de los funcionarios.
Debemos procurar que todos nuestros cuadros, con la disposición de compartir la vida y la muerte, la pena y la alegría con el pueblo, se abnieguen por él, y posean la cualidad popular, sencilla, modesta, imparcial y honesta.
Otro aspecto importante en fortalecer la dirección del partido atendiendo principalmente la labor para con las personas es aplicar métodos partidistas, políticos.
En la sociedad socialista el partido de la clase obrera, aunque está en el poder, ateniéndose a éste, no puede ejercer una política que convenga con la voluntad de las masas populares.
A éstas pertenece todo el poder, por tanto, dominarlas de modo burocrático y administrativo ejerciéndolo contradice la naturaleza del poder socialista. El método de trabajo burocrático y administrativo causa enormes daños en la sociedad socialista, donde el partido y el Estado se responsabilizan enteramente con la vida del pueblo. Si el partido lo aplica, perderá el apoyo y la confianza de las masas populares poniendo en peligro su propia existencia. Es por eso que nuestro Partido subraya a menudo que abusar de su autoridad y practicar el burocratismo ante las masas populares, es tan peligroso como ingerir veneno.
Desde luego que en la sociedad socialista no debe ocurrir que el Partido, por oponerse a dicho método, renuncie a su facultad de dirección como partido gubernamental y debilite el poder estatal. Si en esta sociedad se aplica el método burocrático y administrativo, ello se debe a que la guía del partido y la labor de los órganos de Poder popular no se efectúan a tenor de sus naturalezas. El partido debe ejercer su dirección con arreglo al modo de hacer la política propia de una organización de la clase obrera, sin dejar de reforzar su posición rectora, y los órganos del Poder popular, desempeñarse en atención a la esencia de la política socialista.
Desde el mismo día de su fundación, nuestro Partido ha venido esforzándose con tesón para aplicar el método político en su trabajo planteando la implantación de un método de trabajo apropiado a su naturaleza como partido guiado por la idea
Juche, como una de las tareas fundamentales para su construcción y sus actividades. Al aplicar el tradicional método de trabajo de la Guerrilla Antijaponesa conforme a las exigencias de la realidad de la construcción socialista, creó el espíritu y método
Chongsanri y lo popularizó entre todas sus organizaciones en virtud de lo cual se eliminó el método de trabajo burocrático y administrativo que, en un tiempo, los elementos sectaristas
antipartido y contrarrevolucionarios, introdujeron de contrabando en el seno del Partido y se implantó otro revolucionario y político, conveniente a las características del Partido, cuyo contenido principal es la labor organizativa y política para con las personas. Debemos seguir impulsando con pujanza la lucha por aplicar este método en atención a la exigencia de la revolución en desarrollo y a que aumenta sin cesar el número de funcionarios de nuevas generaciones, no probados en una ardua lucha.
Emplear dicho método en el trabajo significa conceder la prioridad a la labor política, y dar a conocer a las personas el propósito del Partido por medio de la explicación y persuasión para que ellas se movilicen de modo voluntario. No es posible ganar la voluntad de las personas con dar órdenes e indicaciones.
Debemos acabar entre los funcionarios con la tendencia a poner en acción a las personas por medio de órdenes e indicaciones, lograr que la labor política preceda a cualquier actividad, y realizar con paciencia y de modo sustancial la persuasión y educación para que las masas acepten con sinceridad los planteamientos del Partido, considerándolos como suyos y se movilicen de manera voluntaria. Además, enarbolando el lema: “¡Que se compenetren todas las organizaciones del Partido con las masas!”, los funcionarios se adentrarán siempre entre éstas para compartir las alegrías y las penas con ellas, educarlas y ponerlas en acción, y a la vez aprender de ellas y elevar su nivel de educación.
Para implantar el método político, propio del Partido, es preciso redoblar los esfuerzos por acabar con el viejo método de trabajo. Los resabios ideológicos dejados por la sociedad explotadora que aún perduran en la mente de los funcionarios, son la causa del viejo método de trabajo que se observa en la sociedad socialista. Debemos intensificar la formación de los funcionarios en la teoría y el arte de dirección basados en la idea Juche, por una parte, y por la otra, librar con energía una campaña ideológica dirigida a eliminar el viejo método y estilo de trabajo y aplicar con más firmeza el de trabajo revolucionario y político, inherente al Partido.
También se requiere fortalecer el sistema de trabajo del Partido para hacer más efectiva su dirección prestando atención principal a la labor con las personas.
Ante todo, hay que perfeccionar el sistema de trabajo interno del Partido.
Nuestro Partido ya ha implantado un ordenado sistema de trabajo con los cuadros, militantes y las masas, cuya vitalidad se ha comprobado en la larga lucha práctica. Debemos profundizar el sistema de trabajo interno de acuerdo con la demanda de la realidad en desarrollo para convertir el trabajo del Partido en labor con las personas, por completo.
Es menester establecer en forma estricta un sistema que permita a todo el Partido realizar la labor con las personas. Es un sistema de trabajo en que una persona educa y pone en acción a diez, estos diez a cien, éstos a mil y estos mil a diez mil.
Todos, sean funcionarios del Partido o de administración, tengan cargos superiores o inferiores, sean cuadros o militantes de fila, deberán considerar dicha labor como un importante deber revolucionario y dedicarse con ahínco a ella. Al establecer de modo estricto el sistema de trabajo que obligue a los superiores a educar con responsabilidad a los subalternos, y a los cuadros y militantes a hacer lo mismo con las masas, compenetrándose con éstas, debemos logar que todos los funcionarios y militantes sean tratados en la referida labor y a la vez se hagan ejecutores.
Es necesario perfeccionar el sistema de dirección del Partido para que la dirección sobre el proceso de la revolución y construcción esté dedicada principalmente a la labor con las personas.
Nuestro Partido ha establecido un sistema de trabajo que permite a los comités del Partido, a todos los niveles, desempeñarse como órganos supremos que dirigen todas las actividades de sus entidades correspondientes, gracias a lo cual se asegura la dirección política unificada del Partido sobre la revolución y construcción y se pone en plena acción la facultad creadora de las masas por medio del trabajo con éstas. También en el futuro fortaleceremos el sistema de dirección del Partido que asegura que se resuelvan todos los problemas planeados mediante la labor política y con las personas bajo la orientación colectiva del comité del Partido. Debemos establecer un riguroso sistema y orden en que los comités del Partido de todas las instancias controlen de manera unificada y orienten por vía política las actividades de los organismos estatales, económicos y culturales y de las organizaciones sociales bajo su jurisdicción y que los funcionarios de todos los sectores ejecuten sus tareas apoyándose en los comités del Partido y priorizando la labor política, la con las personas.
En particular, es importante reforzar el sistema de dirección del Partido, de orientación política sobre la economía. La construcción económica socialista puede llevarse a feliz término sólo contando con la guía del partido de la clase obrera.
Debemos defender con firmeza y fortalecer el sistema de dirección política del Partido sobre la construcción económica de modo que ésta se efectúe conforme a la misión política de la revolución y a la naturaleza del socialismo. Para ello es preciso aplicar cabalmente el sistema de trabajo Taean concebido por nuestro Partido. Este consiste en manejar la economía bajo la orientación colectiva del comité del Partido ateniéndose al principio de dar la prioridad a la labor política, la labor con la gente. En correspondencia con las exigencias del sistema de trabajo Taean, los comités del Partido de todos los niveles deben manipular bien el timón de la economía y procurar que todos los funcionarios realicen su gestión económica con arreglo a lo analizado y acordado en el comité del Partido y concediendo la primacía a la labor con la gente.
Con miras a consolidar y desarrollar sin cesar a nuestro Partido y obtener mayores victorias en la construcción socialista tenemos que convertir por completo su trabajo en labor con la gente y por medio de ésta, asegurar su dirección sobre la revolución y la edificación.
Nuestro Partido que cumple 45 años de fundación, se halla hoy más unido que nunca en lo organizativo e ideológico y, convencido de la justeza de su causa y su triunfo, avanza con pasos firmes por el camino señalado por la gran idea Juche. El gran Líder, camarada Kim Il Sung, quien ha venido dirigiendo de modo inteligente todo el curso de la construcción de nuestro
Partido a lo largo de 60 años, desde la fundación de la primera organización de tipo jucheano en el fragor de la Lucha Revolucionaria Antijaponesa hasta su conversión en un invencible
Partido revolucionario, sigue manteniéndose como siempre a la cabeza del Partido y organizando y conduciendo a todos sus militantes y el pueblo entero, por el camino de la victoria mientras está más alto que nunca el entusiasmo revolucionario de nuestro pueblo, que sigue al Partido y apoya su dirección. El ve su futuro luminoso en la orientación del Partido del Trabajo de Corea y se encuentra firmemente convencido de que contando con su guía puede llevar con seguridad al triunfo la causa revolucionaria del Juche.
A nuestro Partido que, guiado con sabiduría por el gran Líder, camarada Kim Il Sung, conduce el proceso revolucionario y constructivo enarbolando la bandera de la idea Juche y contando con el absoluto apoyo y confianza de las masas populares le esperan sólo el triunfo y la gloria.
Impreso en la República Popular Democrática de Corea