domingo, 8 de mayo de 2011

LA FILOSOFIA JUCHE ES UNA ORIGINAL FILOSOFIA REVOLUCIONARIA



En el transcurso de esta ardua labor que realiza nuestro Instituto en la difusión de la cultura y filosofía coreana, presentamos este trabajo realizado por el C. KIM JONG IL, sobre algunas cuestiones relacionadas a la mala interpretación de la Idea Juche  a nivel mundial. En ese sentido es un trabajo importantísimo y de lectura obligada para todos aquellos amigos seguidores de la Idea Juche y aquellos que desean conocer algo más sobre esta importante filosofía.
Invitamos a todos ustedes a estar pendientes de las publicaciones de obras de los tres generales del monte Pektú que realizamos constantemente.

Atte.
Yuri Castro Romero
Sec. Gral. del Comité Continental Americano por el Centenario del Presidente KIM IL SUNG
Sec. Gral. del Instituto Cultural y de Amistad Peruano - Coreano




¡OBREROS DEL MUNDO ENTERO, UNIOS!

KIM JONG IL

LA FILOSOFIA JUCHE ES
UNA ORIGINAL FILOSOFIA
REVOLUCIONARIA

Declaraciones a “Kulloja”, revista teórica del Comité
Central del Partido del Trabajo de Corea
26 de julio de l996



Últimamente entre nuestros sociólogos hay quienes al interpretar la filosofía Juche dan opiniones erróneas, contrarias a la ideología de nuestro Partido y se ha presentado el problema de que tales opiniones también se están difundiendo en el exterior.
En la explicación de los principios fundamentales de la filosofía Juche no se han encaminado a aclarar las leyes propias del movimiento social, sino han tratado de interpretarlos desde el punto de vista de las leyes generales del desarrollo del mundo material. Según estoy informado, los que insisten en esta opinión proceden así para convencer que la filosofía Juche desarrolló también en un nuevo plano la dialéctica materialista marxista. En la tarea de explicar y difundir la filosofía Juche no tenemos necesidad de tratar de convencer que ella elevó a un nuevo plano de desarrollo la dialéctica materialista marxista. Por supuesto, es verdad que en el caso de esta doctrina nuestro Partido no la trató dogmáticamente sino la estudió y analizó desde una posición propia y dio nuevas interpretaciones a una serie de problemas. Pese a esto, el desarrollo impreso en cierta medida al materialismo y la dialéctica no constituye lo principal de la filosofía Juche.
La filosofía Juche es una doctrina original que está desarrollada y sistematizada con sus propios principios. Su mérito histórico en el progreso de las ideas filosóficas no está en haber desarrollado la dialéctica materialista marxista sino en haber definido nuevos principios filosóficos centrados en el hombre.
La filosofía marxista planteó como cuestión fundamental de la filosofía las relaciones entre la materia y la conciencia, el ser y el pensamiento, y sobre la base de demostrar la primacía de la materia y el ser esclareció que el mundo está constituido por materias y que se transforma y evoluciona por su movimiento. La filosofía Juche planteó como nuevo problema fundamental de la filosofía las relaciones entre el mundo y el hombre y la posición y el papel que tiene éste en el mundo, y sobre la base de dilucidar el principio filosófico de que el hombre es dueño de todo y lo decide todo, señala el camino más correcto para forjar su destino. Si la filosofía marxista presentó como una importante tarea filosófica el esclarecimiento de la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento, la filosofía Juche considera como tal tarea la aclaración de las características esenciales del hombre y las leyes propias del movimiento social, movimiento de los seres humanos. Así pues, la filosofía Juche es una filosofía original cuyas tareas y principios difieren de modo radical de los de la filosofía precedente. Por esta razón, no es correcto interpretar que la filosofía Juche desarrolló la dialéctica materialista ni tampoco tratar de demostrar su originalidad y ventaja, refiriendo de tal o cual manera la esencia del mundo material y las leyes generales de su movimiento explicadas por la filosofía marxista.
 La filosofía Juche, siendo la doctrina que dilucidó nuevos principios filosóficos, no se puede interpretar en el marco de la antecedente, pues de procederse así no sólo es imposible demostrar su originalidad sino que, al contrario, quedará ambigua y no podrá comprenderse correctamente su esencia.
Al haber aclarado por primera vez en la historia las características esenciales del hombre sobre fundamentos científicos, la filosofía Juche valora al hombre como el ser superior y más poderoso en el mundo y plantea un nuevo criterio sobre el mundo: el mundo es dominado y transformado por el hombre.
El que la filosofía Juche haya planteado una nueva concepción del mundo no significa negar la materialista-dialéctica. La filosofía Juche la tiene como premisa. Su criterio original sobre el mundo consistente en que éste es dominado y transformado por el hombre no puede concebirse al margen de la comprensión materialista-dialéctica sobre la esencia del mundo material objetivo y las leyes generales de su movimiento. Si se considera el mundo como una existencia misteriosa tal como pretende el idealismo, no se puede llegar a la conclusión de que el hombre es capaz de dominarlo, y de verlo como algo invariable tal como lo plantea la metafísica, no es posible llegar a la conclusión de que el hombre puede transformarlo.
El criterio original de que el mundo es dominado y transformado por el hombre puede establecerse sólo bajo la premisa de reconocer la comprensión dialéctico-materialista sobre el mundo según la cual éste está constituido por materia y se transforma y evoluciona de modo ininterrumpido. Aunque la dialéctica materialista marxista tiene una serie de limitaciones e insuficiencias, sus principios fundamentales son ciencia y verdad. Por esta razón, afirmamos que la filosofía Juche toma por su premisa la concepción dialéctico-materialista sobre el mundo.
Esto no significa que la filosofía Juche ha heredado y desarrollado simplemente la dialéctica materialista. Al margen del conocimiento dialéctico-materialista acerca del mundo material objetivo es imposible comprenderlo y transformarlo de modo científico, pero basándose sólo en el principio del materialismo de que el mundo está formado por materia y el de la dialéctica de que el mundo cambia y evoluciona sin cesar, no se llega a la conclusión de que el hombre ocupa la posición de dueño en el mundo y juega el rol determinante en su transformación. Únicamente bajo la condición de aclarar las características esenciales del hombre, que se distingue de modo fundamental de todas las demás materias, pueden dilucidarse justamente la posición y el papel especiales del hombre como dueño y transformador del mundo. Apenas al dilucidarse por la filosofía Juche, sobre fundamentos científicos, las características esenciales del hombre —un ser social con independencia, espíritu creador y conciencia—, pudo definirse el principio fundamental de que él ocupa en el mundo la posición de dueño y desempeña el papel decisivo en su transformación.
Partiendo del principio filosófico humanocéntrico la filosofía Juche estableció la concepción jucheana de la historia social, el punto de vista jucheano de la historia, gracias a lo cual se superó la limitación de la precedente concepción de la historia social y se registró un cambio radical en el criterio y concepción sobre ésta.
Al aplicar a la historia social las leyes generales del desarrollo del mundo material la filosofía marxista estableció la concepción dialécticomaterialista sobre ésta, el punto de vista materialista de la historia. Por supuesto, no negamos el mérito histórico del concepto materialista en cuanto a la historia. El hizo una importante contribución a combatir las reaccionarias concepciones de la historia social carentes de fundamentos científicos que se basaban en el idealismo y la metafísica. Por otra parte, como el hombre vive en el mundo material objetivo y la sociedad está inseparablemente ligada a la naturaleza, es cierto que también en los fenómenos sociales actúan las leyes generales del desarrollo del mundo material. Pero, si las leyes generales del desarrollo del mundo material se aplican tal cual están a los fenómenos sociales, sin ver que en el movimiento social actúan sus propias leyes, la comprensión de la historia social no puede resultar menos que unilateral.
El movimiento social cambia y se desarrolla según sus propias leyes.
Es la acción del hombre quien domina y transforma al mundo. El hombre realiza actividades de transformación de la naturaleza para alcanzar su propósito de dominar y transformar el mundo material objetivo. Con la transformación de la naturaleza crea los bienes materiales y las condiciones para su vida material. Esta actividad está encaminada a satisfacer sus necesidades sociales y puede realizarse sólo mediante la cooperación social. Los hombres ejecutan las actividades de transformación de la sociedad para mejorar y completar sus relaciones de cooperación social. Son ellos quienes transforman tanto la naturaleza como la sociedad. A la vez que despliegan estas actividades no cesan de transformarse y desarrollarse ellos mismos. En resumidas cuentas, la dominación y transformación del mundo por el hombre se realizan por medio de la transformación de la naturaleza, la sociedad y el ser humano, y su sujeto son las masas populares. Estas crean todas las riquezas materiales y culturales de la sociedad y desarrollan las relaciones sociales.
El movimiento social, siendo una actividad que tiene por sujeto a las masas populares, posee sus propias características, diferentes de las de la evolución de la naturaleza. Esta se produce espontáneamente por la interacción de las materias que existen objetivamente, pero el movimiento social surge y avanza por la acción y el papel que ejerce su sujeto con iniciativa. Por eso, si los principios de la dialéctica materialista, que dilucidan las leyes generales del desarrollo del mundo material, se aplican tal como están a la historia social, no se puede esclarecer con acierto la esencia de la sociedad, ni la legitimidad de su movimiento. La principal limitación de la concepción materialista de la historia radica en que no aclaró certeramente las leyes propias del movimiento social sino desarrolló sus principios principalmente según la comunidad de él y la evolución de la naturaleza, que son igualmente materiales.
La concepción materialista marxista de la historia dividió la sociedad en ser social y conciencia social y en sus relaciones concedió significación determinante al ser social, y también en el caso de la estructura de la sociedad, la dividió en fuerzas productivas y relaciones de producción, en la base y la superestructura, y dio importancia decisiva a la producción material y las relaciones económicas. Esto es la aplicación fiel en la historia social del principio de la dialéctica materialista de que el mundo está integrado por materia y se transforma y evoluciona según las leyes generales del movimiento de la materia. El mundo que analizaron los creadores del marxismo al aplicar en la historia social las leyes generales del mundo material fue un mundo unificado, por lo de que no sólo la naturaleza sino también el hombre y la sociedad son materias. De ver al hombre como un componente del mundo unido por la materia, sin ver en él un ser social dotado de independencia, espíritu creador y conciencia, y de aplicar en la historia social, tal cual están, las leyes generales del movimiento del mundo material, no puede menos que considerar el movimiento histórico social como un proceso de la historia de la naturaleza.
Desde luego, también la sociedad cambia y se desarrolla no por el albedrío del hombre sino según determinadas leyes. Sin embargo, la acción de las leyes en la sociedad difiere esencialmente del caso de la naturaleza. En ésta las leyes accionan de modo espontáneo, independientemente de las actividades del hombre, pero en la sociedad accionan por medio de las actividades independientes, creadoras y conscientes del hombre. Entre las leyes sociales hay tanto las generales válidas para todas las sociedades, sin que importen regímenes, como las que ejercen sólo en determinados regímenes sociales. Como todas las leyes sociales accionan por medio de las actividades del hombre, esta acción puede realizarse llanamente, frenarse o restringirse según cómo actúa el hombre.
La afirmación de que las leyes sociales accionan a través de las actividades del hombre no significa que ellas no tienen un carácter objetivo y que en el movimiento social no puede existir espontaneidad. Cuando se crean ciertas condiciones socioeconómicas entran en acción inevitablemente las leyes sociales correspondientes, y, por consiguiente, revisten carácter objetivo al igual que las de la naturaleza. El que en el movimiento social actúe la espontaneidad se relaciona con el hecho de que es relativamente bajo el nivel de desarrollo del espíritu independiente y creador y la conciencia del hombre, y que no está establecido un régimen social en el que se fomenten plenamente estos atributos del hombre. Con el crecimiento del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre y el establecimiento de un sistema social que los ponga en plena acción, la gente actuará ateniéndose más a las exigencias de las leyes objetivas y se reducirá el radio de su espontaneidad. El progreso de la sociedad es precisamente el desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia de las masas populares, y si se elevan estos atributos y se perfecciona el sistema social según sus demandas la sociedad logrará mayor avance por las actividades conscientes y bien intencionadas de las masas populares. Esto significa que se aplican en todos los terrenos las leyes propias del movimiento social que cambia y se desarrolla gracias a las acciones conscientes del sujeto y su papel.
Si bien los creadores del marxismo establecieron la concepción dialéctico-materialista de la historia social aplicando las leyes generales de la evolución del mundo material, tropezaron con muchos problemas que surgían en el movimiento social y a los que no pudieron encontrarles solución sólo con esas leyes. Por eso, con el propósito de evitar la parcialidad de esa concepción presentaron algunas teorías incluyendo la de que la conciencia social reacciona a las condiciones material-económicas aunque surge en su reflejo, y también la política, si bien se determina por la economía, reacciona sobre ella. No obstante, la concepción materialista marxista de la historia es, en todo caso, una concepción de la historia social, que considera como lo principal la comunidad de la evolución natural y el movimiento social, y con esta doctrina no era posible evitar la limitación que obligaba a considerar la evolución de la sociedad como la de la historia natural.
En fin, la diferencia esencial de la filosofía Juche y la precedente parte de la comprensión diferente del hombre.
La filosofía marxista, aunque define la esencia del hombre como la totalidad de las relaciones sociales, no dilucida de manera correcta sus características peculiares como ser social. De ahí que esa doctrina desarrollara los principios del movimiento social adhiriéndose fundamentalmente a las leyes generales de la evolución del mundo material. Las características peculiares del hombre como ente social se han aclarado por primera vez y en forma integral por la filosofía Juche.
Como se refiere en documentos de nuestro Partido, el hombre es el ser social que posee independencia, espíritu creador y conciencia; nadie objeta esto. Sin embargo, algunos sociólogos persisten en su errónea opinión al explicar cómo el hombre se ha convertido en ser social con esos atributos. Ellos interpretan las características esenciales del hombre como una cuestión de su nivel de desarrollo como ser material e insisten en buscar su origen en la heterogeneidad de componentes de la materia y la complejidad de las estructuras. Esta es, de hecho, una opinión que considera las características esenciales del hombre como producto de su atributo natural y biológico, como resultado de su desarrollo y perfeccionamiento. Cuando se habla del hombre como un ser vivo es posible compararlo con otros organismos y analizar los componentes biológicos de su cuerpo y las características de las estructuras. Pero el hombre al que se refiere la filosofía Juche no sólo tiene un organismo altamente desarrollado sino también vive y actúa con espíritu independiente y creador y con conciencia, los cuales no puede poseer ningún otro ser vivo. El punto de partida de estos atributos hay que encontrarlo en la peculiaridad que ningún otro organismo puede poseer, y no en el desarrollo de alguna propiedad común de los seres vivientes.
El hombre tiene espíritu independiente y creador y conciencia por ser un ente social que vive y actúa formando parte del colectivo social y manteniendo relaciones sociales. Son atributos sociales que se forman y desarrollan en el curso de la historia social en que las personas actúan en medio de las relaciones sociales. Por supuesto que no se pueden imaginar separados del organismo humano altamente desarrollado. Por tener tal organismo, puede afirmarse que el hombre es el último producto de la evolución y el ser material más desarrollado. Por más desarrollado que fuera su organismo, el hombre no habría podido convertirse en un ser independiente, creador y consciente si no hubiera vivido y actuado en relaciones sociales formando un colectivo social. Si el hombre no tiene vida física, no puede tener vida socio-política, pero ésta no nace de aquélla. Del mismo modo, al margen del organismo desarrollado del hombre no se pueden imaginar su espíritu independiente y creador y su conciencia, pero sus características biológicas no le crean atributos sociales. Estos se forman y desarrollan en el curso de su nacimiento y desarrollo como ser social, es decir, únicamente en el curso del desarrollo histórico de sus actividades y relaciones sociales. Afirmar que la historia de la evolución de la sociedad es la del desarrollo del espíritu independiente y creador y de la conciencia del hombre, quiere decir que estos son atributos sociales que se forman y desarrollan a lo largo de la historia social. Así pues, al analizar al hombre desde el punto de vista filosófico se debe partir, en todos los casos, de la premisa de que el hombre es un ser social.
No obstante, algunos sociólogos sacan a colación los elementos componentes de la materia y las estructuras, relacionándolos con las características esenciales del hombre y hablan como si ellos constituyeran una parte importante del contenido de la filosofía Juche, lo cual es una expresión de la tendencia a interpretarla ajustándola a la dialéctica materialista marxista, y no pasa de ser un intento de justificar el erróneo método evolucionista de comprender las características esenciales del hombre como el desarrollo y perfeccionamiento de sus atributos biológicos.
En cuanto a las características esenciales del hombre, es importante tener una clara conciencia del ente social. Los creadores del marxismo, aun presentando el asunto de la esencia del hombre en el marco de las relaciones sociales, emplearon el término ente social sólo como un concepto que significa las condiciones materiales de la vida social y las relaciones económicas que existen en forma objetiva y se reflejan en la conciencia social. Por supuesto que del ente social del que hablaron también es integrante el hombre, porque lo consideraron como un factor componente de las fuerzas productivas, como la totalidad de las relaciones sociales. Así y todo, ellos no utilizaron ese término para determinar las características esenciales del hombre.
Al formular la filosofía Juche nosotros lo empleamos en su sentido original de que es determinante de las características esenciales del hombre. Según los principios de esta filosofía, el hombre es el único ente social en el mundo. Pese a ello, algunos sociólogos siguen obstinándose en incluir al ente social las riquezas y las relaciones sociales, diluyendo así la diferencia entre estos factores. Las riquezas y las relaciones sociales se crean y desarrollan por el hombre y, por consiguiente, no pueden incluirse en el concepto que define las características propias del hombre. Desde luego, cuando se habla de la filosofía marxista, es posible usar el término ente social en el sentido que le atribuyeron sus creadores.
Pero, en lo referente a la filosofía Juche, si se interpreta el concepto de ente social en este sentido, resultaría que sea vaga la comprensión sobre las características esenciales del hombre. Como la filosofía Juche es una nueva filosofía con su propio sistema y contenido, no se debe tratar de interpretar sus categorías en el mismo sentido de las convencionales.
Una causa principal de que algunos sociólogos cometieron desviaciones en la explicación y la difusión de la filosofía Juche consiste en que ellos no partieron de la exigencia de la práctica revolucionaria al analizar los problemas filosóficos.
La teoría debe basarse en la práctica y estar a su servicio. La teoría separada de la práctica no puede aclarar la verdad de manera correcta, y no tiene ningún valor.
También en el análisis de los problemas filosóficos, el gran Líder, camarada Kim Il Sung, siempre partió de la exigencia de la práctica revolucionaria y, en el curso de dar respuestas científicas a los urgentes problemas ideológicos y teóricos que ésta presentaba, concibió la filosofía Juche. Nuestro Partido la sistematizó, profundizó y desarrolló integralmente, generalizando las fecundas y hondas experiencias acumuladas en la práctica revolucionaria.
La práctica revolucionaria es la lucha por la realización de la independencia de las masas populares, y éstas son las encargadas de ella, razón por la cual en la búsqueda filosófica es importante desplegar la teoría reflejando con acierto sus exigencias y aspiraciones y generalizando sus experiencias en la lucha, y convertirla en su patrimonio. En la sociedad explotadora la clase gobernante reaccionaria trata de utilizar la filosofía para defender y justificar su régimen de dominación y de hacer de ésta un objeto monopolizado por los filósofos que representan sus intereses, considerando a las masas populares como seres ignorantes que no tienen nada que ver con la filosofía, ni pueden comprenderla.
Al reflejar las exigencias y las aspiraciones de las masas populares y generalizar sus experiencias de lucha, partiendo del punto de vista y la posición de que ellas son las dueñas de todas las cosas y los entes más inteligentes, nuestro Partido logró formular, profundizar y desarrollar la filosofía Juche y convertirla en su arma para la lucha. He aquí precisamente la razón por la que la filosofía Juche sea verdad absoluta apropiada a las exigencias y aspiraciones de las masas populares en cuanto a la independencia, y sea una filosofía popular que éstas comprenden con facilidad y toman como arma para su lucha.
Sin embargo, ciertos sociólogos discuten cuestiones que no tienen casi ningún sentido práctico para indicar el camino de forjar el destino de las masas populares. El objetivo que perseguimos estudiando la filosofía, consiste, en todos los casos, en esclarecer en qué principios y metodología debemos basarnos para desarrollar la sociedad y forjar el destino de las masas populares. El desarrollo de la sociedad se orienta por la política y la filosofía Juche es, precisamente, aquella que le indica el fundamento de principio de la política que lo guía por el camino más recto. En este sentido, puede afirmarse que la filosofía Juche es la filosofía política.
Algunos sociólogos argumentan que para divulgar la idea Juche a tenor de la peculiaridad de su difusión hacia el exterior explicaron la filosofía Juche como desarrollo de la dialéctica materialista marxista; pero no deben proceder así, sino dar a conocer con claridad que ella es una nueva filosofía revolucionaria. Es un error que so capa de la peculiaridad de la divulgación al exterior la expliquen amoldándola a la filosofía anterior o expliquen como si pertenecieran a la filosofía Juche, asuntos no concordantes con su principio fundamental. Por añadidura, en el plano de la divulgación hacia el exterior no hay por qué sacar a colación esas cuestiones carentes de sentido político y de significación teórica y práctica, pasando por alto la exigencia real de dar claras respuestas, ateniéndose al principio fundamental de la filosofía Juche, a muchos y urgentes problemas teóricos y prácticos que se presentan a escala internacional. En la difusión de la idea Juche hacia el exterior, hay que explicar de manera correcta y haciendo referencia a los problemas reales, el hecho de que la filosofía Juche es totalmente original, nueva y revolucionaria. Hay que procurar que no surjan desviaciones tanto en la divulgación hacia el exterior como en la investigación, el estudio y la enseñanza de la filosofía
Juche.
Esta es la filosofía revolucionaria, filosofía política de nuestro Partido, que aclara el fundamento filosófico de su ideología rectora, la idea Juche, y los principios fundamentales de la revolución. Cómo la traten no es un mero problema relativo a la teoría filosófica, sino un problema vinculado con el criterio y la posición hacia la ideología del Partido. Se procurará que asimilen como verdad absoluta la ideología del Partido, la defiendan con firmeza y la conviertan en convicción revolucionaria para comprender, interpretar y divulgar de manera correcta la filosofía Juche.
Debemos sentir un alto orgullo y dignidad por tener una gran filosofía política como la Juche y, estudiando con profundidad sus principios, aplicarlos al pie de la letra en las actividades prácticas para la revolución y la construcción. Y tenemos que analizar y juzgar todos los fenómenos de la sociedad en estricta adhesión a los principios de la filosofía Juche y aglutinar con firmeza a las masas populares en torno al Partido y elevar el papel del sujeto según las exigencias de ella, impulsando así con fuerza el proceso revolucionario y constructivo.
Aunque sea la filosofía Juche la que nuestros científicos y el resto del pueblo deben estudiar, aprender y seguir, también han de conocer la precedente ideología filosófica del marxismo-leninismo. Sobre todo, los sociólogos tienen que conocerla con claridad. En el estudio de la filosofía anterior es importante evaluar de manera correcta sus aspectos progresistas y positivos y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias. Sólo de conocer con claridad las limitaciones epocales e insuficiencias ideológicas y teóricas de la filosofía anterior, junto con sus méritos, es posible evitar el dogmatismo al tratarla y comprender con profundidad la originalidad y superioridad de la filosofía Juche. Sobre la base del estudio y la asimilación de ésta y a la luz de sus principios, los sociólogos deben prestar profunda atención a conocer claramente los méritos de la filosofía anterior y, al mismo tiempo, sus limitaciones e insuficiencias.
Por otra parte, han de guardarse estrictamente de toda clase de tendencias filosóficas extrañas, contrarias a la filosofía Juche, y asegurar de lleno la pureza de ésta. Se trata de la filosofía más ventajosa y vital, que ha reflejado la exigencia de la práctica revolucionaria y cuya verdad y justeza se han comprobado por ésta. Hoy, en el escenario internacional se incrementa más el interés por la filosofía Juche y se amplían las filas de sus adeptos, lo cual es una prueba elocuente de que ella es una filosofía que da las respuestas más correctas a la práctica revolucionaria.
Nuestros sociólogos, firmemente convencidos de la cientificidad, verdad, originalidad y superioridad de la filosofía Juche, y con ésta como guía, deben analizar y juzgar todas las demás teorías filosóficas y así prevenir la infiltración en ella de las más mínimas corrientes filosóficas extrañas.